Emilia de la Cruz

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ANTÍGONA EMILIA DE LA CRUZ


ANTÍGONA A ti, Prodigiosa

3. Un reino inmenso de jardín estrecho: mi infancia es un fruto agridulce lustroso de recuerdos: las largas faldas de mi madre que yo halaba desde el suelo solícita de amor y de atenciones las manos de mi padre sus venas, el tatuaje el té con leche


el medicinal jugo de guayaba el gusto de la tierra los puñados de azúcar en la inmensidad del doméstico cosmos breve panteón de dos dioses, aprendí: el poderoso trueno en la mirada el misterioso conjuro de los nombres las caricias que hieren la trucada magia en la inocencia la insensata culpa en la belleza.


De las heridas y las cicatrices: soy Penélope tejiendo y destejiendo la noche la piel la madrugada nacimos abriéndonos paso a través de un cuerpo urdiendo una herida nacimos heridos y algunas heridas son llagas que son bocas abiertas cantando nuestra muerte cotidiana hay cicatrices que resplandecen como lustroso fruto de las semillas de sus dientes enterrados en la carne del cuerpo que más ama en sus entrañas las negras raíces en mi piel los relucientes frutos: cicatrices


está la herida siempre abierta el camino de la sangre ofrenda a las diosas de la fertilidad hay cicatrices visibles y corpóreas: las de cifrados versos en los brazos y las hay invisibles e incorpóreas: miradas llenas de viejas cicatrices el ritual se instituye sin quererlo se rasga un vestido y la perfecta geografía de lo corpóreo nos da la posibilidad de ubicar la herida la fuente del dolor, decir: aquí Madre, aquí me raspé, me duele y recibir por tanto la atención precisa, los cuidados… luego uno crece y se complica todo se habitan otros mundos y ya no es tan sencillo señalar la fuente del dolor ya no hay tibias banderas rojas que lo indiquen.


6. Desde las sombras: fin de la primavera y el verano: padre Plutón ha raptado a Perséfone niña que te habita vas Ceres desnudando palmo a palmo el campo de tus verdores llega el otoño: de tus cabellos la almohada siempre herida te carcomes uñas labios piel y pensamientos se rompe el hechizo: es vergonzante la cicatriz de nuevo se advierte la herida abierta y es por tanto que se pliegan y repliegan muslos alas labios


llega el invierno: se oscurece todo y un frío penetrante embebe lo que somos una oquedad nauseabunda hiende el pecho y se va andando a ciegas y a tumbos el camino que va a ninguna parte cada objeto que tocas se ensombrece con el toque de sombras de algún Midas toda puerta y ventana se clausura aves negras con violencia vuelan dentro de tu pecho y te van desgarrando desde dentro estoica vas y vienes simulando la vida hasta que es imposible hasta que un día buscando tregua en el mirar de tu Perseo en su escudo, Medusa, te hiere tu mirada se va estrechando el camino más y más se repite el susurro como un rezo y ya sólo se intuye y se desea hasta el fondo en fin, el fin: descanso.


7. Mitologías dolientes: Atlas que soporta una bóveda oscura de estrellas apagadas Perseo que prescindiendo del ave de carroña se devora a sí mismo y regenera Sísifo de la condena cotidiana de ir arrastrando su sombra cuesta arriba sombra del triste que pesa siete veces siete Penélope que teje y desteje su piel en la espera estéril de un Ulises muerto Perséfone exhausta de errar errante entre el Hades y la tierra.


8. Eros y Thánatos se abrazan, te abrasan: algo grande como la muerte se presiente la nada en una vorágine de sensaciones nos consume un estallido tras otro y desde dentro tiembla todo vértigo absoluto ceguera intermitente y el tiempo de nuevo se disloca (el viejo Cronos juega en contra nuestra) se acelera todo: el pensamiento, la voz, el corazón el aliento se entrecorta se anda a tumbos convulsa se busca una salida urgente y con violencia la fuga por la mojada puerta de las hondas heridas el ritual de la sangre: obra de un espíritu escindido


tu mano derecha apuĂąala tu brazo izquierdo violencia que deriva en paz suave espuma que nace de olas rotas Eros y ThĂĄnatos te liberan de su abrazo de a poco el apacible respirar de nuevo la vida sigue Helio arriba puntual en su carroza PenĂŠlope a tejer su piel de nuevo.


9. Epílogo: la vida me sucede con intermitencia convulsiono más que palpitar desequilibrada jugando a la equilibrista princesa de tequilas y nostalgias la de la herida abierta siempre y cicatrices a un tiempo bendecida y maldecida y a pesar de todo la vida me sucede y con intermitencia hoy vasta hoy basta y hoy alcanza para sostener lo que sea que me sostiene con cuerdas invisibles perecederas o perennes… ¿quién lo sabe?



Emilia de la Cruz

Emilia de la Cruz Vázquez (Saltillo, 1981) es licenciada en Letras Españolas por la UA de C. Sus textos han aparecido en publicaciones como La Ruleta, Historias de Entretén y Miento, La Humildad Premiada, Once. Revista universitaria, La Tramontana, Periódico Zócalo, Espacio 4 y Novedades Saltillo. Outsiders, Poesía al margen es un proyecto postulado para el PECDA 2012 que pretende encontrar y mostrar la poesía desde el margen, señalando dicho margen con borrosas líneas punteadas: la Casa del Migrante, un prostíbulo, un psiquiátrico, la calle, la noche;


fabricando poesĂ­a (si es que esto es posible) con base en entrevistas efectuadas en dichos lugares.

SEC SecretarĂ­a de Cultura


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