Primera edición: 2005 D.R. @ Claudia Burr D.R. @ Ediciones Tecolote, S.A. de C.V. Gobernador José Ceballos 10 Colonia San Miguel Chapultepec 11850 México, D.F. Tel/Fax (5) 5272 8139 / 8085 tecolote@edicionestecolote.com www.edicionestecolote.com Concepto general: Claudia Burr y Cristina Urrutia Asesoría histórica: Claudia Canales Texto: Basado en la correspondencia entre Maximiliano y Carlota y en las obras de José Luis Blasio, Maximiliano íntimo, y en Paola Kolonitz, Un viaje a México en 1864 Diseño y formación electrónica: Adriana Canales Ucha, Gabriel Gonzáles Meza, Luis Esteban Jaime, Mónica Solórzano Zavala, Ana Piñó Imágenes: Óleos de: Jean-Adolphe Beaucé, Cesare Dell’Acqua, Albert Graefle,Edouard Manet, Francisco Morales Van Den Eyden Grabados de: B. Cosson Smeetan Litografías de: V. H. Gerhart, Hesequio Iriarte, Hipólito Salazar Fotografías de: Giuseppe Malovich Colecciones: Biblioteca de Arte Mexicano- Ricardo Pérez Escamilla, Biblioteca Nacional de México- UNAM, Castillo de Miramar, Museo Erzeroz Franz Ferdinand -Castillo de Artstetten, Francisco Montellano, Museo Nacional de Historia INAH, Stedische Kunsthalle-Mannheim, Universidad Iberoamericana Obra fotografiada por: Carlos Hahn, Alberto Moreno, Arturo Piera, Michel Zabé ISBN: 968-7381-77-9 Impreso y hecho en México. Printed in Mexico
El castillo encantado de Maximiliano y Carlota
Somos Maximiliano y Carlota, príncipes europeos. Cuando el pueblo mexicano vivía en constante guerra, y aún cuando Juárez era el presidente electo de la República, un grupo de mexicanos nos ofreció la corona del Imperio de México. Apoyados por Napoleón III, emperador de Francia, y con la protección de su ejército, emprendimos la aventura mexicana. Como emperadores vivimos en el Castillo de Chapultepec, y desde entonces ahí continúan habitando nuestros espíritus.
El castillo encantado de Maximiliano y Carlota
Claudia Burr
En el castillo de Miramar, en Italia, un grupo de mexicanos conservadores me ofreció el trono del Imperio de México. Antes de dar mi aceptación formal, pedí que reunieran los votos de toda la población mexicana, para confirmar su deseo de que yo los gobernara. ¡De la casa de los Habsburgo no podía salir ni un usurpador ni un aventurero!
Nosotros, Maximiliano de Habsburgo y Carlota de Bélgica, prometimos por todos los medios cuidar de México. Firmamos y renunciamosa todos nuestros derechos como príncipes europeos.
Frente a nosotros, teníamos un sinfín de preparativos que arreglar para trasladarnos a vivir definitivamente a México. Se mandaron hacer miles de copias de nuestros retratos en fotografía para enviar a México. ¡No había tiempo que perder! El pueblo mexicano quería conocernos antes de nuestra llegada.
Yo, Max, fui fotografiado en uniforme de oficial de marina con todas mis condecoraciones.
Yo, Carlota, fui retratada luciendo un vestido blanco y coronada con tocado de flores.
Con dolor nos vio partir hacia un futuro peligroso e incierto. Casi no hubo ojos que permanecieran secos. Todos nos desearon felicidad.
El 14 de abril de 1864 fue la fecha tan esperada de nuestra partida hacia MĂŠxico. La ciudad de Trieste nos dio su despedida.