Dalirium sonic

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Karles Torra

Dalirium Sonic Dalí, su relación con la música y las estrellas de su tiempo

Edición de Àlex Gómez-Font


Índice Introito ............................................................................ 13 Dalirium Sonic ................................................................. 19 I ............................................................................................. 21 Federico García Lorca, Southern Syncopated Orchestra, Erik Satie, Richard Wagner, Franz Schubert, Cole Porter, Igor Stravinsky, Benny Goodman, Armando Domínguez, Dora Luz, Harpo Marx, Paul Bowles, Victoria de los Ángeles, Enric Granados, Andrés Segovia.

II ............................................................................................ 29 George Handy, Boyd Raeburn, Coleman Hawkins, Duke Ellington, Maurice Chevalier, Benny Goodman, Dizzy Gillespie, Earl Hines, Alice Babs, Wild Bill Davis, Coral Sant Jordi, Oriol Martorell, Louis Armstrong, Michel Petrucciani, Gustave Mahler, Claude Nougaro.

III........................................................................................... 35 Jackie Gleason, Alessandro Scarlatti, Giulio Confalonieri, Fiorenza Cossotto, Lorenzo Alvary, Paco Ibáñez, Elvis Presley, Johnny Halliday, Eddy Mitchell, Julien Clerc.

IV .......................................................................................... 41 Amanda Lear, Brian Jones, Rolling Stones, Velvet Underground, Nico, Lou Reed, Sterling Morrison, Andy Warhol, Gerard Malanga, Mary Woronow, Edgar Froese, Tangerine


Dream, The Beatles, Frank Zappa & the Mothers of Invention, Françoise Hardy, Sonny & Cher, The Crazy World of Arthur Brown, Ornette Coleman, Pétoman.

V ........................................................................................... 49 John Lennon, Yoko Ono, George Harrison, The Beatles, Pete Townshend, Captain Beefheart, Frank Zappa, Antennae Jimmy Semens, Peter Murphy, Mick Karn, Dali’s Car, Brian Eno, Grace Slick, Jefferson Airplane, Grateful Dead, Jerry Garcia, Aphrodite’s Child, Irene Papas, Vangelis, Costas Ferris.

VI .......................................................................................... 55 Màquina!, John Lennon, Jordi Batiste, Jaume Arnella, Xesco Boix, Falsterbo, El Grup de Folk, Maruja Garrido, Mistinguett, La Argentinita, José Iturbi, La Chunga, Ramón Gómez, Manitas de Plata, José Reyes, Mahalia Jackson, Georges Brassens, Gipsy Kings, Vicente Lleó, Pablo Luna.

VII ......................................................................................... 65 Alice Cooper, Annette Peacock, Albert Ayler, David Bowie, Moondog,Arthur Brown, America, Neil Young, Dewey Bunnel, Cliff Richard, James Gang, Elvis Presley, Emerson Lake and Palmer.

VIII........................................................................................ 73 David Bowie, Alice Cooper, Amanda Lear, Luis Alberto Spinetta, Charly García, Roxy Music, Bryan Ferry, Marc Bolan, T. Rex, Mick Jagger, Rolling Stones, La Selvatana, Ernesto Halffter, Igor Wakhevitch, Todd Rundgren, Johnny Rotten, Georges Bizet, Mstislav Rostropovich, Enrico Toselli.

IX .......................................................................................... 79


Edgar Froese, Tangerine Dream, Mecano, José María Cano, Erik Satie, Claude Debussy, Charles Trenet, George Gershwin, Agustín Irusta, Roberto Fugazot, Lucio Demare.

X............................................................................................ 85 Television Personalities, Dan Treacy, Pixies, Steve Roach, Michael Sterns, Michel Huygen, Djam Karet, Loren Nerell, Klaus Schulze, Bo Tomlin, Robert Rich, Mark Griffin, Thick Pigeon, Marc Bolan, T. Rex, Jordi Valls, Vagina Dentata Organ, Pascal Comelade, Claude Nougaro, Kiko Veneno, Frank Gambale, Diane Labrosse, Akasha, The Modernist, Sam Pilafian, Captain Beefheart, Ernesto Halfter, Rova Saxophone Quartet, Dali’s Dilemma, Phil de Gruy, Steve Vai, John Coltrane, Jim Lauderdale, George Handy, Boyd Raeburn Orchestra, David Allyn, Big Band Jazz Terrassa, John Dubuclet, Boyd Raeburn, Henri Salvador, Bill Noertker, Miles Davis, Eddy Orini.

XI .......................................................................................... 91 Federico García Lorca, Chano Domínguez, Esperanza Fernández, Joan Díaz, Jordi Valls, Edgar Froese, Tangerine Dream, The Beatles, Year Long Disaster, Daniel Davies, Dave Davies, The Kinks, Pau Riba, Jaume Sisa, Quimi Portet, Roger Mas, Pascal Comelade, Oriol Tramvia, Joan Vinuesa, Ted Nash, Jazz at The Lincoln Center Orchestra, Wynton Marsalis, Estrella Morente, Ana Torroja, Amaral, Martirio, Kiko Veneno, Love of Lesbian, Albert Pla, Gerard Quintana, Dolo Beltrán, Pascal Comelade, Alice Cooper, Amanda Lear, Marylin Manson, Black Lips, Clarence Penn, Chris Potter, Adam Rogers, Ben Street, Dalí Funk, Dalí, Pawn Gang, Salvador Dalí Llama, Mick Jagger, New Wave Ensemble, Cobla Mediterrània, Francesc Llongueras.


Tres visiones sobre Salvador DalĂ­: el genio en vivo y en directo ........................................... 99 Joan Illa Morell (JIM), El Quijote del Happening ............. 101 Eliseu Huertas Cos, Un chien catalan .............................. 115 Pau Riba, Daliniana Flor .................................................. 129

Agradecimientos ................................................................ 141


La piedra es un รกngel que duerme en la tierra. El รกngel es una piedra que despierta en el cielo. Francesc Pujols



Introito ARTISTA POLIÉDRICO POR EXCELENCIA, la relación de Salvador Dalí (1904-1989) con la pintura, el cine y la literatura ha sido objeto de numerosos estudios y profusamente referenciada. No puede decirse lo mismo acerca de sus vínculos y múltiples conexiones con la música, un territorio relativamente inexplorado por el que nos aventuraremos en las páginas de este libro. Se ha dicho que, de entre todas las artes, la música era la que menos interesaba al genio ampurdanés. Una afirmación sin fundamento, que queda contundentemente desmentida con solo echar un vistazo a los artículos que Dalí publicó en la segunda mitad de los años veinte en la revista L’Amic de les Arts, donde asoman declaraciones tan rotundas e inequívocas como esta: «Por un solo sonido de los que ha inventado el jazz daría, sin duda, toda la producción en bloque de la literatura oficiosa contemporánea». Lo cierto es que, antes de convertirse en uno de los primeros jazz fans que hubo en España, Dalí ya estaba fascinado por la música desde la infancia. Como señalan varios autores, en su iniciación tuvieron mucha influencia los conciertos veraniegos en Can Pitxot, propiedad de una familia de músicos y artistas de Cadaqués, muy amiga de los Dalí. Cuentan que en noches de luna llena, colocaban

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un piano dentro de una embarcación, la cual ejercía de poético escenario para las interpretaciones de los hermanos Pitxot, el violonchelista Ricard (discípulo de Pau Casals) y el violinista Lluís (discípulo de Jacques Thibaud), que junto a Lluís Bonaterra formaban el Trío Hispania. Sentados en las rocas, los pescadores y residentes de la zona disfrutaban del marítimo espectáculo musical. Años después, el joven Dalí se convertirá en un habitual de los conciertos semanales de la banda del regimiento de Figueres en la Rambla de la capital ampurdanesa, a la vez que aprende a bailar el tango. Con dieciocho años, ingresa en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde vivirá en un clima de gran efervescencia musical. No en balde, es frecuente que por allí desfilen compositores como Falla, Stravinsky, Poulenc, Milhaud, Segovia, Ravel o Viñas, para presentar sus obras. Junto a su amigo Federico García Lorca, no tardará en aficionarse al jazz y al blues, la nueva música que llega de América en los años veinte. De forma paralela, y de la mano del poeta, se tiene noticia de su iniciación en los misteriosos arcanos de la música gitana. En la década de 1940, y tras su rotundo triunfo en Estados Unidos, el genial pintor se erigirá en factor de inspiración para los jazzmen americanos, que le dedicarán obras y harán de él toda una icónica referencia. Al mismo tiempo, Dalí establecerá desde finales de los años treinta una poderosa relación con la música a través de sus escenografías, libretos y vestuarios para ballets y revistas de Broadway.

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En 1955, el pintor se estrena como diseñador de portadas de discos, y con el advenimiento del rock and roll y la contracultura, pronto se alzará como un referente para las estrellas del género, con quienes se relaciona e interactúa como primus inter pares. La influencia del «alucinogenio» surrealista se multiplicará a partir de los años sesenta en todas las direcciones de la música popular, y se extenderá más allá de su muerte. Como veremos en el curso de este Dalirium Sonic, ningún otro artista se ha hecho acreedor de tantos tributos, composiciones dedicadas, títulos de discos, portadas, nombres de grupo alusivos, citas y referencias mil. En tanto que autor en el ámbito musical, Salvador Dalí firmó una única obra: Être Dieu («Ser Dios»). En su libro Visions d´un monde nouveau / Dix prophéties de Dalí, el gran estudioso y fino decodificador del universo daliniano Roger Erasmy (1939-2015), define así esta ópera-poema que, según parece, Dalí había proyectado en 1927 con Federico García Lorca: «Être Dieu fue el resultado de una larga reflexión. La referencia a Dios puede parecer presuntuosa. Dalí consideraba, en este caso, que el título no era en absoluto blasfematorio. Según el artista, la ópera explicaba la posibilidad de que Dios formara parte de nuestra substancia, tanto animista como material. Lo que él había de demostrar, absolutamente. Buceando en la inagotable reserva de imágenes enterradas en las profundidades de su subconsciente, el pensa-

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dor surrealista ha querido hacernos partícipes de su personal visión de la humanidad, adornada con algunas ideas revolucionarias enunciadas por él mismo en el contexto explosivo de los acontecimientos de mayo de 1968. Presentada como «ópera-poema audiovisual y cátara», el tema de la obra son los siete días de la creación del mundo. Desde 1971, el pintor había esbozado un guión asaz sucinto, que fue desarrollado posteriormente por el escritor español Manuel Vázquez Montalbán, autor del libreto». Parece ser que, en primera instancia, Dalí quería que el célebre compositor polaco Krzysztof Penderecki se encargase de crear la música. Pero el proyecto se dilató en el tiempo, haciendo imposible su concurso. Y, finalmente, fue el compositor de vanguardia galo Igor Wakhévitch, discípulo de Olivier Messiaen, el autor de la partitura. Planteada como una obra en seis partes para voces, orquesta y grupo de rock, y con un cuadro de cantantes y actores franceses de primera línea, Être Dieu está repleta de alusiones a personajes históricos como Juana de Arco, San Luís o Rousseau, entremezcladas en un perfecto desorden con celebrities y personalidades políticas y artísticas del siglo XX. Junto a Mao Tse Tung, Marcel Duchamp y los Hermanos Marx, aparece Brigitte Bardot, caracterizada como una alcachofa, y Marilyn Monroe haciendo un strip-tease. El divino Dalí, que recita fragmentos poéticos y entona con mucha gracia picantes canciones populares catalanas, abre la obra con estas palabras del gran poeta Joan Salvat-

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Papasseït: «L’amor i la guerra, la sal de la terra». Y tras cerca de dos horas y media de viaje místico y surrealista, concluye afirmando que el objetivo último de toda nuestra energía cósmica es el acceso del ser humano a la condición angélica. Grabada en 1974, la ópera-poema Être Dieu fue finalmente publicada en 1985, cuatro años antes del glorioso ascenso del genio ampurdanés a la vida angélica.

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DALIRIUM SONIC

Dalí, su relación con la música y las estrellas de su tiempo



I ENTRE LOS TESOROS DEL MUSEU Abelló de Mollet del Vallès, se conserva un preciado documento que acredita la temprana afición al blues de Salvador Dalí. Hablamos de una carta dirigida a su íntimo amigo Federico García Lorca, fechada en el mes de junio de 1925, en la que el pintor, con veintiún años recién cumplidos, escribe: «Aquí tengo un fonógrafo estupendo con una variedad de Blues nunca soñados...». La querencia de Dalí por el blues, el jazz, sus diferentes bailes y derivaciones rítmicas irá In crescendo. Así, en una posterior misiva a Federico, junto al texto incluye una fotografía suya bailando el charleston. En otro texto manuscrito de la época, que también se conserva en el museo vallesano, el pintor evalúa la importancia y las posibilidades del jazz: «Es indudable su influencia en los círculos de músicos jóvenes que se aprovechan de los infinitos hallazgos que ofrece continuamente esta faceta del espíritu moderno. Lo que pasa es que estos bailes, que son el equivalente exacto del minuet y la pavana, no son considerados como aquellos aún (por los concertistas) lo sufi-

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cientemente serios para ser tocados en los conciertos (fuera del aire ligero que les da el cabaret). Sería interesante (sería sugestivo para los espíritus modernos un concierto de jazz americano de un programa largamente seleccionado), sacándolos así del concepto inferior en que es tenida esta música extraordinaria». Posteriormente, Dalí escribe: «Uno de mis más grandes amores es el jazz, esta fantástica, anti-artística música... y objeto industrial». En el curso del año 1926, Sebastià Gasch —el crítico catalán más rupturista— compara en un artículo los ritmos pictóricos de los cuadros de Dalí con los ritmos musicales contenidos en el último disco de la Southern Syncopated Orchestra, una formación afroamericana de jazz muy en boga. Ni corto ni perezoso, el artista de Figueres no dudaría en comunicar al crítico barcelonés su predilección por el jazz, y a través de esa común afición se forjaría entre ellos una fuerte amistad. En 1928, ambos firmarían, junto al también crítico Lluís Montanyà, el célebre Manifest Groc, donde hacían una exaltada vindicación del jazz entre las nuevas formas de arte vivo1. Joan M. Minguet, comisario de la exposición El Manifest Groc que pudo verse en 2004 en la Fundació Joan Miró de Barcelona apunta que, por aquel en-

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En este link se puede leer el Manifest Groc: http://filcat.uab.cat/gelcc/modern/textos/mod106.pdf

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tonces, «Dalí era un comprador compulsivo de discos, especialmente de jazz». En su obra pictórica de los locos años veinte, también dejará constancia de su predilección por la música del genial compositor minimalista Erik Satie. Como tributo a este esotérico músico francés que pensaba que la vida era «una catástrofe tranquila» y se definía a sí mismo como «un terremoto razonable», Dalí le pintó un retrato cubista bajo el título de Taula davant del mar. Homenatge a Erik Satie (1926). Desde finales de los años veinte, cuando el pintor se presenta en París como «príncipe de la inteligencia catalana colosalmente rica», la música de Richard Wagner pasará a ocupar un lugar central en sus creaciones cinematográficas y escenográficas. Si bien en su versión original la película Un chien andalou (1929) se proyectó sin música, tanto Dalí como Buñuel (autores de esta obra maestra del cine surrealista) no tardaron en señalar la música wagneriana como posible banda sonora. Ya en el terreno escenográfico, Dalí realizaría años después su primer diseño para el ballet, a propósito de Bachannale (1939), una producción del Metropolitan Opera House de Nueva York, coreografiada por el Ballet Ruso de Montecarlo. Bajo la dirección de Leònide Massine, discípulo aventajado del gran Diaghilev, el espectáculo se tramó a partir de una selección de músicas de Wagner.

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Él mismo se encargó de escribir el libreto. Basándonse en las alucinaciones del rey Luis II de Baviera, el pintor hizo inscribir esta leyenda en el programa de mano: «The First Paranoic Performance». Tras realizar la escenografía y escribir el libreto de Labyrinth (basado en el mito clásico de Teseo y Ariadna y con música de Schubert), el excéntrico y concéntrico artista catalán volvería por sus fueros wagnerianos en Mad Tristan (1944), un fenomenal ballet inspirado en Tristan e Isolda que tuvo gran repercusión. A partir de entonces, dicha ópera adquirirá categoría de referencia ineludible en el cosmos musical daliniano. Ese mismo año, Dalí participó como escenógrafo en la revista musical de Broadway The Seven Lively Arts, que reunía canciones de Cole Porter con una música para ballet del gran compositor Igor Stravinsky y un casting artístico que incluía al clarinetista de jazz Benny Goodman, quien al mismo tiempo se encargaba de dirigir la orquesta. Producida por el consumado showman Billy Rose, el estreno tuvo lugar a finales de 1944 en el neoyorquino Zeigfield Theater, que contó para la ocasión con un foyer decorado con ilustraciones dalinianas de las siete artes vivientes. Dentro del séptimo arte, el genio de Port-lligat escribió con Walt Disney en 1945 el guión de Destino, una película de animación tramada a partir de la canción homónima, obra del compositor mexicano Armando Domínguez e interpretada por la cantante y bailarina Dora Luz. Debido a problemas financieros, la cinta quedó aparcada sine die, y no se estrenó hasta el 2 de junio del 2003 en la cua- 24 -


dragésima edición del Festival de Annecy, el más importante de los certámenes dedicados al cine de animación. En su diario, Dalí escribe acerca de su intención de hacer un film musical titulado The Flesh Barrel. La historia incluye una escena en la que un grupo de gitanos matan y desmenuzan un elefante y, «a pesar de su salvaje frenesí, no paran ni por un momento de cantar flamenco». En otra escena aparecen Nietzsche, Freud, Luis II de Baviera y Marx «cantando sus doctrinas con incomparable virtuosismo».

A propósito de otro guión cinematográfico, el genio de los bigotes verticales se estrenó como inventor de instrumentos musicales surrealistas. Ocurrió en 1936, cuando tras haber manifestado su deseo de retratar a Harpo Marx, del que era un devoto admirador, recibió este telegrama del desopilante cómico americano: «Querido Salvador Dalí: he recibido un telegrama de Jo Forrestal diciendo que usted está interesado en mí como víctima. Emocionado ante la idea. El rodaje actual acabará de aquí a seis semanas. Si viene al Oeste, estaré encantado de ser embadurnado por usted. Tengo una contrapropuesta: ¿posaría para mí mientras yo poso para usted?. Feliz año nuevo de un gran admirador de La persistencia de la memoria”».

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Como revela la periodista Rebeca Carranco en las páginas de El País2, Dalí pone rumbo entonces a la Costa Oeste y le envía a Harpo un regalo muy especial: un arpa cubierta de cucharitas con las cuerdas de alambre de espino. Era el instrumento que mejor tocaba el comediante. El genial mudo de los Hermanos Marx le responde con una fotografía de él sentado, tocando el arpa con los dedos vendados y cara de dolor. Entre escena y escena del rodaje de Un día en las carreras, ambos redactaron el guión de Jirafas en ensalada de lomos de caballo. El film nunca llegaría a rodarse, pero dejó un rastro de notas y dibujos, como El piano surrealista, un carboncillo adquirido en 2009 por la Fundación Gala-Salvador Dalí. La obra presenta un jardín de cipreses, con un busto de mujer con cara de reloj y un piano-fuente que vierte agua en una piscina con forma de violín. Retomando el hilo de sus trabajos escenográficos, en 1944 Dalí diseña un piano de cola lleno de agua con ciclistas que llevan una piedra en la cabeza y velo de novia, como decorado del ballet «Sentimental colloquy», que fue estrenado por The Ballet International en el International Theater de Nueva York. Con música de Paul Bowles, la pieza se inspira en un poema de las Fêtes galantes de Paul Verlaine. Un lustro después, el pintor obtendrá uno de sus mayores éxitos escénicos con el diseño del telón, la esce-

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Carranco, Rebeca. «Harpo Marx, Dalí y la mujer surrealista», en El País, 21 de agosto de 2009.

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nografía y el vestuario para un montaje de El sombrero de tres picos de su amigo y gran compositor Manuel de Falla. Coreografiado por Ana María y su Ballet Español, y bajo la denominación anglosajona de Three-Cornered-Hat, el espectáculo se estrenó en 1949 en el célebre Zeigfield Theater de Nueva York y fue recibido con entusiasmo por el público que abarrotaba el recinto. Aparte de Falla, entre las apetencias clásicas del pintor de La cesta de pan, a esta orilla del Garona, se cuentan la maravillosa cantante de ópera Victoria de los Ángeles y el imaginativo compositor catalán Enric Granados (a quien cita expresamente en sus libros), amén del genial guitarrista Andrés Segovia, del que no solía perderse ningún concierto en Nueva York.

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