Julio Embid
Hijos del Hormigón ¿Cómo vivimos en la periferia sur de Madrid?
Prólogo de Joaquín Estefanía
ÍNDICE
Barrios de la periferia sur de Madrid ............................. 13 Prólogo Las farolas y el tipo de sociedad ....................... 15 Introducción ................................................................ 23 Demografía Veinte hermanos en Carabanchel .................................. 29 Empleo Da gracias de haber sido contratado.............................. 41 Sanidad Resistiré, resistiré hasta el fin ........................................ 53 Educación Los niños a la escuela de Madrid hasta Pekín ................ 63 Política A Tierno, a Barranco o al que haya............................... 75 Transportes Próxima estación Esperanza ......................................... 95 Cine La llave de mi corazón ................................................. 97
Televisión Harto de ir pacá y pallá con los niños a cuestas y la casa colgando ....................................................... 109 Exclusión Social Esta es la historia de Juan Castillo ............................... 121 Deporte Son las doce ya ........................................................... 133 Conclusiones Si piensas que estoy triste y no me ves sonreír .............. 143 Fotografías de la periferia sur de Madrid .................... 147 Agradecimientos......................................................... 1 Bibliografía ................................................................ 159
Cuando cierro mis ojos, s贸lo puedo ver los tuyos.
BARRIOS DE LA PERIFERIA SUR DE MADRID
Distritos Latina Los Cármenes (10.1) Puerta del Ángel (10.2) Lucero (10.3) Aluche (10.4) Campamento (10.5) Cuatro Vientos (10.6) Las Águilas (10.7)
Carabanchel Comillas (11.1) Opañel (11.2) San Isidro (11.3) Vista Alegre (11.4) Puerta Bonita (11.5) Buenavista (11.6) Abrantes (11.7)
Usera
Villaverde
Orcasitas (12.1) Orcasur (12.2)
San Andrés (17.1) San Cristóbal (17.2) Butarque (17.3) Los Rosales (17.4) Los Ángeles (17.5)
San Fermín (12.3) Almendrales (12.4) Moscardó (12.5) Zofío (12.6) Pradolongo (12.7)
Puente de Vallecas
Villa de Vallecas
Entrevías (13.1) San Diego (13.2) Palomeras Bajas (13.3) Palomeras Sureste (13.4) Portazgo (13.5) Numancia (13.6)
Casco H. de Vallecas (18.1) Santa Eugenia (18.2)
PRÓLOGO LAS FAROLAS Y EL TIPO DE SOCIEDAD
«Cedo piso al final de la calle Antonio López a cambio de poder trabajar de manera estable». Cuando Julio Embid leyó el anuncio en la pared de un edificio, tal vez en una farola, confirmó que tenía que escribir su experiencia de persona que aunque no pertenece a la clase trabajadora ni es madrileño, eligió vivir la vida cotidiana de la clase trabajadora madrileña. Aquel anuncio es otra indecencia más de la sociedad en la que estamos inmersos: ceder el uso de una vivienda a quien le proporciona a su dueño un empleo fijo. Una perversión. Economía de trueque entre desiguales. Los affiches particulares que se repiten en los muros y las farolas públicas de las grandes ciudades se han convertido en gigantescos tableros de anuncios, exponentes muy representativos de la economía sumergida y, en muchos casos, ejemplos explícitos de la exclusión social. Los mensajes de las farolas se superponen los unos a los otros, actualizando las necesidades de quienes los pegan. De vez en cuando, los servicios de limpieza de los ayuntamientos los raspan y dejan el espacio limpio, sin embargo, al día siguiente todo vuelve a comenzar y las farolas vuelven a llenarse. Hay varias tipologías de anuncios: de los más clásicos donde ofrecen cerrajeros 24 horas, pintores, mujeres —generalmente de nacionalidad extranjera— que se ofrecen para cuidar ancianos, dependientes, profesores parti- 15 -
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culares, reformas y portes, etcétera, hasta la incorporación de otros anuncios más sofisticados que sugieren el avance de las dificultades económicas: trabajos informáticos, chicas de prostitución, subasta de coches, empeño de automóviles donde el propietario puede seguir circulando con ellos —una peculiaridad de leasing—, compraventa de todo tipo de objetos (en la que incluso se incluyen parrilladas de mariscos). Además de los anuncios financieros, que ofrecen créditos inmediatos con a tipos de interés estratosféricos. Otro tipo de anuncio que parece estar en boga en los últimos meses son los de clínicas odontológicas a precios muy por debajo de los de mercado, los cuales intentan ser invalidados por el Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de Madrid mediante los medios de comunicación: «No abra la boca a cualquier precio. No te fíes de los dentistas de anuncio. Lucha contra determinadas prácticas de publicidad engañosa que pueden suponer un perjuicio para los pacientes e incluso un riesgo para la salud». Últimamente se ve otra oferta, todavía más extrema que la que vio Embid, la cual aparece con dos variaciones: «Trabajador en paro se ofrece por pequeña remuneración. Vehículo propio. No importa actividad» ; y «Trabajador en paro se ofrece para cualquier actividad. No importa remuneración. Seriedad». Es difícil encontrar diferencias apreciables entre estos ofrecimientos en tiempos de la Gran Recesión y los regímenes de semiesclavitud.
Hijos del Hormigón es un libro significativo. Conozco algunas de las vicisitudes de su autor para encontrar editorial. Sólo desde la pereza intelectual o el desconocimiento podía permanecer inédito. Con un argumento local —las condiciones de vida de alrededor de un millón de personas que residen en los - 16 -
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seis distritos de la periferia sur madrileña—, Julio Embid describe algunas de las características centrales que se han avivado en los barrios de clase trabajadora y de la clase media en estos años de crisis. Entre ellas se encuentran la desigualdad práctica (de oportunidades, de resultados) y lo que el autor denomina “Economía de la Miseria Ajena”. El argumento, aunque local, puede ser extrapolado a las grandes urbes españolas y occidentales. Embid sigue, en gran parte, la metodología de Owen Jones en el libro Chavs: observación participante sobre la experiencia y la vida cotidiana de los protagonistas de la reflexión. Se trata de un análisis destinado a conocer la información de forma inmediata, militante y con rigurosidad. En definitiva, la mejor mezcla del politólogo y el periodista. Y yo añadiría del ciudadano coherente: vivir de lo que se predica, predicar de lo que se vive. No es gratuito mencionar juntos los dos libros. ¿En qué se asemejan Chavs e Hijos del Hormigón? En una coyuntura en la que se han difuminado las diferencias entre la clase trabajadora y la clase media, ambos textos reivindican la existencia de ambas clases por separado ya que no son la misma cosa: no las conforman las mismas personas, las cuales identifican con diferentes intereses, y que, en último grado, tiene diferentes condiciones de vida. «Chavs» es un término peyorativo utilizado en Gran Bretaña para referirse a la subcultura de la clase trabajadora. En el corazón del término se intenta ocultar la realidad de la clase trabajadora: se reza el mantra generalizado «ahora somos de clase media» según el cual la clase obrera ha tomado el ascensor social.
Chavs muestra el pánico de la clase media hacia los amplios sectores de la clase trabajadora británica. La respetable clase - 17 -
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trabajadora se ha extinguido en gran parte por causas justificadas: sus componentes han ascendido socialmente gracias a la educación superior (universidad), lo que les ha permitido conseguir trabajo en oficios o profesiones administrativas. Ya no existen familias que vivan en condiciones humildes generación tras generación: o se convierten en clientes del Estado de Bienestar o pasan a ser clase media. Gente agradable de clase media, por un lado, o un irremediable detritus por el otro (la «floreciente clase palurda», la subclase que representa la parte de la clase trabajadora sin ambición ni aspiraciones), sin nada intermedio. El conquistador que se burla del conquistado. Por su parte, Embid muestra las diferencias que se dan al vivir en los distintos barrios en lo que respecta a la sanidad, la educación, la dependencia, la cultura, los transportes, los planes de futuro, etcétera. Se trata de una brecha que se abre con la crisis económica, lo que lleva a que la tesis del libro es la idea que la desigualdad es el primer problema, mucho más grave que el paro o la corrupción: la dualidad creciente entre universitarios, trabajadores indefinidos y propietarios de viviendas y aquellos que no tienen trabajo estable y que forman parte de lo que Guy Standing llama el “precariado”, el cual se manifiesta, año tras año, en los dispares resultados de la Encuesta de Condiciones de Vida que hace pública el Instituto Nacional de Estadística. En los barrios del sur de Madrid hay más emigrantes y más gente joven sin estabilidad; cuánto más al sur más posibilidades se tienen de estar en paro, y si eres mujer, joven, de clase trabajadora y sin formación, tus probabilidades son todavía peores. Pertenecer al precariado significa: inseguridad económica, estar desposeído de futuro, relaciones mínimas de confianza con el Estado o la empresa, carecer de contrato social (una
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cierta seguridad a cambio de lealtad y subordinación), no acceder a algunas de las prestaciones del Estado de Bienestar (seguro de desempleo o pensiones públicas, por no haber cotizado lo suficiente) y, sobre todo, no tener sensación de pertenencia a una comunidad. Se trata de perder el tiempo para que éste pase lo más rápidamente posible, tal y como se describe de modo en el inicio de Hijos del Hormigón. Formar parte del precariado no es sólo estar en paro a largo plazo, sino encadenar contratos temporales, a tiempo parcial, por obra, por servicios, ser falso autónomo a pesar de trabajar en una empresa, convertirte en una especie de becario permanente... En definitiva, ser trabajador pobre. Muchos de esos precarios, muchos más de los que viven en los barrios de clase media, se encuentran en los barrios del sur, en la periferia, marcando una forma de ser, una forma de estar. Quisiera hacer una sugerencia a Embid para futuras ediciones de este libro o para nuevos análisis: que subraye también las diferencias entre pertenecer a barrios de clase trabajadora y barrios de clase media, con los enclaves en los que se han refugiado las élites: las urbanizaciones de clase alta, de los privilegiados, los vencedores de la crisis económica. Posiblemente se podrá demostrar que las diferencias entre estos últimos y los dos primeros son mucho más profundas que las existentes entre aquellos entre sí. Si así sucede, se podría hacer propio el eslogan de Occupy Wall Street y otros movimientos de indignados: «Somos el 99%». Una de las bondades de este libro, como de Chavs, es haber recuperado para la realidad el concepto de clase social, prohibido durante mucho tiempo en la vida política. Como escribió E. P. Thompson en su clásico La formación de la clase obrera en Inglaterra, «la clase aparece cuando algunos hombres, como consecuencia de experiencias comunes (here-
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dadas o compartidas), perciben y articulan la identidad de sus intereses entre sí y contra otros hombres cuyos intereses son diferentes de los suyos (y normalmente opuestos)». Es difícil interpretar todavía al precariado o al 99% como una clase para sí, con conciencia social de tal, pero es mucho más sencillo en el caso del 1% restante, aquellos pocos que, según uno de sus representantes más destacados, Warren Buffet, van ganando la lucha de clases. Hay una sospechosa idea a partir de la cual se entiende que la globalización es el marco de referencia de nuestra época la única redistribución que es posible es la que se da entre las clases bajas y medias o en el seno de una misma clase social, de cada estamento, y que es ideológicamente imposible redistribuir renta, riqueza y poder entre el capital y el trabajo, entre los ricos y los pobres, o entre el 1% y el 99% restantes, porque los primeros, el capital, los ricos o los ultrarricos, se deslocalizan inmediatamente hacia lugares en los que no se exigen esos cambios. El discurso dominante afirma que los privilegiados deben pagar, pero no indica quiénes son esos privilegiados. Todos lo somos respecto a alguien y, por consiguiente, ninguno lo somos. Los privilegiados parecen ser aquellos que están cerca pero están mejor: quien tiene un trabajo es un privilegiado para el parado, el que tiene un puesto indefinido para el que lo tiene temporal, el que trabaja a tiempo completo para el que trabaja a tiempo parcial, el que gana 2.000 euros para el que gana 1.000. Mientras tanto, ¿dónde están los privilegiados de verdad? Están muy lejos, no se les ve. Son los nuevos invisibles que se sumergen y ocultan sus signos de riqueza para no ser objeto de indignación. En la cola social que no avanza, se mira con envidia al vecino que está un puesto por delante. Y si ya no se le ve porque ha corrido mucho, se mira con antipatía a los que nos
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rodean y compiten por lo escaso. Mientras tanto, los privilegiados prosiguen estableciendo distancias. En un artículo escrito por Michael Lewis, el afortunado autor de El póquer del mentiroso, se pone el siguiente ejemplo extraído de la crisis griega: «Los griegos normales y corrientes apenas acosan a los ricos, por la simple razón de que no tienen la menor idea de dónde encontrarlos. Para un griego que pertenezca al 99%, un griego del 1% es tan bueno como invisible. No paga impuestos, no vive en ningún lugar y no tiene relación alguna con sus conciudadanos». Lleno de historias humanas del día a día, con la miseria a flor de piel, Hijos del Hormigón demuestra —y esta es su lección principal— que las principales variables del refrán, salud, dinero y amor, no son independientes entre sí, sino que están perfectamente interrelacionadas. Y ello va mucho más lejos del escenario donde se desarrolla este relato de hoy, tan universalizable, sobre las perversiones de la desigualdad y de una política polarizada. Julio Embid ha seguido la línea de puntos que al principio de la crisis trazó el economista Paul Krugman, para romper con los silencios sociales: «Como el incremento de los ingresos en el extremo superior de la escala les ha dado también un poder creciente a los más ricos, la vida intelectual de nuestro país (se podría aplicar también a España) se ha visto distorsionada: demasiados economistas (y otros científicos sociales) se apuntaron a defender doctrinas económicas que respondían a la conveniencia de los ricos pese a ser indefendibles desde el punto de vista lógico y empírico». Joaquín Estefanía
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INTRODUCCIÓN
Érase el lejano año 2.011 en la capital de un reino con su rey y sus palacios. Dos colegas en camiseta y vaqueros bebían un par de yonkilatas (lata de cerveza de medio litro) sentados en un banco de hormigón de una plaza cualquiera de Carabanchel, un barrio castizo del suroeste madrileño. Allí pasaban las tardes reflexionando sobre la vida y perdiendo el tiempo con el único afán de que este bien sobrante transcurriese lo más rápidamente posible. Uno se quejaba de no tener trabajo y el otro de no tener novia. Uno de que hiciera calor y el otro de que hiciera frío. Allí se acercaron un par de hipsters barbudos, vestidos a la moda modernita, con gafotas de pasta, uno con sombrero y el otro con mitones de marca y teléfono móvil caro, a darles unas octavillas para acudir a una Asamblea de Barrio del 15-M que iba a tener lugar en ese mismo lugar. Los dos bebedores cogieron los papeles por no hacerles el feo pero pasaban bastante de ir. Llegó un viejo desdentado, flacucho, mal afeitado, medio riéndose, les dijo señalando a los barbudos del quinceeme: «A estos les das un pico y una pala y salen corriendo». Los dos carabancheleros se rieron con ganas porque, efectivamente, no eran como ellos. Este libro va sobre los que sí son como ellos. Los que, aunque les moleste a los puristas de la «izquierda verdadera», hacen cola para comprar en el Primark de la Gran Vía. Los que viven en la periferia sur de Madrid. Un extrarradio meridional que - 23 -
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comprendemos todos los habitantes de los distritos (de oeste a este) de Latina, Carabanchel, Usera, Villaverde, Puente de Vallecas y Villa de Vallecas, sobre sus aficiones y sobre sus penurias, pero también sobre sus alegrías y sus ambiciones. Geográficamente, esta zona queda delimitada por la Casa de Campo por el Noroeste, la M-30 por el Norte, la A-3 por el Noreste, la M-50 por el Este, la M-45 por el Sur y la M-40 por el Suroeste. Demográficamente sumamos más de un millón de habitantes (1.131.792, según el último censo), de los que uno de cada seis es extranjero. Este libro no es una guía Lonely Planet de los barrios de la periferia sur. En él no voy a contar cuáles son los mejores bares para comer croquetas o callos a la madrileña, dónde ponen el mejor cocido o dónde están los mejores sitios para alojarse. Tampoco cuento cuáles son las mejores salas de fiesta, los mejores bares de rock y bachata o dónde no ponen garrafón. Ni tampoco comento cuáles son los mejores parques del sur para hacer deporte o tirarse a la bartola con la pareja. Estos libros darían por sí solos para todo un libro entero. Invito al lector a que cruce el río Manzanares y conozca por sí mismo estos barrios y vea por qué merece la pena reivindicarlos y luchar por ellos. Este libro es un libro militante. Militante como su autor, pero no militante a favor de un partido político o unas siglas determinadas, sino en defensa de los que viven en los barrios de la periferia de la capital frente a los que viven en el centro y en el norte de la capital de España. En cualquier tipo de conflicto, y la vida está llena de ellos, la neutralidad no existe. Cuando uno es neutral siempre favorece al que tiene más poder, al más fuerte. Con todo se puede no ser neutral pero mantener una opinión independiente. Y lo que es más importante, y es lo que - 24 -
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me enseñaron en los siete años que estuve trabajando en la Fundación Alternativas, se puede ser militante con las ideas pero se debe ser riguroso con los datos. Así, este libro está lleno de datos y cifras, pero también de las fuentes que los soportan. Este es un libro sobre desigualdad. Sí, así es, sobre la desigualdad entre clases sociales y sobre la brecha que con la crisis crece cada día. Pienso que la desigualdad es el principal problema que hoy sufren los españoles y, entre ellos, los madrileños. Mucho más grave que el paro o la corrupción (también graves problemas) es la dualidad creciente entre los universitarios trabajadores indefinidos y propietarios de viviendas y aquellos que no tienen trabajo estable o que si lo tienen es tan precario que no pueden disfrutar de una vivienda digna, una educación universitaria para sus hijos o unas simples vacaciones en verano. En definitiva, una fractura entre la clase media y la clase trabajadora y entre los barrios de clase media y los barrios de clase trabajadora. Comentaba el politólogo José Fernández-Albertos en un artículo suyo en el blog de Piedras de Papel1 de eldiario.es que mientras que el 10% más rico de los españoles tiene una participación en el ingreso total bastante parecida a la media de la OCDE, el 10% más pobre disfruta de una proporción mucho menor de la que disfrutan en la gran mayoría de países de nuestro entorno. Las privaciones materiales van en aumento; de nada sirve ya llegar al pleno empleo 1
Véase: http://www.eldiario.es/piedrasdepapel/desigualdad_6_276882310.html Todas las notas y enlaces a la red de este libro los encuentras relacionados en la página: http://www.edicionselsllums.com/web/notas-al-pie-y-enlaces-de-hijos-delhormigon/
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si este viene acompañado de sueldos de risa, —también en el Egipto de los faraones había pleno empleo, a latigazos, pero siempre para el disfrute de unos pocos a costa del esfuerzo de la mayoría. Este es un libro sobre la clase trabajadora urbana madrileña escrito por una persona que no es de clase trabajadora ni tampoco madrileña. Mi padre era profesor de instituto y mi madre funcionaria de papeleo; en Madrid sólo llevo viviendo catorce años. Vine a estudiar y a vivir el día después del 11-S y la caída de las Torres Gemelas de Nueva York en 2001, y aquí sigo con la misma pasión por esta ciudad pero con muchas más canas. Cuando la novia de uno de mis amigos y primeros lectores le preguntó de qué iba el libro de Julio, este le respondió: «De miseria. Está chulo, pero va de miseria». Tengo que reconocer que algo de ésta hay, pero las miserias económicas de la periferia madrileña no desmerecen en absoluto a las miserias morales de toda la población. Ya lo afirmaba hace veinte siglos el escritor hispano-romano Lucio Séneca: «El fuego prueba el oro; la miseria, a los hombres fuertes». Este es un libro muy personal. En él hablo en primera persona de muchas situaciones y muchas localizaciones porque he estado allí. Porque creo que no hay mejor forma de contar algo que viviéndolo. No se puede hablar del Rayo Vallecano sin haber estado en un partido en el Estadio de Vallecas; no se puede debatir en profundidad de Rosendo sin haber pisado Carabanchel y sus numerosas salas de rock; no se debería hablar de la sanidad pública madrileña sin haber hecho cola en uno de sus múltiples centros de atención primaria de los barrios. En sociología o antropología esto se llama observación participante, compartir el contexto, la experiencia y la vida cotidiana, para conocer directamente toda la información que - 26 -
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poseen los sujetos de estudio sobre su propia realidad. Yo lo definiría como vivir lo que se predica y predicar lo que se vive. Por último, este ejemplar que tienes entre las manos no trata sólo sobre Madrid. Las grandes ciudades de Europa Occidental comparten características comunes y problemas cotidianos, acerca de su urbanización, el empleo, la integración social o las carencias de la educación y la sanidad públicas. Cuando más de dos personas se ponen a vivir juntas resulta imprescindible iniciar una negociación permanente para encontrar alternativas a las dificultades que la convivencia conlleva. El que vive solo en mitad del monte en un caserío de la sierra de Albarracín en Teruel no tiene estos problemas, tiene otros. Sin embargo, los lectores de este libro pueden encontrar reflejos y situaciones paralelas en barrios como El Clot en Barcelona, Torrero en Zaragoza, La Luz en Málaga o La Macarena en Sevilla. También hay algo del Brixton londinense o del barrio de Charonne de París. Este libro surge como un homenaje a la encomiable obra de Owen Jones Chavs, la demonización de la clase obrera (Capitán Swing, 2011). Trata sobre la evolución de la política y la ideología en el Reino Unido desde la victoria de Margaret Thatcher hasta la fecha. Desde entonces, y a pesar de Tony Blair, la izquierda siempre ha ido a remolque y la clase obrera es fácilmente ridiculizable por la clase media a través del estereotipo de los chavs. Páginas webs o series de éxito como Shameless contribuyen a esa ridiculización. No en vano el libro abre con el chiste: «Qué lástima que cierre Woolworth’s. ¿Dónde van a comprar todos los chavs sus regalos navideños?». En España también hay chistes parecidos: «He oído que Camela se disuelve. Los autos de choque van a estar de luto». Sin embargo, esta broma no tiene nada de inocente, implica un - 27 -
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desprecio de clase, en ocasiones de gente que se autoubica ideológicamente en la izquierda o en el centro-izquierda. Camela, un grupo procedente del barrio de San Cristóbal de los Ángeles de Villaverde, es el grupo musical que más discos ha vendido en la historia de España con más de siete millones de ejemplares. Por lo que, tal vez, los equivocados sean ellos. En este libro hay mucha música. No sólo tecno-rumba. También hay rock, heavy, hip-hop y ska. Cada capítulo comienza con una canción relacionada con Madrid y con el tema que se va a tratar. Pero también en este libro hay mucha tele y mucho cine. Solamente tres de cada cien hogares españoles no tienen tele y este es un texto sobre cómo vive la mayoría. Este libro no pretende ridiculizar a la clase trabajadora. Al contrario, no tiene nada de malo ver Telecinco, escuchar Radiolé y Máxima FM, leer el Marca, tatuarse una letra china, ir al gimnasio o tunearse el coche. Por otro lado, no todos los alucheros son trabajadores fabriles, ni todos los vallecanos son bakalas, ni todos los de Villaverde son buenas personas. En todos los sitios cuecen garbanzos para el cocido madrileño. Pero en la orilla pobre del Manzanares no pagamos veinte euros por un cocido y nos sale mucho mejor.
Noviembre de 2015 Entre Carabanchel y Chamberí
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ยง Este libro se terminรณ de imprimir en los talleres de DC plus Serveis editorials de Sant Andreu de la Barca (Barcelona) en Febrero de2016 con papel procedente de explotaciones forestales sostenibles y certificadas.
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