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Escuchar, contar, registrar, escribir, compartir

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Casillas con valor

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Escuchar, contar, registrar,

ESCRIBIR, COMPARTIR

Gerardo Daniel Cirianni*

Es difícil escribir sin haber escuchado, no es posible leer sin escuchar. En estos dos sencillos conceptos, pero habitualmente no tan claros para muchos de nosotros, residen casi todos los problemas vinculados a la práctica de la escritura y de la lectura.

¿Podemos imaginar a un escritor que no sea un escucha voraz de todo lo que acontece a su alrededor? Escucha con los oídos, con los ojos, con el tacto; todo le cuenta, le conmueve, le anima a no olvidar; por eso escribe. ¿Podemos imaginar a un lector que no escuche las voces que le llegan en torrente de esas páginas que sin voz son marcas extrañas en papeles, pizarras o pantallas? No, no es posible, esas voces lo ayudan a ver, a oír, a oler, y todas esas sensaciones a disfrutar, a padecer, a emocionarse o a aburrirse en algunos casos, pues no todas las voces que escuchamos nos tienen que emocionar, por supuesto. ¿Esas cosas sólo les ocurren a seres excepcionales? Desde luego que no. Esas son capacidades humanas que muchas veces la cultura de lo cotidiano niega, oculta o impide. Están al alcance de la mano, pero las ignoramos o hemos

* Maestro y, desde hace más de 25 años, formador de maestros en varios países de América Latina.

Actualmente reside en Argentina, donde dicta seminarios y conferencias. Pasa algunos meses del año en México dando charlas y talleres a maestros, profesores de educación media y educadoras de nivel preescolar.

aprendido que no somos capaces de escribir o de leer como aquellos admirados y distantes seres especiales, constructores –o eximios intérpretes– de marianacaballero.blogspot.com poemas, cuentos y novelas.

Para romper el hechizo de negación de capacidades, hace falta algo de buen ánimo, convicción de que podemos leer y escribir mucho más de lo que nos han hecho suponer, y algunas indicaciones que permitan seguir sendas iniciales para el largo camino que podríamos Hemos aprendido que no somos capaces de escribir recorrer. Y desde luego trabajo, mucho trabajo. Sin trabajo no hay producción de escritura ni interpretación de textos (que también es producción) ni construcción de nada que se nos ocurra: casas, caminos, amistades o amor. Sin trabajo sólo hay deterioro y desolación.

Para empezar a recorrer el vasto territorio de lecturas y escrituras que somos capaces de producir, propondré varios ejercicios. Algunos parten de lecturas previas y otros de oralidades previas. No hay uno que deba ir primero ni que sea más importante que otro. Si propongo muchos puntos de partida, es para que en la variedad y la cantidad cada uno empiece a caminar (en este caso a leer y escribir) por donde le parezca.

Eso sí, si a partir del ejercicio nace una producción que nos sorprenda, que no imaginamos nunca que podríamos dar a luz, sería bueno pasarla en limpio, quitarle y agregarle todo cuanto deseemos y guardarla. Y si nos animamos a compartirla, mucho mejor, pues en el compartir reside el sentido fundamental de la escritura.

Por último, quiero comentarles que los fragmentos de las diferentes obras que podrán disfrutar a continuación no han sido elegidos al azar. Cada uno de ellos ha sido pensado para animarnos a escribir y a compartir nuestras escrituras y también para ayudar a que entre todos nos pensemos como maestros, pues nuestro trabajo puede ser el gran motivador para que los niños, jóvenes o adultos con los que compartimos los días incorporen la cultura escrita como un recurso valioso para mejorar la vida cotidiana.

También tengo la esperanza de que, si los fragmentos elegidos les llaman la atención y los movilizan intelectual y emocionalmente, busquen la obra completa para leerla, ya sea en soledad o en compañía de otras personas.

Ahora sí, tercera llamada. Principiamos.

Lecturas previas como punto de partida

Pasión por lo que hacemos, interés asegurado A continuación, transcribo un fragmento de la última novela de Albert Camus y luego algunas propuestas con la intención de abrir espacios para la escritura, la conversación y la interpretación del texto.

Después venía la clase. Con el señor Bernard era siempre interesante por la sencilla razón de que él amaba apasionadamente su trabajo. Fuera el sol podía aullar en las paredes leonadas mientras el calor crepitaba dentro de las aulas […] También podía caer la lluvia, como suele ocurrir en Argelia en cataratas interminables, convirtiendo la calle en un pozo sombrío y húmedo; la clase apenas se distraía. Solo las moscas, cuando había tormenta perturbaban la atención de los niños. Capturadas, aterrizaban en los tinteros, donde empezaban a morirse horriblemente, ahogadas en el fango violeta que llenaba los pequeños recipientes de porcelana de tronco cónico encajados en los agujeros del pupitre. Pero el método del señor Bernard, que consistía en no aflojar en materia de conducta y por el contrario dar a su enseñanza un tono viviente y divertido, triunfaba incluso sobre las moscas. Siempre sabía sacar del armario, en el momento oportuno, los tesoros de la colección de minerales, el herbario, las mariposas y los insectos disecados, los mapas Sh ut t e r s t o… que despertaban el interés languideciente de sus alumnos. o c k

Albert Camus, El primer hombre

Algunas propuestas para animarnos y animar a otros a escribir • El fragmento de la novela de Camus nos habla a los maestros de manera muy especial. La distinción entre un mero profesional de la educación y un maestro resulta notoria en este fragmento. ¿Se animan a escribir lo que les surja de manera espontánea acerca de este asunto? Resulta un tema, a mi juicio, crucial en cualquier intervención pedagógica. • Camus nos habla de un entorno físico de la escuela que podría interpretarse como un escollo al trabajo y a la concentración necesaria para la producción y generación de conocimiento. Sin embargo, nada detiene el ímpetu y la pasión del señor Bernard. Una buena idea sería escribir sobre nuestro entorno escolar, las complicaciones que podría generar para el proceso de formación de nuestros alumnos, y los recursos de los que hemos echado mano para sortear tales complicaciones.

• El aula como territorio de inclusión o como experiencia de exclusión: todo un tema para desarrollar ideas por escrito y dar ejemplos de uno u otro de estos conceptos extremos. • Si tuvieras que elegir una frase del fragmento que te impresionó en particular por su belleza, ¿cuál elegirías? ¿Te animas a hacerla crecer con el mejor registro estético que se te ocurra? Es un desafío grande pero no imposible; la belleza que disfrutaste te ayudará a continuar tu escritura centrado en la idea de que no sólo importa lo que se cuenta, sino cómo se cuenta. • En toda lectura habrá momentos de mayor claridad y otros de alguna oscuridad. ¿Encuentras una frase que te haya impresionado por su luminosidad y otra que te haya parecido relativamente oscura, enigmática, molesta o hasta irritante? Citarlas ayudaría a una interesante gimnasia de escritura: no representa el mismo esfuerzo escribir para coincidir que hacerlo para contradecir. • Cuatro o cinco palabras del fragmento pueden funcionar –como diría Gianni

Rodari– como piedras arrojadas al estanque. Podrían elegirlas en grupo con cuidado, luego registrar por escrito listas de palabras que asocien a cada una de ellas y con cada una de las series intentar un nuevo texto sin importar que el que nazca tenga cercanía conceptual o no con el original.

Puntos de partida para alentar conversaciones entre colegas • Si releen las seis propuestas del apartado anterior, es posible que distingan uno o varios fragmentos de los que crean que valdría la pena platicar en grupo con compañeros con los que exista confianza y otros sobre los que no se atreverían a conversar con gente a la que no conozcan tanto. Les propongo intercambiar puntos de vista y argumentos alrededor de estas distinciones. • En el fragmento, Camus alude a elementos de las escenografías escolares que hoy resultan anacrónicos y que por lo tanto muchos niños e incluso jóvenes profesores pueden desconocer. Habla de tinteros de porcelana blanca, tinta violeta y pupitres preparados para que dichos tinteros se inserten en ellos. Incluso las colecciones de insectos disecados, tan comunes en las aulas hasta hace algunas décadas, hoy podrían parecer fuera de lugar. Estos ejemplos tal vez den pie a interesantes conversaciones sobre escritura e historia, escritura y antropología, escritura y estética, escritura y cambios espaciales o temporales… tanto para charlar sobre la importancia de lo que cambia como de lo que permanece. • La primera frase del fragmento, donde afirma que las clases del señor

Bernard eran siempre interesantes por la sencilla razón de que amaba apasionadamente lo que hacía, me parece fantástica para abrir mil y una pláticas, dar mil y un ejemplos, e incluso por la negativa a conversar sobre

las situaciones nefastas que suelen darse cuando no hay apasionamiento por lo que se hace.

Leer es interpretar • Aunque algunas personas sientan que los lectores no tenemos derecho al recorte, mi idea es que nada nos impide hacer ediciones lectoras suprimiendo aquello que por su distancia con nuestra experiencia o por su incomprensión relativa consideramos de menor interés. Si releemos varias veces el fragmento es probable que podamos hacer algunas marcas con lo que suprimiríamos para luego leer el texto editado. Verán que la tensión general de la lectura en voz alta cambia para bien. • El pasaje de la caza de las moscas y el martirio de éstas puede dar lugar a una entonación algo oscura conforme a la anécdota descrita. ¿Se les antoja probar para ver qué pasa? • El cierre de la lectura del fragmento está pletórico de alegría y esperanza, características que la voz tiene que traducir en claridad y luminosidad. Deberíamos cuidar eso en nuestra entonación.

La importancia de la sorpresa, el valor de la curiosidad

Pero si lo que se desea es un romance verdaderamente exótico, no hace falta ir a la selva tropical a buscarlo; basta con salir al jardín y buscar al caracol común. Éste presenta aspectos tan complejos como el argumento de cualquier novela moderna, porque los caracoles son hermafroditas, de modo que cada uno puede gozar del placer del galanteo y del apareamiento tanto desde el punto de vista masculino como del femenino. Pero aparte de este doble sexo, el caracol posee algo todavía más extraordinario: un recipiente en forma de saco en su propio cuerpo, dentro del cual se manufactura un diminuto fragmento de carbonato cálcico, llamado dardo del amor. Así, cuando un caracol –que como digo es tanto macho como hembra– se junta con otro caracol, también macho y hembra, ambos de dedican al galanteo más curioso del mundo. Se lanzan mutuamente sus dardos del amor, que penetran a gran profundidad y se disuelven rápidamente en el cuerpo. Parece que este curioso duelo, no es tan doloroso como aparenta; concretamente, la penetración del dardo se supone que provoca S h u tterstock una sensación de placer, quizá un extraño cosquilleo, al caracol. Sea lo que sea, pone a los caracoles en estado de entusiasmo para el apareamiento. Yo no soy jardinero, pero si lo fuera es probable que abrigase buenos senti-

mientos hacia los caracoles que hubiera en mi jardín, aunque se comieran mis plantas. El animal que ha prescindido de cupido, que lleva su propio carcaj de dardos por el mundo, creo que vale más que todas las coles del mundo, asexuadas y aburridas. Es un honor tenerlo en el jardín.

Gerald Durrell, Animales en general

Algunas propuestas para animarnos y animar a otros a escribir • Les contaba al principio de estas notas que la capacidad de observación es muy importante para el ejercicio posterior de la escritura; la observación y el registro escrito de lo observado, para que la memoria no nos traicione.

Así como Durrell nos cuenta de la vida de los caracoles, hay muchos otros motivos de asombro a nuestro alrededor; animales, plantas y hasta fenómenos de la naturaleza sin duda asombrosos nos atraviesan día a día y rara vez les prestamos atención. Podríamos comenzar por hacer una lista de cosas y circunstancias asombrosas que reconozcamos en nuestro entorno, luego elegir alguna de ellas e iniciar un trabajo metódico de reunión de datos que nos conduzcan de a poco a la elaboración de un relato propio. No es imposible, sólo hay que interesarse y poner en marcha nuestras palabras. • Algunas palabras del fragmento seguramente tienen más potencial que otras por su connotación y por las asociaciones que pueden conducirnos a nuevas escrituras. Creo que las palabras vinculadas con la sexualidad suelen ser especialmente movilizadoras para la creación y recreación, dado los tabús, miedos e ignorancia muchas veces asociados a estos temas. Si creen que pueden reconocer algo de esto en su experiencia, les propongo que investiguen sobre las conductas de otros seres vivos en donde las palabras galanteo, apareamiento o seducción, además de otras vinculadas a la sexualidad que quieran agregar, operen como fuerza movilizadora para la construcción de un texto propio. • En ocasiones, escribir notas a lápiz a pie de página sobre algo que llame la atención de lo que estamos leyendo nos ayuda a reconocer el impacto en información o belleza que tiene en nosotros lo que estamos leyendo. Podríamos escribir varias notas breves de lo que nos ha disparado este fragmento, de lo que cuenta y de cómo lo cuenta, y luego intentar desarrollar esas notas breves en textos más elaborados como producto de trabajos de recopilación de nuevos datos, de investigación o de nuevas opiniones que surgen a medida que escribimos. • Siento que el texto de Durrell está escrito en un tono festivo que lo hace muy agradable. El final del texto me parece en especial simpático, ocurrente,

invita a la sonrisa cómplice del lector. Esto puede ser un desafío de escritura interesante; buscar el diálogo relajado con el lector al que imaginamos va dirigido nuestro escrito y finalizar nuestra escritura con un guiño simpático que enlace festivamente al escritor con el lector.

Puntos de partida para alentar conversaciones entre colegas • ¿Cuál es el lugar del asombro en el registro de la experiencia cotidiana y en la producción de conocimiento? ¿Qué lugar ha tenido el asombro en el día a día en los salones de clase donde hemos sido alumnos o maestros? ¿Qué motivos de asombro hemos podido reconocer en experiencias lectoras a lo largo de la vida? ¿Qué nos ha asombrado de nuestra propia conducta, de las de nuestros amigos y parientes, miembros de la comunidad donde vivimos?

Puntos de partida y relatos sin límite donde el asombro ocupe siempre el centro de nuestra conversación. • Hay algo que se llama curiosidad. Sin ella, el aprendizaje es débil o imposible. ¿Las formas de la curiosidad son diferentes? ¿Existe una forma de curiosidad científica? ¿Existe una curiosidad artística? ¿Qué ocurre o ha ocurrido en las aulas donde somos o hemos sido alumnos o maestros? ¿La cuestión de la curiosidad aparece en el texto de Camus y en el de Durrell? ¿Cómo imaginan a una persona donde la curiosidad esté absolutamente ausente de su vida? ¿Es esto posible? ¿Qué estados de ánimo asociamos a la curiosidad? Una y mil preguntas para conversar días y días, ¿verdad? • Volvemos a la inagotable idea de la piedra en el estanque de Gianni Rodari.

Les propongo un juego de conversación (exposición, preguntas, respuestas voluntarias a preguntas) a partir de algunas palabras del texto que echemos al ruedo. Leemos y releemos, armamos nuestra lista y luego, siguiendo un orden que el grupo decida, aventamos al ruedo una palabra y a ver qué pasa. ¿Les late?

Leer es interpretar El fragmento, me parece, tiene dos momentos de interpretación lectora; un primer momento de intimidad cómplice, y un remate de ironía donde las pobres coles son las destinatarias de la burla. Intimidad cómplice e ironía nos desafían a ritmos y timbres de entonación distintos, ¿no lo creen así? Probemos, escuchémonos (a nosotros mismos y a nuestros compañeros), corrijámonos, platiquemos acerca de nuestros descubrimientos.

Aunque reconozcamos esos dos momentos interpretativos, en cada uno de ellos se pueden advertir ritmos y nuevas puntuaciones requeridas por la lectura en voz alta, pues ésta no es otra cosa que la oralización de la escritura y por lo tanto busca otro ritmo, otra entonación. Así que no es cosa de dividir la lectura en dos momentos y se acabó. Al contrario, ese debe ser sólo el

principio para luego ir desmenuzando poco a poco la carga de intención de cada palabra.

Los descubrimientos de la lectura intensiva son maravillosos. Llamo lectura intensiva a la vuelta al texto para releerlo tres, cuatro o cinco veces de modo que no nos quede duda del peso que tiene cada palabra en lo que se cuenta. Es una experiencia de trabajo imprescindible para los lectores que desean compartir sus lecturas.

Sólo la lectura nos permite construir un mapa detallado de intenciones. De ese mapa mental detallado nacen las entonaciones adecuadas a la carga expresiva. Así que les propongo leer, releer y conversar sobre los asombrosos descubrimientos de lo que estaba dicho y no habíamos advertido.

Invitación a la producción personal o en equipo A continuación, transcribo un breve fragmento de la novela Los emigrados de W. G. Sebald. Les sugiero que lo lean primero solos y luego en grupo, para después proponer intervenciones diversas, a partir del propio texto, que impliquen propuestas de escritura, conversación y lectura en voz alta.

Los cristales de las ventanas, subdivididas en doce compartimientos, parecían espejos oscuros. No daba la sensación de que alguien habitara allí. Y entonces me acordé de esa quinta en la región de Charente que una vez había visitado desde Angulema, ante la cual dos hermanos chiflados, uno diputado, el otro arquitecto, habían erigido durante décadas de trabajos sobre planos y proyectos, la fachada del palacio de Versalles, un decorado desprovisto de todo sentido pero realmente impresionante a la distancia, cuyas ventanas eran tan relucientes y ciegas como la casa ante la que nos encontrábamos en aquel momento.

dibujospiqui.wordpress.com/2013/06/03/palacio-de-versalles-paris-5/ W. G. Sebald, Los emigrados

Nota intermedia Como adelantamos en la introducción de estas notas, el punto de partida para la escritura también puede ser la oralidad. Es tan grande y tan desaprovechado el caudal de cosas asombrosas y bellas que escuchamos todos los días que a veces resulta difícil de imaginar. Algo de eso quiero contarles enseguida.

Oralidades previas como punto de partida

Mis pensamientos, los que germinan en plena vida, jamás son de orden esencialmente intelectual; son movimientos acompañados de emoción que tan pronto me empujan hacia la acción, tan pronto me frenan. Son expansiones de deseos, de voliciones, de impulsos vitales. Sin duda el intelecto es el que me hace comprender estos movimientos múltiples, pero no constituye su esencia, no es más que su vehículo, su engastador, su ordenador. Esta forma de pensamiento, la única habitual y normal se refleja fielmente en el lenguaje natural, y, si esto es así, tiene que ser cosa muy distinta de lo que nos hacen creer la lógica y la estética.

CHARLES BALLY, El lenguaje y la vida

En la primera parte de esta propuesta presenté fragmentos de dos novelas y un ensayo como punto de partida para intercambios conversacionales y escrituras personales alentadas por informaciones y/o reflexiones que podrían surgir desde esos textos.

Ahora, como adelanté en la introducción de la primera parte, el punto de partida para las escrituras propias será nuestra lengua oral, la única natural, la que nos abarca y contiene a todos, la que tiene formas y desarrollos innumerables, aunque muchos de ellos sean ignorados o poco transitados por la gran mayoría de los hablantes.

Si partimos de la lengua oral y proponemos derivar desde ella a la lengua escrita, no lo hacemos por capricho. Nos impulsa el deseo de que cada día la escritura, como herramienta de comunicación y expresión, deje de ser ajena para muchas personas. Para ello es preciso que abandonen el prejuicio de que la escritura no les pertenece sino en sus formas más rudimentarias, pierdan el temor al fracaso y olviden supuestas incapacidades o limitaciones en su ejercicio que hayan aprendido en la escuela o fuera de ella.

Desde la lengua oral miramos, valoramos, compartimos y analizamos el mundo. Por eso, en la lengua oral –tan presente, tan vital, tan cambiante– podemos encontrar información y recursos para transitar de a poco con naturalidad hacia la lengua escrita.

Todo lo que ha sido escrito, primero ha sido conversado, con uno mismo, con otro o con otros. Todo lo que pasa en la oralidad puede pasar en la escritura.

A eso los invito. Y para que el convite se abra a diferentes gustos y formas les propongo, a continuación, algunas ideas para arribar desde la oralidad a la escritura sin exclusiones, temores ni riesgos.

Los mil y un comienzos (primera propuesta) Tomen esta enumeración sólo como referencia. Ustedes sin duda la ampliarán para que resulte más incluyente en función de la experiencia de cada uno. • Personaje o personajes aparentemente poco centrales en nuestras vidas. • Deseo de retorno con la memoria o en la realidad a lugares en los que hemos sido muy felices. • Acontecimientos o circunstancias que consideramos importantes para nuestra vida. • Intercambios verbales asombrosos o poco usuales (que hayamos protagonizado, presenciado o escuchado). • Usuarios de la palabra oral que nos hayan sorprendido; sea por su minuciosidad, o por su capacidad de reconstrucción de acontecimientos, o por la belleza de su forma de narrar… • Los más antiguos narradores de que tengamos memoria. • Anécdota personal que recordemos por curiosa, graciosa o dramática, o por increíble, o desopilante (puede tener uno o más de estos rasgos).

La propuesta es elegir cualquiera de estos puntos de partida (o uno diferente, aunque no forme parte de esta lista pero sí de la historia de vida de ustedes) para reconstruirlo, primero en la memoria personal, luego en el diálogo con otro o con otros y finalmente como materia prima de escritura.

Para ello les propongo reunirse en parejas y narrar lo elegido al compañero o compañera que les haya tocado. Luego de haber contado la historia (cualquiera de los comienzos propuestos puede ser reconstruido en modo historia), tomar una de estas dos decisiones: trabajar con la historia propia o trabajar con la historia que nos ha sido contada.

Lo ideal es trabajar con la historia que nos ha sido contada porque evidenciará si hemos realizado una escucha atenta y porque podríamos transformarla hasta el infinito (para asombro propio y de quien la ha relatado).

El trabajo de escritura irá desde el registro escrito de lo escuchado para luego pasar a la producción en un texto de valor comunicativo, esto es, que pueda ser claramente entendido por otros sin la presencia del autor.

Por último, podemos intentar una escritura expresiva, es decir, literaturizar la anécdota registrada, agregar detalles no escuchados, palabras que no nos han sido dichas pero que entendemos que pueden embellecer el relato, potenciarlo o incluso transformarlo respecto de su sentido original.

Importancia de esta propuesta • Reconocer que toda anécdota que relatemos o escuchemos puede transformarse en un relato oral o escrito. • Advertir que el ciclo oralidad-escritura-lectura-oralidad-lectura-escritura es constante, aunque en general no nos demos cuenta de ello. • Tomar conciencia de que para escribir y también para leer tenemos que fortalecer una capacidad de escucha atenta y que muchas veces simulamos escuchar o realizamos una escucha débil, lo cual tendrá consecuencias: los relatos también serán débiles, imprecisos, anodinos, sin carácter. • Aprender que hay formas diferentes de escritura y todas son valiosas, pero hay tres que las reúnen conceptualmente a todas y que incluyen cualquier producto escrito que podamos generar: escritura de registro (la más antigua y por cierto transformadora de la historia humana), la de comunicación (que agilizó y amplió los círculos de escucha del relato) y la de expresión (que se potencia por su riqueza estética en la subjetividad de cada escucha). • Transformar la mirada sobre la literatura; aprender a reconocer que la literatura se alimenta de la vida. • Valorar la palabra propia y la de las personas cercanas.

Un ejemplo

Vidas ejemplares

Los campos de Ucrania se empezaron a nublar. Como su vista se cansaron de esperas, se agotaron de recuerdos. La guerra ya no atronaba los oídos. Ahora era sólo sollozos, silbidos de alerta o paz de sepulcros.

El barco viejo hacia América, los hijos que se llevó la guerra.

Su mujer trémula, valiente, miró de frente las olas atlánticas y nunca les temió; uno solo de los miedos antiguos era más alto que cualquiera de aquellas soberbias columnas saladas y húmedas.

Luego, la pampa infinita, como la esperanza, como el dolor, como el amanecer. La guadaña, ya no de muerte sino de salario, las ligustrinas. Cambió el fusil por las tijeras de podar.

A pesar de los pesares, en el rancho de piso de tierra, con Tamara, algunos frutales, cuatro perros e hilachitas de esperanzas tejió su nueva vida. Se llamaba Juan Prestai.

Murió tranquilo.

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Invitaciones (segunda propuesta) Enumeraré algunas expresiones habituales en la experiencia cotidiana de habla que es muy posible que todos hayamos escuchado: • Lo hubieras visto • Los hubieras escuchado • Lo estoy escuchando • Lo recuerdo perfectamente • ¿Te acuerdas, hermano? • Cada palabra era una sentencia • De lo que les contaron a mis padres • Palabras más, palabras menos

Este es un puñadito de puntos de apoyo para la conversación; así iniciaron infinidad de historias que arribaron a nuestra vida, y así como llegaron se olvidaron. Si esos arribos dieran un pasito hacia la escritura, aunque al principio fuera sólo escritura de registro, la pérdida de lo que consideremos sabroso para una futura historia escrita sería imposible.

La idea es ampliar los comienzos para que funcionen como palancas que ayuden a que emerja todo aquello que somos capaces de contar. Así podríamos decir, con el permiso de Arquímedes: dame un punto de apoyo y con él y desde él moveré un mundo de relatos. De ese modo, entre la palabra hablada y la escrita habrá menos distancia.

Un ejemplo

e rs toc k Sh u t t Ha pasado el tiempo, pero lo recuerdo perfectamente. No es algo que me hayan contado, forma parte imborrable de mi vida personal.

Mis padres me han relatado historias maravillosas, aunque el mejor relato ajeno siempre será menos que una buena historia personal.

Su presencia, su voz, cada palabra, una sentencia. Lo estoy escuchando desde el fondo del tiempo. He buscado otras voces que me emocionen tanto como aquella; ha sido inútil. Se llamaba Guadalupe y fue mi maestra de primer grado.

Les contaré lo que todavía hoy recuerdo.

Guadalupe Etchegoyen tendría entonces treinta años…

(Continuará)

Palabra y comunidad (tercera propuesta) Les propongo una conversación gru- resumen.cl pal que se origine en una de las preguntas que formulo a continuación, o en varias de ellas enlazadas. La idea es expresar puntos de vista personales sin temor a ser enjuiciados, escuchar con atención las opiniones de otro u otros, registrar por escrito lo que nos parezca importante de las opiniones vertidas o incluso lo que nos sorprenda de nuestras propias opiniones. Suele ocurrir (también pasa con la escritura) que cuando empezamos a argumentar surgen ideas que no teníamos conciencia que formaban parte de nuestro bagaje Les propongo una conversación grupal que se origine en una de las preguntas conceptual.

Por último, el final más deseable sería elaborar un escrito donde ordenemos la información y la opinión propia y lo que valoramos de las ajenas.

Seguro que habrá varios escritos que nos sorprenderán. No se preocupen por errores formales de escritura, siempre habrá tiempo para revisar y corregir sintaxis y ortografía. Lo determinante es reconocer la importancia de las ideas expresadas; ellas siempre son y serán el corazón de los textos. • ¿Escucho y luego hablo? • ¿Hablo y luego escribo? • ¿Escribo y luego leo? • ¿Converso lo que escucho? • ¿Escucho lo que otros escuchan de mi escritura? ¿Y de mis lecturas, alguien dice o ha dicho algo? • ¿Qué cosas hemos escuchado respecto de la escucha y la interpretación? • ¿Es natural hablar? ¿Es natural escribir? • ¿La escritura es una tecnología? ¿El habla es una tecnología? • ¿Cuál será el motivo de que muchas personas le temamos a la escritura? • ¿Qué experiencias pueden haber originado que una gran cantidad de personas, luego de un primer acercamiento gozoso, se hayan alejado de a poco de la lectura y de la escritura?

El listado, como siempre digo, es tentativo. Puede ampliarse y sería deseable que así fuera, que en los intercambios creciera de manera constante.

Las conversaciones se darán sobre aquello que les parezca necesario, sin forzar ni simular intereses que no tenemos.

Las escrituras pueden darse de forma gradual. No necesariamente hay que comenzar y terminar un escrito en una sola sesión de trabajo.

Importancia de esta propuesta • Reivindicar el valor de la oralidad. • Profundizar en el concepto de escritura como tecnología. • Tender puentes entre el mundo de la palabra hablada y el de la palabra escrita; buscar vínculos y presencias cotidianas de ambas en nuestra vida. • Fortalecer el lugar de la escucha para la producción de escritura y para la interpretación de lectura.

Un ejemplo

He escuchado con demasiada frecuencia que un pueblo que no lee carece de cultura. La afirmación me desconcierta. La mayoría de nuestros pueblos originarios desconocían la escritura y sin embargo su cultura era potentísima. Claro que la escritura ha cumplido un papel fundamental en la historia humana. Pienso por ejemplo en Shutterstock mi ciudad y su gente y me resulta imposible imaginarla sin lectura y escritura. ¡Pero estos temas son tan amplios y a veces tan confusos! ¡Me dan ganas de hacer tantas preguntas! Son tan pocas las respuestas claras que recibo cada vez que pregunto sobre estas cosas. Pero no me voy a resignar. Seguiré pensando y preguntando.

Personas, lugares, objetos, circunstancias (cuarta propuesta) La propuesta se basa en la exploración de nuestra experiencia personal. Todo está guardado en la memoria, a veces tan celosamente que algunos recuerdos perdidos creemos que no se recuperan jamás; y es posible qua así suceda con algunos recuerdos de infancia que nuestro inconsciente resguarda férreamente, pues forman parte de la construcción de quienes somos como sujetos. No digo que todo lo vivido pueda ser traído al presente, pero sí, que es posible rescatar mucho de lo ocurrido y aparentemente perdido para reutilizarlo, reelaborarlo mediante el pensamiento, y plasmarlo en conversación y escritura.

Veamos ahora algunos ejemplos de personas, lugares, objetos y circunstancias que estimularán conversaciones y escrituras.

Personas. Esa mujer, ese hombre, ese vecino, ese amigo de la infancia, ese compañero de banca, esa maestra, ese pregonero, esa marchante, ese chofer, esa deportista, ese campesino, esa doctora, esa directora, ese profesor de la Escuela Normal, esa locutora, ese…, esa…

Lugares. Ese patio, esa huerta, ese camión destartalado, ese escondite, ese túnel secreto, ese monte, esa cueva, ese río, esas olas, esos templos, ese callejón, esos tejados, ese mercado, esa cocina, esa enramada, ese sendero de montaña, esa calle polvorienta, ese…, esa…

Objetos. Esa caja de lápices de colores, esa carretilla, ese candil, esa estufa de leña, ese peine, ese trampolín, esas piedras, ese árbol, ese metate, ese faro, esas tijeras, esa mesa, esas fotografías, esas tablas, ese embudo, esa tortilladora, ese cayuco, esas piedritas de la orilla del río, esas cúpulas de la catedral, esa campana, ese…, esa…

Circunstancias. Esa vista panorámica cuando trepé a la rama más alta del árbol, ese viaje en la caja de la camioneta del rancho, esa noche a la orilla del lago, esa tarde de verano bajo la pérgola, esa emoción de las tardes ventosas de otoño al remontar el primer papalote, esos ojos brillantes de las moscas en las tórridas tardes costeñas, ese temor en el desván, ese…, esa…

Objetos en circunstancia. Esa taza a la hora de la merienda, esa rama metamorfoseada en caballo, ese tejado húmedo de lloviznas de invierno, ese cerro encintado de nubes, esas herramientas a la hora de limpiar la milpa, ese nivel detectando la curva indeseable del muro, esa pluma derramando tinta sobre el cuaderno, esa banqueta de usos múltiples para jugar después de la merienda, ese cine en la función de matiné, esa camilla ingresando veloz a la guardia del hospital, esa bandera izada con emoción, ese…, esa…

Estrategias para el trabajo La propuesta será exitosa si tomamos la palabra y la escribimos para no olvidarla. Los listados anteriores son, como siempre, referencias, apoyaturas para que ustedes, solos o acompañados, los amplíen sin límite temático, temporal ni espacial. Les propongo, entonces: • Recorrer con la memoria caminos en los que aparecerán objetos, personas, circunstancias; objetos y personas en circunstancias. • Armar listados, leerlos en grupo y permitir que cada uno sume a sus listados todo lo que descubra como parte de su vida. • Tejer redes imaginarias de objetos, personas, circunstancias; objetos y personas en circunstancias. • Elaborar borradores de texto a partir de esas redes imaginadas, aunque lo resultante se parezca, en principio, a esos muros que han tenido escrituras pero hoy se encuentran descascarados y, por lo tanto, su significado original esté parcialmente perdido. • Ocuparse de manera individual, en pequeños grupos o el conjunto del colectivo, de la recomposición de los muros descascarados, incorporando elementos que, aunque no sean los originales, resulten coherentes con la lógica general de lo que se rescató de la escritura inicial. • Trabajar individual o grupalmente en la ampliación y embellecimiento estético del nuevo muro a partir de imágenes, comparaciones y/o metáforas que lo hagan crecer de manera literaria.

Todo está en nuestras manos y en la colaboración que pueden brindarnos nuestros compañeros. Última recomendación: un ratito de inspiración y mucha pero mucha talacha. En la talacha reside en gran parte el éxito y casi siempre la calidad de la producción escrita.

Un ejemplo

El cayuco

El cayuco descansa en la orilla del Usumacinta. El Usumacinta lo enjoya de esplendores verdes y, hacia el atardecer, turquesas. Idas y vueltas cargados de cochis, café, palas, machetes. Huele a labores y sueños.

Barca tallada, escultura milenaria aprendida de los abuelos de los abuelos. Cuántas mujeres, cuántos niños, cuántos hombres, cuántas risas, cuántos llantos lo habitaron.

Silencioso domador del río y sus corrientes, nos abraza, nos puebla, nos camina sobre el agua. Ahí estabas, amigo, siempre estuviste antes de que España tuviera noticias de por acá, antes de que su furia nos enseñara a quemarnos. Shutterstock

Se dice por ahí (quinta propuesta) Hay expresiones que empleamos con mucha frecuencia y que provienen del mundo de la escritura o que están incorporadas a la coloquialidad como parte de fórmulas orales de la lengua, esto es, construcciones que cristalizan luego de que generaciones y generaciones las modelan. Veamos algunos ejemplos: • Cuchillito de palo • Es como pelear contra molinos de viento • Era sin lugar a dudas un rompecorazones • De un rayo se escaparán, pero de un mosquito cuándo • Ese tiene más vueltas que una oreja • Cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfía • La situación es un verdadero rompecabezas • Es una caja de Pandora

Cada una de esas frases puede crecer al infinito, asociarse a múltiples circunstancias, sobre las telas de las conversaciones o las harinas de otros costales. Pero estas frases son muy poquitas. Lanzadas al ruedo del grupo crecerán y crecerán porque germinarán en sus voces, se regarán con sus experiencias.

Con ese material, riquísimo y producto de la cooperación, del aporte de todos y cada uno, empezar a escribir es pan comido o por lo menos palabras

tentadoras para ser condimentadas, cocinadas, comidas y digeridas. El juego con el lenguaje siempre será infinito.

Importancia de esta propuesta • Reconocer que en la actualidad el mundo de la oralidad está con frecuencia atravesado por múltiples escrituras preexistentes. • Advertir que ignoramos muchas cosas que sabemos. • Valorar la importancia de las construcciones comunitarias de conocimiento, muchas veces sintetizadas en fórmulas que conservan la sabiduría popular y la protegen del olvido.

Un ejemplo

No sabíamos con qué nos encontraríamos. Serían amigos de verdad o estarían simulando; cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía.

Sus insistencias eran pertinaces; fueron durante varias semanas verdaderos cuchillitos de palo. Nosotros en cambio les dábamos largas. Ellos debieron pensar que teníamos más vueltas que una oreja, tal vez nunca sospecharon que lo único que queríamos era proteger nuestros corazones.

Cuando accedimos a la amistad que nos proponían, advertimos que, sin darnos cuenta, ya éramos amigos. La diaria presencia de la palabra compartida, la gran constructora de S h u t t e rs toc k encuentros, contra viento y marea.

Y con esta me despido

Creo que los caminos planteados permitirán que cada uno encuentre la senda donde se sienta más seguro. Esa es la idea. Que cada uno, en el trabajo gozoso encuentre las palabras, las converse y las haga crecer en escrituras.

Mucha suerte.

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