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Impacto de la imitación y el troquelamiento en la educación moral de los niños

e incertidumbres

Impacto de la imitación y el troquelamiento

EN LA EDUCACIÓN MORAL DE LOS NIÑOS*

José Luis Espíndola Castro**

otrasvoceseneducacion.org

En este texto analizo el papel e impacto de los marcajes

en la conducta moral de los niños a partir de las teorías de la imitación y de la reproducción. Hago énfasis en que los procesos de imitación no tienen propiamente un origen en castigos o recompensas y, también, que son difíciles de identificar porque se nace dentro de una “impronta social” que no permite guardar distancia para tal fin. Destaco, además, la gravedad de los troquelamientos o marcajes negativos en la educación del niño, y ofrezco sugerencias para desterrarlos y sustituirlos por otros positivos.

sin duda somos testigos de actitudes en los jóvenes y los niños que no contribuyen a su desarrollo como personas, tampoco a la sana convivencia social, ni al mejoramiento económico de su entorno. Banfield (1958), uno de los padres de la teoría del capital social, descubre, en un pueblo muy pobre de Italia, algunas de esas actitudes perniciosas: un “familismo amoral” (una familia encerrada en sí misma) y una gran indiferencia hacia los problemas públicos y sus posibles soluciones. En tiempos más cercanos, Putnam (2003) descubre algo muy similar en comunidades italianas y norteamericanas. Por su parte, Norbert Lechner (2001), experto asociado UNESCO (Organización de las Naciones Uni-a la das para la Educación, la Ciencia y la Cultura), e Ikram Antaki (1996), intelectual libanesa que radicó mucho tiempo en México, denuncian que en Chile y en México, subyace el pensamiento inmediato; es decir, un “presentismo” que impide la tenacidad y la visión para lograr metas futuras; son sociedades de “antojos”, en donde no existe dominio de la voluntad para lograr metas personales y sociales valiosas y de largo alcance. Lechner, además, hace notar la baja autoestima que tiene la población latinoamericana en general.

* Resumen del último capítulo del libro de J. L. Espíndola (2019),

Pedagogía y didáctica para enseñar en la ciudadanía, Amazon. ** Doctor en Enseñanza Superior. International House.

James Coleman (1988), otro pionero de la teoría del capital social, descubre que las redes sociales de colaboración basadas en la confianza mutua son un factor importante del progreso social y personal; apunta también al hecho de que son los padres de familia el factor más importante que genera y modula las actitudes de los niños. Destaca, por ejemplo, la gran atención y supervisión que los padres de familias coreanas dedican a las tareas escolares de sus hijos; ámbito en el que, por muchas razones, tenemos un déficit en México.

En esta misma línea crítica, y desde la psicología, Daniel Goleman (2012) en sus últimos trabajos confiesa gran preocupación por la formación de los niños: no puede haber éxito personal si no existen los circuitos neuronales que fortalezcan la llamada atención sostenida, que es la capacidad de concentración para estudiar y resolver problemas. Advierte, además, que estos mismos circuitos son muy necesarios para desarrollar la empatía y el cuidado del otro. Cuando el niño hace lo que quiere y cambia de hacer una cosa a otra, sin concierto, se agudiza este problema. Ya existe una crítica extensa sobre el mal empleo de los gadgets y los efectos 1 Es claro que en una so-nocivos que produce. ciedad “inmediatista” –hacer lo que se antoja en el momento–, este problema se agudiza. Finalmente, hay que agregar que las mediciones del Latinobarómero, de manera constante, revelan que en los latinoamericanos la autoestima es muy baja.

Los resultados de este complejo de malas actitudes y sentimientos, que muchos llaman “moral de la supervivencia”, están a la vista: logros bajos o mediocres en el aprendizaje de las matemáticas y de la lengua, una moral laxa y egoísta, desorden, falta de visión, obesidad, drogadicción y delincuencia. Por ello, es necesario tomar muy en serio cómo se forman esas actitudes y desarrollar los correctivos necesarios, especialmente en la escuela. El primer paso es analizar cómo, a través de la imitación y los procesos de reproducción, se generan, se expanden y se heredan esas conductas.

La idea de que existe una herencia psicológica, producto de una historia, y que ésta moldea de formas específicas a las culturas, aparece en Vygotski y distintos autores de la teoría del capital social. Así, deficiencias tales como el inmediatismo, la corrupción, el providencialismo, la discriminación social, el familismo y la baja autoestima, se trasmiten de una generación a o t r a . E s t a h e re n c i a s e t r a s m i n a y s e t r a n s m i te fundamentalmente por imitación. Uno de los

blogs.hoy.es/escuela-de-padres/

1 Un buen ejemplo es este estudio: M. Bauerlein (2008), The Dumbest Generation: How the Digital Age Stupefies Young Americans and Jeopardizes Our Future, Nueva York: Penguin Books. Los padres de familia son el factor más importante que genera y modula las actitudes de los niños

primeros estudiosos de la psicología social, Gabriel Tarde, a finales del siglo XIX, destaca la imitación de patrones en las conductas sociales:

… se trata de una acción a distancia de un espíritu sobre otro, y de una acción que consiste en una reproducción cuasifotográfica de un disparo cerebral a la placa sensible de otro cerebro. 1. Si en un cierto momento, la placa del daguerrotipo se hace consciente de lo que le acontece, ¿el fenómeno cambiaría esencialmente de naturale-

za? Yo entiendo por imitación, toda impresión de fotografía interespiritual, por así decirlo, ya sea voluntaria o no, pasiva o activa. Si uno observa, dondequiera que haya una relación social entre dos seres vivientes, hay una imitación en ese sentido [la traducción del francés es mía] (1890: 11).

et.wikipedia.org

Para él todas las similitudes de origen social son el fruto directo o indirecto de diversas formas de imitación: por costumbre, por moda, por simpatía, por obediencia, por instrucción o imitación por educación, imitación ingenua o bien reflexiva. Afirma también que las imitaciones muchas veces se contraponen y dan lugar a cambios. El reverso de la medalla, afirma, es la innovación, pero que también tiene raíces en la imitación: ver en otros cómo se innova.

No son exagerados los juicios de Tarde, un experimento curioso e involuntario fue la creación de Liberia en 1847, un país formado por esclavos negros de Estados Unidos que fueron regresados al África. Al establecerse imitaron la forma de vestir, las casas y costumbres de sus antiguos amos, y se volvieron también dominadores de otras tribus, lo que desató conflictos que aún persisten. Esto revela el poder de la imitación, en este caso del esclavo, ahora libre, que imita al amo.

P s i c ó l o g o s c o m o B a n d u r a y J e ro m e K a g a n – q u e c o i n c i d e n c o n Ta rd e – h a n v i s t o l a i n m e 2d i a t e z d e l a i m i t a c i ó n , c o m o u n i n s t i n t o q u e no requiere de condicionamientos. El primero, Bandura (1977), con sus experimentos de la imitación de la agresividad y de otras conductas, ha demostrado que no se requiere de reforzamientos para que el niño imite, como lo pretendían los conductistas. A él se deben, en buena parte, los conceptos básicos de lo que ahora se llama aprendizaje vicario o aprendizaje social. La imitación es el proceso por el que se adquieren el lenguaje y las conductas básicas. Al respecto, uno de los descubrimientos más relevantes de nuestra época fue el hallazgo en 1996, de las neuronas “espejo”, llamadas así porque explican cómo, de manera innata, se imitan los

Gabriel Tarde, sociólogo, criminólogo y psicólogo social francés 2 De hecho, Kagan afirma que existen dos instintos básicos: el de imitar y el de explorar, los cuales se observan en los animales más complejos.

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Albert Bandura Pierre Bourdieu

comportamientos de otros; se teoriza también que ellas son elementos muy importantes para 3la manifestación de la empatía. Un simple análisis fenoménico nos indica que la formación familiar necesariamente induce a los niños a la práctica de valores y actitudes que son compartidos por una comunidad, una nación o una civilización. Esto a través de órdenes, comentarios, bromas; a la exposición a modelos de vida –lecturas, programas televisión y otros medios–, y el ejemplo.

Para Bourdieu, uno de los fundadores de la teoría del capital social mencionado con anterioridad, lo que él llama el habitus es un proceso similar de imitación, pero también de participación en prácticas y experiencias comunes, a las que se somete un grupo:

… un sistema de disposiciones duradero y adquirido; a través de la interiorización de las condiciones sociales y económicas […] en las cosas,

3 Las neuronas espejo fueron descubiertas por tres científicos:

Giacomo Rizzolatti, Leonardo Fogassi y Vittorio Gallese, quienes trabajaban juntos en la Universidad de Parma, en Italia. primero, y en el cerebro después; por lo tanto, es común a todos los miembros de un mismo grupo o clase social en la medida en que poseen una experiencia semejante […] el habitus es un producto de las prácticas que se ejercen en un campo; pero a la vez es la condición de realización de esas mis-

mas prácticas (en Puig, 2003: 95).

Los habitus, en pocas palabras, son esquemas de percepción, de creencias y de acciones con las que el ciudadano responde a la realidad. Estos esquemas constituyen la etósfera que se respira cada día, se reproducen a través de la familia, de la escuela y en general de lo que hace la sociedad en situaciones concretas. Las prácticas sociales definen, por otra parte, qué toleramos y qué no toleramos, de qué nos avergonzamos y de qué no. Conforman por lo general sistemas en donde cada elemento refuerza a los demás. Edgar Morin lo describe así en los Siete saberes para la educación del futuro:

Todas las determinaciones sociales-económicas-

p o l í t i c a s ( p o d e r, j e r a rq u í a , d i v i s i ó n d e c l a s e s , e s p e c i a l i z a c i ó n y, e n n u e s t ro s t i e m p o s m o d e r n o s ,

rfi.fr

Edgar Morin

t e c n o - b u r o c r a t i z a c i ó n d e l t r a b a j o ) y t o d a s l a s determinaciones culturales convergen y se sinergizan para encarcelar al conocimiento en un multi-determinismo de imperativos, normas, prohibiciones, rigideces, bloqueos […] Hay un imprinting cultural, huella matricial que inscribe a fondo el conformismo y hay una normalización que elimina lo que ha de discutirse […] El imprinting cultural marca [a] los humanos desde su nacimiento, primero con el sello de la cultura familiar, luego con el de la escolar, y después con el de la universidad o en el desempeño profesional (2001: 10).

Esto significa la introyección, desde la prime4ra infancia, de un sistema de normas que moldean la personalidad –aun los sentimientos– de manera consciente e inconsciente. En la mayoría

4 Vygotski (1979) afirmaba: “En el desarrollo cultural del niño, toda función aparece dos veces: primero, en el ámbito social, y más tarde, en el ámbito individual; primero entre personas (interpsicológica) y después en el interior del propio niño (intrapsicológica). Esto puede aplicarse igualmente a la atención voluntaria, a la memoria lógica y a la formación de conceptos”. de los casos, si no es que en todos, lo aprendido por imitación es consolidado y preservado por el fenómeno de “racionalización de lo irracional”, que ha esclarecido el psicoanálisis freudiano, pero, sobre todo, se explica por la teoría de la disonancia cognitiva de Festinger (1957). A pesar de los años transcurridos desde su formulación, sigue vigente. Esta teoría explica, entre otras cosas, que, cuando aparece un concepto contrario a lo ya aprendido, se reacciona con “memoria y atención selectivas”: sólo se recuerda y se pone atención a aquello que no contradice las creencias más arraigadas. Esta es la principal dificultad para que las conductas perniciosas, producto de la imitación, sean criticadas racionalmente y sustituidas por otras adecuadas. Los casos más cercanos son, por ejemplo, las creencias religiosas y políticas de los jóvenes –a veces fanáticas o prejuiciadas– que normalmente son adquiridas por la imitación de los padres, o bien, si estas “marcas” son débiles, por las ideas y conductas de los compañeros en la escuela; es muy difícil después desarraigarlas de la conciencia.

Dos elementos que ayudan a comprender el papel de la imitación son la retroalimentación y la sincronización, puestas de manifiesto por Norbert Wiener (en Verde, 2016), el fundador de la cibernética. El equilibrio social –su homeostasis– se logra por medio de la retroalimentación. En el entorno social podemos encontrar sistemas retroalimentados en los grupos interpersonales: familias, clases sociales, matrimonios, redes sociales en el ciberespacio, o bien grupos específicos como los homosexuales. En esta comunicación las conductas de unos afectan a las de los otros, y existe una normalización en sus acciones y actitudes. Por otra parte, la sincronización es un fenómeno abundante en la naturaleza, tanto en el movimiento de objetos inanimados como en los seres vivos, por ejemplo: en la sincronización de las luces de las luciérnagas

o el nado de los cardúmenes de peces. Existe, por medio de la sincronización, una dinámica colectiva y ordenada que no requiere de un líder o un centro de acción. Este es otro factor que contribuye a que los sistemas se adapten a sí mismos –se “justifiquen” las fallas– y sean difíciles de cambiar.

Josep M. Puig sintetiza, de autores diversos, las causas de la interiorización de las normas morales como un proceso de socialización:

A p o r t a c i o n e s t a n d i s t a n t e s c o m o l a s d e D u r k heim, buena parte de la obra de Freud o los trab a j o s d e a u t o re s c o n d u c t i s t a s c o m o S k i n n e r, o neoconductistas como Bandura, coinciden en entender la adquisición de la moralidad como un medio de interiorización de reglas morales externas al individuo. Adaptación conductual a las reglas de la sociedad que se lleva a cabo apelando a procesos de socialización, identificación y condicionamiento (2003: 94, 95).

Esta afirmación, desde luego, no es del todo acorde con los planteamientos de Kohlberg, de una moral que responde a estadios que hay que reforzar. En todo caso, habría un desarrollo del razonamiento que permite otro tipo de imitaciones objetivas o minimizar otras carentes de racionalidad. Aun así, la experiencia nos muestra gentes inteligentes con prejuicios de todo tipo.

Ejerciendo su autoridad, los padres necesariamente troquelan a los niños: lavarse los dientes y las manos, comer todo lo que se les da y no desperdiciar la comida, hacer las tareas a ciertas horas, no maltratar a los hermanos menores, ser serviciales, no decir groserías, bañarse ciertos días y levantarse a ciertas horas, etc.; pero también pueden fomentar el racismo, la homofobia, la apatía y la irresponsabilidad, de manera consciente o inconsciente. La corrupción y la negligencia son otros problemas graves. Los niños copian en clase, plagian trabajos de inter-

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Leon Festinger

net, roban bienes de sus compañeros, no hacen la tarea, o la hacen mal y hasta el último día, y no hay vigilancia parental que detenga esos comportamientos. Esa cultura permea luego al mundo de la política, en donde la corrupción y 5la negligencia son ya tradicionales en México.

Jerome Kagan, uno de los más importantes psicólogos contemporáneos y especialista en desarrollo infantil, sostiene:

Los padres influyen en sus hijos al menos por tres caminos diferentes. El más obvio se refiere a las

interacciones con el niño; el segundo deriva de la identificación del niño con el estatus social y cultural de los padres; la tercera forma es más simbólica. Muchos padres cuentan a los niños historias de sus antepasados o de sus parientes, para que les sirvan como referencia en ciertas ocasiones. A

los niños suelen interesarles mucho esas historias,

5 Hacen falta estudios que identifiquen los troquelamientos específicos que, a su vez, dan lugar a conductas también específicas y que producen alto o bajo capital social; esto en contextos comunitarios o sociales concretos: citadinos, rurales, clases altas o bajas, otras.

y les sirven para elaborar su propia identidad. Los padres deberían utilizar más la apelación a los valores familiares: «Nosotros no mentimos», «Nosotros somos un equipo», «Nosotros no nos acobardamos», «Nosotros ayudamos a los demás», porque esas afirmaciones acompañan al niño, le dan fuerza y ánimo. Y también comprometen a los padres (1987: 114).

Albert Bandura y Richard H. Walters (2002), psicólogos del aprendizaje, han demostrado que la violencia y la agresividad, por ejemplo, son desarrolladas fuertemente por imitación de lo que hacen los adultos y no tanto por temperamento. En un experimento clásico de Bandura, se hace ver a los niños a unos adultos golpeando e insultando a un domy (el experimento de bobo, un muñeco). Cuando a estos infantes se les hace entrar al recinto, comienzan a golpear y a gritarle al muñeco de manera inmediata; pero lo mismo sucede si el experimento se hace con algún personaje; por ejemplo, si en vez de un muñeco se golpea a un payaso. Los niños, más allá de lo imitado, utilizan instrumentos tales como martillos o garrotes dejados allí ex profeso, para infligir más daño.

En el ámbito escolar, la copia de trabajos académicos, por ejemplo, es un acto de corrupción que obedece a múltiples troquelamientos o marcajes: una educación deficiente ya en la primaria desde el momento en que se le pide al alumno copiar trabajos de estampas, enciclopedias o de internet, con lo cual nunca adquiere la habilidad de escribir sus propias ideas; la permisión de una “cultura de la burla” en el salón de clases –y aun en la familia–, por la cual el niño pierde su autoestima y dignidad; la práctica de los padres de hacer la tarea del niño, para que éste la presente como suya; las opiniones del entorno de que la copia es peccata minuta y casi una travesura inocente que “no daña a nadie”; las opiniones de que una persona “lista” es aquella que utiliza medios inmorales para lograr su fines; la mala supervisión y evaluación de los trabajos que permite a los alumnos corruptos tener buenas calificaciones.

Los malos troquelamientos sólo son conscientes, por lo general, para los que observan desde fuera: a los estadounidenses se les enseña desde pequeños el amor por las armas para “defenderse de sus enemigos” –cientos de niños mueren en ese país anualmente por accidentes con armas de fuego–, y que todas sus intervenciones 6 así como a ser consu-en el extranjero son justas, mistas y desperdiciar recursos; a muchos niños musulmanes se les enseña a odiar a los judíos y viceversa; en varios países, se fomenta el odio a los extranjeros porque “nos quitan el trabajo”, el racismo porque los otros “son malos de por sí, viciosos y criminales”, el odio a las personas que pertenecen a grupos o partidos políticos determinados porque “pertenecen a mafias”, etcétera.

En México y gran parte de Latinoamérica, los troquelamientos negativos también están envueltos en una racionalidad que los hace de difícil detección, especialmente cuando se respira dentro de esta etósfera.

La empatía, tan necesaria en la formación ciudadana, a menudo es también mal educada. El niño, por ejemplo, que se acerca compasivo a tratar de ayudar a un perro o un animal herido, es detenido ásperamente por su madre o padre y recibe una reprimenda: “Deja a ese animal que te va a pegar sus enfermedades… y te lavas las manos al llegar a casa”. Sus padres estarán satisfechos creyendo que le enseñan a su hijo a ser prudente y a cuidar su salud, pero no se perca-

6 Es muy interesante ver en la filmografía estadounidense cómo se proyectan sus marcajes: ser el número uno y no ser un loser, ser popular, la ayuda mutua, el amor por las armas, la creencia de ser siempre “los buenos”, lo “justo” de invadir países extranjeros, entre otros.

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En la escuela, la cultura de la burla ayuda a reproducir una baja autoestima y nula proactividad de los alumnos

tan que le están arrancando al niño su compasión, haciéndolo más egoísta. En otras culturas, al niño se le enseña a ser prudente, pero empatizando con sus sentimientos y haciendo algo para ayudar al ser sufriente, ya sea éste un animal o una persona.

De manera similar, hay otros marcajes negativos que parecen razonables: ser díscolos con los vecinos a los que no hay que prestar los juguetes porque “te los descomponen”; los dichos populares están también cargados de prejuicios: desconfiar de los demás porque “piensa mal y acertarás” o “cuando el río suena, agua lleva” (en Francia, el dicho popular es por cierto: “desgraciado el que piense mal”), ser pasivos porque “para arreglarte tus cosas está mamá”; no hacer nada por la gente porque “más vale que no te metas en problemas; “lo único que debe preocuparte es tu familia”; no colabores a pintar, lavar, etc., porque “ensucias la ropa”, porque “me sale más caro que me ayudes a que lo haga yo”; no ayudes a los demás, sé indiferente, porque “los pobres son pobres porque quieren, son flojos”; ser egoísta, irresponsable y encerrado en sí mismo, porque “tu única obligación es estudiar”; no ayudar a los necesitados porque “el gobierno es el que debe dar todo lo necesario”, etc. A veces una sola palabra evoca todo un sistema de disc r i m i n a c i ó n : “ l a g a t a ” , “ l a c h a c h a ” , “ e l n a c o ” , “ i n d i o ” , “ m a r i c ó n ” . L a d i s c r i m i n a c i ó n d e l g é n e ro s e o r i g i n a t a m b i é n a l p e d i r a y u d a e n l a s l a b o re s d e l h o g a r s ó l o a l a s m u j e re s y n o a l o s hombres.

En el niño, una sola experiencia sufrida puede provocar un troquelamiento profundo. Una maestra narra –testimonio personal durante un taller que impartí– que de pequeña su tío le regaló una muñeca. Una niña muy pobre toca su puerta y ella, al verla tan necesitada, le regala su nuevo juguete. La madre al enterarse corre detrás de la niña pobre, le arrebata la muñeca y regaña a su hija. La maestra comenta la confusión que sufrió por este evento y la violencia “correctiva” de su progenitora. Confiesa esta maestra que su madre le arrebató, con este hecho, su ánimo de ser generosa durante toda su vida.

Los marcajes pueden ser indirectos. Cuando los padres mienten a otros para quedar bien en

su medio social, influyen poderosamente en los hijos sembrando la semilla de la corrupción; cuando el pequeño ve cómo su padre se apoltrona horas en el sillón para ver el futbol en vez de tener otras maneras de divertirse activas, lo forma en la pasividad; cuando el niño trae a casa objetos que no son suyos y los padres no supervisan de dónde los sacó.

La doble moral familiar es causa también de la conciencia laxa. Por ejemplo, el padre que le pide al hijo ser honesto y a la vez no devuelve el cambio que le dieron de más; o bien se sonríe, y toma a broma, al recordar y comentar cómo copiaba en los exámenes cuando era joven engañando al maestro, o cuando le llaman por teléfono le pide al niño que mienta diciendo que no está, etc. Las telenovelas y los programas televisivos contribuyen también a la reproducción de los troquelamientos de distintas maneras, a veces tomando a broma defectos culturales de la gente (el policía cómico que pide “mordida” o el que soborna a alguien), o presentando a delincuentes, narcotraficantes, como gente “lista” que disfruta de aventuras y riqueza (una manifestación del inmediatismo: hazte rico de manera rápida).

U n a v e z q u e l o s t ro q u e l a m i e n t o s a l c a n z a n una “masa crítica”, éstos se socializan y se reproducen en distintos ambientes: la escuela, la cuadra, los amigos, etc. Así, encontramos jóvenes con buena formación familiar, pero que cambian debido a la influencia del medio y los amigos. En la escuela, por ejemplo, la cultura de la burla que tanto se sufre en Latinoamérica, ayuda a reproducir una baja autoestima y nula proactividad de los alumnos.

La ausencia de troquelamientos parentales también es perniciosa; forma peligrosamente al llamado “niño natural”, en el lenguaje de Berne (1985), psicólogo fundador del análisis transaccional: niños sin valores ni restricciones morales, que perfilan al delincuente y al drogadicto y que, por cierto, cada vez se notan más en las escuelas. Como ya se ha mencionado, la indisciplina y desorden en el aula, cada vez más abundante, revelan el estado de abandono de los niños, en quienes el superyó no cumple la función de inhibir conductas perniciosas.

En conclusión, y analizando las vías de contaminación de los marcajes perniciosos, éstos pueden consistir en lo siguiente:

• Mensajes directos, consejos de los padres o anécdotas inmorales de los padres. • Dichos o consejas populares. • Lenguaje o palabras discriminadoras. • Descalificación o burla cuando el niño no hace las cosas bien. • Premiar cuando el niño actúa mal (“es listo”,

“es travieso”, sonrisa de complicidad, otras). • Hacer las tareas que el niño puede y debe hacer por él mismo. • Falta de supervisión y de reprimenda cuando el niño actúa mal. • El mal ejemplo y el mal modelaje. • Bromas contrarias a la ética en medios de comunicación. • La socialización en la escuela con pares mal troquelados. • E l a b a n d o n o f a m i l i a r : e l n i ñ o h a c e l o q u e quiere.

Con base en lo anterior, una labor muy importante de la educación, desde la primaria, es desvelar cuáles son los malos troquelamientos, y no sólo evitarlos, sino criticarlos y sustituirlos por otros que sean éticos y fomenten la ciudadanía.

En su libro La reproducción, Pierre Bourdieu y Jean-Claude Passeron acusan mecanismos de dominio de una clase social sobre otra a través de una violencia simbólica arbitraria:

La AP [acción pedagógica] es objetivamente una violencia simbólica, en un primer sentido, en la

medida en que las relaciones de fuerza entre los grupos o las clases que constituyen una formación social son el fundamento del poder arbitrario que es la condición de la instauración de una relación de comunicación pedagógica, o sea, de la imposición y de la inculcación de una arbitrariedad cultural según un modelo arbitrario de imposición y de inculcación (1996: 46).

Más adelante, Bourdieu y Passeron destacan la irracionalidad de esa imposición:

La selección de significados que define objetivamente la cultura de un grupo o de una clase como sistema simbólico es arbitraria en tanto que la estructura y las funciones de esta cultura no pueden deducirse de ningún principio universal, físico, biológico o espiritual, puesto que no están unidas por ningún tipo de relación interna a la “naturaleza de las cosas” o una “naturaleza humana” (1996: 48).

Estos criterios de la reproducción, aunque se han juzgado exagerados, se avienen muy bien con la enseñanza de la ética y la ciudadanía en las aulas, si bien no resulta de una dominación de una clase social sobre otra, sí de una estructura jurídico-política vigente que se impone sobre la educación. Bourdieu y Passeron no esp e c i f i c a n c ó m o s e e j e c u t a l a d o m i n a c i ó n ; s i n embargo, en el caso de México, apunto hacia las siguientes estrategias conscientes o inconscientes en la educación básica:

• La debilidad de la enseñanza de la ética y la ciudadanía: pocas horas de clase y de actividades, materiales aburridos y falta de estrategias apropiadas. • La ausencia de los temas relevantes para la reflexión crítica, por ejemplo: la pobreza, el papel del gobierno, el costo de los partidos políticos, las políticas públicas, la corrupción en la cultura, y el desorden y el papel activo del ciudadano en todos los ámbitos.

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• La insistencia en los “deberes cívicos”: salir a votar y conocer las leyes. Asumir que la ética y la ciudadanía no son objeto de estudio racional y objetivo, sino asuntos de “actuar bien” (por ejemplo, ser respetuosos) o de opinión. No es raro que lo político quede en man o s d e s o l u c i o n e s s i m p l i s t a s y m a n i q u e a s c o m o l o m a n i f e s t a b a E d g a r M o r i n : i z q u i e rda-derecha, buenos y malos, ricos y pobres, neoliberales y socialistas. • La suplantación de la acción ciudadana: dejar la idea de que las labores importantes en la economía y la política son asuntos de los partidos políticos y del gobierno, ya que ellos representan al pueblo. Por lo tanto, la opción política ciudadana es sólo la de opinar qué partido político es el mejor.

Hay en el fondo de esta pobre enseñanza, acuerdos tácitos: desde la estructura está prohibido criticar al pueblo y a la cultura mexicana

(por ejemplo, la corrupción); y desde la cultura no se debe criticar a la estructura, ya que “tú mismo la elegiste” con el voto. Por ejemplo, un programa educativo robusto en contra de la corrupción y la deshonestidad conduce, sin duda, a la crítica de la corrupción en la política; pero ¿por qué habría de necesitarse un programa así si el pueblo no es corrupto?: basta cambiar al gobierno a través del voto. Desde luego, no debe ignorarse la influencia de la familia que repite estos patrones, ya que los padres fueron educados de la misma forma.

En México es muy posible instaurar buenos marcajes si se toma en serio y se evita la reproducción maligna, y se reconoce la mala ética social que padecemos; para ello será necesario una planeación explícita para enseñar las competenc i a s d e s e a d a s . L o a n t e r i o r i m p l i c a a n a l i z a r a profundidad aspectos tales como: la selección de temáticas relevantes éticas y políticas; las causas de las conductas incorrectas; las consecuencias de las conductas; los beneficios y maleficios de las conductas; el saber juzgar en contexto; la prudencia de las acciones éticas y ciudadanas; l a s p ro p u e s t a s d e m e j o r a y s u s e s t r a t e g i a s ; e n pocas palabras, la complejidad de las conductas. Para estos objetivos será necesario innovar y mejorar los currículos escolares y, además de e s t a b l e c e r m a t e r i a s d e c i u d a d a n í a , p u e d e e s t a blecerse un programa de ciudadanía transvers a l . E s t o ú l t i m o s i g n i f i c a q u e e n m u y d i v e r s a s materias pueden diseñarse actividades que fomenten la participación ciudadana o al menos la concientización ciudadana.

Referencias

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