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Andrés Ortiz Garay
Álvaro Obregón
VIDA Y MUERTE DE UN GENERAL INVICTO
www.memoriapoliticademexico.org Andrés Ortiz Garay*
Este mes se cumplen 93 años del asesinato de Álvaro Obregón, uno de los más destacados protagonistas de la Revolución mexicana. El 17 de julio de 1928, las balas disparadas por un arma –¿o varias?– cegaron la vida del general que había desafiado victoriosamente a la muerte en los campos de batalla y al hacerlo imposibilitaron que su reelección en la investidura presidencial se convirtiera en realidad.
aObregón se le considera el último gran caudillo de la Revolución y prácticamente el único de los generales con mando divisionario que no sufrió ninguna derrota de graves consecuencias durante su actividad castrense. Se le atribuyen innovaciones tácticas y una intuición estratégica nata que –si se les acepta como tales– deberían hacerlo figurar como uno de los jefes militares más sobresalientes de su tiempo (uno que por cierto puso en activo a muchos durante el desarrollo de la Primera Guerra Mundial). Como funcionario público ascendió hasta lo más alto del escalafón: desde regidor de ayuntamiento, presidente municipal, y gobernador estatal, hasta ministro (lo que es actualmente secretario de Estado) y presidente de la república. Como político encabezó las preferencias de varios partidos y grupos de poder, y sin duda gozó de gran popularidad entre las masas. Su vida personal transitó de una infancia marcada por la muerte de su padre, a una temprana juventud en la que destacó como empresario agrícola; y desde una segunda parte de la juventud transcurrida en la vorágine de la guerra revolucionaria (tenía 35 años cuando combatió contra Pancho Villa en las batallas de Celaya) hasta una etapa de madurez en la que se encumbró como cacique regional, caudillo revolucionario triunfante y primer mandatario. Quién sabe qué más habría sido si no lo hubieran matado cuando 1apenas tenía 48 años.
* Antropólogo. Laboró en el Instituto Nacional de Antropología e Historia, el Instituto Nacional Indigenista y el Instituto
Nacional de Ecología. Para Correo del Maestro escribió las series “El fluir de la historia”, “Batallas históricas”, “Palabras, libros, historias” y “Áreas naturales protegidas de México”. 1 Me parece que entre los principales caudillos revolucionarios que murieron asesinados (ya fuera a mansalva o ante un pelotón de fusilamiento), Obregón es un caso especial en lo que se refiere a su fisonomía. Generalmente hablando, nuestra evocación quizá tienda a recordarlos como mayores de lo que en realidad eran. De Venustiano Carranza no hay mucha duda,
S u a c t u a c i ó n h i s t ó r i c a e s i n t e r p re t a d a a p e lando a una serie de claroscuros que alrededor de un siglo después continúan envueltos en la polémica. El discurso oficial del Estado nacional surgido tras la conflagración de 1910-1920 lo ha legitimado como héroe, como el primer gobernante que puso en práctica la ideología revolucionaria plasmada en la Constitución de 1917 y como hombre fuerte que se vio obligado a tomar graves decisiones tendientes a lograr la ansiada estabilidad política luego de una década de guerra civil e intervención armada de los Estados u n i d o s . P o r o t ro l a d o ( y s i g u i e n d o l o d i c h o p o r varios de sus contemporáneos que lo conocieron de cerca), una postura más crítica lo califica como un político ambicioso que no dudó en sacrificar a amigos y aliados, traicionar los acuerdos establecidos con los enemigos, y pactar deshonrosamente con la potencia vecina, además de considerarlo uno de los artífices de las bases que posibilitarían l a c o n s o l i d a c i ó n d e l r é g i m e n g u b e r n a m e n t a l y cultural del priismo.
En las líneas que siguen trazaré un muy breve esbozo biográfico, poniendo énfasis en su actuación durante la lucha armada en la segunXX, luego revisaré también da década del siglo someramente su desempeño en la primera magistratura de la nación, para terminar con el re-
era decimonónico en muchos sentidos y tenía ya 61 años cuando lo acribillaron en Tlaxcalantongo. Felipe Ángeles, un tanto intermedio tanto en lo generacional como en su papel de caudillo, tenía 51. Pero Francisco Villa tenía 45 cuando lo emboscaron en Parral; Francisco Madero y Emiliano Zapata, 40 cada quien cuando cayeron a traición; Pascual Orozco, baleado en una refriega con rangers texanos y caballería de los Estados Unidos, 33 años; Ricardo Flores Magón, supuestamente muerto de un repentino ataque cardiaco cuando estaba preso en una cárcel texana, 49 años. La iconografía fotográfica que se conserva nos muestra en sus últimos años a un Obregón prematuramente envejecido y demasiado engrosado (se dice que la gula era un paliativo a la mutilación de su brazo, pero yo no estoy seguro de si se trataba de la fisiología o más bien de la sicología que rodea al poder). cuento del contexto político en el que ocurrió su asesinato.
A lo largo de este escrito será visible que mi propia posición ante la figura histórica de Álvaro Obregón es la de que su actuación como caudillo revolucionario estuvo siempre marcada por un intenso y constante pragmatismo; que si bien tuvo coincidencias con algunos de los principios políticos más elevados del ideario revolucionario, en otra gran proporción su conducta y procederes fueron dictados por sus conveniencias personales, por su alianza con intereses económicos regionales y por ese extraño trastorno que afecta hondamente a los políticos triunfadores (en especial a los que se convierten en caudillos victoriosos): el vértigo del poder.
Infancia y juventud
Álvaro Obregón Salido nació en la hacienda de Siquisiva, en el sur de Sonora, el 19 de febrero de 1880. Fue el último vástago de los 18 hijos que sus padres procrearon (de los que sólo 12 sobrevivieron a la infancia). No se puede saber si fue la muerte de su padre unos pocos meses después de que él naciera, o algún otro factor, lo que determinó que el pequeño Álvaro no hablara nada hasta los cinco años de edad (o al menos 2 pero es posible pensar eso dice alguna fuente); que esa parquedad lingüística haya contribuido al desarrollo de una de sus grandes cualidades (reconocida en muchas otras fuentes): una memoria portentosa que, por ejemplo, le permitía recordar el orden en que estaba dispuesta una baraja o todos los nombres de una larga lista, habiéndolos visto una sola vez. Tan buena era
2 Me refiero a la biografía de Obregón hecha por Enrique Krauze (El vértigo de la victoria. Álvaro Obregón. México, Fondo de Cultura Económica, 1987), pues otras no mencionan este asunto.
esa retentiva y tan sagaz él, que, ya de joven, los compinches con los que se reunía, mejor le pagaban para que no jugara en las partidas de póquer, en vez de correr el riesgo de enfrentarlo.
Bromista y dicharachero como se dice que era una vez crecido, el propio Obregón contaba, en relación con su numerosa familia, que cuando en su casa había queso gruyer, a él le tocaban los agujeros, anécdota que, aun en su simpleza, revela la existencia de ciertas posibilidades en ese e n t o r n o f a m i l i a r. Y e s t o s e re f u e r z a s i re c o rd a mos, menos anecdótica y más ilustrativamente, que por parte de sus dos progenitores –quizás un poco más por el lado de su madre–, Obregón p a r t i c i p a b a d e u n e n t r a m a d o d e re l a c i o n e s d e parentesco que lo conectaban con las altas esferas del poder económico y político del estado de X I X . A p ro v e c h a n -S o n o r a h a c i a f i n a l e s d e l s i g l o do esas conexiones, su familia pudo ofrecerle al benjamín una educación básica más o menos esmerada. Pero, aunque aplicado, el joven Álvaro n o s e d i o m u c h o a l e s t u d i o , s i n o q u e s e d e c a n t ó p o r e l a p re n d i z a j e d e l a c a r p i n t e r í a y l a m e cánica y sobre todo por seguir los pasos de sus ancestros en el camino de la agricultura y la ganadería.
Así, en los inicios del siguiente siglo, Obregón se monta en el auge del cultivo del garbanzo, que, como a él, reporta pingües beneficios a dueños de haciendas y campesinos medios del sur de su estado natal. En 1907, al tiempo que florece su primera empresa agrícola, sufre la pérdida de su primera esposa y los primeros dos de sus cuatro hijos, pero eso no lo detiene, y un par de años después, la prosperidad adquirida con el cultivo y con la invención y comercialización de una máquina que agiliza la cosecha del apreciado garbanzo le posibilita visitar la ciudad de México para unirse al festejo del primer centenario de la independencia mexicana y el cumpleaños número 80 del general Porfirio Díaz.
En la Revolución
Con el beneplácito de la facción familiar encumbrada al amparo del régimen porfirista, Obregón i n c u r s i o n a e n l a p o l í t i c a y e s e l e c t o p re s i d e n t e municipal de Huatabampo. Pero el momento es difícil. A las fiestas del centenario en septiembre de 1910 sigue el estallido de un tremendo clamor por el cambio. Ocho meses después (mayo de 1911), los Tratados de Ciudad Juárez obligan a exiliarse al viejo dictador y dan al traste con la posibilidad de una sucesión dominada por la camarilla de “los científicos” (con la que se alineaban algunos de los padrinos políticos de Obregón), ya que Francisco Madero, encabezando el galvanizador reclamo de “sufragio efectivo, no reelección”, triunfa amparado por las fuerzas revolucionarias que, entre otros, comandan Pasc u a l O ro z c o , To r i b i o O r t e g a y P a n c h o Vi l l a . S i b i e n S o n o r a a p o r t ó s u c u o t a d e m á r t i re s a l l e vantamiento contra el porfiriato y aun cuando Benjamín Hill, sobrino de Obregón, lo instó continuamente a unirse a la rebelión maderista, éste re c h a z ó s u m a r s e a e s a p r i m e r a o l e a d a re v o l u cionaria aglutinada en torno al conjuro antirreeleccionista del “apóstol de la democracia”. Años después, la tardía explicación que Obregón ofreció en su memoria Ocho mil kilómetros en campaña es insuficiente para aceptarla como exculpación de su filiación porfirista de ese momento:
De pie en mi conciencia quedó la falta: yo en nada había contribuido al glorioso triunfo de la Revolución y, sin embargo, me consideraba maderista; sólo porque había protestado con alguna energía cuando el presidente municipal de mi pueblo pretendió hacerme firmar un acta de adhesión al general Díaz (Obregón, 2016: 103).
S i n e m b a rg o , O b re g ó n n o d e s a p ro v e c h a l a o p o r t u n i d a d d e re i v i n d i c a r s e c u a n d o P a s c u a l
Orozco se subleva contra el gobierno federal que Madero presidía ya en 1912; integra entonces un batallón, compuesto en su mayoría por indios m a y o s , c o n e l q u e re a l i z a i n u s u a l e s m a n i o b r a s para contener y derrotar a los colorados orozq u i s t a s . A p e s a r d e i n c u m p l i r v a r i a s v e c e s l a s órdenes de sus superiores, sus primeros triunfos en el combate contra los sublevados le valen obtener el grado de coronel en las milicias revolucionarias que el gobernador maderista de S o n o r a , J o s é M a r í a M a y t o re n a , s e e m p e ñ a e n mantener activas y bien pertrechadas, aunque ello signifique desacatar la orden de Madero de 3desarmarlas y licenciarlas.
Esta decisión de Maytorena posibilitaría que Sonora se convirtiera en un primer bastión firme de las fuerzas que en el norte de México se oponen a reconocer la legitimidad del golpe de Estado que derriba y asesina al presidente Madero y al vicepresidente Pino Suárez y nombra presidente interino al general Victoriano Huerta (febrero de 1913). En Chihuahua, el gobernador maderista Abraham González es p ro n t a m e n t e a p re s a d o y a s e s i n a d o , y s i b i e n P a n c h o Vi l l a y
3 La evaluación histórica del movimiento llamado orozquista es una tarea todavía pendiente. Más allá de lo que haya motivado a su cabeza más visible, Pascual Orozco, a aliarse con el régimen huertista y –se dice– aceptar financiamiento de los terratenientes de Chihuahua, resulta indudable que era el caudillo de una corriente popular bien arraigada en las aspiraciones de muchas comunidades de campesinos y rancheros. El Pacto de la Empacadora (marzo 1912), que aglutinó a las fuerzas que apoyaron a Orozco, contenía significativas reivindicaciones que beneficiarían al campesinado (abolición de las tiendas de raya, equidad en el reparto agrario, afectación a los latifundios) y al proletariado (nacionalización de los ferrocarriles, mejoras salariales, regulación de la jornada laboral y del trabajo infantil, programa de vivienda obrera, etc.). Desde ese primer momento del orozquismo, hasta en el programa de los zapatistas, el
Plan de Ayala (noviembre de 1911), se le designaba como jefe nacional de la Revolución. Eso no impidió, por cierto, que después Emiliano Zapata mandara fusilar “por traidor” al padre de
Pascual Orozco cuando éste fue a presentarle componendas en nombre de su hijo, quien buscaba la alianza de los zapatistas con el huertismo.
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Obregón incursiona en la política y es electo presidente municipal de Huatabampo
o t ro s j e f e s m i l i c i a n o s s e m u e v e n y a c o n t r a l a afrenta usurpadora, todavía no se constituye un mando único. En Coahuila, el gobernador Venustiano Carranza expide el Plan de Guadalupe (marzo de 1913), que desconoce al gobierno huertista y llama a luchar en su contra hasta que, una vez derrotado éste, se realicen elecciones libres para renovar los tres poderes federales; en tanto esto sucedía, Carranza actuaría como pri4mer jefe de los ejércitos que se sumaran al Plan. Pero Carranza y sus allegados no cuentan con
4 Desde luego, en los estados del centro-sur, el movimiento zapatista planteaba un continuo jaque al ejército federal de
Huerta, como ya lo había hecho antes contra el de Díaz y el del propio Madero, y lo haría después contra el de Carranza.
Pero esa historia no la abordaré aquí más que para señalar que las guerrillas zapatistas mantuvieron ancladas a numerosas fuerzas del ejército federal que de otra manera hubieran podido movilizarse para combatir contra los ejércitos constitucionalistas.
El general Álvaro Obregón con su equipo de indígenas yaquis en la milicia de Sonora
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la capacidad militar para oponerse con éxito al ejército federal que sostiene al régimen huertista, por eso tienen que recurrir a una alianza con Maytorena y los dirigentes de la milicia sonorense.
Así, a fines de 1913, Carranza, ya reconocido como primer jefe de las fuerzas autonombradas constitucionalistas, llega a Sonora. Tras su cruce de la Sierra Madre, lo recibe Obregón, que lo escolta por varios días hasta llegar a Hermosillo. Quizá entonces comienza a forjarse la alianza entre ellos. Para nada le habrá pasado inadvertida al viejo zorro la inteligencia clara y la simpatía que siempre buscaba despertar aquel joven robusto; su vindicación del progreso a la manera del porfiriato y quién sabe cuáles otras empatías ideológico-políticas habrán sido desde ese momento parte de los motivos que los unieron. Sin duda, ya estando con toda la oficialidad del 5 h a b r í a a p re c i a d o e j é rc i t o s o n o re n s e , e l Vi e j o t a m b i é n que muchos de los mandos eran partidarios incondicionales del coronel Obregón, a quien atribuían la jefatura que posibilitaba a los sonorenses ver su territorio libre de soldados federales.
D u r a n t e e s e m i s m o e n c u e n t ro , M a r t í n L u i s Guzmán, uno de los más brillantes escritores que l e g a ro n s u v i s i ó n d e p r i m e r a m a n o s o b re l o s personajes y acontecimientos de la Revolución, concibe la indeleble impresión que acerca de Obregón plasmaría luego en El águila y la serpiente:
A mí, desde ese primer momento de nuestro trato, me pareció un hombre que se sentía seguro de su inmenso valer, pero que aparentaba no tomarse en serio. Y esta simulación dominante, como que normaba cada uno de los episodios de su conducta: Obregón no vivía sobre la tierra de las sinceridades cotidianas, sino sobre un tablado; no era un hombre en funciones, sino un actor. Sus ideas, sus creencias, sus sentimientos, eran como los del mundo del teatro, para brillar frente a un público: carecían de toda raíz, de toda realidad interior. Era, en el sentido directo de la palabra, un farsante (Guzmán, 1966: 53).
Pero esa habilidad para la farsa en el ámbito personal, se convertía en una potencialidad casi infalible cuando, en la guerra, se trataba de obtener la victoria. Memoria para el cálculo de lo
5 Así acostumbraban a llamarle muchos –no delante de él, desde luego– a Venustiano Carranza.
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exacto, método para obturar el predominio de la emoción, engaño y simulación como elementos más redituables que valentía y coraje. Martín Luis Guzmán consigna, a través de lo que le contó Eduardo Hay, la faceta de Obregón como jefe militar, que me parece interesante citar en extenso:
… la personalidad guerrera del jefe sonorense se destacaba como en perfil. Se le veía provisto, primeramente, de una actividad inagotable, de un temperamento sereno, de una memoria prodigiosa –memoria que le ensanchaba el campo de la atención, que coordinaba datos y hechos–; en seguida se percibía que estaba dotado de inteligencia multiforme, aunque particularmente activa bajo el aspecto de la astucia, y de cierta adivinación psicológica de la voluntad e intenciones de los demás, análoga a la que aplica el jugador de póker. El arte bélico de Obregón consistía, más que todo, en atraer con maña al enemigo, en hacerlo atacar, en hacerlo perder valentía y vigor, para dominarlo y acabarlo después echándosele encima cuando la superioridad material y moral excluyera el peligro de la derrota. Acaso Obregón no acometiera nunca ninguna de las brillantes hazañas que ya entonces hacían famoso a Villa: le faltaban la audacia y el genio […] Acaso tampoco aprendiera jamás a maniobrar, en el sentido en que esto se entiende en el verdadero arte de la guerra –como lo entendía Felipe Ángeles–. Pero su modo de guerrear propio, fundado en resortes de materialismo muy concreto, lo conocía y manejaba a la perfección (Guzmán, 1966, p. 52).
N o o b s t a n t e l a a n t i p a t í a q u e s i e n t e h a c i a Obregón, Guzmán reconoce sus cualidades; por ejemplo, una muy importante era su manera clara de relacionarse con sus subordinados y colaboradores inmediatos, a quienes no exigía –como sí hacía Carranza con los suyos– que lo trataran con reverencia y le mostraran sumisión. Procuraba así que en su estado mayor “reinara una atmósfera sana, un concierto de voluntades atentas a la obra, no al medro” (Guzmán, 1966, p. 112).
Entre marzo de 1913 (cuando entra en camp a ñ a p a r a t o m a r l a s c i u d a d e s f ro n t e r i z a s d e l norte de Sonora) y agosto de 1914 (cuando se firman l o s Tr a t a d o s d e Te o l o y u c a n , q u e p o n e n f i n a l a d i c t a d u r a d e H u e r t a c o n l a d i s o l u c i ó n d e las fuerzas armadas federales que la sostenían), O b re g ó n c o m a n d a e l E j é rc i t o d e l N o ro e s t e . S e t r a t a d e una tropa cada vez más numerosa y bien pertrechada, que se desplaza por el tendido ferrocarrilero de la costa del Pacífico, y toma Culiacán, Tepic y Guadalajara, tras quebrar a principios de julio de 1914 la resistencia de los federales en la batalla de Orendain. Por esta victoria, Obregón recibió el grado de general de división. Pero sin menoscabar el papel de Obregón, es indudable que para hacer victorioso ese camino del Ejército del Noroeste influyen decisivamente al menos dos factores: 1) que ese ejército cuenta con oficiales muy capaces tanto en el combate como en lo organizativo y que, al menos durante el periodo 1913-1917, cuando actúan como s u b o rd i n a d o s d i re c t o s d e O b re g ó n , s o n re s petuosos de la cadena de mando en 6 y aún más la que él es el comandante a cargo; importante, 2) que la División del Norte del general Francisco Villa es la que rompe el espinazo del ejército federal en Chihuahua, Durango, Torreón y Zacatecas, lo cual posibilita el empuje al sur de los constitucionalistas para alcanzar la ciudad de México. El hecho de que las tropas de Obregón fueran las primeras en ocupar la capital tras la retirada del ejército federal huertista se debe a la orden del Viejo de no dejar pasar
6 Entre los más importantes jefes al mando de Obregón estaban: Benjamín Hill, Juan Cabral, Francisco Rufino Serrano, Aarón Sáenz, Manuel Diéguez y Salvador Alvarado. Todos ellos fueron ajusticiados o murieron –como Hill– en circunstancias sospechosas, fuese durante la “poda de generales” en que terminó la rebelión huertista o –como Serrano y Arnulfo R. Gómez– en el contragolpe que posibilitó a Obregón presentarse como candidato único a la presidencia en 1928. armamento para Villa ni carbón para sus trenes, no a la mejor actuación militar de las fuerzas que comandaba Obregón.
Por falta de espacio, no puedo abundar aquí en las circunstancias relacionadas con la guerra civil entre las facciones revolucionarias en 19141916; sólo menciono que tras las batallas del Baj í o e n t re a b r i l y j u l i o d e 1 9 1 5 , l a D i v i s i ó n d e l N o r t e p i e rd e s u h a l o d e i n v e n c i b i l i d a d , s u f re cuantiosas pérdidas humanas y materiales y termina dispersándose (aunque Villa seguiría conduciendo a sus hombres en una obstinada y a su modo invencible guerra de guerrillas por otros cinco años), en tanto que el llamado Ejército de O p e r a c i o n e s s e c o n v i e r t e e n l a n u e v a u n i d a d d e l o s c o n s t i t u c i o n a l i s t a s - c a r r a n c i s t a s q u e c o manda otra vez el general invicto. Por cierto, esa serie de batallas mostró que, además de intuitivo y sagaz, el general Obregón era también afortunado. En junio de 1915, al inicio de la batalla de la Trinidad (que continuaba las acciones de Celaya), Obregón y su estado mayor realizan una inspección en el frente, cuando en la hacienda Santa Ana del Conde, Guanajuato, un obús de artillería enemiga explota a su lado y le arranca la parte baja de su brazo derecho, con todo y mano. Al verse desangrar, Obregón saca su pistola con la otra mano y se dispara en la sien (intento fallido de suicidio porque no había bala en la recámara). u no de sus oficiales, Jesús Garza, le arrebata entonces la pistola para impedirle un nuevo jalón del gatillo que seguramente hubiera 7 A partir de entonces, Obregón sido definitivo. recibe el erróneo apodo que el recuento de la historia hará perdurable, “el manco de Celaya”, aunque no fuese en ese lugar donde el contumaz jugador de póquer perdió la mano.
7 En una de esas trágicas ironías del destino, Garza se suicidó de un balazo unos años después agobiado por el alcoholismo que le quedó como secuela de la guerra fratricida.
Finalicemos este apartado reflexionando un poco sobre el papel de genio militar que mucho se ha atribuido a Álvaro Obregón. Su distinción como estratega ha quedado ya perfilada líneas arriba, así que digamos algo sobre ese papel de innovador táctico que fluctúa entre lo histórico y lo legendario. Por ejemplo, se dice que la primera vez, en la historia militar del mundo, que se utilizó un avión para bombardeo, fue cuando en mayo de 1914 en las cercanías de Topolobampo, el biplano Sonora, tripulado por el capitán Gustavo Salinas, y llevando como ayudante al maquinista naval Teodoro Madariaga, lanzó bombas sobre el buque cañonero federal General Guerrero, hazaña que para entonces nadie había realizado. En su libro, el general Obregón dice que el biplano se internó 18 kilómetros mar adentro v o l a n d o a 9 0 0 m e t ro s d e a l t i t u d p a r a a r ro j a r a mano sus bombas. A partir de ese hecho, se le atribuye al general –y por ende a México– una iniciativa que terminaría por transformar para 8siempre el modo de hacer la guerra.
8 Yo creo que habría que tomar con más cuidado el tipo de reivindicaciones en las que se inscribe este episodio del biplano Sonora. Por un lado, aun si se acepta la genialidad de realizar un ataque aéreo sobre un objetivo militar que era inalcanzable por otro medio, el recurso no fue utilizado de manera más extendida durante los combates de la Revolución mexicana de 1910-1920, ni siquiera por la División del Norte de Pancho Villa, que contaba con una escuadrilla de aviones biplanos, más bien usada para labores de reconocimiento que para el combate directo. El propio Obregón no usó el bombardeo aéreo en las batallas terrestres, aunque sí lo puso en práctica al atacar con bombas lanzadas desde el aire a poblaciones de indios yaquis insurrectos en la década de los veinte, presagiando con ello los horrorosos “bombardeos estratégicos” de la Segunda Guerra Mundial, incluyendo las masacres de Hiroshima y Nagasaki (al respecto es ilustrativo ver lo que
Paco Ignacio Taibo II llama el “mito de la modernidad” en su obra Pancho Villa. Una biografía narrativa, México, Editorial
Planeta, 2006, pp. 503-513). En cambio, ya siendo presidente
Obregón, la supremacía aérea sí le valió para derrotar la rebelión de los mandos militares que apoyaron a Adolfo de la
Huerta en su intento de impedir el acceso del general Plutarco Elías Calles a la Presidencia de la República en 1924.
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En junio de 1915, Obregón y su estado mayor realizan una inspección en el frente, cuando en la hacienda Santa Ana del Conde, Guanajuato, un obús de artillería enemiga explota a su lado y le arranca la parte baja de su brazo derecho, con todo y mano
Otra supuesta innovación fue el uso de un dispositivo compuesto por 10 tubos que lanzab a n i g u a l n ú m e ro d e c o h e t e s s o b re e l e n e m i go. Quizá ese artificio no provocara en realidad g r a n d e s d a ñ o s , p e ro s e l e s u p o n e p ro t o t i p o d e otras armas mucho más efectivas y mortíferas: 9 Se consideran otras nove-las famosas katiushas. dades tácticas atribuidas a Obregón las “loberas” o “agujeros de zorra” (trincheras individuales), a s í c o m o l a d e c i s i ó n d e d e j a r a t r á s p o s i c i o n e s enemigas aisladas, contenidas y bien vigiladas para proseguir adelante directamente sobre un objetivo de mayor importancia estratégica (los ejemplos serían los puertos de Guaymas y Mazatlán que se quedaron en manos de los federales, pero fueron anulados porque su posesión no les reportó absolutamente ningún beneficio; según lo dicho alguna vez por el general Francisco u rquizo, era una tradición proveniente de las guerras napoleónicas que un ejército en avance no dejara a sus espaldas ninguna plaza fuerte en manos del enemigo, y esto no cambiaría hasta la Segunda Guerra Mundial, con excepción de lo hecho por Obregón). Desde luego, es plausible poner en duda que Obregón haya sido personalmente el inventor del bombardeo aéreo, la artillería con misiles o el cerco táctico, pues
9 Los lanzacohetes múltiples llamados katiusha u “órganos de
Stalin” fueron un tipo de artillería usada inicialmente por la
Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial, que lanza explosivos a un área objetivo más rápidamente que la artillería convencional, pero con menor precisión y requiriendo más tiempo para recargar. Son frágiles en comparación con los cañones de artillería, pero son más económicos, fáciles de producir y se pueden montar en varios tipos de chasís.
La portabilidad de este tipo de artillería autopropulsada daba otra ventaja, consistente en producir grandes descargas artilleras y luego moverse rápidamente a otro punto antes de que las unidades de katiushas fueran localizadas y a su vez atacadas con el fuego de contrabaterías convencionales. Por otro lado, habría que decir que ya desde la guerra de 1812 entre los Estados Unidos y Gran Bretaña se habían utilizado lanzacohetes, aunque eran armas tan rudimentarias que bien se les podría aplicar el famoso refrán de “mucho ruido y pocas nueces”. bien se puede pensar que la idea inicial fuera de alguno –o algunos– de sus subordinados, pero mi conclusión al respecto es que eso no le quita el mérito de ser un comandante en jefe con una enorme intuición y capacidad para aprovechar todos los recursos de los que podía disponer en el logro de sus objetivos.
Obregón triunfante
Tras entrar en la ciudad de México, Obregón impone contribuciones extraordinarias a quienes habían apoyado al régimen huertista, especialmente al clero católico, los grandes empresarios y a los extranjeros inversionistas y propiet a r i o s d e c a s a s c o m e rc i a l e s . A d e m á s , h a c i e n d o gala de su buen humor, ordena que esos extranjeros contribuyan con un gravamen moral, pues los obliga a que dediquen tiempo a barrer las calles. La alianza que pacta con la Casa del Obrero Mundial no sólo posibilita a Obregón engrosar su ejército con los batallones rojos compuestos por trabajadores citadinos, sino que además le da un aura de legitimidad revolucionaria al movimiento constitucionalista al sumar a sus fuerzas al sector más combativo del proletariado, supuestamente en lucha contra “los reaccionarios” de Villa y Zapata. Como secretario de Guerra del gobierno de Venustiano Carranza, desarrolla una intensa labor: inicia censos militares, reorganiza la administración y los servicios médicos, abre la Academia del Estado Mayor, la Escuela de Medicina Militar, el Departamento de Aviación y una escuela de pilotos, y pone las fábricas de municiones bajo el control del ejército.
El Plan de Agua Prieta (23 de abril de 1920) desconoce la titularidad de Carranza en el poder ejecutivo. El triunfo del llamado Ejército Liberal Constitucionalista obliga a Carranza a huir d e l a c i u d a d d e M é x i c o y e n c u e n t r a l a m u e r t e
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Como secretario de Guerra del gobierno de Venustiano Carranza, Obregón desarrolla una intensa labor: inicia censos militares, reorganizó la administración y los servicios médicos, abre la Academia del Estado Mayor, la Escuela de Medicina Militar, el Departamento de Aviación y una escuela de pilotos, y pone las fábricas de municiones bajo el control del ejército
10en la traición de Tlaxcalantongo. Así, el camino a la Presidencia de la República está abierto para Obregón, que toma posesión del cargo en diciembre de 1920. Friedrich k atz, distinguido historiador de la Revolución mexicana, comenta:
El de Álvaro Obregón fue el último gobierno mexicano del siglo XX que asumió el poder mediante un golpe de estado y el primero desde el estallido de la revolución que pudo consolidar su poder y
10 A pesar de que nunca se ha probado contundentemente la participación directa de Obregón en el asesinato de Carranza, muchas evidencias apuntan en el sentido de su culpabilidad.
Lo mismo sucede con el asesinato de Francisco Villa, quien había aceptado rendirse y abandonar su lucha guerrillera mediante una hábil negociación dirigida por el presidente interino Adolfo de la Huerta en el verano de 1920 (a pesar de la oposición de Calles y Obregón). Durante la presidencia de
Obregón, el general Villa se mantuvo alejado de la política, regenteando su hacienda de Canutillo hasta que fue asesinado en la emboscada de Parral del 20 de julio de 1923, cuando se iniciaba la carrera por la sucesión presidencial. c o n t ro l a r c a s i t o d o e l p a í s . L a d i s p a r i d a d d e l a s opiniones de los observadores extranjeros sobre el nuevo gobierno tal vez ilustra de modo ejemplar las contradicciones de esta revolución […] Al parecer, [Obregón] compartía la opinión de Madero y de Carranza de que una reforma agraria radical podía destruir la economía mexicana y provocar el regreso a la agricultura de subsistencia. Pero para obtener el apoyo de los campesinos, no tenía más opción que iniciar un programa limitado de reparto de tierras. A la vez, para que los obreros lo apoyaran contra los levantamientos militares, otorgó un poder creciente a los sindicatos, aunque asegurándose el control sobre ellos (k atz, 2007, pp. 328-329).
O t r a m a n e r a d e c o n c e b i r l a a c t u a c i ó n d e Obregón es la que fundamenta Adolfo Gilly en su seminal obra La revolución interrumpida. Ahí Obregón es un gobernante de corte bonapartista,
www.memoriapoliticademexico.org Este complicado juego de equilibrios era la única base política y social posible para poder desarrollar económicamente una burguesía sin chocar directamente con las masas […] [pero se hizo] sobre la rapiña escandalosa del aparato estatal, lo cual es una fuente más de la debilidad social de
todo el régimen capitalista mexicano (Gilly, 1978, p. 341).
Álvaro Obregón asume el cargo de presidente de México en diciembre de 1920
que acaudilla el establecimiento de una nueva burguesía en el poder, pero que ineludiblemente debe hacer concesiones a las masas campesinas y del proletariado urbano que habían hecho posible su triunfo armado. Esa figura bonapartista se ajusta bien al perfil pragmático que caracteriza la conducta de Obregón en la Revolución. Prometedor de tierras y aguas para los indios yaquis que enrola en sus tropas en 1913, no escatima usar aeroplanos para reprimirlos en 1928 (quizás esta vez sí haya sido precursor de este uso estratégico de la aviación). Prometedor de derechos y beneficios para los trabajadores de la Casa del Obrero Mundial en 1915, no duda en permitir las huelgas del sindicalismo oficialista y reprimir con la fuerza pública las que no lo son.
Muerte
El martes 17 de julio de 1928, por iniciativa de la diputación del estado de Guanajuato a la XXXIII Legislatura, el general Obregón acude a celebrar su reelección como presidente de la República por un periodo que esta vez sería de seis años. El lugar donde se efectúa la comida en su honor es el restaurante La Bombilla, situado en la entonces zona semicampestre de los alrededores de San Ángel, en el sur de la Ciudad de México. Increíblemente, a las 2:20 de esa tarde, se efectúa una serie de disparos que acaban con la vida del caudillo. Digo increíblemente porque ya poco antes Obregón había escapado de manera milagrosa a otros atentados en su contra y aun así, en La Bombilla no se pone en funciones un aparato de seguridad que posibilite la salvaguarda del presidente electo. Como se constataría después de las detonaciones, bastantes comensales iban armados y nadie se había preocupado por controlar la portación de tales armas, ni siquiera el propio Obregón, a quien su secretario particular le había advertido que no asistiera a la comida porque había noticias de que allí se atentaría contra su vida.
En el lugar del hecho se detiene inmediatam e n t e a J o s é d e L e ó n To r a l , u n j o v e n f a n á t i c o c a t ó l i c o a f i l i a d o a l a L i g a N a c i o n a l D e f e n s o r a de la Libertad Religiosa (recordemos que en ese momento todavía no acababa del todo la con-
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El martes 17 de julio de 1928, en el restaurante La Bombilla situado en la Ciudad de México, a las 2:20 de esa tarde, se efectúa una serie de disparos que acaban con la vida del caudillo.
Dominio público en es.wikipedia.org
Retrato de Álvaro Obregón hecho por José de León Toral minutos antes de asesinarlo
frontación armada que se conoce como la “guerra de los cristeros”), quien había disparado a quemarropa sobre Obregón la pistola Star calibre 35 que portaba, aprovechando que el general había consentido que el joven le hiciera un retrato a mano. Tras su detención, Toral es torturado y confiesa que tiene una cómplice: Concepción Acevedo de la Llata, la famosa “madre Conchita”, abadesa de un convento de monjas capuchinas. Luego de un juicio que no aclara suficientemente nada, Toral es fusilado en febrero del siguiente año, y la madre Conchita, condenada a 20 años de prisión en las Islas Marías (no cumple totalmente esa condena, pues en 1940 u n a o rd e n d e l p re s i d e n t e Á v i l a C a m a c h o l a puso en libertad).
Así, la versión oficial sobre el asesinato de Obregón se sustenta en la teoría general del asesino solitario (en este caso inspirado por la autoría intelectual de la monja capuchina) que buscaba vengar los agravios contra la Iglesia católica. Pero en la compleja maraña de claroscuros que caracterizaron la vida y muerte del general invicto, ha habido varias explicaciones que hablan de una conspiración para fraguar su asesinato. Ya desde aquel tiempo se culpó al presidente Calles, al líder sindical Luis Napoleón Morones, a una confabulación mucho más amplia que incluía dignatarios de la Iglesia y miembros de sociedades secretas de fanáticos católicos, a los intereses estadounidenses mediante agentes del FBI) y a otros Federal Bureau of Investigations ( p o s i b l e s p e r p e t r a d o re s . M á s re c i e n t e m e n t e , a l 11gunos investigadores han presentado conclusiones bastante plausibles para descartar a Toral como asesino único (por ejemplo, que la autopsia realizada al cadáver del caudillo reveló que las
11 Cfr. Mario Ramírez Rancaño, El asesinato de Álvaro Obregón: la conspiración y la madre Conchita, México, UNAM, INEHRM, 2014.
ProtoplasmaKid en commons.wikimedia.org ( CC BY SA 3.0)
heridas mortales fueron causadas por impactos de balas de diverso calibre, de lo que se desprende que hubo varios tiradores). Quizá nunca se sepa toda la verdad sobre el asesinato de Obregón, así que mejor finalizo este escrito con la siguiente cita:
Todas esas fuerzas, incluidos agentes del imperialismo, se unieron para cerrar el paso al nuevo periodo obregonista. Y lo hicieron mediante el asesinato de Obregón por un oscuro fanático religioso, detrás del cual la opinión popular apuntó hacia C a l l e s , h a c i a M o ro n e s y h a c i a e l i m p e r i a l i s m o , por separado o en conjunto, como los promotores intelectuales del crimen. La solidaridad de clase
de todas las tendencias del gobierno echó tierra sobre cualquier investigación. Pero el asesinato de Obregón fue un verdadero golpe de Estado dentro de su propio aparato político (Gilly, 1978, p. 350).
La mano y el pedazo de brazo que Obregón perdió en Guanajuato fueron exhibidos en un contenedor con formol entre 1943 y 1989 en el monumento que se erigió en honor al caudillo en 1935. Esta especie de mausoleo fue levantado donde estaba el restaurante La Bombilla. Al menos un par de generaciones de mexicanos tuvimos la oportunidad de contemplar, entre fascinados y asqueados, aquel despojo, que se hallaba en un monumento fallido dedicado a un héroe mutilado.
Referencias
GILLY, Adolfo (1978). La revolución interrumpida. México, 1910-1920: una guerra campesina por la tierra y el poder. Ediciones El Caballito.
Gu ZMÁN, Martín Luis (1966). El águila y la serpiente. esystems.mx/BPC/llyfrgell/0316.pdf
kA TZ, Friedrich (2007). Pancho Villa. Ediciones Era. OBREGó N, Álvaro (2016). Ocho mil kilómetros en campaña.
Edición digital del Gobierno del Estado de Sonora [primera edición, 1917]. http://isc.sonora.gob.mx/bibliotec a d i g i t a l s o n o r a / o c h o - m i l - k i l o m e t ro s - e n - c a m p a n a - d e alvaro-obregon/