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Gabriela Oseguera Altamirano
Vulnerabilidad:
PRINCIPIO DE FORTALECIMIENTO
Gabriela Oseguera Altamirano*
Shutterstock Estamos atravesando una época que cuestiona dimensiones muy profundas de nuestra existencia: la pandemia, la muerte, la violencia, la crisis económica, social y política nos tocan y nos sacuden de manera abrupta; nos recuerdan que hay amenazas y situaciones que quisiéramos evitar, pero que, por nuestra condición de seres emocionales, nos llegan a desequilibrar, a sacar de nuestra zona de confort, y nos adentran en una de las dimensiones más profundas de la esencia humana: nuestra vulnerabilidad.
Si bien el término de vulnerabilidad es un concepto con múltiples significados, en el presente artículo se abordará desde la mirada de la logoterapia, es decir, aquella que considera al ser humano susceptible de ser herido, de experimentar daño, pero con posibilidades de superar el dolor, de autoconocerse, autoconstruirse y por lo tanto dar un significado positivo a esa vulnerabilidad, que le permita salir fortalecido.
Vulnerabilidad como dimensión humana
En la cotidianidad se observa la tendencia a creer que conectar con la vulnerabilidad es algo desfavorable, porque se asocia con el hecho de sentirse expuesto, frágil, amenazado y, en consecuencia, uno tiende a bloquearse por miedo a quedar sumido en la depresión y en una sensación de amenaza. Sin embargo, es fundamental recordar que sólo aceptando y conectando con las sensaciones y emociones existentes, se logrará establecer una estructura genuina y fortalecida en beneficio del desarrollo emocional del individuo.
Algunas personas que buscan apoyo terapéutico, a pesar de que acuden con algún tipo de consciencia sobre la existencia de un malestar o una herida emocional, también llegan a manifestar una idea errónea sobre la vulnerabilidad, ya que buscan un camino para evitar las causas de su dolor o manejarlo para que disminuya. Con frecuencia buscan atender solamente la causa que creen es el origen de su malestar psicológico y se les dificulta aceptar que la vulnerabilidad está presente en su vida, sobre todo conforme avanzan en su proceso psicote-
* Licenciada en Psicología con maestría en Terapia Familiar y especialidad en Psicología Clínica.
rapéutico, ya que éste implica aceptar la existencia de sensaciones, emociones y creencias en torno a experiencias dolorosas y traumáticas que han ido construyendo su dimensión humana ante el dolor.
Brené Brown, en su libro El poder de ser vulnerable, sostiene:
La vulnerabilidad no es ni buena ni mala: no es lo que llamamos una emoción oscura, ni es siempre una experiencia positiva y luminosa. La vulnerabilidad es la esencia de todas las emociones y sentimientos. Sentir significa ser vulnerable. Creer que la vulnerabilidad equivale a debilidad es creer que sentir equivale a debilidad (2016, p. 29).
En la vida, el dolor es una constante tan universal como el amor. Se hará presente en algunos momentos de nuestras vidas; sin embargo, el modo en que lo interpretemos y actuemos vendrá guiado por los esquemas conceptuales que hemos formado, por nuestra experiencia de vida y por la actitud que adoptemos ante él. La Real Academia Española define que es vulnerable quien puede ser herido o recibir lesión, física o moralmente. Si bien existen diversas acepciones, vulnerabilidad hace referencia al daño que abre la vía del dolor emocional. Lydia Feito, en su artículo “Vulnerabilidad”, afirma: “Por lo tanto la vulnerabilidad tiene que ver, pues, con la posibilidad de sufrir, con la enfermedad, con el dolor, con la fragilidad, con la limitación, con la finitud y con la muerte” (2007).
Existen muchas razones por las que la gente puede estar emocionalmente herida y por lo tanto sentirse vulnerable. Muchas surgen de malas situaciones o de vivir en ambientes disfuncionales durante la niñez. Otras son el resultado de algún tipo de incidente traumático, tales como un desastre, la adicción de algún ser querido, un divorcio, la muerte de un ser amado, la violación, el abuso, la pérdida de un hijo, del trabajo o de la casa, o ser abandonado.
Divorcio Incidente traumático
Adicción de algún ser querido
Muerte de un ser amado
Y ante la vulnerabilidad, ¿qué?
Es importante considerar que los sentimientos y heridas emocionales no procesadas suelen manifestarse en agresión, bien hacia uno mismo o hacia los demás: en el primer caso, puede ser a través de la presencia recurrente de sentimientos de culpa, envidia, rencor, resentimiento, frustración, egoísmo, entre otros, o a través de las adicciones, ya que cualquiera que sea su naturaleza, se mantiene una dependencia física y/o emocional que obstaculiza el actuar autónomo del ser humano. En el segundo caso, las heridas emocionales se hacen presentes cuando se causa dolor al otro, con ofensas, desprecios, insultos, descalificaciones, y se afecta la calidad de la interacción. También se suelen manifestar cuando se sobreactúa o se sobredimensionan los hechos, o por el contrario, cuando algo evidente se minimiza, se evade, se oculta y la persona puede llegar a mantenerse en estado de alerta y en una defensividad constante.
Existen personas que, a pesar de sus heridas emocionales, adoptan la postura como si, es decir, como si nada les hubiera sucedido. A pesar de las consecuencias emocionales (depresión, ansiedad, temor, culpa, inseguridad, somatizaciones, conflictos en sus relaciones interpersonales, entre otras), el callar y negar llegan a ser las mejores alternativas cuando no logran hacer frente al dolor.
Otros individuos que aceptan y asumen que han experimentado daño pueden adquirir la capacidad para hacerle frente al dolor y así ir describiendo y gestionando los sentimientos relacionados con el suceso o con la situación. Enseguida se sugieren algunos de los aspectos que menciona la logoterapia, como alternativas para aceptar que somos susceptibles al daño y que podemos desarrollar la capacidad de enfrentar el dolor.
Manifestaciones de heridas emocionales no procesadas
Agresión hacia uno mismo Agresión hacia los demás
El valor de la actitud en la logoterapia
La logoterapia, fundada por Viktor E. Frankl, más que un enfoque terapéutico, es una invitación a descubrir posibilidades de sentido dando nueva vida a la esperanza. Entre muchos de sus interesantes postulados, hacemos referencia al hecho de que el ser humano posee la capacidad de oponerse creativamente ante la adversidad y así responder a ésta, de configurar su propio sentido de la vida y de realizar su aportación a la comunidad. Aparte de los valores de creación y de experiencia que conforman los postulados de la logoterapia, Frankl menciona los valores de actitud, que consisten en elegir libremente la actitud que ejerceremos ante una situación que no podemos cambiar. Éstos cobran especial importancia porque tienen la capacidad de dar sentido a nuestras vidas en situaciones inevitables, ya que encierran un gran potencial de crecimiento (Mèlich, 1994).
Para realizar los valores actitudinales, no basta con la capacidad creadora y vivencial, como sería el caso de construir o ejecutar algo, trabajar, o acoger y apreciar la naturaleza y el amor, sino que se requiere la disposición para ir aceptando que somos vulnerables y por lo tanto adquirir la capacidad de procesar el dolor. El ser humano no nace con dicha capacidad, sino que debe irla adquiriendo a lo largo de la vida, y, aunque ello no resulta fácil, es posible. Esta capacidad consiste en ir aprendiendo un dominio interno –con renuncia a la configuración externa– con el cual ir “autoconfigurándose”.
Algunas personas creen que superar la experiencia de sentirse herido no es más que una evolución en cierto sentido mecánica y meramente fisiológica, algo así como pretender decir que el “Himno a la alegría” de Beethoven no es más que una serie de notas unidas o equivaldría también al hecho de querer tragar un alimento fibroso en lugar de masticarlo, saborearlo, digerirlo, asimilarlo, procesarlo e integrarlo.
Joan Carles Mèlich, en su artículo “La construcción del sentido del sufrimiento y la muerte”, afirma:
La naturaleza humana está orientada al sentido, y la educación es construcción de sentido, construcción de posibilidades, de decisiones. La educación no elimina las decisiones, no crea determinismos, sino todo lo contrario: es apertura. La relación con la cuestión del sentido está clara: el sentido no se da, pero tampoco se inventa; se descubre (1994, p. 98).
Por lo tanto, aceptar la vulnerabilidad conlleva soltar aquellas ideas que hacen creer que uno posee el control y construcción de las cosas que se desean, para cambiarlo por la concepción de que el ser humano se va construyendo
Invita a descubrir posibilidades de sentido dando nueva vida a la esperanza
Logoterapia
Frankl menciona los valores de actitud que consisten en elegir libremente la actitud que ejercerá una persona ante una situación que no puede cambiar Viktor E. Frankl (1905-1997), fundador de la logoterapia
a lo largo de la vida. Caponnetto (2005), citado en Velásquez (2009), afirma que “la logoterapia se distingue, pues, de aquellas psicoterapias que sólo intentan capacitar al hombre para gozar y trabajar; ella, en cambio, intenta, sobre todo, capacitarlo para sufrir” (p. 95-96). Cuando los pacientes en psicoterapia logran aceptar y procesar el dolor que experimentan, su misma dolencia va dándoles el impulso para no caer más en la apatía y en la aflicción; se va convirtiendo en un motor que abre la posibilidad de encontrar un sentido a la experiencia y así poder redirigir su vulnerabilidad hacia la reconfiguración de sus creencias y hacia la reconstrucción de sí mismos.
¿Qué beneficios nos regala el sabernos y el ser vulnerables?
Encontrar un sentido nos aleja de preguntar a la vida: ¿Por qué me pasa esto a mí?, ¿por qué he de sentirme herido? Por el contrario, nos sitúa en la línea de responder a las preguntas que la vida nos plantea: ¿Qué demanda de mí esta situación?, ¿qué responsabilidad se me hace presente?, ¿qué necesito para estar mejor y dar lo mejor de mí a otros?, ¿hay alguien que pueda estar necesitando algo de mí?, etc. Así, podemos descubrir que la vida no nos adeuda placer, sino que nos ofrece un sentido.
Mostrarnos vulnerables es manifestar disposición y compromiso hacia el autoconocimiento y la autenticidad, lo cual requiere valor y madurez; es aceptar que no controlamos aquello que despertamos en quienes nos rodean; es reconocer la responsabilidad del propio sentir, actuar y pensar.
La vulnerabilidad:
• Es una fuerza que nos invita a reconocer el poder y el coraje que habita en cada uno de nosotros para mostrar quiénes somos realmente; por lo tanto, no tiene por objeto mostrar nuestras deficiencias o errores. • Implica que somos imperfectos; no nos lleva por el camino de la perfección, autoexigencia y éxito imperioso. • Funciona como señal de alerta, ya que posee una manera de llamar nuestra atención, nos hacen más sensibles y conscientes sobre lo que sucede en nuestro ser y en nuestro alrededor. La vulnerabilidad mueve a la vigilancia responsable. • Invita a la reflexión sobre las causas menos evidentes y más inconscientes del daño o de las heridas experimentadas y a estar más alertas de los juicios y decisiones que tomamos. Muchas veces una lección aprendida a través de una dificultad llega a convertirse en una de las lecciones más redituables, y el malestar y el dolor experimentado puede representar un parteaguas en la evolución. • Favorece la compasión. La autocompasión nos lleva a hacer de nosotros mismos nuestro mejor amigo y a acompañarnos en el dolor para después poder ser compasivos con los demás. • Promueve la vinculación, ya que al sentir y aceptar las sensaciones, emociones, y necesidades emocionales, nos conectamos y establecemos vínculos afectivos en pro de la construcción de una sociedad solidaria y empática. • Facilita la colaboración, debido a que nos ayuda a aceptar la necesidad que tenemos de los demás, de ser aceptados y comprendidos por otros. • Nos recuerda que no poseemos el control absoluto de las situaciones, ya que la vida fluye con nosotros y a pesar de nosotros.
Debido a que no queremos ser heridos ni expuestos, nos da miedo ser vulnerables. Nuestro miedo y nuestra desconexión determinan el grado en que nos protegemos de ser vulnerables. Creer que mostrar nuestra vulnerabilidad nos sitúa en una posición de debilidad, fragilidad y amenaza, comúnmente lleva a las personas a ocultar sus verdaderos sentimientos. Derivado de ideas que hacen creer que el control ejercido en el entorno evita la frustración, el
riesgo y la incertidumbre, se llega a negar la existencia de la vulnerabilidad, olvidando que la existencia humana es riesgo y aceptación del riesgo.
Conclusiones
La vulnerabilidad implica aceptar que somos susceptibles de ser lastimados, sentirnos inseguros, cometer errores, perder lo que amamos; reconocernos con debilidades y capacidades; sentir una variedad de emociones; sabernos sensibles y aceptar nuestras responsabilidades. Ser inmune al daño, a lo inevitable, al dolor, no forma parte de la experiencia humana; por lo tanto, la vulnerabilidad nos ubica, nos enseña las prioridades, da sentido y propósito a la vida. Uno puede elegir hasta dónde permitir que el daño o herida sea más grande que uno. Lo que nos humaniza es la libertad de elegir nuestra actitud para poder transformar el dolor emocional en crecimiento.
Algo maravilloso es cuando nos damos cuenta de que, cuanto más vulnerables nos mostramos, más sinceridad y empatía podemos recibir; el entorno también baja sus defensas y los miedos de unos y otros se reducen.
La vulnerabilidad es la única vía al interior, a edificar quiénes somos y a darnos cuenta de que aquellas que catalogamos como debilidades e imperfecciones o aquellos aspectos que pasaban desapercibidos pero que nos tenían a la defensiva con una apariencia de “ser fuertes”, no son tantos ni tan horribles; que tener fortaleza también incluye aceptar sentimientos de miedo, ansiedad, dolor, ya que al aceptarnos como seres humanos sensibles y totales, conectaremos con nosotros mismos y con la sensibilidad de los demás.
Referencias
BROWN, Brené (2016). El poder de ser vulnerable. Qué te atreverías a hacer si el miedo no te paralizara.
Ediciones Urano. https://clea.edu.mx/biblioteca/files/original/fd45b5869c49eb7c555fdfa11aaf9b26.pdf
FEITO, L. (2007). Vulnerabilidad. Anales del Sistema Sanitario de Navarra, 30, supl 3. https://scielo. isciii.es/scielo.php?pid=S1137-66272007000600002&script=sci_arttext&tlng=en
MÈLICH, Joan Carles (1994). La construcción del sentido del sufrimiento y la muerte. Antropología filosófica y filosofía de la educación en Viktor E. Frankl. Enrahonar, 22, pp. 93-103.
Real Academia Española (s. f.). Vulnerabilidad. Diccionario de la lengua española. https://dle.rae. es/vulnerable
VELÁSQUEZ, Luis Fernando (2009). Logoterapia con personas que experimentan dolor, sufrimiento y pérdida del sentido de vida. Revistas CES Psicología, 2(2), pp. 95-105. https://biblat.unam.mx/ hevila/Revistacespsicologia/2009/vol2/no2/7.pdf