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La comodidad de las fake news
¿Una mentira repetida se convierte en verdad? La respuesta es compleja y quizá más que «verdad», tendríamos que subrayar el «efecto de verdad» que conlleva tal premisa.
La “contaminación” de la idea, sin duda adquiere matices y aunque las consecuencias atañen al emisor, resultan aún más hondas para el receptor.
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Las noticias falsas o fake news son un fenómeno propio del relativismo que se vivió tras la Posmodernidad, en el ocaso formal del siglo xx ante el deshielo de la Perestroika y el Glasnost. Sin embargo, encuentran su origen con William Randolph Hearst (1863-1951), aquel periodista, editor, publicista, empresario, inversionista, político y magnate de los medios estadounidenses, quien forjó la «prensa amarilla». Él también inspiró a Orson Welles para crear a Charles Foster Kane, el protagonista de su emblemático filme Citizen Kane [El Ciudadano Kane] de 1941.
Manipulación mediática en un tipo de periodismo que presenta noticias con titulares llamativos, francamente escandalosos, hiperbólicos con el único fin de aumentar las ventas. Por lo general, dichas noticias no cuenten con evidencia alguna, o si la hay, es francamente escasa. Lo cierto es que la creación del relato no conlleva rigor en la investigación. Es efectista, artificiosa, morbosa, deslumbrante, y por ende fácilmente consumible... lo más importante, es replicable.
El color de aquellas notas estaba teñido de rojo. Una clara exageración de la sangre que salpica, más allá del muerto, al editor y por supuesto al lector. El término devino de The Yellow Kid o El Chico Amarillo, personaje principal de la tira cómica Hogan’s Alley. El pequeño portaba un camisón amarillo sobre el que se estampaban incisivas frases. El 17 de febrero de 1895 debutó el personaje dibujado por Richard Felton Outcault para el diario New York World de Joseph Pulitzer. Ante el furor de las ventas, el 16 de febrero de 1896, su competidor, el New York Journal de Randolph Hearst, también lo contrató. La «batalla periodística» de 1895 a 1898 haría más allá del niño amarillo, extrapolar las noticias más allá de la verdad, ahí donde al lector poco le importa la información y se rinde ante el espectáculo.
El problema con las fake news se encuentra en la capacidad que tienen para atraer grandes y variados públicos. Los temas polémicos, así como títulos llamativos y agresivos –completamente visuales–, suelen generar una respuesta emotiva inmediata, que engancha a ciertas personas incluso antes de leer los contenidos. Las noticias falsas no apelan al pensamiento crítico, sino que atacan directamente las respuestas primarias, por lo que podemos llegar a ser fácilmente influenciables. Es por ello que somos lo que vemos: una sociedad acrítica, ávida de entretenimiento.