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EL MODELO OSIRÍACO: REALEZA Y MISTERIOS
Para los antiguos egipcios, la institución faraónica, que aspira a gobernar a los seres humanos en rectitud y armonía con las leyes del universo, no es una actividad únicamente profana, política y económica. Su modelo no es un acontecimiento histórico como una guerra o una revolución, sino el primer faraón que asocia lo divino y lo humano durante la edad de oro, a saber, Osiris.
Osiris, el rey
Hijos de la diosa Cielo (Nut) y del dios Tierra (Geb), Osiris medía un codo (52 cm) en el momento de su nacimiento; dicho de otra manera: el estándar de toda construcción. Una vez adulto, alcanzará el tamaño de un gigante, 4,7 metros. «Maestro de la eternidad, rey de los dioses, el de los numerosos nombres, el de las formas sagradas, el de los ritos secretos en los templos». Osiris reina a la vez sobre el cielo, donde renace sin cesar, en la matriz estelar y sobre la tierra. Y este último punto es capital: el reino de Osiris, más precisamente, el de la pareja real que forma con Isis, debe ser de este mundo para que este último sea habitable y gobernable. Según la tradición de Abidos: «Aquel cuya función real se ha establecido, cuyo gobierno es sólido, jefe perfecto de la Enéada divina, amado de quien le ve, coloca en todas las comarcas el temor respetuoso que se experimenta bajo su mirada, para que pronuncien su nombre como el Primordial. Todos le hacen ofrendas, porque es el Maestro del que es necesario acordarse».