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Triaca | Educación y relación social temprana
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Educación y relación social temprana
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Dr. Raúl García Miranda M.V.Z. Luis Arturo García Domínguez M.V.Z. Beatriz Figueroa Andrade
Estaba Lana, la Border Collie, debajo del árbol, pero no de cualquier fronda sino de su árbol preferido para estar a la sombra, sobre todo ahora que hace mucho calor. Observaba de lejos cómo los niños Raulito y Anita (anfitriones de una reunión infantil), se esmeraban en su preparación para meterse en una alberca y así combatir el calor, además de jugar con otras niñas y niños. En eso estaban cuando llegó la mamá de Anita y Raulito, quien comentó en voz alta a los humanos adultos, que eran mamás y papás de los niños invitados: «Parece que por fin regresaremos a las clases presenciales en la escuela de mis hijos». Los niños anfitriones y los invitados están en kínder y una mamá de ellos comentó: «Lo bueno es que todas estas niñas y estos niños (que eran como 12 en total) por estar chiquitos son de los niños menos afectados» .
Por fin todas las niñas y los niños se pusieron su traje de baño y los adultos estaban ahí para cuidarlos, así es que se metieron al agua para mitigar el calor y jugar entre ellos.
La Border Collie, Lana, se retiró de la sombra donde estaba y se acercó al sitio que ocupaban los humanos, tanto adultos como infantes. El interés de la perra era seguir escuchando la conversación de los humanos. Ella desde luego no iba a participar, por lo que se dijo a sí misma: «Si hablo, seguro se van a espantar» Así que, en silencio total siguió escuchando.
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El gran tema de los humanos adultos era que en algunas escuelas de ciertos lugares habían regresado a clases presenciales, y que en otras escuelas de distintos sitios aún no lo hacían. Lana -la perra-, escuchaba y observaba. Desde luego que había controversia en las opiniones de los adultos, unos opinaban de un modo y otros de diversa manera. Sin embargo, parecía que en lo que sí estaban de acuerdo era en que, afortunadamente las niñas y los niños que se encontraban ahí estaban pequeños, que por su edad aún pertenecían al kínder y, por lo tanto, serían de los menos afectados por el confinamiento que impidió se asistiera a la escuela por tanto tiempo. La reunión se terminó, los niños invitados se fueron con los adultos y quedaron solos Raulito y Ana, que habían sido los anfitriones, con su mamá.
Lana, la perra, pensaba… «¡Es que sí necesito hablar con esta mamá! pero ¿y si se asusta cuando le hable? Mejor no le digo nada, pero sí quiero hablarle…» En esa incertidumbre estaba Lana, cuando llegaron sus dos mejores amigas: Samanta -una perrita criolla- y Lola, la Malinois. Traían la fiesta en grande, brinca y brinca, carrera y carrera, ladrido y ladrido, juega y juega. Lola la Malinois, que es la más relajienta, al ver que Lana no se les unía, se acercó a ella y le preguntó: «¿Qué te pasa?, ¿por qué no te unes al juego Lana?», para poder seguir en sus pensamientos, le dijo: «¡Claro!, en un rato voy» . La tarde pasó, Raulito y Anita se fueron a descansar con su mamá; por su parte, Lola y Samanta se cansaron y se echaron por ahí en el pasto, pero Lana seguía mentalmente muy inquieta.
Caía la noche hasta que finalmente Raúl apareció, se acercó a las perras para darles de cenar. Antes las acarició y las saludo de una en una: «Hola Samanta, buenas noches, vente a cenar chiquita, ya es hora». Saludó también a Lola y, desde luego, al travieso de Vivo, el Malinois macho que si de comer se trata aparece de inmediato. Les sirvió de cenar, las perras y el perro respetan el plato de cada quien, pero el plato de Lana no tenía comensal. Lana no estaba. Raúl, le gritó en voz alta: «¡Lana ven! Es hora de cenar, tu plato está servido». Apareció Lana a paso lento, sin la prisa normal por cenar y en lugar de ir a donde estaba el plato, se echó en un rincón para ver comer a los demás.
Esta actitud de Lana desde luego que fue extraña para Raúl, así es que se acercó, la acarició del cuello y le preguntó: «¿Qué te pasa Lana?», ésta tomó aire para hablar y dijo: «Cuando llegué a esta casa con mi nueva familia tú me recibiste, me cargaste y acariciaste. Me diste agua y alimento. Los siguientes días me llevaste contigo a todos lados. Así por semanas, hasta que poco a poco me soltaste de estar contigo. Cuando te pregunté por qué lo hacías tu respuesta fue: “la educación temprana y la convivencia temprana entre un humano y un perro forman lazos fuertísimos de amistad y compromiso. Desde luego que se pueden formar lazos de amistad en la edad adulta, sin embargo, cuando el cachorro es pequeño y se relaciona fuertemente con el humano, se vuelven excelentes amigos. La educación y la relación temprana traen muchos beneficios para ambos, al humano y al perro. También me dijiste que en nuestra relación futura no bastaría sólo con recordar, que la memoria es muy importante, recordar esto y lo otro, pero que no es suficiente, que en nuestra relación debíamos también comprender, que la memoria no es suficiente para el desarrollo integral psicológico y social, también se necesita comprender. Porque cuando comprendes puedes hacer análisis, síntesis y juicios de las cosas. La sola memoria no te alcanza para responder preguntas existenciales, sólo te alcanza para recordar: ¿dónde?, ¿cuándo? y ¿quién? Sin embargo, cuando comprendes puedes contestar preguntas más complicadas como: ¿por qué?, ¿cuáles son la causa y el efecto?, ¿tiene explicación?, etc. Además, me explicaste que un análisis es hacer partes un todo para explicarlo y entenderlo mejor, que una síntesis en hacer un resumen de los más importante de algo y que los juicios son la toma de decisiones sobre algo. Y me insististe que la única manera de pasar por la complejidad de pensamiento, de memoria, comprensión, análisis, síntesis y juicio, era tener una educación y una relación temprana entre tú y yo”» .
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«¡Caramba! -le dije-, me sorprendes, claro que es cierto lo que me dices y es cierto como funciona. Esa relación de amistad que tenemos y que se manifiesta en tu afinidad por mí y en mi afinidad por ti, fue producto de la educación y la relación temprana que tuvimos. No sólo en el tiempo, es decir, no sólo temprana en tu vida de cachorra, también en lo intenso, por eso nuestra relación también era el mayor tiempo posible. De ahí salió la relación que hoy tenemos y no dependemos de la memoria, de sólo acordarnos de algo, somos capaces de comprender o entender. Tu sola actitud de desinterés por la comida, me hizo pasar por un análisis rápido, una síntesis y llegar a una decisión o juicio; quiero hablar con ella porque algo no está bien». Lana, la perra, tenía clavados los ojos en mí, así es que aproveche para preguntarle: «¿Qué te pasa?, ¿qué tienes?» La perra contestó: «Lo que pasa es que no entiendo bien a los humanos, tal vez porque no soy humano y no pienso como ellos» . «Si me explicas, -le dije-, te doy mi opinión, ¿de qué se trata?» .
La perra se relajó y empezó a hablar: «Yo creí que para todos los seres eran importantes una educación y la relación temprana. Sin embargo, el día de hoy tus nietos tuvieron una reunión con otros niños amistades de ellos. Las mamás y los papás de estos niños comentaban que en algunos lugares y las respectivas escuelas ya volvieron a las clases presenciales, pero que en otros lugares y escuelas aún no se ha vuelto a las clases presenciales. Desde luego que la plática era entre ellos, entre humanos y había opiniones contrarias entre unos y otros, sin embargo, había un acuerdo de todos; las niñas y los niños que se encontraban ahí, no serían afectados de manera importante con la suspensión de clases presenciales porque aún son pequeños y acuden al kínder» .
La perra hizo una pausa y continuó: «¿Qué, qué?, ¿que no les va a afectar porque están pequeños?, ¿no es al revés? ¡Al no tener una educación y relación social temprana van a ser los más afectados! Pensé y pensaba ah qué mamás y qué papás ¿qué, no se dan cuenta? Sin embargo, después de oír que había muchas opiniones sobre el hecho de volver o no a las clases presenciales, pero había un acuerdo común de que a estos cachorros humanos no les afectaría por pequeños, me dije a mí misma: Lana, esta es una prueba contundente de que los humanos y los perros somos diferentes. Al perro cachorro le afecta de manera negativa no tener una educación y relación social temprana y al cachorro humano esto no le afecta» .
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Además, continuó Lana: «Cuando la discusión entre humanos estaba en un punto de muchos desacuerdos, una mamá interrumpió y dijo: “Silencio por favor, todos callados, porque voy a poner música de fondo y no quiero perderme nada, sólo pongo la música y le seguimos”. La mamá puso música y siguieron discutiendo, con amabilidad, pero discutiendo. En eso de la música, un señor, no me preguntes quién era porque no sé, empezó a cantar una melodía donde preguntaba: ¿Quién me ha robado el mes de abril? Cuando escuché ¿Quién me ha robado el mes de abril? Me paré como impulsada por un resorte y ladré lo más fuerte que pude varias veces, diciéndoles con claridad: ¡Escuchen! A estos niños que ustedes dicen que no les afectará el no haber ido a la escuela por más de un año, no sólo les han robado el mes de abril, sino meses y más meses. Lo único que saqué fue un regaño: ¡Lana cállate! No entiendo por qué a los cachorros humanos no les afecta perder la educación y la relación social temprana y a los cachorros caninos sí» .
Lana, se calló. Suavemente empecé a hablar yo. «Lana, Lana… claro que a los cachorros humanos también les afecta no tener educación y relación social temprana. Hay una generación de niñas y niños que con el transcurrir de los años nos enseñarán qué perdieron y qué ganaron durante la ausencia de educación y relación social. Hoy es difícil predecirlo, ciertamente hay muchas, tal vez muchísimas opiniones, pero el tiempo pone todo en su lugar. Esa educación y relación temprana entre el humano y el perro, que son la base de un funcionamiento armónico y eficiente como mancuerna en el futuro, también sucede en los humanos. Por ahora vete a cenar y mañana platicamos otra vez con más calma» .
Me sorprende, estimados lectores, damas y caballeros, cómo los perros entienden muy bien de razón y pasión. Son capaces de utilizar su inteligencia emocional frecuentemente, sin embargo, su inteligencia racional nos hace pensar con frecuencia lo que nos dicen.
Organización Canófila TRIACA León, Gto. drraulgarciamiranda@outlook.com triacavet