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DOMINGO 19 de noviembre de 2017

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CRUZANDO CULTURA

Cortesía

LOS FOLKORISTAS Y EL ESTILO SIEMPRE VIGENTE DE LA MÚSICA POPULAR LATINOAMERICANA Por Marcela Danemann* Al cuarto año de haber aterrizado en México tuve mi primer encuentro con Los Folkloristas. Era octubre, y el Jardín Español de la ex Hacienda San Gabriel de Barrera, -en Guanajuato- ya olía al Festival Internacional Cervantino. Recuerdo que un un extremo del escenario, sobre una mesa enfundada en tela negra, más de 70 instrumentos y accesorios se ubicaban en un lugar específico, esperando cobrar vida. Siempre supuse que los músicos integrantes de este legendario grupo folclórico tenían entre sí un pacto de hermandad. Si, esa hermandad que comienza por mantener esos instrumentos en perfecto orden antes y después de cada tema que interpretan. En esa tarde dominguera desfilaron quenas, flautas, congas, cencerros, guitarras de todo tipo, bombos, tamboras, saxos, marimbas, un arpa y decenas de instrumentos que Los Folkloristas adquieren en sus numerosos viajes, por lo que cada uno cuenta con su propia historia. Sonrientes y con ganas de dar lo mejor, ese día ofrecieron más de una docena de obras pertenecientes al cancionero folkórico de México, Bolivia, Venezuela, Chile, Colombia, Argentina y República Dominicana. Ya desde los primeros acordes me transportaron a un viaje imaginario desde donde asomaba un Carnaval boliviano, originario de un diminuto y casi olvidado pueblo enclavado en la geografía andina. “El amor es muy bonito y el tiempo todo lo borra” versaba un son huasteco tradicional denominado “El Fandanguito”, en donde se destacaron los falsetes acompañados de las

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Suplemento Cultural de Periódico

Dirección General Ignacio Solorio Arroyo Gerente Administrativo Alfredo Tapia Burgoin Director Editorial Enhoc Santoyo Cid cuerdas del violín. Y una vez más reafirmé mi convicción acerca de lo fantástico que resulta ver espectáculos escénicos en vivo. Justamente una particularidad en los conciertos de este prestigioso grupo, es el tiempo que dedican entre canción y canción a las explicaciones sobre cómo llegaron las partituras a sus manos, de qué forma fusionaron uno y otro ritmo y también es habitual que compartan alguna anécdota graciosa o interesante de sus innumerables viajes. Además, puedes tener la suerte de recibir las traducciones de todos los vocablos en lenguas nativas incorporados en las canciones, para su mejor comprensión.

El folclore está vigente

Los Folkoristas son mucho más que intérpretes y saben sobre su labor docente y lo enriquecedor que resulta para el público su espontáneo modo de plasmar los resultados de la investigación que precede a la preparación de cada obra. Dentro de su repertorio, la canción argentina “Los Vien-

“Los Folkoristas son mucho más que intérpretes y saben sobre su labor docente y lo enriquecedor que resulta para el público su espontáneo modo de plasmar los resultados de la investigación que precede a la preparación de cada obra”. *Promotora, gestora cultural y redactora independiente para medios gráficos y digitales. marceladanemann@yahoo.com

tos del Alma” ofrece la oportunidad de mencionar a la Madre Tierra, personificada en la “Pachamama” y venerada en la región andina como la guardiana que nos recuerda día a día cuáles son nuestros orígenes y de dónde proviene nuestra fuerza como raza. También recuerdo otra interpretación

solamente instrumental, el “Son de los Negritos”, un son guerrerense tradicional que forma parte de la cadena de “Sones del Pez Espada” y que recrea la música indígena, eternamente presente. ¿Su mayor desafío? Yo creo que el de perdurar. Por las filas del grupo han pasado 49 músicos, algunos que ya dejaron este mundo y actualmente sus siete integrantes están celebrando 51 años de trayectoria del conjunto (su 50 aniversario lo festejaron en el Palacio de Bellas Artes) y siguen anunciando presentaciones en las salas y festivales más importantes del territorio nacional. Últimamente, con el auge que vemos a diario, ese que enaltecer productos artísticos de rancio nivel y con la impaciencia de quienes quieren convertirse en famosos en seis minutos y quince pasos como pregonan muchos sitios web, se hace más notable la permanencia de grupos tan puristas como Los Folkloristas. El folclore está vigente, decía. Sólo hay que estar cerca de quienes saben transmitirlo.

Directora comercial Oralia Tinoco González Coordinadora de publicidad Luz Mar Bárcenas Editora Estefania Ibañez Coordinadora Diseño Ana Salgado de Anda Diseño Pablo Villavicencio Críticos / Colaboradores Hugo García Michel, Minerva Muñoz, Gerardo Sánchez, Isaac Rosas, Sofía González, Liz Durand, Álvaro Díaz, colaboradores de la UNAM, José de la Rocha, Marco Moreno Corral, Oscar Gómez, Jesús López Gorosave, Marcela Danemann y Leslie Mejía. Correo electrónico palabra@elvigia.net Teléfonos para publicidad 120.55.55, ext. 1030 publicidad@elvigia.net Ensenada, B.C. México.





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Los ruidos de la noche Esteban no quería dormirse. Por más que su papá le había contado cuentos, por más que su mamá le había preparado su leche, lo habían regañado, su hermano incluso intentó dormirlo meciéndolo y haciéndole ‘‘shhh shhh shhh’’, Esteban no se quería dormir. - Duérmete tico, duérmete Estebo, si duermes podrás crecer, ser un niño grande el día de mañana. Si no duermes te quedarás así, de pequeñito. Cansado ya, su hermano se acostó en su hamaca suspirando: Ahh, si no te duermes, vendrá el mago de los sueños a hacerte maldad. Pero nada podían hacer para que Esteban se pudiera dormir. - Cuéntame otro cuento... había dicho, acomodándose entre los brazos de su papá; Papi, cuéntame otro cuento, pero su padre ya estaba roncando. El trabajo en la oficina de todo el día lo tenía cansado. Mamá, mami, cuéntame otro cuento, pero su madre, con los ojos cerraditos, igual dormía ya. Mano, mano, y se cruzó a la hamaca de su hermano, y éste moviéndose entre sueños le dio una patada tirándolo; Esteban se miró en el suelo de la habitación, con su familia, toda, profundamente dormida. Río apenas de su osadía, cuando unos ruidos en la cocina le llamaron la atención. Abrió bien grandes los ojos, estiró las orejas intentando percatarse de dónde venía el ruido, qué sería, pero su mente de tres añitos no podía representarle alguna idea clara, el ruido crecía. Mami, mami, hay algo en la cocina, pero su mami roncaba con ternura. En eso escuchó que llamaran a la puerta. Alguien o algo daba golpecitos en la puerta, Esteban corrió a los brazos de su padre e intentó despertarlo, Papá, papá, hay alguien en la puerta, y su padre roncaba con soltura, mientas Estaban escuchaba: ¡Abre la puerta!, ¡Se que estás ahí niño, ábre ya esta puerta! Y los golpes se hicieron muy fuertes; pareciera que quisieran tirarla a golpes... los ruidos en la cocina aumentaron, un perro aullaba en algún patio, escuchó a unos gatos pelear y mau-

llar, y el espanto iba aumentando en su cabecita. Se metió de nuevo en la hamaca de su hermano, pero éste lo empujó sin abrir los ojos con un... Esteban, dicho con hartazgo. Los golpes en la puerta continuaban, y Esteban se fue hundiendo en el fondo de un rincón, detrás del cuerpo de su madre. Quería cerrar los ojos, pero no lo conseguía, las voces gritaban que abriera, los ruidos en los patios, dentro de la casa, las sombras que se movían a su alrededor, y su familia durmiendo sin poderse despertar. Fue cuando lo vio... era delgado y alto, luminoso, sostenía en la cabeza algo parecido a un sombrero o una calabaza, ¿No tienes sueño?, le preguntó a Esteban. ¿Que si no tienes sueño, niño?, ja... ¿qué miras?, ¿tus padres, tu hermano? Ellos no podrán ayudarte, están bien dormidos. ¿Tú eres el que no ha querido dormise, no? Seguro que eres un niño muy valiente. ¿Eres valiente? Esteban quería meterse bajo las sábanas, pero la figura luminosa le jalaba las sábanas, le cerraba el paso para evitar que se bajara de la cama. Si eres tan valiente para no dormirte, no sé por qué le tienes miedo a los ruidos de la noche. La figura comenzó a dar vueltas sobre la cabeza de Esteban. Los adultos, los papás, no le tienen miedo a la noche, pero nunca había visto a un niño que no quisiera dormirse como tú. Por eso he dormido a tu familia. Ahora tú estarás despierto cuidándoles el sueño, mientras ellos descansan y sueñan tranquilitos, mientras tú te enfrentas a los ruidos, a las sombras, a mi. ¿O tienes miedo? Sí, alcanzó a decir Esteban, y la figura tocándole la frente explotó en miles de luces multicolores. Cuando volvió la oscuridad, Esteban estaba dormidito en los brazos de su papi. Mientras su madre abrigaba a su hermano en la otra hamaca. Ya está dormido, dijo el padre sonriente. Al fin, suspiró mamá, cada vez es más difícil dormir a este chamaquillo, y ambos padres, abrazados salieron de la habitación. *Poeta y escritor.

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Por Adán Echeverría*

Por Lesli Mejía* Una de las primeras cosas que aprendes al estudiar literatura es a separar a un texto de su autor. Es muy fácil hacer un análisis basado en lo que creemos que quiso decir o hacer el autor del texto, pero un análisis literario jamás puede limitarse a eso. Al analizar Hamlet, por ejemplo, no debemos enfocarnos en si Shakespeare quería decir esto o aquello; más bien, debemos interpretar un texto por sí mismo, independientemente de su autor y de las supuestas intenciones u opiniones de éste. En otras palabras, el texto importa por sí mismo, y la vida y personalidad de su autor, aunque en ocasiones y con mucho cuidado se pueden tomar en cuenta, no deben ser de extrema relevancia. La cuestión de qué es un autor surgió en los setentas con los post-estructuralistas franceses, entre los cuales destacan Roland Barthes y Michel Foucault. En el ensayo “La muerte del autor”, Barthes argumenta que interpretar un texto según la identidad de su autor es limitar el potencial del texto. Éste contiene varias capas de significados que no pueden ser explicados simplemente a partir del contexto histórico, las

“La cuestión de qué es un autor surgió en los setentas con los post-estructuralistas franceses, entre los cuales destacan Roland Barthes y Michel Foucault. En el ensayo “La muerte del autor”, Barthes argumenta que interpretar un texto según la identidad de su autor es limitar el potencial del texto”. *Estudiante de Literatura Inglesa en la UNAM y escritora.

características biográficas o las preferencias personales del autor, pues un texto no es resultado de una experiencia individual, sino de toda una cultura. Asimismo, la interpretación del texto es sólo del lector e independiente de la intención de su autor, la cual es imposible de saber. De esta manera, Barthes le quita la autoridad al autor, cuya labor es crear, no explicar, y quien se crea a sí mismo a la vez que crea su texto.

Interpretar a través de textos

En la conferencia “¿Qué es un autor?”, Foucault responde a Barthes e indica que la escritura ya no se trata de expresar, sino de representar y de crear un espacio donde toda subjetividad desaparece. Para él, un autor es un constructo ideológico que no puede trascender el texto, a excepción de figuras como Marx y Freud. Así, erradica la mistificación de la figura del autor e invita a reducir

su importancia, de manera que los lectores no se pregunten “¿quién escribió el texto y para qué?” sino “¿qué hace el texto y para quién?”. No obstante, en algunos casos el autor sí importa. Tomar en cuenta cuestiones de género, raza, religión, etcétera, puede ayudar a detectar la subversión en un texto. Por ejemplo, descubrir que fue una esclava africana quien escribió Hamlet y no un hombre inglés puede sugerir una sátira de la idiosincrasia colonialista y patriarcal isabelina. Entender todo esto y lograr interpretar textos de esta manera no es tarea fácil. Aún así, es indudable que el texto no refleja únicamente las creencias u opiniones de su autor, debido a que el autor no es una persona nada más, sino una perspectiva nacida a partir de aspectos políticos, económicos y sociales específicos de una sociedad.


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Poema

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No estuve el día de tu nacimiento, Héctor Miguel, es cierto, porque los calendarios no fueron coincidentes, pero cuando llegué, estaba ya presente tu sonrisa haciendo coro con la algarabía de Martha y Jorge en el ambiente.

¿Quién eras tú, el hermano que partía? ¿Quiénes éramos los que quedábamos a renombrar los signos de la vida? Aquello era un juego de azar y circunstancia donde nadie sabía lo que ganaba o sin saber perdía.

La madre fue motor y faro guía que nos condujo a esperar la luz radiante del Sol desde la madrugada, cada día, e inaugurar el tiempo de las estaciones y el asombro.

Ninguno podíamos precisar la vida, ni adivinar el porvenir, aún sin nombre. Teníamos que aprender a hacer verdad las enseñanzas, a ponerle nombre y color y número a cada minuto de la vida y el sello infalible era la búsqueda ilimitada de la plenitud y ser felices.

No había lugar para el desánimo ni el tedio, todo era refulgente en el espacio cotidiano hasta que el Sol menguaba para ofrecer merienda por la tarde y un juego de mesa para ocultar desesperanzas.

Muchos caminos recorriste. Muchos otros también los recorrimos juntos, pero seguiste en tu eterno propósito de hacer la vida a tu manera como algo que se disfruta y saborea en un afán interminable de irradiar la esencia que se vive, sin límites ni tasas.

No supe mucho de ti en tu adolescencia, reconozco, porque el esquema de edad es implacable pero alcanzaba a descubrirte por tu voz y tus andanzas en ese espacio pueblino de la pequeña ciudad adormecida.

Hiciste del amor un acto irrenunciable. Llegaron los hijos y los nietos; se adicionaron a los hermanos y amigos entrañables. La familia es algo que no se diseña, pero se construye a paso firme y se torna la esencia de la vida que se comparte y transmite a cada paso.

Nunca la historia se repite; la vamos construyendo con el afán de descubrir el mundo y conquistarlo. Tantos minutos compartidos adicionaron color y esencia a nuestros días siempre gustosamente aderezados por nuestra madre inolvidable.

La vida es harto impredecible. Entre tantos caminos recorridos uno va descubriendo lo esencial de la existencia. Hiciste realidad tus sueños y Elvira llegó para construirlos juntos en medio del cotidiano asombro que nos signa.

Tus compañeros de escuela, los leales y eternos amigos de la vida fueron testigos de múltiples momentos de gozo inenarrable y yo veía a distancia tu tiempo de colores mientras la vida seguía su curso indomeñable.

Una vez más, brindemos por la vida. Descorchemos el vino; decantemos los caldos más preciados. Sirvamos una copa y brindemos, como siempre, por todo lo excelso de la vida, que nos fue dado o que construimos.

Y un día partiste, dejaste la ciudad, dejaste atrás el tiempo adolescente. Cada quien puede darle su nombre preciso a cada cosa pero sin duda que de cada aventura hubo un episodio luminoso donde quedó impregnado el tono de tu voz vivaz y apasionada.

Levanta tu copa, hermano, invitemos a todos a seguirnos, a seguir en la vida con el mismo afán de no dejar que arribe el tedio e inaugurar, cada momento, un nuevo tiempo donde la plenitud renueve los encantos.

Con tus amigos; los amigos de siempre, los leales, construiste una historia común que es santo y seña de sus días. Con ellos supiste precisar la dimensión exacta de afectos y amistades y pudiste brindar a tiempo y con cordura por ese espacio invaluable compartido.

Con los grandes afectos, familiares, amigos y cercanos celebremos que hayamos coincidido. Sigamos haciendo fiesta cada instante, porque fuimos y somos, porque estaremos siempre, todos, en torno a una mesa mientras no dejemos que nadie quede fuera del recuerdo imborrable y la memoria.

¿Qué te dijo tu madre, nuestra madre, en la partida, cuando subiste al ómnibus sin nombre para irte a otros espacios, cuando sentía la pérdida innombrable del primogénito querido que abría sus alas para afirmar la norma de la vida?

Coyoacán, 31 de octubre de 2017.

¿Quién eras tú, el hermano que partía? ¿Quiénes éramos los que quedábamos a renombrar los signos de la vida? Aquello era un juego de azar y circunstancia donde nadie sabía lo que ganaba o sin saber perdía”. *Poeta.

Cortesía

rarizmendir@gmail.com



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