Cortesía
DOMINGO 8 de abril de 2018 / Núm. 360
DOMINGO 8 de abril de 2018
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2 mil100 días
Por Karla Bañales*
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Palabra Suplemento Cultural de Periódico
Dirección General Ignacio Solorio Arroyo Gerente Administrativo Alfredo Tapia Burgoin Director Editorial Enhoc Santoyo Cid
*Integrante de Valise Blu y docente de Música.
Directora comercial Oralia Tinoco González Coordinadora de publicidad Luz Mar Bárcenas Editora Estefania Ibañez Coordinadora Diseño Ana Salgado de Anda
sía rte Co
or alguna extraña razón siempre he esperado la llegada de la primavera. Me es tan significativo que cada año que aparece me llena de vida, lo he tomado como un renacer justo y necesario. Estoy segura que no soy la única que lo piensa así. Más de uno lo considera un evento digno de mencionar, tan sólo por esa interesante y latente emoción interna de que algo está por suceder que parece ser colectiva, global. Definitivamente es porque somos parte de un todo, estamos siendo movidos por un gran giro. Es natural sentirnos así. El llamado cambio de estación no sólo se refiere al calor, la lluvia, el viento o el frío sino en otros sentidos más profundos también, algo inexplicable pero que todo el tiempo nos viene bien y nos hace bien, nos transporta a nuevos lugares de maneras inimaginables. Es todo un viaje. Pero de algo estoy totalmente segura, creo que nunca me había fascinado tanto como ahora. Ha llegado la primavera del 2018 y me ha encontrado expectante, pensativa y en cierta forma fascinada por los cambios internos que se han creado. Me sorprende lo que la suma de temporadas al pasar es capaz de generar, lo que me lleva a decir con claridad que hoy surge una nueva voz como resultado de un pequeño pero gran microclima interior que se ha formado desde el día que decidí escribir. Cuando pienso en ello, comienzo a recordar.
Adiós al invierno
“Adiós Invierno” es el título de la primera canción que compuse para presentar y compartirle al mundo mi proyecto musical Valise Blu, el 21 de marzo. Han pasado 2 mil 100 días ya desde que el viaje inició para contar historias a través de las canciones: un medio para componer melodías que acompañen nuestra vida cotidiana y ayudan a recordar de alguna manera que nuestra existencia es valiosa por el simple hecho de respirar. Gracias a ese periodo de transformación he podido entender tantas cosas, he descifrado algunas emociones y otras tantas que aún no, pero en el proceso he sido capaz de enviar las preguntas al aire sin temor, pues esa es la parte mas humana del ser creativo y me siento agradecida por esa oportunidad. Cada vez que leo y canto la frase “Miro a la vida a los ojos, se escucha su risa poco a poco” se llena mi corazón de tantos sentimientos y siempre traerá a mi mente los días tanto grises como soleados porque de eso se tratan los cambios de temporada, de abrazar cada uno de ellos, porque la naturaleza es tan sabia que tiene la certeza de que después de un tiempo, las “Miles de hojas se irán llenando de flores que el viento trajo...” y así, todos nos percatemos que ha llegado el momento para decir en coro, “...y el invierno ya va diciendo adiós”. Las melodías siempre se resignifican. Sólo hay que esperar.
Alex Espinosa yCortesía
Miles de hojas y
Diseño Arturo Corpus Morales Críticos / Colaboradores Hugo García Michel, Minerva Muñoz, Rolando Ísita Tornell, Marco Moreno Corral, Miguel Núñez, José Carrillo, Isaac Rosas, Sofía González, Liz Durand, Álvaro Díaz, Gerardo Sánchez, colaboradores de la UNAM, Adán Echeverría, Rodrigo Cardoza, José de la Rocha y Leslie Mejía. Correo electrónico palabra@elvigia.net Teléfonos para publicidad 120.55.55, ext. 1030 publicidad@elvigia.net Ensenada, B.C. México.
“...y el invierno ya va diciendo adiós”.
“Las melodías siempre se resignifican. Sólo hay que esperar”.
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Gigantes cósmicos Por Marco Arturo Moreno Corral*
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uando se observa el firmamento en una noche tranquila y oscura, nos invade una sensación de gozo y en ese estado, disfrutamos uno de los grandes espectáculos de la naturaleza, que como siempre le ha sucedido a la humanidad, seguramente nos hará reflexionar sobre los astros y acerca de esa enorme banda blanquecina con franjas oscuras entrecruzadas, que cubre parte importante de la bóveda celeste. Por su aspecto, los antiguos griegos la llamaron galaxia, cuya raíz es la palabra galactos, que en su idioma significa leche, pues en efecto, tiene el aspecto de un chorro de este líquido que hubiera sido embarrado sobre el fondo oscuro del cielo. Los romanos por su parte se refirieron a ella como la Vía Láctea, que significa el camino de leche. Con ese nombre ha sido conocida por la cultura occidental y es por ello que ahora seguimos llamándola así. Mientras no existió el telescopio, realmente nada supimos de esa gigantesca estructura cósmica, por lo que los humanos tratamos de explicar su existencia a través de variados mitos, generados por los diversos grupos humanos distribuidos por todo el planeta. Las cosas cambiaron cuando en 1609 Galileo Galilei usó un telescopio para observarla, dándose cuenta que en realidad estaba formada por miles de estrellas que no podían percibirse individualmente, por tener cada una de ellas un brillo menor al que nuestros ojos son capaces de registrar, pero su luz sumada sí la podemos ver con un tenue aspecto blanquecino. A partir de ese descubrimiento supimos que la galaxia o Vía Láctea se formó por una enormidad de estrellas, por lo que desde entonces, fue el objeto cósmico más grande conocido, motivando a los astrónomos y filósofos a encontrar las causas de su existencia.
Descubrimientos a través del tiempo
Al finalizar el siglo XVII, Isaac Newton encontró la fuerza que gobierna el movimiento de los astros, manteniéndolos con la distribución que observamos. Esa fuerza quedó expresada a través de la Ley de la Gravitación Universal y su aplicación permitió entender cómo y porqué los planetas orbitaban en torno al Sol. En 1755 el filósofo Emmanuel Kant aplicando esa ley teorizó sobre la formación de universos islas, gigantescos sistemas estelares que
son mantenidos estables y unidos por la fuerza gravitacional generada por las masas de las estrellas que los constituyen. Esta idea teórica tenía como sustrato la existencia de objetos cósmicos que podrían ser como la Vía Láctea. Desde al menos el siglo IX existen reportes de una “nube pequeña en la constelación de Andrómeda”, que en 1612 fue observada telescópicamente por Simón Maurius. Al finalizar el siglo XVIII William Herschel determinó que su región central, tenía un brillo rojizo algo diferente del resto de ella. En 1864 William Huggins mostró que la luz proveniente de ese objeto tenía las mismas características que la de las estrellas y estudios posteriores han mostrado que en efecto, está formado principalmente por ellas y tiene una distribución y estructura muy similar a la de la Vía Láctea, razón por la que ahora la conocemos como la galaxia de Andrómeda. Ya durante el siglo XX se pudieron fotografiar adecuadamente ésta y otras galaxias que se fueron descubriendo, mostrando que la idea filosófica de Kant no era solamente una conjetura, sino que en efecto en la naturaleza existían gigantescos sistemas cósmicos formados por millones de estrellas. Los astrónomos y los astrofísicos han encontrado que las galaxias se pueden clasificar por su forma en elípticas, espirales e irregulares y por sus dimensiones pueden ser galaxias enanas y gigantes, aunque en todos los casos están formadas por miles o millones de estrellas, que se mantienen ligadas por la enorme masa de la galaxia misma.
Miles de galaxias
En todas las direcciones que se observa es posible encontrar galaxias. Actualmente se estima que en el universo visible –aquella inmensa región que pueden registrar nuestros telescopios más avanzados- existen unos dos millones de millones de galaxias y seguramente al aumentar nuestra capacidad de ob-
servación, crecerá el número registrado. Es una cantidad tan grande, que para ponerla en perspectiva adecuada, podríamos pensar en dividirlo entre el total te de seres humanos que actualmenpoblamos la Tierra y el resultado sería que a cada uno de nosotros nos tocarían cerca de tres mil galaxias. Para confirmar el número tan grande de galaxias que existen, debe saberse que el Telescopio Espacial Hubble que orbita nuestro planeta, fue dirigido a una región del firmamento aparentemente libre de galaxias y después de doce días de observación continua, registró diez mil galaxias, de tamaños, formas y colores diversos que no eran conocidas. Además de abundantes, estos sistemas son gigantescos. Para tener una idea de sus dimensiones, tomemos los parámetros que identifican a la Vía Láctea, que bien se puede considerar como una galaxia espiral promedio. Los estudios estadísticos de la distribución estelar en ella, han mostrado que contiene del orden de doscientos mil millones de estrellas, entre las que hay más grandes que el Sol, pero también más pequeñas que él, por lo que se ha estimado que la masa visible total de nuestra galaxia, es de dos mil millones de masas solares. El diámetro que tiene es de cien mil años luz, que significa que una señal luminosa electromagnética, que según las leyes de la física se desplaza en el vacío interestelar a 300 mil kilómetros por segundo, tardaría 100 mil años
en cruzar nuestra galaxia. Su ancho se estima en unos 10 mil años luz, Este gigantesco conglomerado de estrellas, polvo, gas y radiación está girando en torno al llamado centro galáctico, localizado en la parte más densa de la galaxia y tarda más de doscientos millones de años dar una vuelta completa. ¡Así de grandes son sus dimensiones! Gracias a ingeniosos métodos, los astrónomos han podido determinar las distancias que nos separan de otras galaxias, encontrado que son verdaderamente enormes. Por ejemplo, las Nubes de Magallanes que son dos galaxias irregulares visibles desde el hemisferio sur, que orbitan en torno a la nuestra, se sitúan a 150 mil y 200 mil años luz de la Vía Láctea, mientras que la de Andrómeda, que todavía es una de las cercanas a la nuestra, ya está a 2 millones de años luz. Al adentrarse más en la inmensidad del universo van surgiendo más y más de estos gigantes cósmicos. La enorme fuerza gravitacional que ejercen a consecuencia de las masas que contienen, propicia que se formen grupos de galaxias, algunos como el Grupo Local del cual la nuestra forma parte, constituidos por unos cincuenta miembros, pero otros llegan a tener cientos o miles, como el de Hércules formado por unas 1000 galaxias y a una distancia de 500 años luz, o el de Virgo localizado más cerca, pues se halla s solamente 70 millones de años luz, pero que contiene unas mil 300 galaxias, esto por dar un ejemplo, pues como se ha dicho, el número es realmente enorme. Las galaxias pues, por su tamaño y la cantidad de estrellas que contienen, son verdaderos gigantes cósmicos. Su estudio ha permitido comprender los fenómenos físicos que han sucedido y están ocurriendo en el universo, razón por lo que son objetos de estudio de los astrónomos, pues al comprender cómo, cuándo y porqué se formaron, podremos entender mejor el cosmos mismo, lo que permitirá responder preguntas que han acompañado a la humanidad desde sus albores. *Astrofísico e investigador del Instituto de Astronomía, campus Ensenada, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). mam@astro.unam.mx
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Por Rolando Ísita Tornell*
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El artista y el científico crean e imaginan de forma semejante, hacen lo mismo. ¿Lo diferente? Uno lo plasma, lo expresa; el otro lo tiene que demostrar, medir y reproducir (en la medida de lo posible)
l azar, la necesidad y la adaptación condicionaron el privilegio humano de desarrollar un cerebro con posibilidades insospechadas. Una de sus extraordinarias capacidades frente a los retos de la naturaleza es la detección de patrones, formas, estructuras repetidas, cíclicas. No es una capacidad exclusiva de la especie, pero sí la de evolución más sofisticada. Parte de sus complejas e intrincadas capacidades es la de asociar y relacionar las distintas estructuras de la naturaleza y del cielo que detectan los sentidos de la vista, el olfato, el tacto, el oído y el gusto. Con todo ello, como sello distintivo culminante, tiene la capacidad de crear y almacenar en el interior del magnífico órgano estructuras abstractas que ya no están en la naturaleza, proyectarlas en la imaginación; reproducir, predecir y representar cada vez más los comportamientos cíclicos de la naturaleza, el cielo ¡y los de su propia creación! Las capacidades resultantes de la evolución, además de azarosas y por necesidad, tienen lugar en poblaciones, no en indivi-
duos, y suceden tras largos periodos de adaptación. Una de las formas más sorprendentes que los humanos nos hemos dado para reproducción de los fenómenos de la naturaleza, es designarlos y compartir esa designación generación tras generación. Tan notable como ver, experimentar, reproducir, capturar y entender el fuego, ha sido capturar imágenes, sonidos, materiales, objetos, sustancias, sabores, asperezas, tersuras y transformar todo ello. Reducir y segmentar toda esta apretada capacidad de nuestra mente, como transformar un pedazo de roca en una herramienta o en una figura; plantear y describir una estrategia de acoso, captura o caza delineando en una pared para planear como grupo la obtención de alimento a tecnología, ciencia o arte, es una descomunal injusticia con nosotros mismos, es como negar o segmentar toda esa proeza de por lo menos tres millones de años de antigüedad.
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Seguramente los autores de las pinturas rupestres no tenían la intención de hacer “arte”, sino tomar alguna sustancia de la naturaleza que les permitiera plasmar en una pared un patrón de caza, una estrategia aprendida y capacitar a los grupos de una generación a otra; lo mismo la habilidad de cascar lajas de las rocas para elaborar herramientas, armas, ¿por qué no una figura humana también? Imitar el sonido de las aves para advertir a los otros la presencia de un depredador o de una presa para alimentarse, ¿por qué no también una melodía para expresar un sentimiento? ¿Por qué siento? ¿Cómo expreso una emoción que existe en mi interior y no hallo algo semejante en la naturaleza o que ella misma me provoca?
Arte, ciencia y tecnología
En buena parte de nuestra existencia como especie tales divisiones, afortunadamente, no han tenido lugar; sencillamente se llevaban a cabo sin mayor controversia. Todavía hace menos de cien años se adquiría capacitación en “artes y oficios”, que no era otra cosa que carpintero, mecánico, operador de maquinaria, electricista, sastre. De hecho, los papeles de científico, sacerdote, hechicero y líder los representaba una sola persona durante buen trecho de nuestra historia; el más certero flechador o golpeador de quijadas de presas, en sus ratos de reposo también esculpía delicadas figuras de piedra. En nuestras tres grandes civilizaciones antiguas, olmeca, tolteca y maya, tenemos el ejemplo ilustrativo de esta visión
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integral de conocimiento de la naturaleza, del universo, la arquitectura, la ingeniería, la magia, la religión, el arte, la política y la organización social como un todo. En los vestigios de ellas encontramos representados todos esos conocimientos, ideas, creencias, estética. y organización social. Las pirámides representan intrínsecamente una rudimentaria física, una avanzada arquitectura, una muy precisa astronomía de posición y su capacidad de relación de los ciclos celestes con los ciclos naturales. Al parecer solo una cosa les falló: el desmedido crecimiento poblacional frente a los límites de capacidad de reproducción agrícola, de los inventarios de especies para la caza y la pesca. La Naturaleza se los cobró. Demos un gran salto y enfoquemos la película en algunos de los más impactantes momentos de interacción del arte, la ciencia y la tecnología. En un principio los primeros retablos que pretendían reproducir la más grande y exitosa historia jamás contada carecían de perspectiva, los pintores desconocían el truco, la habilidad, de representar la tridimensionalidad en un solo plano, largo y ancho, sin fondo. Como muchas de las más modernas habilidades humanas, tuvieron en el Renacimiento el contexto detonante para desarrollarse. Muchos de los conocimientos que hasta entonces no se llamaban “científicos” ya se habían desarrollado desde las más antiguas civilizaciones. El gran conquistador Alejandro Magno, tres siglos antes de nuestra era, tuvo el tino de, en vez de destruir los
“Las capacidades resultantes de la evolución, además de azarosas y por necesidad, tienen lugar en poblaciones, no en individuos, y suceden tras largos periodos de adaptación. Una de las formas más sorprendentes que los humanos nos hemos dado para reproducción de los fenómenos de la naturaleza, es designarlos y compartir esa designación generación tras generación”. *Periodista y divulgador de la ciencia desde 1982.
territorios conquistados, conservar y atesorar. Fundó en Alejandría (Egipto) una gran biblioteca donde se conservaban todos los conocimientos desarrollados hasta ese momento: geometría, aritmética, astronomía, literatura, orfebrería, metalurgia. Pero los primeros cristianos la incendiaron en su creencia de que esas cosas eran de brujas y demonios. A su última directora, la astrónoma y matemática Hypatia, la desollaron viva. De ahí en adelante el mundo conocido deambuló siglos de oscuridad, intolerancia y epidemias. Afortunadamente para la
humanidad, los árabes -que también eran grandes mercaderes y navegantes (por lo menos en el mar Mediterráneo)- acopiaron alguna mínima parte de rollos (libros) de conocimientos de Alejandría. Dominaron la península ibérica durante cuatro siglos, desarrollando el álgebra y aplicando la geometría desarrollada por los antiguos griegos, exponiéndola en las bellísimas construcciones de Al Andalus (Andalucía, España). Fueron expulsados de la península y el rey Alfonso X, apodado El Sabio, se encomendó a la tarea de traducir del árabe y del griego, al castellano y al latín todos los libros que dejaron los moros, con ayuda de los monjes franceses de Chartres. Acto seguido, se diseminaron por toda Europa a través de los conventos y monasterios, la semilla del Renacimiento quedó sembrada y el antídoto contra el oscurantismo medieval.
Disciplinas en comunión
Quienes abrevaron en esos conocimientos no se distinguían de artesanos, artistas, curanderos, médicos, ingenieros, mercaderes o científicos (palabra o concepto que es muy reciente). La geometría euclidiana desató la tridimensionalidad en la pintura, los inventos y artilugios que fueron sentando las bases para el ocaso del feudalismo, y los individuos volvieron a dar rienda suelta a la creatividad de los ancestros: Leonardo da Vinci, lo mismo genial inventor que pintor; Luca Pacioli, arquitecto y matemático, Alberto Durero, Leone Battista Alberti, por citar sólo algunos. La ciencia de la antigüedad rescatada, la circunferencia de la Tierra deducida y medida con abstracciones geométricas por el griego Eratóstenes, dio lugar a la cartografía, y hoy día no tendríamos elementos de juicio para determinar si aquellos son mapas u obras
de arte; Copérnico sacó a la Tierra del centro y la puso donde pertenece, orbitando al Sol. Luca Pacioli desarrolló la idea de la proporción dorada, que lo mismo se encuentra en los caracoles que en la galaxias y las proporciones humanas. Más tarde, pintores como Johannes Vermeer, a mediados de los seiscientos, debe el prodigio de la iluminación en sus pinturas y la minuciosidad de los reflejos en esferas al intercambio y amistad con artesanos ópticos (hoy les diríamos físicos ópticos); no es sorprendente que en su obra, además, estén presentes El Geógrafo, El Astrónomo, La Cartografía. En nuestros días, hemos gozado piezas populares y bien elaboradas como la Rapsodia Bohemia, del grupo Queen. Su guitarrista, Brian May, diseñó su propia guitarra practicando el arte de la laudería, además, es doctor en astrofísica; estuvo presente en “la primera luz” (así le llaman los astrónomos a la inauguración de sus telescopios) del Gran Telescopio de Canarias, el telescopio óptico más grande construido a la fecha; y junto con el recién fallecido Stephen Hawking impulsó la celebración del Día Internacional del Asteroide, en prevención de aquellos que pueden ser amenazantes para la Tierra. Aquí mismo, en Ensenada, a finales de agosto del 2017, tuvimos la fortuna de escuchar las reflexiones del escritor Jorge Volpi, invitado por el Centro de Nanociencias y Nanotecnología para el Festival del Conocimiento (de ciencias, artes y humanidades), cuya obra más galardonada tiene como protagonista a un científico, En Busca de Klingsor; un asiduo lector de historia, filosofía y ciencia. De su charla en el Ceart, inferimos y concluimos de manera semejante: el artista y el científico crean e imaginan de forma semejante, hacen lo mismo. ¿Lo diferente? Uno lo plasma, lo expresa; el otro lo tiene que demostrar, medir y reproducir (en la medida de lo posible).
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Por Lesli Mejía*
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ole Soyinka es un autor nigeriano que en 1986 se convirtió en el primer africano en ganar el Nobel de literatura. Su obra de teatro Death and the King’s Horseman está basada en un suceso real que ocurrió en 1946 y en una ciudad Yoruba en Nigeria llamada Oyo: después de la muerte del rey, su jinete iba a suicidarse como parte de un importante ritual Yoruba, pero las autoridades coloniales británicas en la ciudad se lo impidieron, lo cual le causó gran desgracia a la comunidad. No es coincidencia que Soyinka hubiera decidido retomar tal evento, ya que éste representa perfectamente la manera en la que los colonizadores británicos le faltaban el respeto a las culturas africanas, estigmatizando despectivamente sus tradiciones e imponiéndoles sus propios valores. Es esta historia de represión lo que motivó la noción de self-apprehension o auto-comprensión de Soyinka, la cual
consiste en construir una identidad afri- gancia y violencia ideológica y política del cana que no se enfoque en cómo el colo- imperialismo británico. Sin embargo, más nialismo la afectó, ni en el contraste de su allá de retratar a los africanos como las víctimas y a los británicos cultura con la de los europeos, sino en preservar como los victimizadores, la esencia rica, compleja la obra desestabiliza y “En Death and the y autónoma del mundo subvierte los estereotipos King’s Horseman, africano. que representan estos Soyinka busca personajes. Así, la obra privilegiar la compleja Estereotipos explora las complejidarepresentados des de la cultura africana la esencia histórica, En Death and the a profundidad y propone mitológica y literaria King’s Horseman, la una perspectiva que trasde los Yoruba, a la cual ciende el contraste entre auto-comprensión de el colonialismo no Soyinka se manifiesta en ésta y la británica. todas las referencias que La obra es indudableafectó a raíz”. hay a la cultura Yoruba: mente una tragedia, de*Estudiante de Literatura Inglesa bido a que tiene catarsis a su religión, mitología, y escritora. rituales, lenguaje, moray un final desafortunalidad y cosmovisión. do. No obstante, su enLos personajes africanos simbolizan foque en la muerte, el cual es evidente el honor, el sacrificio y la dignidad de la desde el mismo título, es diferente al de cultura, aún ante la presencia y la inter- las tragedias griegas: el tono de esta obra vención de los personajes colonizadores, es más bien elegíaco; es decir, expresa quienes simbolizan la intolerancia, arro- una lamentación bajo los términos de la
cultura espiritual Yoruba. Tal diferencia denota una readaptación de esta forma teatral que es parte de una cultura que el colonialismo impuso a los Yoruba. Por lo tanto, obras teatrales Yoruba en inglés, como Death and the King’s Horseman, preservan y representan su cultura a través de la apropiación de formas literarias y del idioma de los colonizadores. La forma en la que Soyinka auto-comprende su identidad cultural a pesar de cómo ésta fue afectada por el colonialismo resulta interesante. En Death and the King’s Horseman, Soyinka busca privilegiar la compleja la esencia histórica, mitológica y literaria de los Yoruba, a la cual el colonialismo no afectó a raíz. De esta manera, el autor propone una nueva forma de entender la identidad poscolonial, es decir, la identidad cultural que resulta de contextos como el de Nigeria y el de México, países que fueron fracturados por el colonialismo, pero cuya esencia podemos conservar a través de la subversión de la literatura.
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Por Adán Echeverría*
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o que le sucede a Aniuta tiene que ver con la pobreza. Imaginársela lanzada a la calle en una noche nevada, porque Klochkov, el estudiante de medicina, con quien ha estado viviendo siente vergüenza ante lo que le ha dicho el pintor Festisov: “vive usted... como un cerdo.” “Aniuta”, cuento de Antón Chéjov (18601904) es un texto que causa un efecto emocional inmediato. ¿Cómo logra eso el autor? Nos hace mirar dentro del cuarto mismo donde se desarrollan los diálogos de las cuatro escenas: Klochov usando a Aniuta como maniquí de anatomía, la entrada de Fetisov para pedir prestada a Aniuta, el monólogo del estudiante de medicina para decidir el futuro de la chica, el regreso de Aniuta para escuchar que le digan que se vaya y después que puede quedarse si lo desea. Chéjov recurre a descripciones escenográficas, bien modeladas ahora con el uso de las cámaras de video, desarrolladas magistralmente en el siglo XIX. La delgada Aniuta es usada, prestada, sacada de la habitación y al final perdonada. Nos conduele lo mujer-florero en que la percibimos. Chéjov evidencia el machismo ruin de aquella época, un machismo clasista, que ocurre desde la universidad. Aniuta es joven “morenilla de unos veinticinco años, muy delgada, muy pálida, de dulces ojos grises”; para sobrevivir al frío, al hambre y a la soledad, vive con universitarios en cuartos rentados. El autor nos cuenta que Klochkov es el sexto joven universitario con quien la chica ha vivido. Desde los 19 años Aniuta ha tenido necesidad de compartir cuarto, colchón y sexo, con estos esporádicos amantes, durante el tiempo que duren los estudios de los universitarios.
Mujer olvidada
Chéjov muestra cómo una mujer sumida en la pobreza es utilizada: “Todos sus amigos anteriores habían ya acabado sus estudios universitarios, habían ya concluido su carrera, y, naturalmente, la habían olvidado hacía tiempo. Uno de ellos vivía en París, otros dos eran médicos, el cuarto era pintor de fama, el quinto había llegado a catedrático”. Klochkov es menor que ella; no es un gran estudiante, y tampoco un personaje pudiente: “Mi padre no me manda más que doce rublos al mes, y con ese dinero no se puede
vivir muy decorosamente”. Ser estudiante lo pone por encima de la chica: puede pagarse un techo. El destino de la chica nos pega en el intelecto; conocer su fragilidad, no tiene los medios, ni la educación para resolver por ella misma la situación en que se encuentra: “Klochkov no tardaría en terminar también sus estudios. Le esperaba, sin duda, un bonito porvenir, acaso la celebridad; pero a la sazón se hallaba en la miseria. No tenían ni azúcar, ni té, ni tabaco. Aniuta apresuraba cuanto podía su labor para llevarla al almacén, cobrar los veinticinco copecs y comprar tabaco, té y azúcar”. Klochkov la utiliza para repasar un tema de anatomía, revisar la posición de los pulmones en el cuerpo de la chica. Ella se desnuda para esta operación, a pesar del frío que deja caer nieve en la ventana. El estudiante no se fija que la chica está quedando azul por la hipotermia: “Si no me estoy quieta -pensaba- no saldrá bien de los exámenes”. Ella es apenas una chica para tener en casa, calentarse, desfogarse sexualmente, utilizarla como maniquí, para que limpie la casa, para presumir a sus vecinos, o para prestársela al vecino pintor para que pose para él, desnuda claro, aunque Aniuta se queje, apenas. “- ¿Cree usted que es un placer para mí? -murmuró ella. - ¡Pero mujer! -exclamó Klochkov-. Es por el arte...” Klochkov la corre de casa. Le dice que las cosas no pueden seguir así, la acusa de sucia, de desobligada, de tener la casa hecha un asco: “Escucha, querida... Siéntate y atiende. Tenemos que separarnos. Yo no puedo ni quiero ya vivir contigo.” Aniuta resignada decide irse, para no importunarlo. Y Klochkov se muestra magnánimo: “A Klochkov le dio lástima... ‘Podría tenerla -pensó- una semana más conmigo. ¡Sí, que se quede! Dentro de una semana le diré que se vaya.” El cuento evidencia las clases sociales del siglo XIX. En una ciudad donde cae la nieve gran parte del año, tener techo es necesario, tener leña y poder calentarse. Y ella ha decidido vivir con chicos universitarios que la traten como cosa. Vive con ellos como una idea de supervivencia. Pensemos ahora en ¿cómo se percibe la mujer en el siglo XXI? Su comportamiento las ha alejado de ser diferentes a Aniuta. *Editor y escritor.
Cuando el amor pasó Por Dania Balderas Temblaban mis palabras temblaban mis piernas, mi mente no podía pensar ideas saturan mi ser. Mi corazón palpitante latido sobre latido, deseaban oír tus pasos. Cuando el amor pasó, cuando me besó todo me sonrió, mis ganas de vivir se las cargó. No había sentido nada igual no había vivido un amor como este, tan lleno de tranquilidad no había experimentado lo que es amar, llegas a mí lado mis alas hiciste volar. Cuando el amor pasó, llegaste a mi lado tú me amaste.
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Cortesía
MACHISMO EN EL SIGLO XIX
Dos corazones, se corresponden laten poco a poco al mismo ritmo dos pies izquierdos y dos derechos, al mismo ritmo; El amor que sentimos.
La sensación maravillosa de existir saber que existen para ti la valiosa melancolía, por las noches, alegría.
Ganas de estar de la mano, tu a mi lado, yo al tuyo derramando un helado, dulce, delicioso, empalagoso, nuestro amor.
Descontrol de emociones, mágico sentir, escalofríos al verte mariposas volando en mi vientre, las hormigas en el tuyo.
Dos almas contando sus mejores historias, dos mentes pensando de la misma forma.
que amor tan bonito, tu amor es: Mi arrullo. Poemas incluidos en la antología El Enamoramiento.
Cortesía
ATERRIZAJES
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Rodrigo Cardoza
OFRENDAS
DOMINGO 8 de abril de 2018 @scardoza
rc@rodrigocardoza.com
Arreglos florales que forman parte del festival anual Loy Krathong, en Tailandia. Son considerados ofrendas para los espíritus, dioses o muertos y los sitúan en los ríos para que naveguen.
Están elaborados de hojas de plantas, flores y velas.