Editor: Rael Salvador l DiseĂąo: Arturo Corpus l raelart@hotmail.com / palabra@elvigia.net
Foto: Thomas Allen.
DOMINGO 24 de enero de 2016 / NĂşm. 250
DOMINGO 24 de enero de 2016
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GATUPERIO
ATRABILIARIO
SUPLEMENTO CULTURAL
DE LO BÁSICO CORPORAL A LO ANÍMICO TRASCENDENTE
aldacoe@gmail.com
No. 250/ 24 de enero / 2016
Por Gerardo Sánchez García ¿QUÉ ES UN SUPLEMENTO cultural? Física y editorialmente, un punto intermedio entre la sección y la revista especializada. A semejanza de un satélite, orbita en torno a un objeto mayor, su respectivo planeta periodístico, y aunque en composición, forma, tamaño, objetivos, calidades y cualidades, ambos pueden ser distintos, sus destinos están irremediablemente unidos. Es también –o debe ser– terreno de convergencia y de divergencia, área de las coincidencias y de las discrepancias filosóficas: un promotor y un difusor, un provocador y mesa de conciliación, zona neutral y simultáneamente campo de batalla de las ideas, de las ideologías, de la creatividad y de la re-creación. Fernando Benítez, el gran gurú de los suplementos culturales en México, escribió en el primer editorial de México en la cultura (1949): “…hasta hoy, la casi totalidad de nuestros suplementos eran simples desvanes donde iban a verterse los desechos de los diarios. Novedades ha superado esta deficiencia y abre una nueva perspectiva. Aspira, en primer término, a convertirse en un resonador de la cultura nacional. (...) Lo mexicano con trascendencia universal y lo universal que fecunde lo mexicano podrían servir como lema”. Benítez logró en sus diversos
Director General Santiago Garín Walther
suplementos –México en la cultura (Novedades), La cultura en México (Siempre!), Sábado (unomásuno), La Jornada Semanal (La Jornada)– que éstos no fueran el desván de los desechos periodísticos, sino entes vivos, vigorosos, en los que estuvieron los intelectuales, los mejores escritores, poetas, críticos literarios y de las artes plásticas, así como los grandes ensayistas de México y Latinoamérica. Un suplemento cultural puede ser bueno en su conjunto o en uno solo de sus elementos, ejemplo de ello El Gallo Ilustrado, del periódico El Día, edición dominical en que lo único valioso de todo el diario era Efraín Huerta en su columna “Libros y antilibros”. Retomando a Benítez –perdón por la divagación–, Cristina Pacheco dijo sobre su trabajo periodístico: “Fernando es incapaz de sentirse sometido, incapaz de soportar la censura o la limitación, Fernando ha ido de un periódico a otro, y a su paso siempre ha significado en ellos un cambio en las letras”. Ese fue el gran acierto, mérito y ejemplo de Benítez: la defensa de la libertad de las ideas, de las propias y de las ajenas. Porque un suplemento cultural sino es libre, en su conjunto y en cada uno de sus colaboradores, pierde su función esencial de oxigenar y renovar el pensamiento, se vuelve mero desván de los desechos de los diarios.
Director Editorial Enhoc Santoyo Cid Gerente Administrativo Alfredo Tapia Burgoin Editor Rael Salvador Críticos / Colaboradores Héctor García Mejía, Marcela Danemann, Ruth Gámez, Federico Campbell (†), Olga Aragón, Jorge L. Osiris Fernández, Gerardo Sánchez, Sergio Gómez Montero, Elia Cárdenas, Jesús López Gorosave, Paúl Nazar, Lauro Acevedo, Heberto J. Peterson L., Iliana Hernández P., María Eugenia Bonifaz de Novelo, Ana M. Mora, Herandy Rojas, Ramiro Padilla, Daniel Salinas, Óscar Ángeles Reyes, Gerardo Ortega, Deÿ López, Aldo Calderoni Etcheverri, Jaime E. Delfín V., Manuel Quintero, Martín Caparrós, Eduardo Cruz Vázquez, Miguel Lozano, Jhonnatan Curiel, Óscar Villarino Ruiz, Alberto Manguel, Daniel Iván Arellano G., Carlos Patiño, Joatam de Basabe, Jorge Calderón, Leobardo Sarabia Quiroz, Magdalena Calderón, Enrique A. Velasco Santana, Jorge Valenzuela, Guadalupe Beatriz Aldaco, Gerardo Navarro (Nemónico), Andrea Torres, Concha Moreno, Fabiola del Castillo, Liz Durand Goytia, Alfonso García Quiñones, Leila Guerriero y Onix Galel. Corresponsal en Francia Cony Singüenza Corresponsal en Italia Ferdinando Scianna Corresponsal en Chile Ramón Ángel Acevedo, “Rakar” Corresponsal en Argentina Patrick Liotta
elsopordelbuitre@hotmail.com
Fotografía Enrique Botello Correo electrónico raelart@hotmail.com palabra@elvigia.net Foto: Cortesía
SOMOS ÁNIMA Y QUÍMICA, espíritu y órganos, aliento vital y fluidos corporales. ¿Una verdad muy conocida? Sí. Sin embargo es bastante fácil perder de vista esa dualidad esencial, imprescindible para enfrentar la vida con menos atropellos y sinsabores. Se han escrito innumerables tratados y divulgado incontables estudios a lo largo de la historia de la humanidad para documentar esa realidad fundamental, pero solemos soslayarla con mucha facilidad. La vieja consigna del “conócete a ti mismo” sugiere ser una vía no precisamente para propiciar la contemplación, sino para facilitar la existencia desde el conocimiento de nuestros alcances y limitaciones, que indudablemente parten de nuestra pertenencia a dos reinos, el de la animalidad y el de lo divino, divino en el sentido que le daban los filósofos antiguos, como aquello necesario y trascendente del ser humano, en oposición a lo empírico o contingente, y más allá de una entidad globalizadora. Tal y como lo religioso trasciende iglesias y posiciones orientadas de fe. Y es que los componentes, por decirlo así, de esos dos territorios que nos constituyen, son de naturaleza disímbola, tan opuesta y contradictoria como dos sustancias que se repelen, aparentemente imposibles de conciliar, unir, conjuntar. Así el pensamiento con respecto a su soporte orgánico, el cerebro: entidades tan indisolubles pero a la vez tan fáciles de aislar artificialmente en el ámbito –por lo que aquí nos interesa destacar– de la medicina y la salud mental. Nada tan apasionante en este tema como las aportaciones de la neurofisiología que dilucidan la interdependencia entre esas dos áreas que definen nuestro acontecer integral. ¿Movimiento físico para ser feliz? ¿Comida para aliviar el alma? ¿Cómo de funciones básicas y apegadas a la corporeidad se puede llegar a obtener
destellos de un estadio sublime como la felicidad? Se ha comprobado que el ejercicio contribuye a incrementar el volumen de la materia gris en la región del hipocampo, importante en la formación de las emociones y en el funcionamiento de la memoria, que más allá de la sucesión de recuerdos tiene mucho que ver con el sentido que el ser humano tiene de sí mismo, con la “narrativa” sobre su persona; estimula los neurotransmisores implicados en el estado de ánimo como las endorfinas, serotonina y dopamina, y promueve la neurogénesis, es decir, la habilidad del cerebro para desarrollar nuevas neuronas (tiempo atrás se creía que este mecanismo no era posible; cfr. Santiago Ramón y Cajal: “En el cerebro todo puede morir, pero ninguna célula se regenera”). Los neurotransmisores no sólo están ubicados en el cerebro. En el aparato digestivo, (intestino delgado principalmente), se localiza una red de neuronas similares a las que existen en el sistema nervioso central (cfr. Michael Gershon: The second brain), que conforman el llamado sistema nervioso entérico. Las bacterias intestinales elaboran neurotransmisores como la dopamina y la serotonina; tenemos, incluso, mayores cantidades de esta última en el intestino que en el cerebro, de ahí la importancia de mantener una flora intestinal saludable, para lo cual se recomienda la ingesta de alimentos enteros o naturales ricos en triptófano (precursor de la serotonina) y desprovistos de químicos, vegetales fermentados y, sobre todo, probióticos como chucrut, microalgas, miso, etcétera, a la vez que la evitación de alimentos inflamatorios como el azúcar blanca, el jarabe de maíz, los endulzantes artificiales y los transgénicos. Se trata de mantener saludable el sistema nervioso entérico para que las señales que envía al cerebro sean las óptimas para procurar la salud mental. Foto: Cortesía
Por Guadalupe Beatriz A.
Suplemento Cultural
Teléfonos para publicidad 120.55.55, ext. 1023 Ensenada, B.C. México.
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REY DAVID LA DANZA DE LA MUERTE Y SU CONJURO
Por Daniel Salinas Basave
culturas. Desde los grabados de José Guadalupe Posada y las lúdicas calaveras mexicanas “LA MUERTE ESTABA AHÍ, blanca, en la hasta El séptimo sello de Ingmar Bergman silla, con su rostro”. Las primeras palabras el mensaje es el mismo: todos estamos desde El luto humano de José Revueltas son ahuciados. La obsesión por conjurar a la muerte va enomnipresentes. La muerte siempre está ahí, ocupando su sitio en el más improbable u carnada en el homo sapiens. El más antiguo ordinario cuadro de la vida cotidiana. Aún poema de la humanidad narra el descenso en aquellas escenas donde aparentemente del rey sumerio Gilgamesh al inframundo hay un derroche de vitalidad ella está pre- para arrancar a su íntimo amigo Enkidu del sente, reloj en mano, aguardando paciente Valle de los muertos. Más de cinco milenios el instante sin conjuro posible en que su después de aquel poema Gilgamesh quiere manto lo cubra todo. Al azar proclamar su triunfo. La ciencia moderna quiere sarecorro los grabados de Hans “El mensaje es claro: Holbein (El joven) contenicar a la muerte del grabado. no hay riqueza, título dos en el volumen La danza Tanto Michiu Kaku, en La nobiliario, fuerza de la Muerte, en Ediciones física del futuro, como Yuval física o sabiduría que Coyoacán. Frente a mis ojos Noah Harari, en De animales pueda evadir a la gran desfilan el rey y el labrador, a dioses, coinciden en afirmar justiciera” el cardenal y el guerrero, que en unas cuantas décadas no será atípico ver las princesas y los personas de 150 sabios, inmersos años de edad. En todos en la apael 2016 habrá en el rente eternidad planeta cerca de 50 de lo efímero, seguidos de cerca millones de persopor un esqueleto nas mayores de 100 que se dispone a años. La cartografía abrazarlos. del genoma humano y los avances en maLas danzas de la muerte, o teria de clonación danzas macay nanotecnología bras, conforman podrían conjurar un subgénero las enfermedades artístico y poétiterminales y crónico degenerativas. Noah co surgido en el ocaso de la Edad Harari habla del surgimiento de los Media a raíz de la gran peste negra amortales, una estirpe del siglo XIV. Conformadas siempre por un capaz de conjurar su final. No serán inmortagrabado y un verso, las danzas macabras es- les, pues siempre estará latente la posibilidad petan la omnipresencia de la muerte frente del asesinato o el accidente, pero sí podrán la soberbia y la inconsciencia humana. Un ir exorcizando a los demonios del cáncer, la esqueleto baila, camina o se monta sobre se- diabetes, las cardiopatías y las insuficiencias res que yacen inmersos en goces terrenales renales. De ser cierta esta teoría, la muerte u ocupaciones impostergables. El mensaje es dejará de ser la gran justiciera pues tendreclaro: no hay riqueza, título nobiliario, fuerza mos amortales millonarios jugando golf a física o sabiduría que pueda evadir a la gran los 150 años de edad, mientras los pobres justiciera, la única capaz de igualar a ricos y seguiremos siendo mortales condenados a pobres, príncipes y plebeyos. En una Europa dejar el mundo a los 70, devastados por las medieval donde más de la tercera parte de enfermedades que aún nos flagelan. ¿Será la población fue diezmada por la peste bu- gozosa la danza de los amortales? ¿O acaso bónica lo mejor era ser humilde y caminar estaremos a las puertas de la primera raza de por la vida llevando a cuestas una callada émulos de Melmoth El Errabundo? resignación. De una u otra forma la Danza de la Muerte ha perdurado en casi todas las danibasave@hotmail.com
Por Leila Guerriero
E
n el último mes vi al menos 10 veces una de las mejores películas que haya visto en años. Se llama The end of the tour, la dirigió James Ponsoldt y está basada en la entrevista que David Lipsky, de Rolling Stone, le hizo al escritor David Foster Wallace durante la gira de presentación de la novela La broma infinita. Protagonizada por Jason Segel, a quien admiro desde que lo vi en una cosa rarísima llamada Jeff who lives at home, es una estremecedora y brillante conversación entre un periodista que quiere ser escritor y un escritor que ya es un escritor prestigioso y que sabe que obtener lo que se desea puede ser un infierno. Hacia el final, Lipsky y Wallace se despiden junto a sus autos cubiertos de nieve. Lipsky pregunta: “¿No es genial que la gente hable de vos como de un escritor muy sólido?”. Foster Wallace lo mira con piedad y le dice: “Va a ser interesante hablar con vos en unos años”. “¿Por qué?”, pregunta Lipsky. Y Foster Wallace –recuerden, esto es la vida real: las cosas como sucedieron– responde: “En mi experiencia eso no es cierto. Lo peor que hay en el
hecho de que todos te presten mucha atención es que también vas a tener ‘atención negativa’. Y si eso te afecta, el calibre del arma que te apunta ha aumentado de una 22 a una 45”. Después, se acerca a Lipsky y susurra: “No estoy seguro de que quieras ser como yo”. Y Lipsky, con un respingo, responde: “Estremecedora y brillante conversación entre un periodista que quiere ser escritor y un escritor que ya es un escritor prestigioso”
“No. No quiero”. Pero miente. Y uno, entonces, sólo quiere arrodillarse y gemir y repetir como un mantra aquello que Foster Wallace dijo en una entrevista, mucho antes de 2008, el año en que se ahorcó: “Yo tuve un profesor (...) que aseguraba que la tarea de la buena escritura era la de darles calma a los perturbados y perturbar a los que están calmados”. Sabía lo que saben pocos: que, para algunos, no hay forma de ganar. Que para algunos, aún cuando se gana, todo está perdido. @leilaguerriero Columna publicada en el diario El País (España). 06/01/2016.
Foto: Cortesía
ALEATORIEDADES
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E L S A B E R D E OTRAS LECTURAS
¿QUÉ LEEN LOS
GRANDES ESCRITORES? Por Alberto Manguel
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a lectura suele no detenerse en la última página de un libro, sino continuar más allá, contagiando a otros lectores y engendrando nuevos libros. Un libro que nos conmueve, nos irrita o nos hace reír, nos incita a hablar de él, a rodearlo de comentarios y glosas, a reescribirlo según nuestro entendimiento. Para apropiarnos de él, le otorgamos nuestro aval o nuestro rechazo, echándolo por la ventana u ofreciéndoselo a un amigo, a otro lector, para que prosiga nuestras labores. Bibliotecas enteras han nacido de este canibalismo literario, cuyos autores más célebres (Averroes, Samuel Johnson, Alfonso Reyes, Walter Benjamin) son leídos para saber qué han leído ellos, dando lugar a nuevas lecturas y nuevas bibliotecas. Quizás por eso Mallarmé supuso que sólo un buen libro debería bastarnos puesto que, a partir de él, sus
El autor de Biblioteca de noche y actual director de la Biblioteca Nacional de Argentina, nos narra con propiedad los gustos literarios de cuatro autores fundamentales lectores se encargarían de componer todos los otros. Libros de lectura en el sentido más literal, las colecciones de ensayos literarios arman no ya un modelo del mundo (como hacen poetas y novelistas) sino modelos de ese modelo. Michel de Montaigne, inventor del género, advierte que el ensayo no tiene otro fin que el “doméstico y privado”; el ensayo literario insiste aún más sobre ese fin íntimo, ya que su propósito evidente es dar cuenta de una cierta lectura, singular, ocasional y tal vez arbitraria. Sin embargo, a veces, el ensayo literario se presenta, no como la lectura de un determinado individuo sino como una suerte de juicio universal. Tal grandilocuencia es en pocas ocasiones convincente, quizás porque en estos casos el gusto literario se confunde con el dogma.
Harold Bloom El prolífico profesor de humanidades de la Universidad de Yale, Harold Bloom, es uno de los más notables representantes de esta escuela dogmática. Los cánones le encantan, como prueban los títulos de sus últimos libros: Cómo leer y por qué, Genios: un mosaico de cien mentes creativas ejemplares, Dónde se encuentra la sabiduría y otros más. El más reciente, Cuentos y cuentistas: el canon del cuento, sigue el mismo esquema. Si bien Bloom lamenta que ciertos cuentistas autorizados (por él, claro) no han hallado lugar en su volumen (Alice Munro, Saki, Tolstói, entre otros) los que sí están aquí presentes lucen su nihil obstat y son propuestos al público ceñidos de eruditos comentarios brumosamente esclarecedores.
«Michel de Montaigne, inventor del género, advierte que el ensayo no tiene otro �n que el “doméstico y privado”»
Según Bloom, a Borges, vigésimo octavo en su canon, le faltan agallas para cometer lo que Bloom llama “la extravagancia del narrador”; Maupassant, que ocupa el undécimo lugar, “puede parecer simple pero es siempre profundamente sutil”; en Kafka, número veintiuno, “lo negativo kafkiano es sencillamente su judaísmo”. No sé qué lector se beneficiará de este inventario inobjetable, clínico y banal. Ciertamente no un ávido lector de cuentos. Natalia Ginzburg Natalia Ginzburg fue lo contrario de un
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J. M. Coetzee En Mecanismos internos (el tétrico título anuncia el tono del libro) J. M. Coetzee, magnífico novelista que recibió en 2003 el Premio Nobel, comenta sus lecturas de unos veinte autores contemporáneos. Desgraciadamente, aquí también, como en Bloom, prima el modo didáctico. Coetzee, el imaginativo y sutil estilista de Desgracia, desparece, y en su lugar surge un profesor universitario, sin duda inteligente y letrado, pero aterrado de demostrar la más mínima emoción en sus juicios. Un ejemplo: comparando dos novelas de Italo Svevo, el profesor Coetzee nos instruye: “La atmósfera moral de esta última obra [El viejo y la jovencita] puede ser más oscura y la autocrítica más cáustica que la que podemos percibir en Zeno, un libro esencialmente cómico, pero es sólo una cuestión
de grado de oscuridad o de causticidad”. Tomamos nota, pero nada sabemos, como lectores, del verdadero sentimiento del lector que las describe. Ni siquiera la admirable versión castellana de Eduardo Hojman logra conceder algo de ardor a estas páginas glaciales. Aldous Huxley Aldous Huxley pertenece a ese notable círculo de genios menores que regularmente rescatamos del olvido para volver a olvidarnos de ellos al cabo de una temporada en nuestras estanterías. Leo a Huxley desde mi adolescencia: lo leo y lo admiro. Sus ensayos no proponen ni la instrucción ni la conversión, sólo la pasión que lo lleva a querer compartir un descubrimiento, una iluminación, un goce intelectual o estético. Caballero eduardiano que llegó a conocer el lanzamiento de los Beatles, Huxley gozó de una curiosidad casi sin límites: intentó con éxito la novela psicológica, la utopía literaria, la crónica de viajes, el relato policiaco, la experiencia de las drogas, las ciencias ópticas, la música, las artes visuales y, por supuesto, la lectura. Esta antología, Si mi biblioteca ardiera esta noche, seleccionada con exquisito gusto e inteligencia por Matías Serra Bradford, es una espléndida introducción a su sabiduría que, como dice Bradford, puede “torcer el destino de un lector que nunca podría haberlo anticipado”. Sin arrogancia ni dogmatismo, Huxley se convierte en nuestro contemporáneo, compartiendo con nosotros ciertas iluminaciones olvidadas: “La cultura no deriva de la lectura de libros”, escribe en uno de estos ensayos, “sino de la lectura exhaustiva e intensa de buenos libros”. Lectores, editores, libreros, responsables de las páginas literarias, todos necesitamos que alguien como Huxley nos recuerde estas verdades esenciales. @albertomanguel
Fotos: Thomas Allen.
promotor de cánones. En sus escritos, que apenas aspiran al rótulo de relato o ensayo, retrató los personajes de su difícil vida e intentó la crónica de sus experiencias cotidianas. Su actividad política, clandestina durante el fascismo y oficial después (fue senadora en los años ochenta) no aparece casi nunca en los textos aquí reunidos, salvo en su irónica descripción del Partido Comunista ideal, de los “años perdidos” del editor Giulio Einaudi durante el régimen de Mussolini, y de la ley contra la violencia de género que olvida las raíces de la violencia sexual. La mayor parte de estas reflexiones íntimas, refinadas, sagaces, hablan de lo que la conmueve o le aburre, o le hace detenerse y reflexionar, en películas y libros, recuerdos de muertos y de vivos, eventos contemporáneos, pequeños temas circunstanciales. Natalia Ginzburg es una de las figuras esenciales de la literatura italiana del siglo veinte: estas crónicas (la palabra Ensayos que trona en la cubierta no conviene a su delicado estilo) lo prueban cabalmente.
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OPINIÓN
FOTO DE LA SEMANA: CIELO
ORDEN NATURAL Y DERECHO NATURAL
Foto: Lourdes Olmos Tomás.
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Lourdes Olmos Tomás Ocupación: Médico. Radica en Valencia, España. La foto se realiza en un atardecer en el Parque Natural de la Albufera, un lago de agua dulce junto al mar Mediterráneo, en Valencia. La Foto de la Semana es un reconocimiento que se otorga por el mayor número de votos, avalando el dominio del tema, en el sitio de Facebook Fotografía Diaria.
UNA IMAGEN VALE MÁS QUE MIL PALABRAS
Copia anotada del Ulises por David Foster Wallace El dicho reza así: “Una imagen vale más que mil palabras”. Esta fotografía sobre las anotaciones que hizo David Foster Wallace sobre una copia del Ulises de Joyce es esclarecedora para darnos solo una idea de cómo trabajaba el autor de La broma infinita.
iguiendo al filósofo Carlos A. Sacheri, autor del libro El orden natural, iré exponiendo, con esa lucidez que le caracterizó, su pensamiento. Aceptando previamente que existe un orden natural que se pone de manifiesto a través de las asombrosas regularidades que rigen los fenómenos físicos, químicos, biológicos y humanos, nos comenta que desde la más remota antigüedad los hombres han reconocido que la validez de ciertas normas de conducta escapan al arbitrio de los legisladores humanos y tenían un origen superior. La noción de derecho natural reaparece constantemente cada vez que se cuestionaban los fundamentos de un orden jurídico o de una ley. Por eso Rommen habla del “eterno retorno” del derecho natural. El caso reciente más significativo ha sido el Proceso de Núremberg sobre los crímenes de guerra nazis, pues ninguna ley positiva había previsto el delito de “genocidio”. Hechos análogos han llevado a grandes juristas como Radbruch o Del Vecchio a reconocer la existencia de un orden supra-legal, que sirve de fundamento a las leyes humanas. El derecho natural es lo que se le debe al hombre en virtud de su esencia. El papa León XIII expresó que tal es la ley natural, primera entre todas, la cual esta escrita y grabada en la mente de cada uno de los hombres, por ser la misma razón humana mandando obrar bien y prohibiendo pecar. Pero esos mandatos de la razón humana no pueden tener fuerza de ley sino por ser voz e intérprete de otra razón más alta a la que deben estar sometidos nuestro entendimiento y libertad. Llamamos a estas normas derecho natural porque son descubiertos naturalmente por nuestra razón, ya que la evidencia de su contenido se impone espontáneamente a todos los hombres. También porque son derechos relativos a la esencia o naturaleza del hombre. Así, por ejemplo, el derecho de conservar la propia vida, a contraer matrimonio, a educar a sus hijos, etcétera. Por otra parte, todo lo que no es esencial al hombre queda incluido en el llamado derecho positivo, que es aquel que dicta la autoridad competente. Así, por ejemplo, el derecho a la vida es algo natural, pero la norma que me impone que debo conducir mi automóvil por la derecha y no por la izquierda, es algo meramente impuesto por el legislador. La ley natural debe ser el fundamento de la ley positiva, si así no fuera, como afirma Pío XII, se seguirían tremendas injusticias como las que caracterizaron a los regímenes
Foto: Cortesía
Por Heberto J. Peterson Legrand
totalitarios como el comunismo y el nacionalsocialismo. Son características del derecho natural su universalidad: obliga a todos los hombres, sin excepción. Su inmutabilidad, pues mientras que la ley positiva puede ser derogada por diversas circunstancias, la ley natural no se puede derogar ni modificar, su cognoscibilidad, ya que es captada espontáneamente por la conciencia moral del individuo. El ser humano posee tres inclinaciones esenciales. En primer lugar, y como todos los demás seres, tiende a la conservación de la existencia. En segundo lugar, y como todos los seres vivos, tiende a la propagación de la vida humana, es decir a la conservación de la especie, y por último, como ser racional que es, tiende a su perfección humana, intelectual, moral, social y religiosa. Estos tres niveles originan los diversos derechos esenciales de la persona humana, agrupados en tres órdenes correspondientes. Al primero corresponden el derecho a la vida, a la integridad corporal, al cuidado de la salud, etc. En igual sentido a este primer orden se vincula la condenación del homicidio, de la tortura, del aborto, del suicidio, del robo... Al segundo orden, relativo al bien de la especie humana, corresponden el derecho al matrimonio, a la procreación, a la educación de los hijos. Al tercer orden, referente a los propiamente humano, corresponden el derecho a la verdad, al obrar libre y responsablemente, al obrar virtuoso, a la convivencia social, al conocimiento de Dios y a la práctica del culto divino, etc. Debe señalarse, sigue diciendo Carlos Sacheri, quien fue arteramente asesinado frente a sus hijos y esposa, que todo el orden de las normas morales depende de un primer principio ético, evidente por si mismo: “Hay que hacer el bien y evitar el mal”. De este principio dependen los tres órdenes de derechos antes mencionados, pues cada uno de ellos no es sino la aplicación o concreción de la noción de bien a un aspecto particular de la vida humana. Este principio no admite ninguna excepción y excluye toda posibilidad de error. La fuerza de las costumbres, las tradiciones ficticias, la difusión de doctrinas erróneas, hacen peligrar la rectitud de mucha gente. petersonheberto@live.com
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CONTA R L O Q U E M U C H O S N O QUIEREN SABER
CONTRA EL PÚBLICO
Por Martín Caparrós
“Se preguntaba para qué sirve hablar cuando nadie quiere oír lo que dices”
Fotos: Cortesía
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e llamaba Gareth Jones como quien se llama Juan Pérez y aun así, en esos días confusos, su nombre resonó en tres continentes. Había nacido en Gales en 1905, hijo de un profesor y una maestra, y fue un alumno de primera –Cambridge incluido. Hablaba francés, alemán, ruso; en cuanto se graduó lo contrataron en el Foreign Office, pero pronto prefirió ser su propio hombre. En 1931 hizo su primer viaje por la Unión Soviética, como negro de un americano rico, el señor Jack Heinz, príncipe del ketchup. Después volvió a Londres para redactar las memorias de Lloyd George, ex premier británico, pero su momento llegó a principios de 1933, cuando viajó a Alemania para contar la llegada al poder de unos señores de camisas marrones y designios negros. “Si este avión se cayera, la historia de Europa cambiaría. Porque a unos pocos metros de aquí está sentado Adolf
Gareth Jones, periodista.
Hitler, canciller de Alemania y líder del despertar nacionalista más volcánico que el mundo haya conocido”, escribió, desde el avión oficial nazi, en febrero de 1933. “¿Cómo consiguió este hombre de aspecto tan ordinario que 14 millones de personas lo tomaran por un dios?”. El mundo rico lo miraba con cierta simpatía, porque Hitler les ayudaría a combatir el comunismo; Gareth Jones les decía que se cuidaran: el nazismo “era una masa de dinamita humana”. Y en marzo se tomó un tren a Ucrania. Alguien le había dicho lo que todos callaban: que el Gobierno de Stalin estaba hambreando la región, que sus habitantes morían como moscas. El 29 de marzo publicó en varios periódicos un despacho que sería famoso: «He caminado a través de pueblos y granjas colectivas. Por todos lados oí el mismo grito: “No hay pan. Nos estamos muriendo”». Jones explicó que los comunistas lo negaban y decían que si faltaban alimentos era por culpa de los campesinos –y que, ya en el tren, tiró una cáscara de naranja en la basura y un hombre se abalanzó para comérsela. Sus reportes, publicados en el Manchester Guardian y el New York Evening Post, no consiguieron que Occidente interviniera, y provocaron desmentidas fervorosas: los intelectuales más influyentes apoyaban la re-
volución soviética, y no querían saber. El jefe de la oficina rusa del New York Times, Walter Duranty –premio Pulitzer 1931–, escribió que la historia era falsa, y muchos lo sostuvieron. Jones insistió, citó fuentes, contó; cinco meses más tarde, Duranty todavía sostenía que “cualquier noticia sobre hambruna en Rusia es exageración o propaganda malintencionada”. Para entonces unos ocho millones de ucranianos habían
muerto de hambre. La decisión de no mirar no es un invento actual. Jones fue expulsado de Rusia y se fue a explorar el Extremo Oriente. A veces se preguntaba para qué sirve hablar cuando nadie quiere oír lo que dices; después pedía que le volvieran a llenar el vaso. Recorrió China, Japón, Mongolia. Por allí andaba cuando los japoneses ocuparon Manchuria; Jones quería contarlo, pero lo secuestró una banda mongola. Pidieron por su rescate 100.000 pesos de plata mexicana; mientras negociaban llegó un enviado del Soviet que –se dice– pagó más. Lo fusilaron en el justo medio de la nada el 22 de agosto de 1935; el día siguiente habría cumplido 30 años. Pasaron 80 años; a mí me gusta recordarlo como ejemplo de eso que los periodistas hacen cada vez menos: escribir contra el público. Nuestros medios se inventaron tantos medios –clicks, retuits, megustas– para averiguar qué quieren sus clientes que no reparan en medios para satisfacerlos, y así se llenan de listas y consejos y dietas y tetas. Dicen que hacer periodismo es contar lo que alguien no quiere que se sepa; quizá, cada vez más, sea contar lo que muchos no quieren saber. @martincaparros
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Bowie: Lazarus entre nosotros “La vida y la muerte son un hilo, la misma línea vista desde diferentes perspectivas”. Lao-Tse.
“Bowie habla a través del que no muere, revela que ha llegado al cielo, sin cicatrices y sin nada que perder”
Por Iliana Hernández Partida
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ázaro y sus hermanas, Marta y María, fueron amigos muy queridos de Jesús, ofrecían gustosos su hogar para que el maestro descansara después de sus jornadas; imaginemos que era esa casa un espacio en el que este grupo de camaradas se ponían al día sobre los eventos en Betania, los hermanos amaban a Jesús y éste correspondía mostrándoles su vulnerabilidad: reía y bromeaba con ellos, bebía y comía con ellos haciéndoles partícipes de las palabras que la divinidad le inspiraba.
Bowie camuflado de Lázaro Con “Lazarus”, canción incluida en el
NUMERALIA
NOVELAS 2011, El rey pálido. 1996, La broma infinita. 1987, La escoba del sistema. Cuentos cortos 1989, La niña del pelo raro.
Foto: Cortesía
Una de las tres veces que Jesús llora En el Evangelio de san Juan, capítulo 11 de la Biblia, se da cuenta del episodio en el que Jesús resucita a Lázaro; estando alejado de Betania, supo con anticipación de la muerte de su amigo y así lo comentó a sus discípulos. Cuatro días después llega al sepulcro de Lázaro; María, al ver a Jesús, se postra a sus pies y le dice: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”. Jesús se conmueve y llora, no teme hacerlo en público. Pide que remuevan la piedra que cubre el sepulcro de Lázaro y lo llama a la vida, el resucitado acude al llamado de Jesús cubierto con los vendajes y el asombro de los que fueron testigos del milagro. Existe, desde entonces, una clave popular en el nombre de Lázaro; es el que desafía a la muerte porque su destino es la vida eterna. Es creyente de una entidad que lo sobrepasa y lo salva.
tación poética que Goethe hace ante el cráneo de su amado amigo Schiller. David escribe y baila con la muerte en el cuerpo, estertores que bien valdrían una celebración de la vida que viene, “Lazarus” es un poema al hombre que sigue siendo, tan característico de él: crear y sorprender.
último álbum de David Bowie, Blackstar, el músico no anuncia su muerte sino su vida a partir de que desaparece en su armario- sepulcro. Desde su lecho de muerte, Bowie menciona al bluebird (azulejo), ave conocida como ícono de la felicidad, una de las leyendas más antiguas sobre él se encuentra en las inscripciones en los huesos oraculares, caparazones de tortuga, de la dinastía china Shang, registra un pájaro azul como mensajero de Xi Wangmu, diosa temeraria e inmortal. Los hombres de la dinastía Shang consideraban que los fallecidos
permanecían de alguna manera entre los vivos, incluso el rey acudía a ellos para pedir consejo al gobernar, no había una distinción poderosa entre el mundo de los vivos y los muertos como la hacemos ahora. En el video de Lazarus, dirigido por Johan Renck, Bowie habla a través del que no muere, revela que ha llegado al cielo, sin cicatrices y sin nada que perder. Se levanta de la cama para escribir compulsivamente. Al lado de su pluma se ve un cráneo humano, símbolo de lo poco que significa la vanidad ante la muerte, remite también a la medi-
La búsqueda hacia adentro, el disparo interestelar En 1967 Bowie estuvo en la Tibet House, en Londres, estudiando budismo; el lama a cargo, después de observarlo y conocer el espíritu del músico, le dijo: “Tú no quieres ser budista, debes seguir en la música”. El artista seguiría por el rumbo musical reinventándose y cuestionando sus creencias; ante la pregunta de que si era ateo, responde que si se lo preguntan en unos meses más posiblemente lo sea. Su trabajo muestra una sola confianza: la trascendencia. Nada se le puede arrebatar a Bowie-Lázaro, ni su drama o genialidad. Es el creador fascinado con la búsqueda de otros mundos, la reinvención, deconstrucción de un personaje para cada época que transcurrió acompañando a los jóvenes, digo los recién desempacados al mundo, su música resuena como sentencia que perdura, Bowie no envejeció. Su legado es la vida como máquina creadora, en fluorescentes, grises o tonos muy oscuros, con lipstick o zapatos de plataforma, con la mirada bicolor, la voz grave o aguda, una delgadez infinita, circular, trazando un círculo de inminente regreso: permanente polvo de estrella. premoniciones@hotmail.com
Para leer a David Foster Wallace 1999, Entrevistas breves con hombres repulsivos. 2004, Extinción. NO FICCIÓN 2014, Esto es agua. 2013, En cuerpo y en lo otro.
2008, Up, Simba! 2005, Hablemos de langostas. 2001, Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer.
BIOGRAFÍAS SOBRE EL AUTOR 2012, Todas las historias de amor son historias de fantasmas. / Conversaciones con David Foster Wallace.