Palabra, 31 de enero de 2016

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Foto: Thomas Allen.

Editor: Rael Salvador l Diseño: Arturo Corpus l raelart@hotmail.com / palabra@elvigia.net

DOMINGO 31 de enero de 2016 / Núm. 251

ZORAN MUSIC:

POR ZORAN MUSIC

Pintura: Zoran Music.

LECCIÓN DE TINIEBLAS EN DACHAU


DOMINGO 31 de enero de 2016

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A R T E NAIF ROGELIO MARTÍNEZ, ESCULTURA. SALVADOR HERNÁNDEZ VÍLCHEZ, PINTURA.

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potencia expresiva, y la ausencia de perspectiva. Salvador Hernández Vílchez y Rogelio Martínez son dos de los grandes exponentes de esta corriente artística en nuestro puerto, que particularmente han sabido extraer de la vida cotidiana una poética que se dibuja o se construye de momentos de contemplación en el quehacer de la vida diaria. Por un lado, el mar y los artilugios del motor navegable son honradas en las esculturas de Rogelio Martínez, mecánico marítimo de profesión y que dedicó gran parte de su vida a esta labor, del cual extrae los materiales que dan vida a sus piezas; y por otro, Salvador Hernández Vílchez, caminante incansable que registra la vida de la bahía y su gente, en escenas llenas de anécdotas que nos hacen revivir los momentos plasmados. Esta exposición es un homenaje a esto dos estimados artistas de Ensenada que, a partir de logros y adversidades, permanecen con el espíritu creador, para asombrar así a quien con ojos de admiración encuentra en estas obras la grandeza de la ingenuidad, del arte Naif.

La obra puede apreciarse en Ceart Ensenada.

Suplemento Cultural

No. 251/ 31 de enero / 2016

jaimedelfín@yahoo.com.mx

Pintura: Vílchez.

l arte Naif (instalado a final del XIX en Francia) es la corriente pictórica que se caracteriza por la ingenuidad y la espontaneidad, manifestándose en colores brillantes y contrastantes. La ingenuidad se da a partir de la búsqueda de la simplicidad, para así ofrecer una visión del mundo que sea sincera y sin engaños; otra de sus características es la falta de perspectiva y la ausencia de un criterio de proporciones ajustado. Las formas hacen recordar el arte infantil, ya que estos artistas no se atienen a ninguna norma pictórica. Son autodidactas, y en la mayoría de sus trabajos tratan de huir de los precepto de la academia para conseguir una expresión artística menos contaminada por cualquier convencionalismo. Se resumirse como principales características del Naif: una sensación de volumen, conseguida por medio de un gran colorido, contornos definidos con mucha precisión, pintura minuciosa, con detalle y gran

UNA DE FANTASMAS

Director General Santiago Garín Walther

Por Gerardo Sánchez G. “ME GUSTA MÁS soñarla que recordarla”, decía El Cachín, cuando hablaba con ternura de su esposa muerta y rápidamente aclaraba su escepticismo en torno a los fantasmas para quienes pretendían dar a esos sueños explicaciones sobrenaturales. “No creo en el Más Allá, ni siquiera en el Más Acá”, decía con sonrisa irónica, el viudo septuagenario y profesor jubilado. “Es lo extraño y mágico del cerebro, en los sueños es como si ella actuara en una película que no he visto, mientras que los recuerdos son las mismas estampas viejas, con escenarios y diálogos que ya conozco, momentos que traigo a la memoria que reconstruyo o modifico cuando quiero. Cuando la sueño no sé lo que hará, ni lo que dirá, ni siquiera imagino como estaré interviniendo yo. Es una extraña sensación de sentirla viva, a la vez que la esperanza y el desconcierto de no saber en que noche, en que duermevela estará presente en mis ensoñaciones”, agregaba. “Cuando despierto he revisado mentalmente con minuciosidad lo que hice a lo largo del día, para saber qué fue lo que detonó su presencia en mis sueños, qué comí, a dónde fui, los lugares en los que estuve, los aromas que percibí, con quiénes hablé y no he podido encontrar una explicación lógica, sólo, tal vez, la nostalgia.” “Pero nada de fantasmas: procesos fisíco-químicos, neuronales, actos mentales inconscientes, etcétera, inexplicables tal vez, más no sobrenaturales”, reiteraba. Hugo Hiriart, en Discutibles fantasmas (Ediciones Era, 2001) relata la historia de un aroma que era un fantasma o de un perfume fantasmal,

Director Editorial Enhoc Santoyo Cid Gerente Administrativo Alfredo Tapia Burgoin Editor Rael Salvador

Foto: Cortesía

Por Jaime Delfín V.

GATUPERIO

vinculado también con la nostalgia, con la añoranza de Juan Bustillo Oro, director de la época dorada del cine mexicano, cuando hablaba de Marina, la mujer con la que vivió una apasionada historia de amor llena de encuentros y desencuentros. Juanito –cita Hiriart– decía: “se comunica a través de una fragancia que a ella le gustaba mucho. Yo estoy, por ejemplo, en la terraza del jardín y ella viene: la fragancia no es sutil y vaga, sino muy marcada. Y yo le digo: Sí ya sé que estás ahí, Marina, ya sé”. El ser humano, reflexiona Hiriart, distingue diez mil aromas diferentes. En uno de ellos, agrega, se sintetizaba para Juanito la mujer amada y ausente. Guillermo del Toro en El espinazo del diablo define: “¿Qué es un fantasma? Un evento terrible condenado a repetirse una y otra vez, un instante de dolor quizás, algo muerto que parece por momentos vivo aún, un sentimiento suspendido en el tiempo, como una fotografía borrosa, como un insecto atrapado en ámbar”. elsopordelbuitre@hotmail.com

Críticos / Colaboradores Héctor García Mejía, Marcela Danemann, Ruth Gámez, Federico Campbell (†), Olga Aragón, Jorge L. Osiris Fernández, Gerardo Sánchez, Sergio Gómez Montero, Elia Cárdenas, Jesús López Gorosave, Paúl Nazar, Lauro Acevedo, Heberto J. Peterson L., Iliana Hernández P., María Eugenia Bonifaz de Novelo, Ana M. Mora, Herandy Rojas, Ramiro Padilla, Daniel Salinas, Óscar Ángeles Reyes, Gerardo Ortega, Deÿ López, Aldo Calderoni Etcheverri, Jaime E. Delfín V., Manuel Quintero, Martín Caparrós, Eduardo Cruz Vázquez, Miguel Lozano, Jhonnatan Curiel, Óscar Villarino Ruiz, Alberto Manguel, Daniel Iván Arellano G., Carlos Patiño, Joatam de Basabe, Jorge Calderón, Leobardo Sarabia Quiroz, Magdalena Calderón, Enrique A. Velasco Santana, Jorge Valenzuela, Guadalupe Beatriz Aldaco, Gerardo Navarro (Nemónico), Andrea Torres, Concha Moreno, Fabiola del Castillo, Liz Durand Goytia, Alfonso García Quiñones, Leila Guerriero y Onix Galel. Corresponsal en Francia Cony Singüenza Corresponsal en Italia Ferdinando Scianna Corresponsal en Chile Ramón Ángel Acevedo, “Rakar” Corresponsal en Argentina Patrick Liotta Fotografía Enrique Botello Correo electrónico raelart@hotmail.com palabra@elvigia.net Teléfonos para publicidad 120.55.55, ext. 1023 Ensenada, B.C. México.


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ALEATORIEDADES

LA PLAZA CULTUROSA

POSESOS E ILUMINADOS

LAS ANDANZAS DE PATY CHAVERO

Por Eduardo Cruz Vázquez AL CAMINAR POR LA PLAZA, me digo que no puede ser otra sonrisa que la de Paty Chavero (sí, tiene un no sé qué). Mi queridísima colega de bancada en el GRECU de la UAM Xochimilco. Su segundo nombre es Georgina y el apellido materno, Gómez, es decir, muy gallarda su pronunciación. Estudió la licenciatura en Literatura Dramática y Teatro en la UNAM y acaba de obtener el grado de Maestra en Sociología en la Universidad Iberoamericana. Es parte del Centro de Investigación Teatral del INBA y es toda una activista. Qué combo. Es la primera vez que me dedican una tesis. Y de posgrado. Y si bien la labor del GRECU es referencia- el historial de la Secretaría de Culda en diversos estudios, también es tura que nace con AMLO, Enrique la primerísima ocasión en que el Semo y Raquel Sosa, que sigue con grupo es objeto de una dedicato- el carnal Marcelo, Elena Cepeda y ria de ese calibre. ¡Qué bonito! Y Nina Serratos. La travesía deja la Paty, de quien admiramos tanto constancia del punto y aparte que su enjundia, la tarea crítica y pro- se dio tras el dominio del priato vocadora en un medio por demás con la olvidada oficina Socicultur complejo, como el culturoso, para del DDF. Es cierto que las políticas obtener el grado de Maestra es- culturales de los distintos gobiercribió un extraordinario volumen nos del PRD cambiaron el panotitulado: Cambio político y pro- rama citadino. ducción de las artes escénicas en Si bien nuestra Paty celebra mula Ciudad de México, chos programas, en 1997-2012. especial el paquete “En las páginas de ¡Vaya viaje al pade apoyo a las artes la tesis habitan sado ni tan presenescénicas y en parhistorias del poder, ticular la Muestra te! En las páginas políticas culturales de Artes Escénicas de la tesis habitan y personajes de la historias del poder, (cuya contribución se institucionalidad políticas culturales quedó en el pasado), cultural a partir de y personajes de la es fulminante al hacer 1997” institucionalidad evidente los desatinos cultural a partir políticos, orgánicos y de 1997. Nos referimos al Insti- administrativos de jefes de gotuto de Cultura de la Ciudad de bierno y secretarios del ramo hasta México (nótese lo adelantados que 2012. Entre ellos, la gravísima falta eran, no fue del Distrito Federal), de información del pasado institucon Cuauhtémoc Cárdenas y Ale- cional y el relajo que persiste por jandro Aura (¡cómo olvidar los descentralizar el presupuesto culinicios del culto bar El Cuervo!), y tural a las delegaciones. colaboradores como Eduardo VázAsí las cosas, como habitante de quez Martín (no, no es mi pariente esta plaza, soy feliz con las andanen actual secretario de Cultura de zas de Paty Chavero. la CDMX). En efecto, Paty Chavero recobra angol97@yahoo.com.mx

Foto: Cortesía

ILUMINACIÓN. Todos hemos soñado con ella. De pronto, el acto creativo surge como un arrebato, un impulso irreprimible, como si alguien más se apoderara de nuestra voluntad y pensamientos. La tercera persona creativa como un demonio insaciable, como una bestia interior capaz de manifestarse en el instante más improbable. El creador no es un artesano paciente y tenaz; es un poseso. Crear es desdoblarse y liberar diablos. Crear es intentar hablarse de tú con el infierno. No es una cuestión de voluntad y trabajo. Es una visitación. Justo en los días en que yo iba a nacer, al comenzar la primavera de 1974, Philip K. Dick yacía inmerso en un delirio. ¿Alucinaciones místi- Philip K. Dick, autor. cas? ¿Crisis psicótica? Una repartidora de farmacia tocó en su casa. Sobre su pecho la caótica Inglaterra del Siglo VII. Una llevaba el colguije de un pez azul, símbolo noche, mientras dormía en el establo con del cristianismo primitivo. La contempla- los caballos, Caedmon soñó que alguien ción del pez sumergió a Dick en un viaje lo llamaba por su nombre y le ordenaba alucinante de dos meses. Un viaje que por que cantara y el pastor pronunció versos lo descrito se parece mucho a la contempla- que nunca antes había escuchado y al desción del Aleph por Borges en el sótano de la pertar pudo repetirlos ante los monjes de casa de la calle Garay. Tal vez sea la fuerza un monasterio. del estereotipo, pero no A decir de Borges, fue el primer poeta sagrado de imagino a Borges víctima de “Crear es desdoblarse algún arrebato. Demasiada Inglaterra y se dice que los y liberar diablos. contención burguesa en su versos le fueron dictados por Crear es intentar ser como para desdoblarse alguna deidad. Miles de poehablarse de tú con el y dejar fluir a su bestia intas pasan la vida esperando in�erno” terior. Y sin embargo imael instante de inspiración que ginó el Aleph y lo concibió nunca llega. si bien no pocos críticos lo Cesar Aira se ríe de ello en interpretan como una parodia del afán y Varamo, una deliciosa sátira al concepto de la imposibilidad de conocerlo todo. No me inspiración poética en el que el argentino hubiera gustado ser Borges; mucho menos nos cuenta la historia de un apocado y osme hubiera gustado ser Dick. Ambos car- curo burócrata panameño que una noche, garon a cuestas vidas infelices. así como así, escribe un poema perfecto Borges murió posiblemente en casti- de un jalón. Varamo nunca había escrito dad. La pasión no fue lo suyo. Dick tuvo una estrofa de poesía y nunca la volvería cinco esposas a las que golpeó e hizo su- a escribir después de su noche iluminada. frir, desentendido de sus hijos y sus más Si Rimbaud se retiró a los 19 años, Varamo elementales responsabilidades. Y ambos, dijo adiós tras su única noche lírica. Hay quien cambiaría la vida por un insen su infelicidad, concibieron universos paralelos, alucinantes y acaso espantosa- tante de inspiración. Otros esperan la llegamente reales. da de ese instante como una vieja Penélope En cualquier caso, la idea del creador li- que aguarda a su amante en la estación de terario que escribe inmerso en un arreba- trenes. Pero la inspiración los deja plantato místico o traduce las palabras reveladas dos, vestidos y alborotados como novias de en delirios de duermevela es ancestral. En rancho, con la pluma en la mano. El sueño de Coleridge, Borges habla de Caedmon, un rudo pastor que vivió en danibasave@hotmail.com

Foto: Cortesía

Por Daniel Salinas Basave


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MEMOR I A D E LA M U E R T E

ZORAN MUSIC:

A 70 años del fin de la Segunda Guerra Mundial, más que determinante, lo significativo es que las secuelas permanecen para recordarnos la inhumanidad que nos caracteriza como especie

LECCIÓN DE TINIEBLAS EN DACHAU Por Miguel Ángel Leal Nodal Digo paisaje para expresar algo terrible. Si digo paisaje, pienso en cadáveres. Zoran Music

Foto: Cortesía

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odos los sobrevivientes de los campos de concentración nazis portan como una herida infecta el recuerdo de la aniquilación. Cualquier palabra, cualquier sonido, cualquier imagen, cualquier sueño, hace surgir de nuevo la deportación, la cámara de gas o el horno crematorio. La serie “No somos los últimos”, del pintor de origen italo-esloveno Zoran Anton Music, es el recuerdo indeleble de los “paisajes de cadáveres” que, en los años del Tercer Reich, cubrieron casi todos los puntos de Europa. Tras ser detenido y torturado por la Gestapo, Zoran Music fue deportado a Dachau en noviembre de 1944 a la edad de 35 años por sospecha de pertenecer a la Resistencia y negarse a colaborar con las Waffen-SS. Allí, en Dachau, su primera impresión es la de la vastedad de la muerte, la cotidianeidad de la aniquilación, un mundo alucinante que se había vuelto real: cadáveres que, como montones de árboles caídos y hojas secas, dominaban el paisaje antes de ser incinerados. Sin embargo, a pesar del horror, Music no deja de privilegiar la mirada del pintor sobre la mirada del testigo. Antes que el testimonio, está la necesidad que impone su propia pintura, la “exigencia de la obra”: ninguna cámara de gas fue dibujada por Zoran Music. Su pintura y sus dibujos no pretenden “ilustrar” el horror. Tal como se conoce ahora, “No somos los últimos”, conformada por dibujos y pinturas, comienza a ver la luz en la década de los setenta. Music, en estos años, impulsado por la gran corriente del arte abstracto, intenta pintar conforme a este movimiento, pero el campo de exterminio impone sus leyes, penetra los cuerpos, domina los sueños: el recuerdo de los cadáveres apilados comienza a surgir como si las fosas comunes se desbordaran de nuevo. La pintura de Zoran Music se encuentra a sí misma en la devastadora experiencia de la deportación, la “vivencia de la muerte”, tal

Music no deja de privilegiar la mirada del pintor sobre la mirada del testigo.

como llama el escritor y sobreviviente Jorge Semprun: “En torno a mí, sólo se hablaba de pintura abstracta. Comencé a sentirme inútil y débil al lado de esa gran corriente a la que pertenecían todos los artistas conocidos y críticos importantes. Entonces comencé a desviarme de mi camino. Intenté a mi manera hacer pintura abstracta. Y en esa tentativa perdí totalmente mi verdad personal. Es lo peor que le puede pasar a un artista, ya que sin ella dejará de existir. De esa confusión, de esa frustración, volvieron a surgir los cadáveres…”. Quizás algunas de las palabras más desconcertantes pronunciadas por un artista en torno a la creación de su obra hayan sido enunciadas por Zoran Music, palabras de un sobreviviente: “Me acuerdo de que fingía estar muerto, acostado entre los cadáveres que dibujaba. En todas partes había SS que vigilaban. Fingía estar muerto, inmóvil, para no perturbar el silencio y la calma del paisaje”. Durante su cautiverio, Music “organiza” aquí y allá papel para obedecer a un impulso absoluto: dibujar los mil detalles que vislumbra en los cuerpos moldeados por el agotamiento y el dolor, en los rostros de mirada implorante, en las manos y dedos que se aferran desesperadamente a la vida, en las venas azules, finísimas, que se perciben bajo la piel. La “exigencia

de la obra”, en el pintor Zoran Music, es capturar la “belleza trágica” de los “paisajes de cadáveres” producidos por el genocidio, aprehender su “belleza” antes de que desaparezca y se pierda para siempre, en la fosa común o en el horno crematorio. La belleza como umbral de lo terrible. Music dibuja incansablemente allí, enmedio de la muerte, sin embargo no queda más que una mínima parte de sus dibujos. Al ser liberado el campo, la mayoría de los dibujos que habían sido escondidos entre la maquinaria de las fábricas desapareció cuando ésta fue incendiada por el ejercito norteamericano. “No somos los últimos” constituye una respuesta trágica y lúcida a la esperanza de que el genocidio nazi sea un hecho único e irrepetible. En los campos, las ejecuciones pretendían tener un carácter “didáctico” e intimidatorio ya que todos los prisioneros estaban obligados a presenciarlas. Poco antes de que el campo de Dachau fuera liberado, Music asistió al ahorcamiento de un prisionero acusado de sabotaje. Cuando la soga estaba a punto de desgarrar su garganta, el prisionero gritó a la multitud congregada: ¡Camaradas, yo soy el último! La respuesta de Zoran Music ha dado nombre a una de las obras paradójicamente más bellas e inquietantes de todo el siglo XX: “No, no somos los últimos”. La gran lección, una lección de tinieblas, trágica y dolorosa, que nos transmite Music, el detenido nº 128 231 de Dachau, es que el exterminio y la aniquilación seguirán cobrando su cuota de sangre: los muertos de Auschwitz, de Buchenwald, de Dachau, los muertos de cada uno de los campos engendrados por el nazismo, no serán los últimos ni los únicos, pues así lo han mostrado ya Siberia, Vietnam, Camboya, y un largo e infame etcétera… Contrariamente al incongruente “Nunca jamás” de las ceremonias conmemorativas, “No somos los últimos”, nos muestra que, aunque desgarradora, parece ser la única verdad lúcida y honesta frente a la memoria de estos muertos. ellatidodelamaquina@gmail.com

Biografía* Por Zoran Music ún hoy los ojos de los moribundos me acomA pañan, centenas de destellos que herían y que me seguían cuando me abría camino al

pasar por encima de los cuerpos: ojos brillantes que, en silencio, imploraban ayuda a quien todavía podía andar. Eran las últimas semanas en el campo, y estos agonizantes eran los sobrevivientes de una larga marcha desde campos lejanos que habían sido evacuados: los que habían arrastrado hasta allí y que no habían caído irremediablemente en el camino. Al atardecer, los moribundos y los que ya daban por muertos eran apilados como pedazos de madera, como para una hoguera, casi una torrecilla. Parecía una pequeña torre alucinante que se movía, que crujía, pero quizás estos crujidos no eran sino los últimos gemidos. Por la noche, caía una ligera nieve –estábamos en marzo–, en la mañana del día siguiente la torrecilla ya no se movía. Vivíamos en un mundo más allá de todo lo que se puede imaginar. Un mundo absurdo, alucinante, irreal. Quizás en otro planeta. Con reglas extrañas, un orden preciso, cruel, en el límite de lo creíble. Quien poseyera un mínimo poder, por pequeño que fuera, podía reventarte como a un gusano. Y aceptabas esta realidad como si no hubiera ningún otro orden posible. Incluso llegabas a temer el mundo exterior –que se encontraba justamente al salir del campo– aún más hostil: nos dábamos cuenta de ello sólo con ver a aquellos que, recapturados, estaban de vuelta. Ya no tenía los pensamientos de la vida ordinaria. En una espera apática, vivía en un paisaje de muertos y de moribundos. Durante la cuarentena del día, no podíamos permanecer en el interior: chapoteábamos en el barro, sometidos al frío... Por todas partes, cadáveres amontonados. Al mediodía, la sopa: y un esqueleto todavía en pie, apretando la escudilla entre sus manos, busca a su alrededor un rincón para tragarla. Divisa un lugar libre sobre la cabeza de un cadáver, donde se acomoda para sorber el líquido, apenas nutritivo pero caliente por lo menos. No le preocupa el lugar donde está sentado, donde pone su mendrugo de pan hecho de sobras y papas. Apoyados sobre el muro, apretujados como ovejas, uno contra otro para


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Ilustraciones: Zoran Music.

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tener un poco más de calor, nos balanceábamos con un ritmo lento: un movimiento a la izquierda, un movimiento a la derecha, susurrando con cadencia una canción triste y monótona. Al despertar, cuentas a los muertos a tu alrededor: uno... dos... tres... abajo... al lado... En la pieza donde nos lavábamos, más cadáveres apilados a lo largo de los muros ya que es imposible quemarlos enseguida. Durante el invierno, rígidos, como congelados, te hacen compañía. Una capa de cabezas hacia el frente y, por encima, una capa de piernas que sobrepasa. Mi mente trabaja, actúa de una nueva manera. Casi no hay cabida para la lógica. Ni sentimiento de piedad para estos muertos. Ya no son más que objetos, mañana estaremos en su lugar. Esta cohabitación desdramatiza el contacto:

“Dibujo como en trance, aferrándome mórbidamente a mis trozos de papel. Estoy como cegado por la grandeza alucinante de estos campos de cadáveres”

todo se vuelve normal. Una vida cotidiana en la que, como en una tormenta, se mueven sombras y fantasmas. Actúo como un sonámbulo, como un esclavo, como un autómata, aceptando este teatro irreal, esta absurdidad total, como una cosa ahora ineluctable. La mente se hunde en brumas; si, en la selección, te mandan a la izquierda o te mandan a la derecha, –de un lado los hornos crematorios, del otro algunos días o algunas semanas de prórroga–, ya ni siquiera te das

cuenta de si estás a la izquierda o a la derecha porque ya nada te importa. Tímidamente comienzo a dibujar. Una forma, quizás, de librarla. Con este peligro, tendré quizás una razón para resistir. Empiezo a escondidas, en el cajón de mi torno, con cosas vistas de camino a la fábrica: la llegada de un convoy, el vagón de bestias entreabierto y los cadáveres que se desbordan. El viaje ha durado un mes, quizás más, sin alimentos, sin bebidas, todo herméticamente sellado. Algunos sobrevivientes han enloquecido y aúllan, con los ojos desorbitados. Todo eso en medio de hedores indescriptibles a podredumbre y suciedad. Más tarde, dibujo en el campo mismo. Pasan los días... Y pronto me sorprende un increíble frenesí por dibujar. Durante las últimas semanas en el campo, el peligro de ser descubierto ha disminuido un poco. Llego a descubrir papel y tinta en la fábrica. Dibujo como en trance, aferrándome mórbidamente a mis trozos de papel. Estoy como cegado por la grandeza alucinante de estos campos de cadáveres. Desde lejos, se me figuran como placas de nieve blanca, reflejos de plata sobre las montañas o, incluso, semejantes a toda una parvada de gaviotas blancas posadas sobre la laguna, frente al gran fondo negro de la tempestad. Al dibujar, me aferraba a mil detalles. Qué trágica elegancia la de esos cuerpos frágiles. Los detalles tan precisos, esas manos, esos delgados dedos, los pies, las bocas entreabiertas en la tentativa extrema de atrapar todavía un poco de aire. Y los huesos recubiertos con una piel blanca, apenas un poco azulada. Y la obsesión por no traicionar esas formas disminuidas, por lograr restituirlas tan preciosas como las veía, reducidas a lo esencial. Como fulminado por no sé qué fiebre, con la necesidad irresistible de dibujar para que

esa belleza grandiosa y trágica no se me escapara. Cada día, permanecía vivo sólo por esa jornada: mañana será demasiado tarde. La vida, la muerte, todo para mí quedaba suspendido en esas hojas de papel. Pero estos dibujos, ¿los verán algún día? ¿Podré mostrarlos? ¿Saldré vivo de aquí? Sabíamos que habían decidido destruir este campo con las bombas incendiarias, con todo y nosotros, en cuanto se retiraran nuestros SS. Y yo me preguntaba: ¿por qué estoy aquí? ¿Tendrá algún sentido, algún fin, hacerme vivir todo esto? Este universo de lo absurdo, ¿será un purgatorio? ¿Me llevará a descubrir la verdad? Reducido a lo esencial, ¿acabaré yo por comprender hasta qué punto es vano todo lo que he vivido hasta ahora? Aprendí a ver las cosas de otra forma. En mi propia pintura, más tarde, no es que todo haya cambiado radicalmente. De ningún modo fue por reacción contra el horror que redescubrí la felicidad de la infancia. Los pequeños caballos, los paisajes de Dalmacia, las mujeres de Dalmacia estaban ahí desde mucho antes. Solamente después me fue dado verlos de otra forma. Después de la visión de esos cadáveres despojados de toda marca exterior, de todo lo superfluo, desembarazados de toda máscara de la hipocresía y de las distinciones con las cuales se adornan los hombres y la sociedad, creo haber descubierto la verdad, la verdad terrible y trágica que me ha sido dado alcanzar. Han vuelto los paisajes dálmatas, pero han perdido todo lo que había de excesivo, y de frívolo. Se han añadido los paisajes alrededor de Siena, –y ahí están los cadáveres desnudos, atormentados por las intemperies–. Pero, ¿no será que para mi pintura me era necesaria esta gran lección? *Traducción del francés: Miguel Ángel Leal Nodal. @latidodemaquina https://issuu.com/ellatidodelamaquina


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FOTO DE LA SEMANA: LARGA EXPOSICIÓN

CUENTO

EL ORGULLO Por Heberto J. Peterson Legrand

Foto: Erick Rubén Salas Verdugo.

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Erick Rubén Salas Verdugo Residencia: Ensenada. Ocupación: Empleado y fotógrafo. La Foto de la Semana es un reconocimiento que se otorga por el mayor número de votos, avalando el dominio del tema, en el sitio de Facebook Fotografía Diaria.

MI BOCA

petersonheberto@live.com

Un día en mi página de Facebook veras que he aprendido a superar... que no te tengo, y en mis fotografías pronto apareceré riendo, entonces reconocerás que mi boca es un manjar que un día probaste y que jamás vas a olvidar. andrearodrigueztorres@hotmail.com @soyandreatorres Facebook.com/soyandreatorres

Ilustración: Cortesía

Parece sola la ciudad cuando una persona se va, parece que se oscurece y nunca vuelve a amanecer. Suelo encontrarte en los lugares donde algún día te vi, en los espacios donde una tarde te besé. Se han detenido ya las horas, los días buenos pasan de moda, cuando despierto se que no me llamarás. Así serán las tardes de hoy y de jamás. Luego vendrán más primaveras, habrán veranos otra vez, inviernos llenos de abrigos por usar. Deberías saber que estando aquí, y tú en donde estés, veremos muchas flores nuevas por nacer, nos cubriremos de otros vientos y conoceremos otro tiempo, nuevos perfumes que sabremos disfrutar.

Foto: Cortesía

Por Andrea Torres

lorando a cántaros y con el corazón destrozado, Paloma se refugió debajo de un arco entretejido de hermosas flores. No lograba, a pesar de los años transcurridos, entender el comportamiento de Fausto que en la intimidad a veces era frío e indiferente y públicamente cariñoso y dialogante. Ella, una mujer muy guapa, de gran personalidad, inteligente y muy cuidadosa de su persona; él, feo, un tanto dejado, simpático cuando se lo proponía, buen padre, muy trabajador, excelente conversador y fácil para las relaciones públicas, con un comportamiento a veces un tanto pragmático. Tenían tres hijas: Carla, de 16 años, Rocío de 14 y Eugenio de 10. Hijas e hijo, muy bien educados, formándose en buenos colegios. Fausto y Paloma siempre habían sabido hacer equipo y ella lo alentaba e, incondicionalmente, trabajaba hombro con hombro para forjarse un futuro como familia. Paloma había recibido una educación más refinada que Fausto y tenía, en el ejemplo de su Padre, el modelo o paradigma de hombre con el que siempre soñó, ya que fue testigo del respeto, cariño y dignidad con que trataba a su mamá. Fausto medio galán y conquistador, tenía la visión de que la mujer debería supeditarse al hombre, él tenía la última palabra. Cuando manda el corazón a veces se mata la ilusión o el sueño se desvanece… por allí estaba transitando Paloma. La relación se fue recrudeciendo al paso del tiempo y no se percataban de que estaban en un escaparate y los hijos observaban aquel comportamiento que les producía dolor, frustración e impotencia al no poder hacer nada.

Afuera los amigos, la sociedad no se percataba de ello porque era uno al interior del hogar y otro fuera de él. Paloma, a pesar del ambiente que se estaba caldeando, hablaba a sus hijos bien de Fausto y les exigió su respeto hacia él. Era una mujer de una extraordinaria madurez que valoraba la importancia de mantener unida a la familia. Fausto era un hombre de buen corazón, pero su talón de Aquiles era su enfermizo orgullo que hacía imposible el diálogo. Cuando se enconchaba en su dañino orgullo cerraba su mente y sus oídos y no escuchaba razones. Paloma sufría porque lo amaba y veía sufrir a sus hijos. Sin embargo no perdía las esperanzas de que cambiaría y la situación tomaría un rumbo armonioso de comprensión y acrecentamiento en el amor de pareja. Leo, compadre, cliente y amigo entrañable de Fausto, se percató del ambiente que se vivía hasta que hubo un momento en que no aguantó más e invito a Fausto a comer y, ya en el restaurante, le soltó su visión de lo que había observado durante un buen tiempo. Fausto quiso justificarse, pero Leo le hizo reflexionar sobre ese tesoro que tenía junto a él y no se daba cuenta… ¡su esposa! Y esos hijos marcados por sus actitudes. Después de un prolongado diálogo, Fausto –que respetaba mucho a Leo– reconoció que era muy orgulloso y ello le impedía saber escuchar e interesarse por los otros puntos de vista. Leo le dijo: “¡Fausto! Es ese orgullo enfermizo el que puede destruir tu hermoso hogar y apagar el amor de esa mujer que muchos quisieran tener por esposa”. Fausto llegó tarde a su casa para cenar, mas ya no era el mismo que a las 10 de la mañana había salido de su hogar: el muro de su enfermizo orgullo se había derrumbado y había llegado el esposo y padre…


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NARR A C I O N E S E X T R A O R D I N ARIAS

PACHITA: CIRUJANA PSÍQUICA EL LEGA D O D E L E S P Í R I T U S O B R E L A M AT E R I A Por Rael Salvador

«Se interesaba en ahorrar dinero para montar un “kinder”, ya que decía que no se podía componer a “los cabrones” cuando ya eran grandes y estaban torcidos»

“No resulta fácil creer, a no ser que hayas tenido experiencias personales semejantes”. Stanislav Grof.

Bárbara Guerrero, conocida como Pachita.

Insta, amorosamente, Pachita a su paciente. La segunda operación a la niña transcurre en los siguientes términos: el Hermano, canalizado en Pachita, aplica su cuchillo en la parte posterior de la cabeza. Con un movimiento intenso penetra el cuero cabelludo, abriendo el hueso con una sierra de plomero; de pronto un tejido fresco –corteza cerebral– se materializa en la mano izquierda del Hermano (Pachita). Con el cuchillo levanta la carne e introduce ese tejido en el cráneo. Posteriormente, Jacobo Grinberg coloca las manos sobre un algodón mojado y lo aplica en el área de operación. Pachita le ordena cerrar la herida a través de la energía del pensamiento. Como en la primera operación, sin anestesia y sin la asepsia requerida, la herida cierra instantáneamente, dejando sólo el rastro difuso de una línea oscura y las sábanas empapadas en sangre. Antes de las intervenciones de Pachita, la niña era un “vegetal” que no se movía ni hablaba ni controlaba sus esfínteres. En las cuatro operaciones subsecuentes, Pachita cortó el cuero cabelludo con el cuchillo de monte y abrió el hueso del cráneo usando herramientas de plomero... «Tomó un pedazo de corteza cerebral en sus manos, le lanzó su aliento y le ordenó que viviera: “¡Vive!, ¡vive!”, le gritaba». –Ya vas a estar muy bien, mi dulce angelito querido... “Yo vi a esa niña empezar a tener movimientos voluntarios –asevera el connotado investigador Jacobo Grinberg–, balbucear

Foto: Cortesía

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nexplicables o no, existen cosas en este mundo que parecieran de otra dimensión. Ese es el caso de la sanadora mexicana Bárbara Guerrero (Parral, Chihuahua, 1900), mejor conocida como Pachita, que a través del espíritu de Cuauhtémoc, el “Hermano” –técnica de posesionamiento, similar al procedimiento hindú de meditación llamado shabd– y manejando un “oxidado” cuchillo de monte, era capaz de realizar operaciones quirúrgicas, tales como trasplantes de órganos, en las cuales objetos, vísceras y tejidos biológicos se materializaban, demostrando ante pacientes y asistentes –entre ellos el neurofisiólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México Jacobo Grinberg-Zylberbaum, el cineasta y psicomago Alejandro Jodorowsky y el fraile dominico Maurice Cocagnac– un control extraordinario sobre la materia y la energía, ganándose de esa peculiar manera el reconocimiento a ser considerada, junto al mítico Niño Fidencio y la dulce María Sabina, como una de las más grandes chamanes de México: una auténtica Mujer de Conocimiento. “El caso más extraordinario y el que me enseñó que realmente no existen límites –narra Jacobo Grinberg, psicólogo e investigador de la fisiología cerebral y ayudante de las intervenciones de Pachita–, fue el de una niña, quien en una operación convencional había sido sobreanestesiada, dejándole su cerebro muerto por la falta de oxígeno. Los padres, desesperados después de ver una docena de neurólogos, dieron con Pachita y le pidieron ayuda. Pachita aceptó y la segunda operación que vi aquella primera noche, fue un trasplante de corteza cerebral en la niña sobreanestesiada”. Dadas las “insalubres” condiciones de dicha operación, sumadas a la incredulidad del testigo, hacen esperar por los menos una “meningitis fulminante”. En lugar de ello, la niña se presenta a los quince días para una nueva operación, sin infecciones, “sin haberse muerto de shock postoperatorio” y con algunos marcados síntomas de mejoría. –Vamos a arreglar esa cabecita cariñosa, mi dulce muchachita...

vocablos, quejarse de dolor y molestias y sonreír, ¡sí! ¡sonreír! Cuando yo vi sonreír a esa niña y alcancé a comprender los motivos de su alegría, entendí que lo más fundamental es lo de mayor alcance espiritual...”. En su libro Pachita, de la serie Los Chamanes de México (UNAM, Instituto Nacional para los Estudios de la Conciencia, 1990), el investigador Jacobo Grinberg-Zylberbaum, desaparecido misteriosamente en el Tíbet –aún recuerdo el rostro de Carlos Mongar, escritor y ex editor de Publicaciones del CONACYT (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología), cuando la INTERPOL (International Criminal Police Organization, por sus siglas en inglés) lo entrevistó para saber el paradero de Jacobo, pues como su editor él era una de las últimas personas con las que mantuvo contacto–, anota y describe las experiencias que tuvo la oportunidad de observar al lado de esta “extraordinaria mujer, cuyo único motivo para vivir era ayudar a su prójimo”. Se dice que Pachita fue una mujer pobre, que se interesaba además en ahorrar dinero para montar un “kinder”, ya que decía que no se podía componer a “los cabrones” cuando ya eran grandes y estaban torcidos. Por eso ella insistía “en enseñarles a los niños cosas positivas antes que erraran su camino”. Aseguran que fue amante de Pancho Villa, cuando participó muy jovencita en la Revolución

Mexicana. Fue huérfana de ambos padres y un negro caribeño la adoptó y le enseñó cómo viajar en espíritu y establecer contacto con el mundo astral. Luego ese tutor se regresó a su tierra a morir y Pachita quedó de nuevo sola a los 15 años... Fallecida en la Ciudad de México el 29 de abril de 1979, en el ambiente aún permanece el recuerdo de la peculiar sanadora Bárbara Guerrero, Pachita, y sus milagrosas operaciones –de médula, vértebras, hígado, páncreas, vejigas– a cuerpo abierto. Pasados los años, vendrían las ofertas de los diezmados “Cirujanos Psíquicos” de Filipinas, pero esa es otra historia. “A mí me lleva la chingada –solía comentar– con esa gente que viene a curiosear como si esto fuera un circo. Un día vinieron esos, ¿cómo se llaman?, ¡ah sí!, esos de control mental a investigarme. Me llevaron a una casa en la que había rayas de todos colores. Rojas, azules, verdes y negras. Un señor Silva me dijo que yo estaba en la negra. Hágame el favor, ese cabrón me quería nada más para meterme en lo negro. Luego me dijeron que buscara un enfermo con mi mente. Yo qué iba a buscar ni qué carajos. ¿Para qué? Luego otros me llevaron a la Zona del Silencio en Torreón para que les dijera lo que había allá. Puro pinche desierto y yo allí en medio. Encontré una tortuga y me la traje... Dicen que se paran los relojes y que no se oye el radio pero, ¿para qué sirve eso?, nada más buscan por buscar sin saber y por más que encuentran no se quedan satisfechos. ¡Si yo les contara todo lo que me han llevado a hacer! Un día me dijo un amigo que le ayudara a buscar no sé qué madres, en un terreno. Fui allí y me lo encontré lleno de excavaciones, me dijeron que les reportara lo que sentía y yo me quedé tal cual. Aquí sí que se trabaja, pero yo de eso sé menos que nadie. Yo nada más me voy y viene el Hermano y ni me entero... Y luego vienen a invitarme a dar conferencias y yo ¿qué les voy a decir? ¡Se imaginan a esta pendeja hablando en una conferencia! A mí me gustan las buenas obras, las que de veras ayudan”. raelart@hotmail.com


DOMINGO 31 de enero de 2016 DOMI

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I MAGINACIÓN Y LIBROS

NURKIA: UNA ESCRITORA MODELO ¿Q

ué diferencia hay entre vocación y misión de vida? Nurkia Rudametkin Rodríguez a sus 35 años la sabe. Nurkia es ensenadense, licenciada en Comercio Exterior y Aduanas y tenía un un trabajo exitoso en esa área. Sin embargo, sentía que eso no le satisfacía. Cayó en depresión. De manera paralela, su prima –quien es invidente– perdió a su madre a causa de un cáncer. Sin embargo, ella parecía ser más feliz que Nurkia. Es entonces que comienza a escribir la vida de su prima, con la esperanza de que esto la motive y la saque de ese malestar. Toda la infancia de Nurkia fue de imaginación y libros. Todos los veranos visitaba a su prima y le contaba cuentos. Cuando se sumergió en la depresión tenía 24 años. Corría el año 2004. La novela donde narraba la historia de su prima se titularía El regalo. Nunca fue concluida. Nurkia se dio cuenta que basar sus letras en una historia real no era lo que esperaba. Limitaba su imaginación. Es entonces que comienza La huida, su primera novela publicada. Basada en la imaginación, cuenta la historia de un científico que trabaja en un laboratorio y tiene la opción de continuar o no, con el desarrollo de una fórmula para crear un virus. Luego de la publicación de este relato, donde se pone en juego la importancia de la ética profesional, en México ocurrió la pandemia de gripe H1N1 (Influenza). Entonces la autora fue cuestionada si su historia fue basada en ese hecho. La respuesta es no. Todo fue una simple coincidencia. Expediente 93, fue su segunda novela, publicada por el Instituto Politécnico Na-

cional (IPN) en 2011. Para esta trama, Nurkia además de tener como recurso la imaginación, se fue a meter al Centro de Reinserción Social de Ensenada (Cereso) para hacer una descripción más real de las celdas y lo que ahí se vive. “Expediente 93 trata de una mujer que vive una vida donde lo tiene todo, hasta que un hombre la enamora en su trabajo. Habla de los valores y la importancia de las decisiones. Habla de cómo es estar preso, pero no sólo de manera física, sino de la mente y del corazón”, explica. Mas no todo fue libros e historias en letras. En 2009 tomó un curso de modelaje en San Diego, con John Casablancas, fundador de Elite Model Management. Así le tocó modelar en Las Vegas. Sin embargo, luego de algunas experiencias en el modelaje, se dio cuenta de que prefería el camino de los libros. También tomó un curso de cine con la agencia Barbarella, en Tijuana, y le pareció genial la posibilidad de crear un mundo irreal, como en los libros, pero de manera más tangente. Ahí aprendió actuación. Por coincidencia conoció a René Bueno, director de cine, quien le propuso llevar a la pantalla grande la novela Expediente 93. El proyecto sigue en pausa, porque el cineasta se encuentra trabajando en otras dos películas actualmente. Desde finales del año pasado se encuentra presentando su tercer libro, La llave.

NUMERALIA

“De manera paralela, su prima –quien es invidente– perdió a su madre a causa de un cáncer. Sin embargo, ella parecía ser más feliz”

Fotos: Cortesía

Por Joatam de Basabe

Esta vez no es novela. En esta ocasión decidió hacer una pausa en la ficción para atender su misión de vida. “Mi vocación es por la literatura, mi misión de vida es ayudar a la gente con los consejos de los ángeles. Ayudarlos a encontrar el equilibrio de su vida”, expresó. La autora describe a La llave como un libro que recopila 15 años de su crecimiento interno. Una conjunto de todo lo metafísico que le ha ocurrido. La forma en la que encontró el balance. Ese que muchos buscan y todos necesitan. Nurkia no conocía a los ángeles hasta que uno se le presentó y le dijo que ella

sería buena para dar consejos. En ese tiempo, lo sobrenatural era un tema en el que ella se mantenía al margen. Era el año 2013. Fue hasta el 2015 que esa misión se materializó. “La llave concatena una propuesta de trilogía integral: siete arcángeles, siete leyes metafísicas y siete chakras. Espero que estos consejos sean una herramienta para ayudarte a identificar aquello que requieres cambiar y así lograr tu crecimiento en todos los aspectos”, escribe la autora en la introducción de la obra. Para este libro Nurkia se hizo de una vasta bibliografía para explicar a detalle cada uno de los aspectos que integran el texto. Además, se encuentra en proceso de certificación como Coach de vida. La otra cara del asesino y Vida arrabalera, serán sus próximas novelas a publicar. Esta última está ambientada en los años 30, y se desarrolla en el Centro Social, Cívico y Cultural Riviera de Ensenada, en su etapa como casino. joatam24@gmail.com

10 libros de novela histórica y aventuras:

1.El último Catón, de Matilde Asens.

5.Tiempo de ceniza, de Jorge Molist.

9.Lo que mueve el mundo, de Kirmen Uribe.

2.El maestro del Prado, de Javier Sierra.

6.El sueño de las Antillas, de Carmen Santos.

10.El asesinato de Pitágoras, de Marcos

3.Circo máximo, de Santiago Posteguillo.

7.El testigo invisible, de Carmen Posadas.

Chicot.

4.La judía de Toledo, de Lion Feuchtwanger.

8.El aire que respiras, de Care Santos.


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