Dagfrid. Lejos de casa (Dagfrid #5)

Page 1


AGNÈS MATHIEU-DAUDÉ · OLIVIER TALLEC

DAGFRID

LEJOS DE CASA

Ser una niña vikinga no siempre es fácil. Pero es más fácil cuando vives en tu casa.

Durante los últimos quince días he estado viviendo con mi tío, mi tía y mis primos. Y ellos viven en Groenlandia.

Groenlandia es una isla donde hace frío. Bueno, normalmente yo también vivo en una isla donde hace frío, solo que no es la misma, y eso lo cambia todo.

Vinimos a celebrar la boda de mi prima Helda, y es cierto que el viaje valió la pena. Pero un convite de boda no dura más de quince días, y terminó hace tiempo. Sin embargo, parece que mis padres no quieren irse. Yo ya estoy harta. Bueno, estoy harta a menudo, pero no estoy acostumbrada a estar harta en Groenlandia. Por eso decidí hablar con mi abuela Elsa. Aquí ella está como pez en el agua. O más bien diría como foca en el agua, porque no conozco muchos peces como la abuela Elsa.

A las focas las he visto por todas partes, en las casas y en las personas, que las llevan puestas: aquí prefieren cortar pieles a tricotar. Los

entiendo perfectamente: es más rápido. También he visto focas que aún no se habían convertido en ropa, y sus gruñidos se parecen mucho a los ronquidos de la abuela Elsa. Además, se parecen un poco en la forma: a la abuela Elsa le encanta la tarta de arándanos, además del pescado seco, y eso empieza a notársele en la silueta.

Me la encontré desayunando, pero no quise fijarme demasiado en lo que comía, ya que aquí no hay tarta de arándanos, y el pescado seco por la mañana..., ¡no, gracias!

—¡Abuela!

—Ah, Dagfrid, hija de Thor y sobrina de Erik, ¿cómo estás?

La abuela Elsa suele llamarme «hija de Thor», y con eso basta. Pero en Groenlandia añade «sobrina de Erik» porque quiere mucho a mi tío Erik. La abuela Elsa es la madre de Erik y de papá. No sé qué me cuesta más imaginarme: si a Erik y a papá de bebés, o a la abuela Elsa siendo mamá de alguien.

—¡Abuela, estoy harta! —contesté.

—¡Dagfrid! Ya te he dicho que una vikinga no puede estar harta. Puede querer ir a luchar, navegar y descubrir tierras desconocidas, y, si me apuras, a secar pescado, barrer, o alguna de esas cosas que a tu madre le encantan, pero no «estar harta».

—Me aburro...

—Una vikinga tampoco se aburre.

Ven a bañarte conmigo. Pero primero ayúdame a quitarme la armadura.

Desde que llegamos, la abuela Elsa no se ha quitado la vieja armadura oxidada que insiste en llevar para demostrar que ella también es una vikinga. Le apretaba tanto, incluso sin tarta de arándanos, que me costó muchísimo quitársela. Luego se quitó toda la ropa que llevaba debajo y echó a correr para zambullirse en el agua helada. Iba completamente desnuda. Cerré los ojos. Lo único que diferenciaba a las focas de la abuela Elsa es que las focas no sueltan un grito de guerra vikingo cuando se lanzan al agua.

—¡Yuuuuuhuuuuuhuuuuu! ¿Vienes, Dagfrid, hija de Thor, sobrina de Erik?

Abrí los ojos y me di cuenta de que había otra cosa que diferenciaba a las focas de mi abuela: el casco, que no se había quitado para bañarse. Metí un dedo en el agua para comprobar la temperatura, porque, aunque sea vikinga, no estoy completamente loca.

El mar está frío y moja. La prueba de que hago bien no bañándome en él es que... ¿adivináis quiénes son tan tontos que viven dentro? Exacto: los peces, esas criaturas inmundas que insisten en invadir nuestros platos una vez muertos.

De todos modos, no pensaba desnudarme. El casco de la abuela aparecía

y desaparecía bajo las olas y entre las focas hasta que decidió salir y yo volví a cerrar los ojos.

Después de bañarse, la abuela Elsa me pidió que la acompañase a cazar un montón de animales para que los habitantes del poblado pudieran hacer ropa con sus pieles, y lámparas con su grasa. No me preguntéis cómo se pasa de una foca a una lámpara, pero apesta. Y yo que creía que las lámparas de aceite de pescado que tenemos en casa eran uno de los peores inventos de la humanidad...

El caso es que, desde que conocí a Freki, ya no me gusta cazar. Freki es un caracol, y es mi mascota. Vale, no se puede hacer nada ni con su pelaje ni con su grasa, ya que no tiene ni lo uno ni lo otro. El día que lo llevé a casa, la abuela Edda se ofreció para

DAGFRID

Ser una niña vikinga no es fácil. Menos aún cuando estás en Groenlandia, en casa de tus primos, aburrida como una ostra. ¡Yo no aguanto aburrirme! Y tampoco voy a soportar Groenlandia si esto sigue así.

¡No pienso ponerme a coser, como mi madre! ¡Ni hacer carreras de escudos, como mi padre! ¡Ni bañarme desnuda entre las focas en el agua helada, como mi abuela!

Yo, el pescado, no lo soporto.

ISBN: 978-84-10090-17-0

Proyecto de sostenibilidad LIBROS LIBRES DE CO2

Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.