Conejo vivía en un tranquilo campo de trigo de donde nunca salía, ni una sola vez, a pesar de que había un camino. Aunque cada noche soñaba que lo hacía.
Cada noche.
Perro acudĂa a visitarlo.
Ahora estaba demasiado viejo y enfermo para ir a correr aventuras, pero habĂa pasado la mayor parte de su vida viajando por todo el paĂs en motocicleta,
y le encantaba hablarle a Conejo de los lugares donde se había sentido más vivo,
allí donde había aullado a la Luna.
Hasta que, cierto dĂa, llegĂł la peor de todas.