Guillermo Antonio Pérez Tiscareño : anticristo

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Guillermo Antonio Pérez Tiscareño / ANTICRISTO

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Guillermo Antonio Pérez Tiscareño ANTICRISTO, en el nombre del padre

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Guillermo Antonio Pérez Tiscareño ANTICRISTO, en el nombre del padre

Editorial IZ / Editorial IM

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Guillermo Antonio Pérez Tiscareño / ANTICRISTO

Primera edición Febrero 2016 DR 2016 Guillermo Antonio Pérez Tiscareño ANTICRISTO, en el nombre del padre Todos los derechos reservados antoniotisk_art@hotmail.com

Fotoportada: Mario Alberto Serrano Monzón Correción: German Vergara Soriano Coedición Editorial IZ Literatura Iztapalapa www.issuu.com/literaturaiztalapa Editorial IM Impresiones Maravillosas www.issuu.com/editorialim Juárez 139 Col Lienzo Charro Playas de Rosarito, Baja California, MEXICO sistemaciudadanodeinformacion@gmail.com

Prohibida su reproducción sin permiso del autor.

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DEDICATORIA:

A esos seres llenos de luz, mi madre Concepción y mi padre Federico, quienes vida me dieron, a mis hermanos y hermanas (Reyna, Guadalupe, Francisco, Martín y Ricardo) por enseñarme que el determinante para el éxito es la fuerza de mis convicciones, creyendo incondicionalmente en mí, de igual manera a dios por bendecirme con todo mi ahora presente, a la compañía Fanut Teatro, por nacer en mi vida, de igual forma a todos aquellos que creen en los sueños.

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Por qué los sueños de un soñador infiel Escapan cuando él los arranca de su memoria Y de su corazón. Michael Ende. Jojo; historia de un Saltimbanqui

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PRÓLOGO

Doliente pincel de heridas Que escribes palabras de amor Seca mis lágrimas negras Apiádate de mi dolor.

Doliente pincel de heridas, que escribes estas palabras, tal vez son las menos doctas, no sé si serán las más sabias, con esta tinta negra escurriendo cual hilo de vena, me postro a contar mis miedos, tan resbaladizos y deslizables desplazándose dentro de mí, en medio de esta oscuridad apesumbrada, he decidido escribir ante este escenario, un escenario teñido con la blanca luna grande, acompañado del aroma a tabaco fresco, solo seré yo en compañía de mi pincel, que escribe palabras de amor, un poco heridas, y algo marchitas. Mi escenario lo pintan los anhelos, los sueños que jamás se apartan de mí mismo, quizás me encuentro un tanto reflexivo con lo que respecta a la vida, pero en ocasiones no alcanzo a entender el corazón de los humanos, yo soy uno de ellos, me queda claro; la depredación del hombre por el hombre, 11


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obsesionado por la ausencia de sueños, simplemente ideologías permaneciendo dentro tan dentro. Cierra los ojos e imagínate bajo un árbol siniestro, en ese sitio al cual te transporté, fué donde me decidí escribir los versos, más tristes y faltos de amor. Te invito a percibir el aire ¿lo sientes? Es como si tuviese respiración propia, sentimientos y sentires, una neblina impresionante ambienta el espacio, el aroma del carbón e incienso prevalecen en cantidades considerables ¿Los percibes? Escucha el aire, intenta decir palabras, muchas palabras, pero no intentes entenderlas, estas te harán perder. Aquí te pasmo mis delirios, mis locuras, mis alucinaciones, pero lo más fundamental, mis sueños, los sueños inquebrantables nunca dejan de ser sueños, esos solo son la raíz de mi esencia, quizás para muchos será incomprensible. Viaja conmigo, sumérgete en este mar de ofuscaciones.

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… Mis manos tejieron un puño de alfileres, que mis muñecas clavaron todas mis penas en las cienes.

En un rezagado año el cuál no recuerdo, en algún sitio de Oaxaca que he decidido extirpar de mi memoria, en medio de una turbiedad apesumbrada inicia la ficción, nos trasladamos antes del caos, en plena oscuridad generada por la noche, como si la naturaleza estuviese inquieta, el ambiente enlute durante toda la escena. Trajinamos mágicamente a uno de aquellos lugares pequeños, que se encuentran escondidos, con ríos y cascadas, es sin duda una esfera desconocida en medio de la realidad e inexistencia. El entorno es ignoto, a su vez lúgubre; se revela una atmosfera entre opacidades. Tras esos mutismos patéticos, ordinarios de las marchas o procesiones de pueblos se ilumina lánguidamente el escenario ocasionando la visibilidad de sombras en proscenio, al tiempo que los 13


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característicos pregones religiosos musicalizan el silencio. El escenario es cubierto por un sinnúmero de luz de velas, mientras que la neblina impide la visibilidad de

los rostros de cada integrante de la

peregrinación. Está propuesta representa recuerdos imprecisos por lo cual se debe procurar que la iluminación y el vestuario produzca estos efectos. Hay neblina por todo el espacio, el escenario se encuentra iluminado únicamente por la luz emitida de las veladoras que portan los integrantes de la procesión. El lugar es musicalizado por un silencio, pero no es cualquier silencio, es uno de esos mudeces sordinas que entontecen a aquel que las escucha. VOCES: Doliente pincel de heridas Que escribes palabras de amor Seca mis lágrimas negras Apiádate de mi dolor.

Entra una mujer adolorida, como si estuviera siendo perseguida, sus piernas ya no le responden, toca su 14


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vientre, en su mirada refleja dolor, el sudor emerge por entre su rostro resbalando por entre sus apiñonados senos, trae los labios completamente secos y un rostro demacrado. Amalia: Doliente pincel de heridas ¡Escribe letras estropeadas! quebranta mi corazón herido, dibuja letras fracturadas, las menos dulces pero las más sabias, las menos tiernas pero las más delicadas, las que no son entrañables y muy poco estimadas, aquellas que dejan de ser afectivas, dibuja mejor las que odian, doliente pincel de heridas, las que son también ondeadas, aquellas que no dejan de ser bellas, porque son también humanas. Dibuja las que ajustician, las que aborrecen, aquellas que antipatizan estrangulando con sus verdades, aquellas que producen lágrimas negras provocando también charcos, de esos que pican adentro, tan dentro muy dentro de mí. Aquellas que con fuerza te duelen, te lastiman, te ensucian, las que han transformado este corazón cadavérico y enlutado, lleno con excreta secreción, doliente pincel de heridas escóndeme entre tus hebras, que ni los hilos del viento compadezcan a esta mujer ya muerta, a esta que siente, que lucha, que decide. ¡Doliente pincel de 15


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heridas! que pintas palabras de amor, seca mis lágrimas negras y apiádate de mi dolor. El silencio musicaliza solo un momento Voces: (Cuál apartado litúrgico) Doliente pincel de heridas Que escribes palabras de amor Seca mis lágrimas negras Apiádate de mi dolor.

Un guitarreo de pueblo se escucha con gran fuerza, como si por naturaleza este mismo se lamentara, al tiempo que suena un violoncelo, se comienzan a observar miles de veladoras

que desfilan por

proscenio, no se observa el rostro de los que desfilan cual procesión de difuntos, la tonalidad del cantico es aberrante, a la vez Amalia camina postrándose al centro tocando su abdomen comienza a parir tras un grito desgarrador. Por entre sus piernas se observa un hombre completamente desnudo, la madre aterrada, se estremece con una fuerza que no puede mantenerse

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de pie. Este nacimiento debe provocar terror a quién lo ve presente. El hombre no se mueve del suelo quien con vibración y sonidos inverosímiles se mantiene postrado.

Amalia: (Aterrada, en pleno espacio de trastorno y confusión, al borde de un sinsentido) ¡No era momento! ¿Quién eres? ¡Estoy preguntándote! ¿Quién eres? (Pausa) ¿No respondes? ¿No escuchaste? (ríe con estruendoso delirio y calidez) Eres producto incestuoso que generaste dolor a mujer que por tres semanas aguardó tu espera, pero sin pensar si quiera que adelantarías tu gestación, yo no puse arena sobre lo que tu cuna jue, que con telarañas te formaste, producto de semejante atrocidad, así entre mis resguardos surgiste punzando con tus garras para mi vida no ilusionar, yo no pedí parirte, pero el odio vida te dio, penetrando el cual blanca espuma como un reptil asechando a su presa al someterla. Castigas cuando yo daño no hice, ni pensar quise lo que por naturaleza pasó, así fue dicha secreción. Lo acepto ¡Hijo! Aunque en mis cienes punza, tan vana desilusión, no quise tenerte, opté por sacarte del vientre antes que concibiera, pero empeñado con garras luchaste y con vida naciste. Bien el tiempo no es sabio, ni la naturaleza misma, pues al ver el color en tus labios provocas terror en mí. (Le tapa con sus manos la boca) ¡Cállate! (Pausa, mientras se escuchan rezos en zapoteco) (Se arroja a golpearlo coléricamente, hasta

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que sola se tranquiliza). Ahora no siento dulzura, ni orgullo de madre, es un sentimiento más grande quien acapara mi corazón, no es amor, es coraje, que a polvo hueles, surgiendo de falso amor de padre, quien diome su corazón poniéndolo en mí, su mirada era cual tierra, gemía salvajemente carcomiéndome las entrañas hasta que luchar no pude ¡lo permití!, así tras engaños con violentación surgiste, que siendo víctima agora, soy tan solo bien juzgada, soy mujer castigada, que una espiga punzante dorada con luz de luna, pide mi corazón para la luz quitarla, no hay duda; quien tanto daño me hizo, maldecido lloró sus penas mientras clamó perdón, no pudo mi corazón con dicho acto, tomando cuchillo en mano su muerte no me dolió, poco a poco esto mata, no hay sentimiento más grande que el dolor de una madre, al producir tanta maldad, creando dicho suplicio que no crea libertad. Doble suplicio Dios manda, Más de tu hermano ¿No sabes? Quien trastornado en la vida, con dicho amor te espera, pero no entiende siquiera el castigo que el cielo manda, no he de permitir, más daño, pues has de causar al mundo engaños, miedos, culpas y decepción. ¡Cállate!, que la gente me busca, pero no entienden razones, no hay motivo alguno que juzgar a la más débil, a la menos docta, a la que nunca verán sabia, dando sentencia a aquella que asesinan su corazón, ¡Silencio! (Desempuña una navaja y dispuesta a matar va hacia el con mucho esfuerzo, cuando por detrás aparece Isidro el hijo de Amalia quien da muerte a su madre) Isidro: (Refiriéndose a su Madre)Apareció ante mí, discutió conmigo, en medio de un turbio espasmo de

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aire hueco cual fogonazo frio, helo mi cuerpo, uno de los siete de aquellos que fueran ángeles, con siete cáliz trajinó hacia mí, indicó con afanosa voz; ¡ven! que he de enseñarte la sentencia contra la gran ramera mil veces perpetua, la que yace sosegada sobre muchas aguas con la cual fornicaron los que habitan en la tierra, entonces se abrió mi puerta, pero algo me condujo hasta aquí, una vocecita me decía; ella embriaga con el vino de su genital a los que ya albergan en el campo, entonces ya no supe después que cosa fue lo que pasó. Isidro quien surgió de la nada, comienza la carga y la arroja al rio. Su rostro está lleno de lágrimas y sudor, al ver a Everardo, lo toma dulcemente, besa sus labios, hay que recordar que Everardo no tiene conciencia de sí mismo, el solo vive en un universo en el cual estará perdido, vistiendo a su hermano con las prendas de su madre dejándola expuesta en la desnudez de su cuerpo. Al tiempo que caminan varias personas en procesión por el escenario como si se tratara de fantasmas, no prestan atención a Isidro, ni Isidro a ellos, pero Everardo si los ve, mientras que la gente camina, cada que pasan entre ellos Everardo torpemente tocara las prendas de las personas que deambulan, quienes caerán con fuerte grito al suelo petrificando su expresión y su cuerpo tensado, quedando expuestos en el suelo, hasta que todo el sitio por donde caminen se encuentre lleno de cadáveres, sobre los cuales ellos caminarán, Isidro en sus manos lleva un sahumerio observa para todos lados, coge hiervas y las quema en el sahumerio. Se encuentra a la

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expectativa como si esperara un encuentro extraordinario, hay miedo en su accionar, deambula por todo el espacio, pareciera que se ha extraviado. Mientras rezos en zapoteco se escuchan a destiempo. “Everardo” quién emite sonidos sin sentido, y depende completamente de Isidro, es físicamente menor; no tiene movimiento en sus articulaciones, dando impresión de encontrase poseído. Isidro: ¡Santísima! Doña Caro: ¡Santa! Isidro: ¡Santísima! Doña Caro: (Reiterando) ¡Santa!... ¿Tantos muertos? ¿De dónde han salido? Isidro: ¡A mí no me pregunte! Que no le se responder, no me había dado cuenta, por el sitio en el que caminábamos.

Doña Caro: Tantos muertos, que el de Atocha, esta noche se negara a abrirles la puerta. Isidro: ¡Usted se equivoca señora! Doña Caro: Estas un poco atarantado, (Se arranca un pedazo de prenda) ¡huele esto!, te quitara la fiebre que

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te cargas… ¡No me equivoco! ¡Jamás lo hago!, a veces ustedes no saben bien las historias. Isidro: ¿A la puerta del cielo se refiere? Si es eso, usted habla de ¡San Pedro! Doña Caro: No me refiero a la puerta del cielo, si no a la puerta de la muerte, por eso el de atocha se negara a abrirles la puerta de una muerte digna, Isidro: ¿Cómo? ¿El santo niño… a ese se refiere? Doña caro: ¡Así es! de ese hablamos, del que proviene de atocha. Ellos ya han muerto, pero de aquí ya no se irán, la muerte les ha sorprendido, y no lo dudo, yo sé perfectamente quienes son… ya no tardan de llegar las ratas para meterse entre sus cuerpos, mira a este ya los gusanos entraron muy pronto en él, le han chispado l o s o j o s (Ríe) ¡Ayúdame mejor anda, hay que aventarlos al río, que mis sirenas tienen hambre. Isidro: ¿Sirenas? ¿De qué habla? Doña Caro: Las viejas hablamos tantas cosas que muy pocos lo comprenden, aquí en este rio hay sirenas, ¿Las han escuchado?

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Isidro: ¿Escuchado? Doña Caro: Tu no las has escuchado entonces, su voz es tan estruendosa que causa daño a cualquiera que las escucha, solo yo y dos personas además de mí son las únicas que pueden escucharlos. Isidro: ¡Señora! Yo he visto en este río, personas diminutas con deformada cola de pescado, sus senos eran picudos llenos de lodo y boca de lobo ¡Daban miedo! Doña Caro: Son ellas. ¿Pero has escuchado? Isidro: Si, pensé estar loco, escuche hace unos momentos, una voz, las escuche. Fue apenas que las contemple. Doña Caro: ¡Han llegado pronto! ¡Pensé que tardarían! Nunca me imaginé que ustedes dos serían, ¡ÉL ES TU PASTOR!, ¡Y TU EL PRIMERO DEL REBAÑO! Han llegado pronto. Isidro: ¡No entiendo nada! Doña Caro: Isidro Ramírez Pérez Isidro: ¿Cómo supo mi nombre?

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Doña Caro: no hay que intentar entender (Enciende una vela) ¡No me has respondido! ¿Qué haces por estos rumbos? A la hora en que los demonios deambulan solos, yo bien sé porque te encuentras por estos rumbos, ¿Quieres un poco de agua? ¡Lo sabía! De pronto los zopilotes se alborotaron, después del derrumbe… Se me hace que ya fue el momento, en que el mal llegó a su cuna. ¡Bebe niño! Es el agua del rio, pero no es cualquier agua ¡No, no, no!, es el rio al cual nadie se acerca, este sitió fue llenado con las lágrimas del diablo, cuando lloró sus penas por que dios le ganó batallas, ¡Ese! Jamás se rinde, por eso hay que estar con los ojos pelones, yo pienso que juró volver. ¡Si, si, si! ¡Aquí! Donde hace un instante me pareció escuchar a una mujer parir, concibió cerca del río, era ella, de la que todo mundo habla, la que se acostó con su padre, si esa misma, ya la habían agarrado, pero no entiendo cómo pudo liberarse, bien merecido lo tenía esa mujer, supe que asesino a su padre, y su marido dicen que desapareció, ella era algo muy simple, ¡Una perpetua gran puta!... Isidro: Cállese, Cállese le digo.

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Doña Caro: Sé que estuvo cerca de aquí

pero no

logré divisarla ¿Tu no viste nada? (Ríe) ¡No te espantes!, Isidro, esa mujer, no era mujer, ¿qué madre es capaz de encerrar a un hijo por treinta y tres años? Amarrado, solo por ser diferente. (Isidro se observa aparentemente con cierto retraso mental) Isidro: Ella me protegió, usted no sabe nada, usted no puede saber nada. Doña Caro: Sabes bien que a mí no me engañas. Nunca te había visto por estos rumbos, tenías tantas ganas de salir, y el alivio que te dio deshacerte de ella… (Lo calla) ¡Mejor no digas nada! ¡Yo lo sé todo! Como sé que se aparecieron ante ti, ¡Sí! Y hablaron contigo, ¡Que no te extrañe Isidro!, Hay muchas cosas que no solo se, si no también yo veo, yo vi ese turbio espasmo de aire hueco cual fogonazo frio, ¡Heló tu cuerpo! Isidro: Usted no sabe nada, lo dice porque me escuchó decirlo, a veces hablo en voz alta. Doña Caro: ¡No te engañes Isidro!, es tan confuso todo lo que digo, yo lo sé, pero soy ya vieja, ¡Entiéndeme! ¡Observó todo! No hay de otra, conmigo nada se me escapa, soy como las estrellas, que aunque no las veas en el día, en alguna parte están, pero no frunzas esos ojos, ¡Ven! ¡Acércate! Isidro… ¡Te estoy hablando! (Lo coloca con la cabeza en su pecho) Soy una vieja, ya sé lo que estás pensando, pero no te confundas… ¡Todo 24


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es muy extraño para ti!... ¿Eran muy extraños verdad? ¡Ni parecían ángeles!, ¡Yo no les hubiera creído! Eran muchos cada uno con una copa, Isidro, hay que estar bien alertas, abrir bien los ojos, algo raro pasó ¿verdad?, su voz era como muy recia. Isidro: Usted está hechizada, algo tiene dentro, dice todo lo que estoy pensando, por favor no me lo recuerde, ya no quiero, eso no debió pasar. Doña Caro: ¡Pero pasó! ¡En el nombre del padre! … ¡Dichoso mil veces seas Isidro! A ti te tocó cargar una gran cruz, pero solo tú podrás Isidro, no te esfuerces para comprenderme, todo en su momento se comprenderá. Hay cosas que nadie entenderá, por más docto que sea, en esta vida las cosas solo suceden, ¿Por qué? ¡Yo te pregunto!, pero nadie se atreve a responder, eso no puede pasar, Isidro, ten siempre esto, (Le da un paliacate con un corazón y una daga de madera) Toma, llévalo contigo, uno nunca sabe cuándo lo ocupará, este corazón absorberá lo malo, es sin duda una protección (Habla en zapoteco la siguiente frase) “Protegedlo, e implorar que nunca sea tocado” No dudes en usarla Isidro, pero guárdala bien, que nadie sepa que la llevas contigo. Isidro: ¿Eso de donde lo sacó? Doña Caro: ¡Ay pero que mancebo tan mas preguntón!, ay cosas que nunca se dicen… Isidro no te sientas mal, hiciste lo que tenías que hacer, ese fue tu destino, fuiste tú, viste la sentencia contra la gran ramera, la perpetua gran puta.

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Isidro: ¡Cállese! ¡Cállese! ¡Hija de la chingada! Doña Caro: Isidro, no te espante nada, todos en este pueblo lo sabían, por eso la buscaban, hiciste bien, ella solo se postraba sobre muchas aguas, te encerró, ella era mala, ella estaba ahí en esos ríos que fueron formados por los que fornicaron con ella, Ella embriagó, ¿te lo dijeron?, con el vino de su genital a los que ya albergan en el campo. Isidro: Entonces ya no supe después que cosa fué lo que pasó. Doña Caro: ¿Sabes? yo sabía que algún día los conocería, hoy es un día de mal augurio, las urracas chillaban tan fuerte, y mira, hoy es eclipse, solo te diré algo, aquí el pueblo no es como ese cuarto oscuro en el cuál estabas amarrado Isidro: No supe como lo hice, solo Salí pero, no pensé que hubieran muchos como yo, hace tiempo solo veía a Melissa, ella se metía a escondidas y me daba un poco de pan, ella me enseñó a hablar, mi madre cada que la veía la golpeaba. Doña Caro: ¡El pepón de carne! (Isidro la observa con extrañeza) ¡Ahora lo entiendo! ¡Que no te extrañe! Melisa así gritaba: ¡Amalia tiene un pepón de carne!, yo fuí la única que sabía que era cierto, aunque no lo

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creas hace tiempo te pude observar por aquella ventana vieja, por aquella donde Melissa se brincaba. Pobre Melissa, todo mundo la golpeaba, pero todos piensan que está loca, yo muchas veces la cure, pero ella aun me tiene miedo, la curaba a la fuerza, la pobre mujer siempre quiso un hijito, mis sirenas quieren ser su amiga, pero ella las espanta, a mí me da miedo que un día se la vayan a comer. Isidro, tú eres como las urracas, mantienes los ojos bien pelados que hasta parece que se te van a chispar, es como si acabaras de nacer, aprovecha lo que en treinta y tres años no viste, pero ya te conocerán. Isidro: Yo si veía por mi ventana, muchas ocasiones pude escaparme

por entre los matorrales, pero me

daba miedo y yo me regresaba, Melissa me ayudaba a escapar, y cuando yo volvía ella me volvía a amarrar, ví muchas cosas,

una mujer lloraba agarrando a un

hombre que había muerto, yo le dije palabras, pero ella no fué capaz de mirarme a los ojos, todos me conocen, pero nadie sabe de dónde vengo. Pero ahora, ¡No sé qué me trajo aquí!

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Doña Caro: Yo sé perfectamente que fué lo que te trajo aquí, nadie se atreve a acercarse, todo quien se acerca muere ahogado, y es devorado por mis sirenas, al parecer a mí me aceptan, ya vez que vivo en ese río, a veces es bueno que todos me teman… ¿escuchaste el derrumbe del puente de tierra?, la gente dirá que soy loca, pero estoy segura que hoy es momento en que el hijo del de abajo ha nacido… ¿Qué es eso que llevas en tus hombros? Jamás lo habías llevado contigo… está bien, no es necesario pasar a cordialidades, se perfectamente quien es. Isidro: ¡Suelta! Doña Caro: Parece que esta poseído. Isidro: (Molesto) ¡Que sueltes te digo! Doña Caro: ¿Quién es esa creatura, explícame? Te notas confundido. Isidro: Es señora, hermano mío. Doña Caro: Acaba de nacer, tu madre muerte le diste. Isidro: Mi madre ha muerto.

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Doña Caro: Dichosa ella, dicen que tenía un romance con el diablo. Isidro: ¡Cállese le digo! No es dichosa, ni siquiera sé si quiero que en paz descanse. Doña Caro: ¡Ahora lo entiendo! pobre mujer le gustaba sentir las garras sobre su sexo, eso es claro… Isidro: ¡Cállate! ¡Cállate! ¿Qué no vez que me espantas? Doña Caro: Tú no sabes quién soy ¿Verdad? Isidro: ¡No! ¡No lo sé! Doña Caro: Llámame doña Caro. Isidro: (Sobresaltado) ¡Doña caro a muerto! Doña Caro: ¡Soy Doña Caro! Isidro: ¡Doña Caro a Muerto! ¡Ha muerto! ¡Ha muerto! ¡Por un momento deja de hablar de doña Caro! ¡Que dios la haya perdonado! Doña Caro: ¡Ya, ya, ya! ¡Dichosa sea entonces ella!

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Isidro: ¿Eres? ¡No te acerques! ¿No vez que me espantas? Mi madre decía la maldad que usted tenía, usted da miedo. Doña Caro: A mí no me espanta nada. ¡Sí!, todos me temían y temen aun, te he dicho que nadie se acerca, los hombres se espantan del espanto, no son capaces de ver más allá de si mismos, a veces creo que yo no pertenezco a los humanos, ¿sabes? He cerrado los ojos y cruzo por lo oscuro a los hombres. He visto miles de cosas, y de pronto te ví a ti, algo bueno pasó hoy, cuando era pequeña mi madre me llevaba por este río, hasta que una ocasión enferme tan fuerte que pensaron que el demonio

me estaba pidiendo en

sacrificio, me desnudaron, me velaron en vida, cantándome toda la noche “El alabado”, me pusieron monedas entre mis pechos, mi madre asustada se fue llevándome con ella, intentaron matarla porque decían que negaba un pedido divino, entonces agarro y como pudo tomo unas rocas y golpeó a uno de los hombres, le arrancó el corazón ofreciéndolo en sacrificio, con su sangre me bautizó en aquel río, sin saber que en este había llorado el diablo, desde entonces obtuve el don de sanar a los enfermos del pueblo y de ofrecer a los 30


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muertos sobre el río para que crucen en su nuevo hogar, yo pienso que mi madre vendió su alma, pensé que cuando uno muere va a descansar, pero las personas que hacemos bien, jamás descansaremos ni en la muerte. ¡Eres tú! (Lo observa) Isidro Ramírez Pérez, Debes mantenerlo contigo, jamás digas quien ese es, ni mucho menos quien eres, ni de dónde vienes. Isidro: (Con temor en sus ojos) Soy un humilde, solo viajo, con mucho odio, necesito reparar los daños, como si algo me pidiera que diera muerte, a él se le condenado a vivir con el mal. Quien fue producto de la maldad de mi madre, yo lo rescate. Si pudiera encontrar el remedio que lo convierta igual que todos, entregaría mi alma. Doña Caro: Hoy la luna es diferente, búscala sobre los cielos, donde su luz ilumine como si fuera de día, colócalo; en ese lugar la muerte cobrara otra víctima, ella te lo bautizara y yo llegare deseosa de esa alma, revisare su boca, mi trabajo es navegar y cruzar a los muertos por el río llevándolos a su nuevo hogar. Vierte esto sobre su rostro (Le da una botella con agua)

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tomaras la sangre de una lechuza que vuele por los aires, con la que limpiaras su cuerpo, grita al cielo tus deseos con plegarias, a esa lechuza ofrécemela como tributo colócale unas monedas de oro, arroja su cuerpo al río, y yo la recibiré como un gran amigo cruzándolo hacia su nuevo hogar. Cuando veas a un muerto, arrójalo al río, si te ha hecho daño no le coloques monedas, para que su cuerpo sea el alimento de mis sirenas y su alma quede desolada. Entonces veraz al mal pasear frente a ti. Ese es nuestro secreto (Desaparece)

El cantico crece cada vez más fuerte, el sonido se vuelve estrepitoso e impresionante. Un deambular de gente por todos lados, caminan, llevan a un señor amarrado con un paliacate en la boca, se trata de don Humberto quien forcejea, esa escena deberá ser igual a un velorio, se escucha la letanía en lengua zapoteca. VOCES: Imploro ante los cielos mi plegaria, recurro ante los cielos con mi dolor, que dios le limpie su alma

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y expulse al mal con ayuda de San Miguel, su arcángel que defiende en la lucha a los desamparados. Los elementos que aparecen en escena nos remiten a un velorio en vida,

entre la oscuridad se observa a

Don Humberto Espinoza se encuentra cubierto con un manto blanco en medio de rezos que susurran entre el viento, en cada extremo de ese personaje hay un cirio colocando un total de cuatro, aparece Ángela, un personaje femenino, su rostro se encuentra lleno de sudor, está bañando con hiervas a Don Humberto su patrón, vierte tierra sobre su pecho y a la vez enjuaga con agua en la cual hay un sinfín de pétalos y ramas; un sahumerio despide sus aromas sus ojos proyectan miedo e inseguridad. De pronto Isidro se topa con ella de frente y casi pegándole los ojos en sus ojos, la observa. La escena representa una velación en vida.

Isidro: ¡Ángela! 33


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Ángela: ¿Qué pasa? ¡Déjame! Yo a ti te vi aquel día, no te me acerques (Se sobresalta hasta tranquilizarse, eso lo hablan los dos apartando a las personas que están a su lado de la conversación) ¡Tú eres Isidro! Ahora lo recuerdo ¡Tantos muertos! ¡Han habido muchos muertos Isidro!, lo que rumoraban hace tiempo se ha vuelto cierto, lo bueno es que hemos dado con el responsable. Isidro: ¡Es lo que veo! Ángela: ¿Pues quien más ha de ser Isidro? Dicen que si no da muerte el pueblo, las cosas no se detendrán, las cosechas del campo se han secado, la oscuridad, y el eclipse Isidro, esas cosas dicen mucho, aquí nos morimos de hambre poco a poco, durante el día el frio es mucho, que hasta quema, como si estuviéramos en el infierno Isidro: No hables del infierno, me da miedo. Ángela: Mucho se ha pensado sobre ello. Isidro: ¡No entiendo! Ángela: Ya nació el que no viene de las tribus celestiales, es la señal, Melisa vio al demonio de siete cabezas, mira a la luna, todos piensan que está loca, pero esa mujer es más cuerda que mil sacerdotes juntos, la luna, en ella también se dibuja muy clarito, ya son los tiempos Isidro, ahora hay que esperar, míralo, es él, quien ha causado destrucción total.

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Isidro: Matarlo, eso es lo correcto, cuando llega el contrario a la redención, es lo mejor, dicen que causaría ofuscación, y terror. Ángela: ¿Quién es ese? Isidro: No lo mires, ni siquiera lo preguntes, por favor. Ángela: ¿Sabes? Hay ofuscación y terror. ¡Isidro, mejor vete! Isidro: Provocará un caos, y todo el pueblo se confundirá, pero hay que acabar con lo que lo propicia, de verdad no hay duda, cualquier error, destruirá, los ojos nunca se apagaran, la maldad será confundida como si fuera un bien, así nacerán muchos que irán en contra de la divinidad. Ángela: Eres muy extraño, casi nunca te vemos, cuándo apareces parece que vienes solo a advertir, eres como un fantasma, ¿Qué es eso? Isidro: (Mintiendo) No lo sé, lo encontré en el suelo, mientras llevaban en su último recorrido a don Humberto, seguramente es otro de los daños que él causó. Ángela: Pobre criatura. Isidro: No te preocupes me dijo una persona, de seguro ha de ser adivina, cuando muera el mal, se recuperará y volverá a su normalidad, solo hay que esperar. Ansina las cosas nacen, Ansina las cosas mueren. La luz se extinguirá de unos ojos, se cerraran pequeñitos y se transformaran en polvo, como el ave fénix que vuela por el campo y entre los aires 35


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desaparece arrojando sus cenizas entre el viento, transformándose en los muertos que salen desde los matorrales, anunciando a los hombres que viven sin amor. (Humberto Espinoza, se mueve intentando zafarse quitándose el paliacate de su boca, Ángela corre lo tranquiliza)

Humberto: ¡Cállense con sus cosas! ¡Cabrones! ¡Que aún no he cerrado los ojos! Ángela: (A Isidro) ¿Puedes dejarme por un momento en paz? Isidro: Comienza a coser las hortalizas, ábrelas por en medio y rellénalas de hormigas, hay que ser cortes con la visita, hoy tendrás que servir café, y mostrar una sonrisa, que en la noche brillara sin remordimientos, su sonido será como un trueno que reventara los tímpanos de cualquiera que se acerque. Hoy habrá una visita de gala, vendrá con su vestido de perlas, vestida de blanco, las campanas sonaran como por si solas, ella vendrá, la muerte visitara esta casa, vendrá la señora, la Santa. Hoy los tiempos ya no son como antes.

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Humberto: (Aterrado) No quiero escuchar ni un minuto más tus palabras. Isidro: Tocan a tu puerta. (Ríe a carcajadas) Humberto: ¡Que no se acerque con el demonio que carga en sus hombros! Ángela: Usted no sabe lo que ahora dice, no puede ser posible, no se preocupe, ya mero será usted dichoso, y descansará, estamos solo esperando, aquí en el pueblo somos gente buena, usted morirá hoy, por eso lo estamos velando, bien pudimos no hacerlo, pero somos gente buena, a pesar de todo lo que hizo, usted es… y con su muerte todo mejorara, estese quieto (Reza en zapoteco y lo baña en hiervas) Humberto: Angelita… Angela: ¿Angelita? (Con conmoción) ¡Angelita! No me digas Angelita ¡En tu vida lo vuelvas a decir! (Lo golpea) Isidro: (Canta una canción de cuna, pero el temor no se le borra en la emisión de sus sonidos) En la noche cuando caminaba en busca de su medicina, pase por la casa de los Durán, caminaba por la de los Álvarez, 37


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buscando por los cielos a la luna, puesto que eso me dijo Doña Caro, esa misteriosa mujer que tiene su mirada perdida Ángela: (Desconectada de su realidad) Esa pobre mujer ¡Dios la haya perdonado! Isidro: La he visto entre las ramas, cuando aguze mis sentidos, anduve con los cien ojos puestos, y era ella, no quite ojo, ahí estaba. Ángela: ¡Que cosas dices Isidro! Ha muerto hace años, murió ahogada en aquel río ¡Que Dios la tenga en su santa gloria! Isidro: La he visto entre las ramas. Me dijo que por fin podría expulsar a los demonios que invaden su alma. Me pidió que esta noche buscara el lugar en el cuál la luz de la luna alumbrara como si fuera de día, me dijo que en ese lugar colocara a Everardo, ahí sería donde la muerte tomaría a otra víctima, así que llegue aquí a tu puerta, fuera de tu casa, acosté al niño, lo he colocado hace unos segundos. Y curiosa mente estamos aquí… ¡Don Humberto! Aquí el endemoniado…

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Humberto (Reza): Ave María preferida, sin pecado concebida. Ave María singular, sin pecado original. Ave María de la Luz, sin pecado de Jesús (Repite constantemente, Isidro se le lanza cubriéndole la boca, y le grita desesperadamente a los ojos, Ángela se acerca para separarlos pero la fuerza es muy inmensa que por más esfuerzo que haga no puede) Isidro: (Mientras este personaje dice su texto, Everardo emite sonidos inverosímiles y desarrolla movimientos grandes) También escuche el aullido de los perros y el cantar de las urracas, todo fue a fuera de tu casa, me doy cuenta que forjamos nuestro propio destino, pulimos nuestra condena. La tortura es satisfacción, y el miedo un tormento (Everardo cae al piso) (Isidro parece como desconectado de la realidad) Ángela: Aléjate de aquí, no vez que lo espantas. Isidro: (Retomando su historia) Por el camino capturé a una lechuza, la tome por las alas, mientras aterraba con su sonido, froté su cuerpo, hasta que la lechuza muriera en la lucha extrayéndole la sangre misma que vertí por todos lados, consagré su sacrificio y lo ofrecí por su sanación, unte agua de la que me dio Carito, y

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espere toda la noche hasta que el malo subiera a su corcel y se fuera como un gran jinete, jamás pude verlo… ¿Pero sabes por qué? ¡Por qué la maldad está en tí! Cuando el diablo se expulsa de un cuerpo va hacia la persona en la cual había maldad (Amargamente) No me mires, ¡son sus ojos!, esos ojos que se iluminan como luciérnagas rojas, vele sus ojos, ¿ Te h a s c o m i d o l a s l u c i é r n a g a s ? (Repite constantemente mientras Comienza a golpearse contra el suelo, mientras Don Humberto logra desatarse, y se refugia, Ángela sostiene con temor a Isidro) Ángela: Aléjate de aquí, no vez que espantas. Humberto: Que no se acerque con el demonio que carga en sus hombros. Isidro: Tome la lechuza arrojándola al río, le coloque monedas, no pude colocarla de bajo, para que Doña Caro lo acompañara a cruzar al inframundo y se lo llevara como un gran amigo… Ángela: No digas su nombre… ¡Que Dios la tenga en su gloria!

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Isidro: (Pausa) Las sirenas las he visto inquietas, cantando, no veo por qué a ustedes nos les ha pasado nada, y observan con detalle a mi niño Ángela: Es mejor que lo regreses de donde vino, da miedo. (Ángela verifica que Don Humberto este cubierto con la sabana de color blanco) Isidro: (Saca de su morral un trozo de pan) No temas, no teman, el aire se soltó mas recio, como si anunciara una tormenta, pareciera que el aire desea alimentarse, hoy es día de guardar, pero los muertos que vuelan entre nosotros ya ni calor tienen en sus venas, pobres y dichosos todos ellos que la muerte los tocó de sorpresa (Comienza a arrojar), ya no sienten, solo quieren alimentarse para sentir algo dentro, si yo comiera en días de guardar mi boca se llenaría de gusanos, cuando uno come en días de guardar eso es lo que pasa, todos lo saben. Me gusta dar de comer a las sombras que se mueven por el viento, todo aquello es un misterio, cuando hay muchas sombras como esta noche significa que vendrán por un alma y la llevaran a su dimensión. Nosotros le tenemos que dar algunas 41


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migajas para que las sombras se las lleven y así no seamos nosotros quienes emprendamos un viaje en su compañía. Humberto: (Grita) ¡Ángela! (Ángela se dirige hacia él, pero Isidro la sujeta de los brazos impidiéndole el paso) Isidro: No vayas, no te acerques porque él es el primero en partir, esta noche vienen por él. Ángela: Que cosas dices Isidro. Isidro: Que sigan rezándole, los rezos son para que dios se lo lleve lo más pronto. El resentimiento es la ofensa más pura, la veo que tu corazón fue su cuna, crece como una radiante y bella hierva, mejor dicho es un sentimiento que conoces perfectamente (Ángela, presiona sus puños mientras escucha estas palabras, se observa completamente llena de rencor, sus ojos se le inundan de lágrimas, provocando un temblor incontrolable) Juguemos algo, juguemos a que no pasa nada, no la detengas, deja que crezca lentamente, los recuerdos amargos lo alimentaran, son como la mierda que hacen crecer a las plantas, digamos que son su

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abono, disfruta ese sentimiento, solo así podrá rendir frutos y ser la flor más bella del campo. Ángela: ¡Cállate! ¡Que no ves que me espantas! Isidro: ( C a m b i o a b r u p t o ) ¡ E s c ú c h a m e ! E l remordimiento no lo deja dormir, las cosas malas nos quitan el sueño, nos crean imágenes falsas aquí (Toca su cabeza) porqué ahí (Toca su corazón) no hubo ni una pizca de amor… Ese es el peor castigo de todos, sepultarte en vida, es ese el castigo que se buscan los maldecidos como él, espero poder dormir tranquilo hoy, sobre todo consigo lo que busco, y por fin saldrá de su alma. Mi niño, saldrá de ti (Dirigiéndose a Everardo) (Mira lentamente a Don Humberto Espinosa) Don Humberto Espinoza, nada temas. (Agresivo) No me mires con esos ojos, ¡esos mismos ojos!, esos son los ojos que quitare con un relámpago. Ansina las cosas nacen, ansina las cosas mueren… has matado con un relámpago, mismo que mató a Gerardo y (Ángela le tapa la boca, Isidro cambia de tema), Ángela: (En secreto) ¡No me lo recuerdes! He querido olvidarlo. Guarda mi niño, guarda un clavel, guarda mis lágrimas que saben a miel. 43


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Isidro: Porque no has querido creerlo. Ángela: No es que no lo crea, es que solo deseo recordar. Eres muy extraño, eres como las Urracas, tienes los ojos pelados, solo viendo y entrando a los sentimientos de uno, es que ¿No vez lo que sucede? ¡Ha nacido hace mucho, y apenas descubrimos quien fue!, Recuerda algo, tú no sabes nada, pero hace mucho se habló de las tempestades feas que viviríamos, ¿Sabes que pasa ahora? ¡Vivimos en medio de una tempestad!, ¿No lo ves? Yo creo lo distingo un poco. Isidro: Es de ciegos y torpes no querer ver más allá de sus ojos. Doña Caro ya lo había dicho, claro. Ángela: (Interrumpiéndolo, lo toma de los hombros agitándolo rápidamente) Doña Caro ya ha muerto… ¡Que dios la haya perdonado!, de una vez por todas deja de hablar de Doña Caro. Isidro: ¡La he visto! Ángela: ¡Dichosa ella! ¡Dichosa Ella! ¡Dichosa ella! ¡No la menciones! ¡Me da miedo su nombre! Desde que la veía con vida, tan callada y parsimoniosa me daba

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miedo, de niña solía observarla girar entre las aguas en su balsa. Dicen que ese río tiene las lágrimas del diablo. ¡Ni aunque me faltaran los sesos me acercaría ahí! Isidro: Deambula por el pueblo, esperando otra víctima para llevársela en su balsa, y llevarla a su nuevo hogar. Y ahora como están las cosas con Don Humberto, solo espera ansiosa ese momento, en el que vengan a cobrar el daño que han hecho a los suyos, ese es su destino. (Pausa) Hay mucha extrañeza en las cosas. Ángela: ¿Y si nos equivocamos? ¿Y si ella es? Isidro: Doña caro a muerto, ¿No dices? ¡Que dios la haya perdonado!, y dichosa mil veces ella. Hay como que mucha extrañeza en todo, en las cosas. Ángela: En las cosas siempre hay extrañeza. ¡Silencio! ya no digas estas cosas. ¡Don Humberto! Dios lo llamará, ya falta muy poco. Humberto: Yo no creo en Dios. Isidro: ¡Hereje!, ¡Hereje! (Con violencia y rabia) ¡Hereje!... ¿Y tus hijos? ¿Y tus hijos? ¡A mí se me hace que el malo te beso tu sexo! 45


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Ángela: ¡Cállate! ¡Déjame en paz! Isidro: Por eso no tienes hijos, porque el malo te metió la lengua secándote por dentro, te ha dejado infértil. Ángela: ¡Será mejor que te vayas! ¡Vete! ¡Vete! ¡porque no! ¡No! ¡No! a mí el diablo no me ha besado el sexo, y pronto crecerá y será fuerte como su padre, Isidro, (Comienza a golpear a Don Humberto) ¡El malo no me ha besado el sexo!, El hombre simplemente me los quito de mí. Yo nunca he sentido la lengua fría del demonio chupándome por dentro, yo nunca he sentido ese vacio interno que dicen se siente cuando él te besa el sexo. ¡YO no he quedado infértil! Yo tendré un bebe, correrá por entre las ramas, y será fuerte como los troncos me cuidará y solo seremos él y yo. ¡A mí no me secaron por dentro! Isidro: La gente anda diciendo eso, pero la verdad tú y yo sabemos lo que pasó. (Observa mientras eleva las manos al viento como si danzará lentamente) Algo se está llevando el aire entre sus manos, aunque todos dicen que no tiene manos, yo creo que sí, solo estás son extrañas, fuertes, pero diferentes a lo que llamamos manos ¿lo presientes? 46


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Ángela: (Desconectada) No sé de qué hablas. No lo sé. Isidro: (Ríe) El pueblo está ansioso de descubrir lo que ante los ojos resulta inexistente, es como el presente, se siente, pero nunca lo percibes. Hoy es un día misterioso, me da ansiedad pensar en el porvenir. Creo que unos cuantos vivos vienen a vengar a los muertos, y sepultaran a algunos vivos. Ángela: No te entiendo nada, He escuchado toda la noche “Levántate alma cristiana” pero los muy pendejos se olvidan que “alma cristiana” siempre va acompañado del “Alabado” o de “la sandunga” para después el “Dios nunca muere” si no lo hacen de esa forma, el alma jamás descansara. Lo sé por qué es lo que he hecho desde aquella noche que me quitaron lo que era mío, las horas han pasado infinitas, pareciera que ha pasado mucho tiempo como si el dolor se quedará presente en todo momento, y el tiempo se detuviera, como si Dios me castigara recordándome solamente su ausencia.

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Isidro: Todas estas horas he observado miles de sombras por el pueblo, escucho pasos y risas. Acuérdate de mí. Ángela: ¡Cállate! Isidro: ¡Él es! Es el que fue anunciado en las escrituras, he visto tantos muertos, tantos desamparados y tantas lágrimas en el pueblo, cada minuto escucho agonizar los lamentos de mucha sangre inocente, pero claro como lo más importante para los ricos es el dinero, y que los pobres se pudran ya que son incapaces de sentir dolor, si vieras como disfruto a esos animales, porque ni hombres ni humanos lo son, te han dejado sin amor. El infierno se aproxima a la tierra. Y alguien que hace mal, no podrá dormir tranquilo. (Sale) (Humberto se tapa los oídos, cuando se empieza a escuchar la melodía muy fuerte) Ángela: (Con voz grave)) ¡Cállense, ya de una vez! (Con un ramo de hiervas hace una limpia a Humberto, le quita rápidamente la manta, la música va desapareciendo suavemente) Debe solo descansar,

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cierre los ojos e imagine un hueco profundo lleno de alacranes, cuando usted se acerca ellos le abren un campito. Humberto: No entiendo lo que pasa Ángela: Ni yo tampoco Humberto: Me siento perseguido, siento que me quieren lastimar ¿Escuchas? Ángela: No. Humberto: ¿Tengo que repetirlo? Hoy oscureció más temprano ¿Qué te dijo Isidro? ¡Me espanta! (Pausa) ¡Que no se acerque con el demonio que carga en sus hombros! Ángela: Ya está oscureciendo. Humberto: Me persiguieron, ya están aquí, ya mátenme de una vez (Terriblemente asustado. Cae de rodillas y llora) Ángela: (Seca) ¿Tiene alguien que venir por usted? Creo si lo sabe, ya estamos todos aquí, no se preocupe. Debe descansar, no se aflija, ya todo el

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pueblo está rezando por su descanso fuera de su casa, lo hemos visto tan mal, que de pronto usted enfermó. Humberto: He visto a todos asustados, soy como los gatos, puedo oler sus sentimientos, todo es tan extraño, no entiendo nada (Ángela se mantiene callada) solo hablas lo necesario desde la muerte de tu marido envejeciste y tu corazón se secó como las flores, jamás volviste a sonreír, si supiera quién lo hizo yo te lo diría. Ángela: (Pausa larga, mientras le acaricia el cabello mecánicamente) Sobre la luna llena que baja la hierva Vienen las sirenas vestidas de arena Muerden, muerden buscan que comer Buscan que comer y matan ya después.

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RECUERDO Ángela cierra los ojos, todo comienza a desvanecerse como si se tratara de un recuerdo, cuando de pronto ella empieza a cantar un viejo bolero de antaño, toda la realidad se esfuma, la iluminación cambia visiblemente a mas opaca, como si se tratara de una vieja fotografía en tono sepia, hay una cubeta de aluminio llena de agua, una silla. Ángela del presente, observa poco a poco su alrededor hasta toparse con una mujer, ambas se observan detenidamente, como si la más joven se hubiera desprendido de ella; quien dice suavemente “La vida que me diste”. Ángela del presente va difuminándose entre esa realidad, quedándose el otro personaje más joven. Debe quedar claro que se trata del mismo personaje. Tiene un semblante más feliz, como si llorara de felicidad, con mucho amor, se acaricia el vientre, aún no se le nota abultado el abdomen. Atrás de ella se alcanza a observar a un hombre, cargando maderos en la espalda, lleva el torso desnudo. Ángela toma una tina, se levanta su vestido, pisa el agua y comienza a lavarse el vientre con leche)

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Ángela: Guarda mi niño, guarda un clavel, guarda mis lágrimas que saben a miel. Doña Caro decía que la leche era buena para purificar el alma, para que no nazca enfermo, al pobre de Isidro su madre debió haber bañado su vientre, también dicen que la leche limpia el mal, (Toma un puñado de tierra y lo vierte sobre su vientre, se sienta sobre la leche y las coloca sobre su vientre, llora) Será niño, la tierra nos lo forma en un niño, será fuerte

y cuidara de todos. Será mi

tesoro más grande, se parecerá a mi padre, pero él sabrá perdonar, será fuerte como los troncos. Después de tanto esperar el cielo nos bendice. Abel: (Toma una toalla la moja y le limpia el vientre) Será fuerte como los troncos. Solo son como 2 meses, apenas y se abulta un poco la barriga. (Le besa la frente, limpia sus lágrimas y las huele, sonríe, lleva el torso completamente desnudo, agarra un hacha, y comienza a cortar los maderos. Ángela: Ayer por la tarde fuí a cortar flores al huerto, las tomé y las coloqué en aquella ventana, para que les diera el aire y la luz del sol, me sorprende mirar que ninguna floreció, se secaron como si tuvieran semanas.

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Abel: A veces eso pasa, ¿Sabes? Hoy te cortaré algunas y las traeré, hay que tenerles más cuidado. Ángela: ¿Y si algo malo va a pasar? ¿No crees que por eso se secaron? Abel: (Enciende un cigarro) ¿Qué cosas dices Ángela? En realidad no pasa nada, no hay que creer en supersticiones, digo cuando las cosas suceden, tienen su propia razón de ser. Ángela: Cuando las vi secas sentí mucho miedo en mis huesos, una lagrima brotó, sabes la vida es así, de pronto vas creciendo y sin darte cuenta te secas como las flores cuando las arrancas de la tierra. Mejor déjalas ahí que crezcan, ya no traigas más. Abel: Tienes mucha razón, no esperes que las cosas sean iguales cuando las arrancas de lo que les da vida. Ángela: Echo de menos el pueblo. Abel: En cada palabra que emites existe un pedazo de desolación y recuerdos. Ángela: Precisamente es lo único que existe, solo recuerdos, son como sombras amargas y tristes que

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me mantienen alegre, pero que estoy sepultando poco a poco. Tú eres lo único que tengo, eres el tesoro más valioso que escondo aquí (Toma su corazón mientras Abel apaga su cigarrillo, lo arroja al piso al mismo tiempo que sumerge su cabeza en agua, se seca la axila) Como que todo se empieza a inquietar, no será que ya es momento, ¿Ya habrá aparecido el demonio de siete cabezas?, de pronto me dio escalofríos, de verdad a veces me siento observada. Abel: No seas tonta, eso no pasa. Ya me voy, espero que esta noche si me paguen. Ojala así sea. (Le besa el vientre) Bastante que lo necesitamos. Ángela: Me da mucha felicidad, me alegra saberlo, estoy segura que pronto tendremos una casa grande para nosotros, con un jardín lleno de flores, que contemplaremos noche y día, pondrás una sillita y me tomaras de la mano, y juntos observaremos a nuestro niño crecer y jugar, tendrá una bella sonrisa, y un mirar que embellecerá a la luna. Abel: Ya me voy, se me hace tarde.

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Ángela: Que la bendición de Dios padre, Dios hijo y Dios espíritu santo te acompañe y después la mía. ¡Dios te bendiga! Abel: No quiero irme, tengo ganas de tan solo abrasarte todo el día. Adiós. Ángela: Ese adiós lo sentí como si fuese una despedida, no me digas esa palabra, no te despidas, dime otra cosa, pero jamás me digas Adiós, siento que te despides para siempre. Abel: Sobre la luna llena que baja la hierba Vienen las sirenas vestidas de arena Muerden, muerden buscan que comer Buscan que comer y cantan después. La luz de la luna es tan brillante pero mañana se apagara como si le clavasen un alacrán punzante. Ángela: No te vayas, extrañare esa voz que me canta a los oídos todos los días. Hoy siento algo clavado aquí a dentro de mi corazón, eres el tesoro más grande que

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escondo aquí (Se toma su corazón) somos una gran bendición de Dios; pronto seremos una familia, (Se toma el vientre y tararea la canción con la que inicio la escena) Abel: Adiós… me despido. Ángela: Vete otro día, hoy no, tenemos tantos pendientes. (Se besan, la escena se transforma desbordando mucha sensualidad, en el mismo momento que Abel le baja lentamente la blusa observándose su espalda desnuda, haciéndose ligeramente oscuro. La escena anterior desvanece, cuando el canto se escucha a su esplendor; A lo lejos se oye la voz de Isidro: “Ángela, Ángela”. Que poco a poco vuelve a desaparecer.) (Aparece Isidro Caminando asustado, lleva una gallina) Isidro: Dame esa luz que le devuelva la vista de los ojos, dame esos ojos, dame ese alma dame ese corazón. ( P a u s a ) Pronto nos encontraremos y andaremos juntos tú y yo, caminando por los prados, pero por el momento tengo que cuidar de ti. (Grita) Dame esa luz que le devuelva la vista de los ojos,

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dame esos ojos, dame esa alma, dame ese corazón. (Pausa) ¡Esos truenos!, ¡Esos terribles truenos!

(Se

golpea su cabeza con el suelo) Ese sonido me fastidia, ¡Silencio! Me duele verlo brillar entre las ramas de los árboles. El dolor vibra minuto a minuto aquí en nuestro corazón, y ahora me condenas como un viajero en busca del antídoto. (Everardo se alborota) Duérmase mi niño, duérmase mi bien, tu cama la bañare de rosas y sobre tu rostro caerá la miel. (Camina rápidamente y choca con don Humberto fuertemente quien responde más agresivo) Don Humberto: ¡Deberías de caminar con más cuidado, endemoniado!... Tienes solo unos minutos para hablar cabrón. (Silencio) ¡Pendejo! no quieres hablar, te haré hablar a ti cabrón, ¿Tú sabes? ¿Quién está robándome? Todos se echan la culpa unos a otros. Pero llegara el momento en que lo sabré y cuando llegue ese momento me daré cuenta quien es el autor de esos crímenes. Isidro: Endemoniados tienes los ojos, que soplan y avientan fuego. Lágrimas de sangre lloraras.

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Don Humberto: Las mismas que lloraras tú. (Burlándose) Un par de demonios son tus guías. ¡Que no se acerque con el diablo que carga en sus hombros! Isidro: (Asustado) ¡No me veas así con esos ojos! No te acerques, no vez que espantas. Don Humberto: (Toma a Isidro quien grita aterrorizado) Que salgan los males, que habitan dentro de ese rostro, que salgan sin rezos (Lo repite constantemente hasta, Don Humberto ríe frenéticamente) Isidro: No me mires con esos ojos, esos ojos son tus ojos, Las sirenas te comerán tus ojos y vivirás solo y sin amor. (Grita) Pagarás el daño que has hecho. No se duerma mi niño, no se duerma, caminaremos por la noche y observaremos las estrellas, aquí estoy, nos sentaremos entre las ramas de los árboles y veremos al viento, ya no esperaremos por que sanaras. (Grita) Pagaras el daño que has hecho. (Cae al piso y comienza a vibrar rápidamente. Sale Abel quien toma a Don Humberto con violencia) Abel: A ver si a mí me haces lo mismo, hijo de tu puta madre.

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Don Humberto: Solo investigo si ese ojete me ha robado. Abel: Nadie le ha robado patrón, por mi mujercita santa se lo juró, el no hace ni hará daño a nadie, sabe que ni sabemos de dónde viene, así que le pido que lo dejé ir, póngase conmigo que tengo manos para defenderme, boca y ojos. (En un segundo plano aparece caminando Ángela con una charola de aluminio) ( Comienzan a pelear) PRESENTE Ángela: (La anciana, la del presente) Doliente pincel de heridas Que escribes palabras de amor Seca mis lágrimas negras Apiádate de mi dolor. (Desde el segundo plano Ángela tira su charola de aluminio escuchándose un sonido muy fuerte, mientras Isidro emite un grito ensordecedor, haciéndose un escuro total como si la realidad se hubiera esfumado)

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RECUERDO TRAS UNA PAUSA SOLO SE ESCUCHA LA VOZ DE ISIDRO QUE VA DESAPARECIENDO LENTAMENTE. Isidro: Eres malo como los demonios Hay neblina, todo ha desaparecido. Abel deambula, desesperado al no ver nada grita el nombre de Ángela. Busca por todos lados. REALIDAD MÁGICA Abel: ¡Ángela! ¡Ángela! Se escuchan unas voces femeninas privilegiadas, y a lo lejos vemos con los senos al aire a tres mujeres quienes representan sirenas, su rostro lo llevan lleno de barro, Abel comienza a perderse entre su voz. Sirenas: (Cantan) Sobre la luna llena que baja la hierba Vienen las sirenas vestidas de arena Muerden, muerden buscan que comer Buscan que comer y cantan después.

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(Entra Doña Caro) Doña Caro: (Entra parsimoniosa lo toma de los hombros, de los costados se ven dos sirenas quienes observan de una manera muy penetrante a Abel) Tened cuidado, cualquier persona se pierde con su canto. Hoy la luna resplandece diferente, las hojas armonizan su canción, enunciando en sus versos, que han muerto de amor. Abel: Nunca había contemplado el silencio, mi corazón se marchitó. Mi vida se transforma en segundos, cambiando mi dirección, mi corazón se lleva los versos más bellos envueltos de amor. Doña Caro: Escuchar el sigilo del tiempo, es la gracia de los hombres, es como si la oscuridad intentara predicar. La brisa de los árboles intenta parlotear unos versos. El silencio quiere conversar ¿Será esto posible? Abel: ¿Qué se siente morir? Doña Caro: Es como cerrar tus ojos, permitiendo que la luz se escape de tu rostro, encontrando un vacío, así 61


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permitirás deslizarte, donde dejarás a un lado tus recuerdos dándote cuenta que esto a lo que llamas vida, solo subsiste un momento. Abel: Es inexplicable descifrar lo que estoy viviendo, creo haberme extraviado, me he de estar deslizando en la nube más alta del reino celestial. Doña Caro: La realidad está llena de sombras, ilusiones, recuerdos… Abel: Necesito buscar. Doña Caro: Necesitas esperar. Abel: Bello es cubrir mis ojos, anhelando mi descanso. La penumbra es tan fastuosa mientras el silencio sigiloso se transforma en discreción (Pausa) ¿Y Ángela? Doña Caro: Ya hemos cruzado el rio sin que te des cuenta, te llevare a un sitio donde sólo esperaras. Abel: La luna brilla diferente, las hojas entonan su canción, expresando sus versos muertos de amor. (Se desvanece la imagen anterior. En esos momentos se escucha un cantico de una ronda infantil, sale un

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grupo de niñas que cantan “San Serafín del monte”, ellas llevan pelotas enormes en color blanco, su corporal es como el de una muñeca, su mirada se mantiene estática y accionan de manera mecánica, caminan por entre el escenario aventando sus pelotas al aire. Niñas: (Cantan) San Serafín del monte San Serafín cordero Yo como niña buena te cuidare. A lo lejos vemos a Melisa, el cantico crece cada vez más fuerte, ella piensa que los canticos son sus muñecas, ella porta en su cuerpo Muñecas de todo tipo, tiene cabezas, cuerpos destazados de estos objetos de plástico, su ropa está llena de mugre e incluso de hormigas… A las niñas nadie las puede observar solo en ocasiones las observa Melisa, precisamente como si se trataran de extensiones de este personaje. Lleva un canasto enorme que apenas y puede con él, en el cual se observan muchas verduras a las que llama hortalizas)

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Melisa: (Pregona) ¡Hortalizas!, Lleve sus hortalizas recién cortadas del huerto, fresquecitas. (Cambio abrupto dirigiéndose hacia sus muñecas)¡Silencio! Han estado hoy muy inquietas, ya les dije que solo venderemos estas hortalizas (Asustada) ¡Silencio!, (Toma a una de sus muñecas a la que comienza a golpear contra el piso, de esta forma comienza a desesperar más hasta que comienza a golpear a la gran mayoría de sus peponas) Niñas: (Cantan) San Serafín del monte San Serafín cordero Yo como niña buena te cuidare. Melisa: ¡Silencio! Nadie viene, nadie nos va a llevar con las sirenas, nadie nos llevará (Desespera, comienza a aventar algunas verduras de manera agresiva a su alrededor como si alguien estuviera observándola). (Corre y se topa con Don Humberto lo abrasa fuertemente, quien ahora se encuentra rejuvenecido debe quedar perfectamente claro que todo es solamente un recuerdo) Me persiguen, ellas me

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buscan, han pedido mi cabeza, por eso quieren llevarme con las sirenas. Humberto: No han pedido nada, ni las tuyas ni las de tus muñecas, nada pasará mientras esté presente (El canto sube de tono) Melisa: ¿Escuchas ese canto?, son mis pequeñas, cantándole a las sirenas para que no se acerquen a nosotras, están aquí para cuidar a los vivos de los muertos. (Tranquilizándose) Tratan de defenderme cantando. ¿Escuchas? Humberto: No escucho nada. Melisa: ¡No quiero que me lleven con las sirenas a que me ahoguen en el rio!, las he visto con su pelo seco, su nariz pequeña, sus senos al aire, los ojos les brillan como si hubieran comido luciérnagas. Humberto: Nadie te llevará con ellas Niñas: (Cantan) San Serafín del monte San Serafín cordero. Melisa: El otro día pasábamos por el río; (Señala a una de sus muñecas) una de ellas quiso bajar y tomar un

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baño, cuando una sirena le tomó de los cabellos y la sumergió en el agua, yo intente salvarla por lo cual me metí tras ella, y el fango me cubrió todo mi vestido, lo único que hice fue cantar, y solamente así se alejaron de mí. (Doña Caro aparece a lo lejos en su lancha, siendo llevada por las sirenas) Doña Caro: Entre el viento y la sombra, llevo mi embarcación, entre el viento y la sombra, me llevo tu corazón. (Las sirenas cantan una nota musical prolongada, transformándose la melodía en un lamento) Melisa: Al otro día vi a una mujer en el rio, la llevaban las sirenas como si fuera una lancha, iban arriba de ella, se acercaron a Doña Caro quien la coloco en su regazo, revisando la boca de la mujer pero como ella no tenía monedas, la arrojo al río ofreciéndosela a las sirenas como un exquisito manjar. Dicen que cuando uno muera debes colocar monedas debajo de su lengua, y ofrecérsela a Doña Caro, para que ella lo atraviese por el rio hasta su nuevo hogar, porque de lo contrario te convertirás en el alimento de las sirenas.

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Humberto: No menciones a esa mujer. ¡Que Dios la haya perdonado! Melisa:

(Retomando) D e p r o n t o m e m i r a r o n

acercándose hacia mí, cuando mis muñecas empezaron a cantar. Es que ellas son bien astutas, espantan a los espantos alejando a los muertos de los vivos, desde aquel día se escucharon voces y pasos que me espantaban, pero me di cuenta que ellas me protegen. Humberto: (La observa con una mirada obscena) Que cosas dices, traes la cara llena de lodo, ven vamos a limpiarte, vamos a enjuagar tu cara. Melisa. (Le acaricia el cuello) Melisa: (Grita) ¡Ay! ¡Me hacen daño! ¡Humberto, las espantas! ¡Ay! ¡Déjenme, no! ¡No me muerdan! ¡Diles que no nos llevaras al río con las sirenas! Me espantan por que sacan de esta forma la lengua, No me muerdan, dicen que eres malo, ¡No es malo!, ¡Ay, no me muerdan!… (Canta con dolor la canción infantil, “San serafín”) (Humberto le comienza a tocar los senos a Melisa) Humberto, no me toques (está aterrada, poco a poco Humberto la desprende con violencia de sus 67


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muñecas arrojándolas al piso, le levanta la falda mientras Melisa grita con espanto, la besa violentamente, cuando de lo lejos se observa un sinfín de veladoras, como en especie de sombras, escuchándose el canto de las niñas cada vez más fuerte) Pagaras muy caro el daño que causaste. Niñas: (Cantan) San Serafín del monte San Serafín cordero Yo c o m o n i ñ a b u e n a m e v e n g a r é . (Repiten constantemente) Oscuro (Al encenderse la luz se observa a Melisa asustada, soba su vientre, entre las muñecas se descubre una cara a la altura de su sexo, que se asoma, ella grita. Salen las otras dos niñas de cada extremo, la giran, siguen cantando, cada vez más desesperante se vuelve su canto, pasa de esa tonalidad linda hasta llegar a una tonalidad grave alcanzando el grito como si se recitara un poema, poco a poco

desaparece

quedando la imagen de una vieja cantina. Solamente está él cantinero y Gerardo, ambos están bebiendo, se

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escucha

danzón “Teléfono a larga distancia” por

Acerina y su danzonera)

Cantinero: ( R í e ) Y que le dice al cabrón, o lo encuentras o te arrepentirás toda tu vida. Esa fue la cara más aterrada que he visto. De pronto de la nada comenzaron a decir eso que todo el mundo cuenta. Gerardo: Pues cuéntame está. (Ríe, Mientras Gerardo no le presta atención) Cantinero: Sabrá diosito si será cierto, pero eso si putos,

me la pelan con todo y sus siete chingadas

cabezas, que disque el anticristo dicen los gueyes, mis huevos también, lo que es cierto es que me alegra que los ricos pierdan sus riquezas, de pronto ya empezó la crisis, y todo mundo se vuelve como loco, que si el diablo, que si la madre, que mi puta madre, bueno, no fue puta, pero también de mi puta madre (Ríe), todo mundo anda vuelto loco, eso sí, han muerto muchas gentes, es lo que se dijo, no sé si ya nació o pronto nacerá, pero bueno ya todo mundo eso lo ve como oportunidad para matar (ríe) Decía que me alegra que

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se sequen las cosechas, y que los ricos pierdan su dinero, digo mi hijo trabajaba para sus tierras y nunca cargaba ni un centavo, que porque resulta que ya le debía a Don Humberto, mis huevos también le debían. (Rabia contenida) mi hijo perdió la vida, por culpa de ése las piedras se le vinieron encima dice, pero yo no me chupo el dedo. Gerardo: ¿No lo chupas? … Pues chupa (Ríe a carcajadas) Cantinero: (Continua sin prestar atención) Pagaras todo el daño que has causado don Humberto, me arrancaste de mi vida mi propia vida, pero te pudrirás quemándote en los infiernos. (Pausa) ¡Y que diosito me perdone! Pero por eso nos dio sentimientos. Ahora, el muy idiota busca por hasta debajo de las piedras que según al responsable de sus robos de don Humberto, a mí me late que el dinero lo reparten entre nosotros, casi todos hemos encontrado centavitos, y si le roban, le ha de robar un fulano que ha de ser como el robin jod . Gerardo: (Prestando atención) Robin Hut, Buey, si serás, ya no le chupe porque se me apendeja, y fuera de todo esto, ¿de quién se tratara? 70


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Cantinero: Sabrá Dios quien será ese fulano o fulanos, hay un wache, ahí, que sepa dios de donde salió, solo se le ve cuando algo malo va a pasar, ya me dio miedo, que hasta el culo se me puso frio, tan frío, que es más, hasta mis pedos me salen helados, ¡Así de Cabrón está!, ese buey sepa de quien es hijo, se me hace que lo esconden, hemos querido agarrarlo y se desaparece, lo raro es que la Melissa siempre está cerca, ahora caigo, quizás ellos sean los que roban, están igual de locos, mejor no culpo, y que diosito me perdone, pero si están robando, pueden ser cualquiera, para mí son todos menos yo, y tú, bueno eso no lo sé. Para ser sincero yo nunca he visto algo sospechoso salvo eso, pero eso sí, he oído hablar mucho de alguien que roba, un día escuche mucho escandalo a fuera y yo grite… ¡Ya cabrón! Yo no tengo ni un centavo, lo que hago es labor social… Esa noche yo había bebido mucho, la cantina estaba llena, esa fue la única vez que me robo, pero en cuanto grite eso, caí bajo la mesa y vi sobre el piso muchas monedas, que precisamente era la cantidad que me había robado.

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Gerardo: No vaya siendo que por pendejo, solo hayas tirado tu dinero (Ríen) (El hombre 1 empieza a robarle discretamente dinero al cantinero.) Cantinero: ¡No lo creo! (El cantinero se percata de eso) ¡Hijo de tu pinchi madre! (El cantinero ya está borracho) Gerardo: ¡Yo no he sido! ¡Fue el fulano! (Pausa y ambos sueltan una carcajada mientras el cantinero toma su dinero) Cantinero: (Ríe) Pinchi cabroncito (Le despeina su cabello a Gerardo) Hombre o mujer: (Entrando) Don Humberto y su gente, van buscando con enojo a quién les ha robado, ya que vieron que aventaron dinero por la casa de los habitantes del barrio, ahora todos lo niegan, don Humberto, mando buscar casa por casa el dinero, amenazan con quemar sus hogares, dice

que hasta

recuperar el último centavo no los dejara en paz, sus hombres andan golpeando gente por el pueblo, niños, mujeres y hombres. Hay tantos muertos enlutando los matorrales.

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Humberto: (Entra fúrico) Ahora si les cargo su padre, cabrónes. (Da un disparo al aire) Gerardo: Hijo de su pinche madre, ¿Qué culpa tenemos nosotros de que le roben? Humberto: Hijo de tu repinche madre, la única culpa que tienes es por ser pobre. (Le da un tiro) ¿Sigues tu cabrón?, ¿Pero qué miras? Sácalo de aquí, ¿ no te das cuenta? es incómodo para todos, echar unos alcoholes en frente de un muertito ¿Qué esperas para servirme un trago? Y ustedes, hagan de cuenta que aquí no ha pasado nada, ¿me van a decir, quién es el abusado que está tomando mi dinero? Hombre 1: Patrón, aquí nadie le ha robado, por mi madrecita que está en el cielo, que nadie lo ha hecho, ¿No será que le estén pidiendo prestado? (Humberto enciende un cigarro al tiempo que amenaza con su arma a otra persona a quién obliga a sostener al hombre uno, mientras él le golpea) Humberto: Pues a mí préstame pero a tu madre, ¿No se dan cuenta?, yo no soy ningún imbécil, y así como maté a ese cabrón, puedo matarlos a

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cada uno de


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ustedes aunque me quede solo, yo sé que todos se tapan unos a otros. Lo voy a repetir una vez más. ¿Quién me está robando? Hombre 2: (A penas

se sostiene por lo ebrio, se

levanta tranquilamente, subiéndose a la mesa de la cantina) ¡Yo! Humberto: ¡Tú! Hombre 2: No mame, déjeme terminar… Yo sé quién le está robando. Humberto: ¿Quién? Hombre 2: ¡Fuente ovejuna señor! (Ríe a carcajadas impresionantes) (Humberto le da un disparo en el hombro) ¡Pendejo no le atinaste! (Le da otro disparo con el cuál cae el hombre al suelo) Humberto: ¿Quieren que siga? sé que entre ustedes está el ratero, porque se cuidan unos a otros. Lo único que hacen es robarme. Cantinero: Usted hace lo mismo.

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Humberto: (Lo sujeta) ¿Qué dices? Mira, hagamos que no escuche nada, me debes la vida tú y tu familia, así que debes estar de mi lado, (Bebe de la botella) Cantinero: Si así lo creo. Humberto: Me ayudaras a vigilarlos. Cantinero: Si lo haré. Humberto: (Ríe satisfactoriamente) ¡No te beso nada más porque no soy puto!, y no te hago el amor nada más porque eres hombre (Ríe, y el cantinero solo ríe por quedar bien más que por otra cosa) Mañana mismo deberán todos pasar la voz, si yo no encuentro a fuera de mi portón todos los centavos que me pertenecen, mataré uno a uno, no me importa quedarme solo. Cantinero: (Para sí mismo, habla en zapoteco) De tus ojos saldrán lágrimas de sangre, con las que pagarás todo el daño que has hecho. Humberto: Pinche indio háblame en castellano cabrón. (Entra Ángela)

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Ángela (Asustada): ¿Y Abel? ¿No ha pasado por acá? digo es que no encuentro a mi marido ¿No lo han visto o a Gerardo? escuché mucho escandalo (Humberto advirtiéndole al cantinero con la mirada de que no diga nada, la toma de los brazos apartándola mientras el cantinero quita el cuerpo de bajo de la mesa) Humberto: No lo hemos visto por aquí, (Humberto observa discretamente al cantinero cerciorándose que se lleve el cuerpo, quien lo coloca detrás de la barra) Ángela: Válgame el cielo, espero que estén bien, no los encuentro por ninguna parte. Humberto: Estarán mejor que nunca, no te preocupes. Bueno me alegra verte. Ángela: Buenas tardes don Humberto. Humberto: Espera, ven acércate, necesito a una mujer que me ayude y me consuele, me robaron hoy mucho. Ángela: Pues que feo, señor, pero yo tengo mis propios asuntos, con permiso.

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Humberto: No seas taruga Ángela, solo quiero estar con alguien a quien le pueda platicar mis penas. Ángela: Huele mucho a pulque de maguey, no se me acerque, dispense pero llevo prisa. Humberto: (Irónico) Chingada vieja, así me gustan, guapas y bien lengua larga, como no fue usted mi mujer, aquí no le habría faltado nada Ángela: Soy una mujer decente, que trabaja, que no necesita de nadie, yo también tengo mis tierras, igual me han costado mucho, Abel ha construido poco a poco como hemos podido, en cada rincón de nuestro hogar hay recuerdos los muros son como grandes amigos, que guardan celosamente cada experiencia que hemos vivido, es nuestro nidito como un cofre de tesoros, y esos tesoros permanecen escondidos aquí (Toma su corazón) Dispense señor, debo irme, (Humberto le toca una teta y Ángela le da un bofetadon) ¡Váyase y a chingar a su madre! Y nunca se atreva a ponerme una mano encima, y agradezca a la casualidad que no diré nada a mi marido, pero si le advierto, si lo vuelve usted a hacer, verá de lo que soy capaz… ¡Cabrón! 77


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Humberto: Así me gustan, sangronas y que me peguen, para endulzarles el corazón. (Todo comienza a desaparecer, se observa un número circense en el centro del pueblo, más que llamativo es muy sencillo, al igual que un baile de tehuanas con vestimenta de luto, realizado solamente por dos personajes, es un número esplendoroso, que cumple con los requisitos de espectáculo, comienzan a salir personas por todos lados que disfrutan el número, resuena una marcha de viento, es un espectáculo brillante, mucha gente camina por entre todo el espacio) PRESENTE Melissa: (Aterrada, cual voz de profeta) ¡La luna se enluta! Sollozando entre lágrimas de sangre, el tormento mundano se siembra en los matorrales, corred aprisa, de las mil dichas vive como de las mil muere, agonizantes son los días donde la santa camina entre coléricas sepulturas (En un segundo plano vemos a Isidro y a Everardo caminando en la línea de su presente, con rostros agresivos, sus miradas violentas llevan impulsos corren de un lado a otro como si 78


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hubiera una pared, aparece mucha gente en caos, hay mucha neblina, Ángela observa a Isidro quien pareciera está siendo ahorcada sin tocarla) El caos domina ante las ponderaciones de los deseos, existen dos, un rebozo y un demonio, que con siete sentimientos negativos tejen agujas castigadoras en las cienes confundiendo hasta a los más sabios, dando cuna a sentimientos neutrales, ¡llegaron! es claro, sus siluetas puedo divisar, una lengua con filosa punta da muerte a los no tan inocentes, al hombre nada le duele, nada siente, nada disfruta, mis muñecas me lo han dicho, tened cuidado, es hora, es momento, es el segundo, que pronto todos idolatraran el mal. Todos: Es hora, es momento, es segundo. Melissa: Todo asfixia, todo mata todo se esfuma, mis muñecas, mis muñecas ya comienzan a llorar, se inquietan, y gritan, ya no quiere descansar, ya no lloren, ya no griten ya advertí, es hora, es hora, es hora. Todos: Es hora, es momento es segundo -es segundo es momento es hora -es momento, es segundo, es hora

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-es segundo, es hora, es momento. Melissa: Todo se embrolla, no se zozobren, es hora, es momento es segundo (Comienza doblarse como si estuviera siendo poseída) El lobo de carroña viene por los campos, no se asusta con el fuego de las flamas, ¡El niño!, el niño confunde, fué enviado por demonios, ya estaba planeado, es momento es hora, es segundo. PASADO Humberto: Y ustedes tienen hasta mañana para decirme quién fue. (Todo comienza a desaparecer, Humberto camina amenazante con su pistola) PRESENTE Aparece la misma escena del principio, el ambiente se siente con mayor tensión, los rezo ahora se escuchan con bastante odio, hay mucho caos sonoro. Isidro: No mi niño, ya no llore, nadie se nos acerca, no se asuste, hemos seguido caminando por cadáveres, ahora ya todo es cadáver, ya nada tiene vida, a cumplir una misión vinistes, Doña Caro sea mil veces dichosa, vuestra madre no sé si nos trajo a vengarnos, pero algo tenemos que hacer, lo importante es que nadie sabe 80


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quiénes somos, nunca digas nada mi niño, nunca lo digas. (Entra Ángela) Ángela: Muchos muertos Isidro, siguen muchos muertos aún, ¿y si nos equivocamos? ¿Y si no es don Humberto el hijo del diablo? Hay que acabar con ellos Isidro, Melissa solo llora mucho sus penas, dice que sus muñecas le hablan, tiene el mal de espanto. Isidro: Dame queso de burra. Ángela: No tengo queso de burra Isidro, ya todo da mucho miedo. Melissa: Doliente pincel de heridas ¡Escribe letras estropeadas! quebranta mi corazón herido, dibuja letras fracturadas, las menos dulces pero las más sabias, las menos tiernas pero las más delicadas, las que no son entrañables y muy poco estimadas, aquellas que dejan de ser afectivas, dibuja mejor las que odian, doliente pincel de heridas, las que son también ondeadas, aquellas que no dejan de ser bellas, porque son también humanas. (Se escuchan rezos en lengua zapoteca) Dibuja las que ajustician, las que aborrecen,

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aquellas que antipatizan estrangulando con sus verdades, aquellas que producen lágrimas negras provocando también charcos, de esos que pican adentro, tan dentro muy dentro de mí. Aquellas que con fuerza te duelen, te lastiman, te ensucian, las que han transformado este corazón cadavérico y enlutado, lleno con excreta secreción, doliente pincel de heridas escóndeme entre tus hebras, que ni los hilos del viento compadezcan a esta mujer ya muerta, a esta que siente, que lucha, que decide. ¡Doliente pincel de heridas! (Entra Doña Caro) Doña Cara: (Ángela se asusta) Ángela: Doña Caro ha muerto, ha muerto, me daba miedo desde que era pequeña, no se duerma mi niño no se duerma mi bien, (Doña Caro desaparece) Dormiremos, dormiremos y nunca dejaremos de soñar… ¡Doña Caro a Muerto Isidro! ¡Ella ha muerto! (Isidro estira sus brazos y a Ángela le empieza a faltar el aliento) ¡Dios la haya perdonado!

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Isidro: El odio hoy se apoderara (Everardo toma cuerpo humano levantándose del suelo) Everardo: (Cantando en zapoteco) Isidro: La luz se ilumina de tus ojos, esos ojos que hacen nacer los sentimientos más viles, los menos sensibles, los menos humanos, sigue recordando y aliméntate de ese pasado, ese recuerdo que clava como ganzúas en el intestino, y penetra por tus venas, ese sentimiento que te ciega, que te hace menos sabio, así es como el hombre, acaba con el hombre, es como la sangre acaba con su sangre, inhumanos, animales, solos se hunden y confunden el verdadero amor con el material, el mal fue permitido por Dios, no para castigar, si no para aprender y poder ustedes mismos elegir. (Desaparecen entre la nada) (Mucha gente camina en medio del caos) (Entra Melisa) Melisa: ¡Acabo de ver a las sirenas sobre el río!, cargando toda vía el cuerpo de Gerardo, ya no sé, sus labios coagulaban con un rojizo brillante, se comían sus ojos, y mis muñecas cantaron, pero ni ellas lograron

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salvar el cuerpo de Gerardo, Ha habido muchos muertos, pero unos se los comen los gusanos y a otros las sirenas, esas si espantan. ¡Las vi! Traían los senos al aire, se comían sus ojos, sus manos, se tragaron sus dedos, masticaban su sexo. Olvidaron ponerle monedas debajo de la lengua, ahora los ojos de Doña Caro brillaban diferentes, cuando ellas me vieron, pensaron que yo ya estaba muerta, nadaron a velocidad hasta donde yo me encontraba, no debí haber ido a enjuagarme al rio a bañarme, me sentía sucia, pensé que mis niñas me defenderían, por eso fui a bañarme, estaba sucia. No podía salir del agua, entonces una de mis niñas, se puso a luchar con ellas, se la comieron, le destrozaron su cuerpo. (Observa a Don Humberto) (Lo toma de sus cara y con fuerza impresionante, él se queda como petrificado, tira su arma,

comienza a transformarse esa personalidad

fuerte en frágil, como si el miedo penetrara sus más profundos sentimientos.) De tus ojos se ira la luz, la justicia de luz se hará cargo, yo no le pondré monedas a tu cuerpo, para que te coman las sirenas, la luz de la luna iluminara tu casa como si fuera de día, la muerte tocara tu puerta, de tus ojos saldrán lágrimas de sangre

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y los cuervos se los comerán. Entonces dios creo al hombre, para defenderse del hombre, (Grita tomándose el sexo) No me mires con esos ojos, esos mismos ojos, siento como si un alacrán penetrara mi cuerpo, no me toques no me mires (Humberto sale de escena atemorizado, como si se hubiera perdido) ¡Ay vienen las sirenas y se comerán mis niñas!, ¡No te me acerques! ¡Las espantas! ¡Tranquilas, no saquen de esa forma la lengua! ¡Me espantan! ¡No me muerdan, me duele! ¡Me duele! Se comieron a mi niña las sirenas, saborearon una a una sus tripas, le quitaron su cabello porque seguro ese no sabe rico. (Entra Isidro) Se comieron a una de mis niñas, le quitaron los ojos, solo fui a bañarme, estaba sucia, sentía que me oprimían mis pechos, me asuste, vi a Gerardo se lo comían, no alcance a ponerle monedas, por eso se lo comieron. Mis manos tejieron un corderito de lanas, que mis muñecas miraron mientras me veían las canas. Mis manos tejieron un chalecito de ámbar,

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que mis muñecas miraron, mientras en cama se acostaban. Mis manos tejieron un mar de nostalgia, que mis muñecas tomaron mientras limpiaban su cara. Mis manos tejieron un suetercito chiquito al alba, que mis muñecas se pusieron, mientras se reían con calma Mis manos tejieron un puño de alfileres, que en ellos se clavaron todas mis penas de siempre Isidro: Tienes el mal del espanto Melisa; Tranquila, yo te ayudare (Saca hiervas, coloca a Everardo, quien se va arrastrando por el suelo hasta salir de escena, se escucha a capela un canto en Dialecto fuera de escena, de preferencia “La Sandunga” en Zapoteco) Todo mundo mata, Melissa, también el corazón, pero ya viene el de las tribus de Israel Melissa que del cielo venga un rayo a iluminar a los desamparados, que baje el espíritu santo a sanar su corazón, que limpie su dolor, no seas ingrata, y mándanos tu manto a cubrir a los desamparados, que de amor se muere. Melissa,

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regresa, hay mi niña regresa, niñita, regresa, niñita, niñita, regresa por dios. Sanate del miedo niñita. (Melisa se va gritando) Melissa: Muñequita, de mi vida, muñequita de mi amor, siempre estarás con migo, y yo con tu corazón, mi muñequita mi niña por dios, no vayas a jugar al rio, a rodar por las ondeadas aguas, que las sirenas son malas; se comen tu corazón. Isidro: (Voltea y no ve a Everardo, comienza poco a poco a aterrarse, lo busca lentamente entre el público gritando su nombre, sale Don Humberto, y mucha gente caminando por todos lados como si estuvieran perdidos) (Aparece doña caro, parsimoniosamente nadie se percata de su presencia) Isidro: (Entrando, tomando violentamente a Don Humberto, en plano del presente, con estas escenas son confusas, alrededor hay muchas veladoras, Don Humberto está en el suelo amarrado como al principio pero ya no hay nadie) Hijo de tu pinche madre, donde me lo has dejado, te he visto todo lo que has causado,

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¡Everardo! (Grita) Te sacaré la luz de tus ojos… te lo llevaste, me has arrebatado de mi pagaras. La tortura será mi placer, y el miedo será tu tormento. ¡Doña Caro! ¡Doña Caro! La luna brilla diferente, las hojas entonan su canción, y expresan sus versos, que han muerto de amor. (Don Humberto esta como petrificado, pero es consciente de lo que está escuchando) Ángela: (Sin ver nada) Doña Caro, ha muerto, que dios la haya perdonado. Isidro: Doña Caro, usted vendrá pronto, por lo tanto yo pagaré y cobraré el daño que me han causado. Doña Caro: La luna brilla diferente, las hojas entonan su canción, y expresan sus versos, que han muerto de amor. (Humberto comienza a temblar con temor, observa a Doña Caro quien lo toma fuertemente de las manos) Don Humberto: Doña Caro ¡has muerto!, ¡que dios te tenga en su gloria! Doña Caro: ¡Sea ella mil veces dichosa! La luna será diferente, y el viento entonara sus versos clamando a rezos por los que han muerto de amor…

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Todos: Pagaras el daño que has hecho

(Para si

mismos) Hombre y mujeres: (Caminan sin sentido, y pregonan a destiempo, en zapoteco) Pagaras el daño que has hecho y de tus ojos saldrán lágrimas de sangre. Humberto: Ahora si los cargo su puta madre. (La gente comienza a deambular aterrada unos huyen todos desaparecen Isidro grita el nombre de Ángela, mientras ella sale gritando el nombre de Abel. Salen las niñas cantando nuevamente, ahora ellas cantan la misma canción pero muy tristes, sale Melisa se topa con don Humberto, lo abraza y le habla con horror) Melisa: Me persiguen quieren que la sirena me ahogue en el rio y con nuestros cuerpos hagan lanchas. Humberto: Déjame, no me toques (Le pega en el vientre) yo mismo te voy a llevar con ellas, para que te maten y así respiremos un aire más limpio, sin una pinche loca como tú. Melisa: Eres malo como los alacranes, eres cruel, de tus ojos lloraras gotas de sangre no tendrás amor, solo, vendrán y acabaran contigo, serás traicionado y

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humillado, los gusanos se comerán tus ojos, caerás a un río ahogándote con tu propia sangre, pagaras todo el daño que has causado (Humberto la golpea fríamente, mientras ella sigue repitiendo esas palabras como si se tratara de una maldición, empieza a cantar una canción. Aparecen las niñas cargando un cuerpo lleno de sangre, es Abel, su cuerpo está completamente rígido, su expresión facial es grande, trae los ojos abiertos, Melisa empieza a cantar una canción nostálgica a elección del Director) Niñas: (Cantando) San Serafín del monte San Serafín Cordero Yo como buen cristiano Me vengare. Ángela

observa ante un punto específico, donde se

pierde, ahí comienza a desarrollarse la escena si g u i e n te . Qu i e n si e mp re p e rma n e ce r co mo espectador. RECUERDO

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Entra Ángela, la del recuerdo, llega lentamente hasta Abel, se acerca y observa el rostro de su marido muerto, le besa los labios, eleva plegarias al cielo, levanta los ojos, Melisa e Isidro salen ambos, caminan sin sentido. Se escucha el tocar de una guitarra que entona la canción Poco a poco va saliendo el pueblo como desconectado de la propia realidad, comienzan a deambular por todos lados, aparecen todos los personajes, la gran mayoría repite contantemente: “Sin tu ayuda nada hay en el hombre, nada que sea bueno, lava lo que está manchado, riega lo que está seco, sana lo que está enfermo, doblega lo que esta rígido, calienta lo que esta frio, endereza lo que esta desviado”… estas escenas se mezclan todas al mismo tiempo provocando un caos. Ángela con rabia llora, desespera, y menciona suavemente: Ángela: Cobrare este daño que me has hecho. De tus ojos saldrán lágrimas de sangre (En zapoteco) Despierta, amor, despierta, abre los ojos, levántate. (De pronto se observa Everardo se alcanza a distinguir su cuerpecillo con mugre, completamente desnudo, 91


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quien comienza a clamar ayuda, evidentemente solamente emite sonidos de su boca y se retuerce por todo el espacio, se encuentra en la convención del presente, hasta invadir poco a poco el pasado, se coloca frente Ángela, a quien la observa fijamente, sin perder la corporalidad, comienza a hablar, su voz es lenta y grave, mezclada con sonidos inverosímiles, se le entiende perfectamente lo que dice.) (Reza): Señor protégeme, señor, sálvame, señor, cuídame, señor límpiame, señor, abrásame (Repite constantemente su corazón le late rápidamente, su rostro enrojece y comienza a temblar de manera incontrolable) Everardo: Ángela soy yo, soy yo, otra vez. Aún no existo, nunca lo he hecho, pero quise presentarme para que no me tengas miedo, soy yo… Muy pronto nos veremos, y estaré muy cerca en esos momentos de rabia. Ángela: Estoy buscando justicia, pero entre mis manos hay ganchos que las cobraran por si solas, se quien fué, y has venido escuchando mi ruego, sé que no hay que tocarte, aquí te entrego la sangre de mi marido. Tú, me ayudaras, quiero ahogarlos con mis manos.

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Everardo: ¡Soy yo! Sobre la luna llena que baja la hierva Vienen las sirenas vestidas de arena Muerden, muerden buscan que comer Buscan que comer, matan ya después.

Ángela: Es como si me hubieran robado el tesoro de la divina gracia y me dejaran más miserable y pobre que nunca… Everardo: (intenta tocarla) ven vamos a que tomes agua Ángela: No me toques, no podría hacerlo, Dios mío, viniste a ayudarme, Dios mío pensé que jamás te vería. (Ríe) (Entra Isidro, buscando él nunca puede ver a Everardo se percata de Ángela y del cuerpo de Abel, todo esto sucede durante el texto anterior)

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Isidro: (Muy íntimo) Mira, ¿Vez esas sombras que se mueven en el viento? Son los muertos que vienen a ayudarte. Ángela: Siempre hemos vivido entre los muertos, siempre he visto sombras que se mueven en el viento. En su sonido hay un lamento. Isidro: Dame un poco de pan… Ángela: Dios dame consuelo (Le habla a isidro como si creyera que es Dios) Isidro: Colócale estas monedas en sus ojos, y esta otra ponla debajo de su lengua, colócalo en el rio y ofréceselo a doña Caro. (Le colocan monedas de oro en sus ojos y otra debajo de la lengua) Ángela: ¡Pobre mujer! ¡Dios la haya perdonado! Doña Caro: Entre el viento y la sombra, llevo mi embarcación, entre el viento y la sombra, me llevo tu corazón. (Las sirenas emiten una nota musical, transformando su cantar en un lamento) Isidro: Ven vámonos a la catedral.

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Ángela : El rencor es el sentimiento más puro, más nato, es aquel que dejare crecer lentamente aquí (Se toma su corazón), dejare que sea la más hermosa planta de mi jardín(Presiona sus puños mientras escucha estas palabras, se observa completamente llena de rencor, sus ojos se le inundan de lágrimas, provocando un temblor incontrolable) Jugare a que no pasa nada, la dejare crecer lentamente, los recuerdos amargos lo alimentaran, son como la mierda que hacen crecer a las plantas, disfrutare ese sentimiento, y el día menos pensado cobrare el daño que me han hecho, al culpable, Doña Caro no lo recibirá como un gran amigo, no le pondré monedas, para que su cuerpo lo ahoguen y se lo coman las sirenas. ¿Por qué tratas de esconderte? Tú también como yo, eres una sombra que habita entre el viento. Isidro: Cállate, (Le tapa la boca) Sobre la luna llena que baja la hierva Vienen las sirenas vestidas de arena Muerden, muerden buscan que comer Buscan que comer y matan ya después.

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Ángela: Que dulce voz, es como esa voz… Isidro: Silencio, fíngete dormida, pero mantente despierta. Ángela: Ya es hora. Guarda mi niño, guarda un clavel, guarda mis lágrimas que saben a miel (Sale todo el pueblo desconectado de sí mismo, y se regresa la escena del principio con Humberto en la cama, Ángela está desesperada golpeando con ramas el cuerpo de Humberto como si fuera un ritual, suda, gime, y llora) (Sale doña Caro en una lancha siendo llevada por dos sirenas, girando en círculos en el mismo sitio, mira al cielo elevando su vara)

PRESENTE Doña Caro: Entre el viento y la sombra, llevo mi embarcación, entre el viento y la sombra, me llevo tu corazón. (Las sirenas cantan una nota musical

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prolongada, transformándose la melodía en un lamento) Isidro: Esos son sus ojos, con esos mismos ojos, y de esos ojos lloraras lágrimas de sangre pagando todo el mal que has causado con tus propias manos. Ángela: Guarda mi niño, guarda un clavel, guarda mis lágrimas que saben a miel. Ya está oscureciendo; ha llegado mucha gente (Hay comienza a tocar su vientre con dolor como si fuera a parir, un grupo de gente deambulando, elevando plegarias muy suavemente) Humberto: ¿Mis acciones hirieron al hombre? (Grita) Melissa: (Con voz profética)Y entonces yacen sentados, postradas y postrados, dando sentencia humana, cual Pilatos dio sentencia, todos aquellos que se llenaron de rencor, sin saber si quiera que gestaron maldad en su vientre, y así nacerán de ellos, millares de demonios, que son producto del odio, miedo, culpa y ofuscación. Isidro: Es hora, es minuto es momento. Ángela: Ya es hora, es minuto es momento (Todos lo repiten) Ya es momento, están todos ya reunidos,

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(Aparece melisa, girando persignándose sin sentido, también salen las niñas que se hincan sobre el piso sonriendo y observando al público, arrojando sus pelotas al cielo, mientras Melisa a partir de este momento empieza a decir su texto mezclándose con la canción que se entona en esos momentos Melisa: Cristo Jesús ¡Perdónalo! Cristo Jesús ¡Sálvalo! (Clama cada vez más fuerte) Voces: (Cantan) San Serafín del monte, San Serafín cordero. Ángela: (Perdida) Así es (Con odio contenido). Su madre antes del parto no limpio su vientre con leche. Voces: (Cantan) San Serafín del monte, San Serafín cordero. Humberto: Solo veo sombras entre el viento. Caminemos de la mano, observemos los recuerdos y el grandísimo misterio de las sombras que lleva el viento Voces: (Cantan) San Serafín del monte, San Serafín cordero.

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Ángela: Todo es un misterio de sombras en el viento Humberto: Será mejor que duerma, deslizándome entre mis propios sueños e ilusiones (Se escucha el canto “San Serafín del monte” Cada vez más fuerte) Voces: (Cantan) San Serafín del monte San Serafín Cordero Yo como buen cristiano Te mataré. Humberto se persigna rápidamente. Entra mucha gente con una actitud parsimoniosa, Ángela se acerca por la espalda a Humberto, lo sujeta del cuello, lo estrangula, todos observan con odio, lo toman de las extremidades con cuerdas, mientras lo extienden, el canto crece cada vez más fuerte, Doña Caro, va acercándose cada vez más hacia donde está Humberto, las sirenas extienden los brazos como si fueran a salir de entre el agua. Doña Caro clava su vara sobre el piso, deteniéndose, mirando hacia donde esta Humberto, extendiendo las manos como intentando alcanzarlo.

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Ángela enciende una veladora con cerillo, Isidro se acerca y al igual que Ángela, enciende una veladora, se unen al canto y al concluir, miran solamente al público, cuando parece que las sirenas saldrán del agua, se apagan las veladoras, produciéndose un oscuro.) SE HACE OSCURO FINAL… “…Porque toda la realidad Está llena de sombras, ilusiones y recuerdos”

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Guillermo Antonio Pérez Tiscareño

Licenciado en Artes Teatrales, egresado de la Universidad Autónoma del Estado de México, fundador de la compañía de teatro independiente FANUT TEATRO, Actor, Director, Productor, dramaturgo y bailarín, con diez años de trayectoria artística, ha trabajado en más de treinta montajes, entre los que destacan, La mordida de Adán de Alejandro Carpizo, Fotografía en la playa de Emilio Carballido, La dama boba de Lope de Vega, ha dirigido, producido, diseñado y coreografiado montajes escénicos entre ellos “Crónica de un amor oscuro” adaptación de la casa de Bernarda alba de Federico García Lorca, con tres años en temporada, Navidad de la esperanza, una historia de ilusión de su autoría, ¿Cuántos huevos tienen mis ovarios? Adaptación de Lisistrata de Aristófanes, Extraordinario encuentro en el circo Ilusión, Nunca dejes de soñar, La nube de algodón, Perverso fruto sombrío; propulsor del primer proyecto de teatro interno nomadizado, e iniciador del primer programa social Nunca dejes de soñar, y el programa humanizado Sonrisas y alegrías en apoyo a niños con enfermedades terminales y situación de calle.

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Otros títulos de Editorial Impresiones Maravillosas

* Antecedentes y Causas del Movimiento de Independencia de 1810. Enrique Moreno Kegel.

* Política Industrial en México y Cadenas Productivas. Un análisis al sector plásticos. Dr. Cesar Soto Ibarra.

* Hoy escribo para ti. Constanza Casanova.

* Hu-Un (libro) de cuentos DRAMAMINE Mario Alberto Serrano Monzón

POEDANZA. Poesía en Breve German Vergara Soriano

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