Bargas Fiestas 2021

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PREMIOS DE NARRATIVA DEL XLIII CERTÁMEN LITERARIO

PANEGÍRICO NÚMERO 17 Miguel Ángel González González. PREMIO GENERAL «No había nadie. Solo nosotros y los dinosaurios.» SAM SHEPARD, Crónicas de motel Yo creía que solo se pronunciaban discursos en los funerales de las películas. Lo pensé hasta que murió el tío Luis. Cuando el tío Luis falleció, Tamara dijo que había olvidado —encima de la mesa de la habitación en la que habían descansado los restos de su padre durante el velatorio —el papel en el que estaba impreso el discurso que tenía previsto leer. ¿Os acordáis? Un tipo vestido de negro nos dijo que se llevaban los restos del difunto al crematorio y nos indicó —señalando hacia un lado y hacia el otro en el aire con su dedo índice— la dirección que teníamos que seguir para llegar hasta allí. Aurora lloraba la pérdida de su marido sobre el hombro de su hija y Tamara intentaba consolar a su madre dándole besos en la cabeza. Salimos a la calle, hacía sol, nos repartimos en varios coches y nos largamos. Nadie pensó en el discurso hasta que el cura preguntó si alguien quería pronunciar unas palabras a modo de despedida. Fue entonces cuando Tamara lo dijo; dijo que había olvidado el papel en la mesa del velorio y fue entonces cuando yo supe que en los funerales reales también se pronuncian discursos, como en las películas americanas. No tiene mucho sentido hablar de esto porque la mayoría de las personas que estáis hoy aquí estabais también allí, así que quizá sea redundante contar algo que ya sabéis, pero no se me ha ocurrido una forma mejor de comenzar. No me lo tengáis en cuenta. Mi padre acaba de 14 | 2021, BARGAS CONTINÚA

morir y estoy hablando de la muerte de otra persona porque, si queréis que os sea sincero, no tengo nada que decir de mi padre. Supongo que eso es mucho más grave que repetir una historia que ya todos conocéis. El discurso que Tamara quería leerle al tío Luis no era un discurso. Era un poema que le gustaba al tío Luis o un poema que quizá el tío Luis no había leído nunca, pero que servía para resumir su vida. Lo importante, en cualquier caso, es que el discurso que querías leer en el funeral de tu padre no era realmente un discurso. Había dos chicas que no eran amigas ni familiares. Yo me fijé en ellas, no sé si alguien más lo hizo. Seguro que todos las visteis porque eran las encargadas de tocar música durante el acto, pero lo que quiero decir es que no sé si alguien se quedó mirándolas fijamente mientras lo hacían. Yo sí. No por nada en especial. Siempre hago ese tipo de cosas. Es justo lo que estoy haciendo ahora: desviar la mirada del foco principal. Me siento más cómodo dando vueltas alrededor de la casa que dentro de ella. Eso también lo hacía mi padre. A los dos nos gustaba la magia y él también era un extraordinario escapista. Mejor que yo, incluso. Pero ahora él está muerto y yo tengo muchos años por delante para seguir huyendo de todo lo que me rodea. Quizá logre superarle. Las dos chicas vestían de negro, como el cura o como el funcionario que nos había indicado haciendo aspavientos con su dedo índice el lugar en el que se produciría la


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