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Concurso de relatos

¡Vuelve el concurso de relatos “Crónica de tu Maratón”!

La Asociación de la Prensa Deportiva de Castellón (APDCS) convoca, gracias a la colaboración con el Club Running Castelló, el concurso de relatos “Crónica de tu Maratón”.

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El concurso, que celebra este año su quinta edición, va destinado a aquellos corredores y corredoras inscritos en el Marató bp Castelló o en el 10K FACSA Castelló, y que quieran describir, en clave periodística, sus vivencias y experiencias personales tras correr por las calles de Castelló, en cualquiera de las dos pruebas. La persona ganadora recibirá una inscripción para la próxima edición de cualquiera de las dos pruebas y otros regalos que se irán anunciando en fechas próximas.

“Crónica de tu Maratón” es una iniciativa que pretende dar visibilidad al periodismo deportivo, así como acercar a los corredores y corredoras a esta disciplina periodística, convirtiéndolos en redactores por un día. El plazo de envío de los trabajos estará abierto desde el 28 de febrero hasta el 13 de marzo, para todos aquellos participantes que quieran reflejar sobre el papel sus experiencias personales tras correr el 27 de febrero en Castelló. Un año especial tras la pandemia del coronavirus.

Los textos tendrán una extensión de un folio, a Times New Roman (12 puntos), y deberán ser enviados por correo electrónico al mail prensadeportivacastellon@hotmail.com , aportando el nombre y apellidos de la persona que concursa, así como el número de dorsal con el que compite.

Relato de Pablo Robres, ganador de la edición de 2020:

“Se celebra la décima edición del maratón de Castellón, al cual voy con la ilusión de la primera edición. Y de la segunda, y de la tercera, y de la de todos los años, porque aquí he corrido todas las maratones. Erre que erre. Este año la prueba estrena el reconocimiento de la etiqueta bronce de la IAAF, ahí se constata el trabajo que la organización ha ido realizando y se reafirma el apoyo de patrocinadores, público y corredores a una prueba ya bien consolidada.

Me gusta comparar un maratón con una película —es todo un largometraje— a veces a todo color, otras veces en blanco y negro, tintes de comedia, algunas veces drama, siempre toques épicos, fotografías memorables e imborrables, banda sonora irrepetible y un protagonista de lujo: tú mismo. Un clásico de culto. No hay bastantes palomitas para ese peliculón.

Llego a la cita, a la alfombra roja, con pocos kilómetros semanales, 60 como máximo, con uno o dos días de series, pero cortas y pocas repeticiones… consecuencia de la falta de tiempo (excusa) y de cierta pereza innata (realidad). En cualquier caso, estoy motivado: la media de Castellón la hice en menos de 1h28’ y no sufrí mucho. Objetivo en maratón para hoy, bajar de 3h14’ y disfrutar todo lo posible este 16 de febrero, que amanece con algunas nubes, sin viento, 12ºC… óptimas condiciones.

El día de antes, almuerzo a base de embutido a la brasa, cocas, tinto… bien, todo lo que espantaría a cualquier personal trainer. Y es que no hay miedo, sí respeto. Sé dónde me meto, pero cada maratón es un mundo, diferentes escenas y sensaciones y, aunque haya guion, se acaba improvisando…

En la línea de salida busco el globo de 3h15 y me posiciono todo lo cerca que puedo. Mucha gente, ni rastro de ‘la soledad del corredor de fondo’. Suena por megafonía ‘Warriors of the world’ de Manowar, un temazo motivador. Todos están reunidos aquí, la victoria está cerca. Miradas de confianza, de impaciencia, de ganas de arrancar a correr; guerreros del mundo, preparados para combatir: contra nuestros miedos, por nuestras ilusiones, por alcanzar una meta, que representa otras muchas metas. Retumban los cohetes y ¡allá vamos! Buen grupo y ritmo constante. ¡Globo de oro para los pacers!

Sin embargo, en el km 3 ya empiezo a sudar. Me da miedo porque lo que he aprendido estos años es que una de las cosas más complicadas es mantener el nivel de hidratación, sin pasarse ni quedarse corto. Haga lo que haga, al final a padecer como Ben-Hur. ¿Quo vadis? Avanzad, avanzad. El trote del nutrido grupo retumba en el asfalto. Al llegar al km 9 noto que se me duerme un pie. ¡Horror! No me había pasado en la vida. Me pongo nervioso, la película vira a drama. Sigo y paso el km 10 en menos de 46’, lo previsto, pero moviendo los dedos de manera nerviosa, zapateando como Lola Flores. ¡Si me queréis, irse! El drama se acerca al terror, no quiero pararme, pero me pasa por la cabeza hasta la gangrena. Freddy Krueger. El coco… Pasan kilómetros y la cosa se va calmando, vuelvo a la normalidad bajando al Grao. Por el otro carril de la avenida del Mar ya suben los africanos a velocidad de vértigo. En la grupeta va Lemi Dumecha —a la postre ganador y nuevo recordman con 2h07’43”— tiempo que sitúa esta maratón como una de las más rápidas. Larguísima recta, sale el sol y esto coge aires de musical. Las zancadas fluyen, me dan ganas de bailar sobre un arcoíris con unicornios rosas. Otro Lemmy (Kilmister) vocifera que ‘la libertad de creer no tiene precio y la inocencia nunca envejece’. Amen. Pasamos por el Grao, media maratón, en 1h 37’. Como un reloj suizo ‘made in China’. Marketing in the running. Toca volver al centro de la ciudad por la avenida del Mar, larga como la ruta 66. Miradas de acero, de decisión y fe en conseguir las metas. Esto ahora es un western, como Clint Eastwood en ‘La muerte tenía un precio’ al ganar la mano: ‘¿Qué nos jugábamos? El pellejo’. Masco banana, como quien masca tabaco, y seguimos galopando hacia el oeste. Y van más de mil cabezas, Joe.

Por las calles de la ciudad, el calor humano me lleva en volandas: miradas que transmiten fuerza y apoyo, algunas, admiración y, conforme avanzan los kilómetros, otras denotan compasión. Debo hacer cara de Ecce Homo… ¡Señor, llévame pronto! En el km 35 empiezo a resentirme de una uña, el tema de mover los dedos cuando se me durmió el pie y un tropezón tonto hacen que esa pezuña peligre seriamente, intento pisar de manera distinta, pero al cabo de poco los isquios avisan. Dolçainas, batucadas, bombos, y hasta AC/DC; en mi reproductor también, pero es otra canción. Bendita cacofonía, toda una riña de gatos. Sigue el solo y pienso que, si hiciera el paso de la oca, esto desembocaría en el ‘gran calambre final’. Entre riñas felinas, isotónicos, aplausos y pinchazos —ya en el km 38— un compañero tira de mí, me da la fuerza que me va faltando, la gente se vuelca… Gracias Castellón, me siento rock-star. Volveré a tocar para vosotros. Y a cantar. Y a correr, por supuesto. A partir del km 40 vamos llevando en inestable equilibrio la esperanza y el agotamiento. ¡Ale-hop, voilà! La épica. Dolor y Gloria, que siempre pensé que tenía nombre de eslogan de cierta pomada aliviadora de escozores. Me estoy quedando sin gasolina, la uña me palpita, pero la gente hace pasillo, increíbles sensaciones ¡Nunca se da tanto como cuando se dan esperanzas! Llegamos a la Farola, mi familia, mis hijos animando, vecinos, amigos, conciudadanos, forasteros, hasta los árboles del andén central del Ribalta parece que me saludan y me reciben como un héroe. Veni, vedi, vici. El dolor se va, queda la Gloria. Otra maratón acabada en Castellón, 10 de 10; otros 42 km al saco, otra producción memorable. ‘¿Y el Oscar pa’cuándo?’ Todo llega, y el tiempo siempre da la razón…

Mi tiempo de 3h13’15” me hace sentir orgulloso de esta peli: Tarantino, corre y no mires atrás.”•••

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