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Mantos para una Coronación
“Ya entra la princesa bellísima, vestida de perlas y brocado” Coronación Mantos una
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Francisco José Alegría Ruiz
Director técnico del Museo de la Catedral de Murcia
El salmo bíblico que da título a este artículo recoge la magnificencia de la corte de Ios reyes de Israel en una descripción que presenta a la reina enjoyada con oro de Ofir y a la princesa vestida de perlas y brocado. La riqueza de los textiles muestra en la literatura sálmica la dignidad y sacralidad de la familia del ungido del Señor. La misma tradición del arte cristiano ha continuado vistiendo de belleza las imágenes sagradas y reservando para ellas los materiales y textiles más nobles.
Al conmemorar el XC Aniversario de la Coronación Canónica de la Santísima Virgen de la Fuensanta hemos tenido la oportunidad de disfrutar, en la exposición conmemorativa del Museo de la Catedral, entre otras piezas, del ajuar textil que la sagrada imagen vistió durante el solemne acontecimiento y los días previos y siguientes al mismo.
Los múltiples testimonios documentales, gráficos, e incluso el recuerdo de quienes pudieron presenciar las fiestas que en torno al 24 de abril de 1927 se sucedieron, nos dejan sobrada noticia del esmero con que su cuidó el adorno de la Virgen de la Fuensanta. La hermosa corona obra del orfebre madrileño Herranz requería, por parte de su camarera Doña María Codorníu, de una selección de mantos que estuviera a la altura de tal joya y tal evento: a la altura de una reina.
El regalo de una reina
A principio del siglo XX la mayoría de los ternos de los que se componía el ajuar de la Patrona de Murcia estaban confeccionados en telas brocadas, espolines y tapicerías. Algunos de ellos en desuso por el deterioro de los tejidos o por la variación en la amplitud de la apertura del triángulo que forma el manto al estar puesto sobre la Virgen. No obstante, poseía varios mantos bordados de singular valor, y fue el que en 1862 regalara la Reina Isabel II el seleccionado para la bajada desde el Santuario hasta la Catedral. El sábado 16 de abril, Sábado de Gloria como antaño se llamaba al Sábado Santo, tuvo lugar la romería de bajada de la Fuensanta. La celebración litúrgica de la Resurrección del Señor se había celebrado esa misma mañana, y en consecuencia ya había comenzado el tiempo de Pascua, lo que hacía posible vestir a la imagen de color blanco. Aún recurriéndose habitualmente para las romerías a trajes cuya conservación fuera menos delicada, al tratarse de un día en el que la Virgen sería recibida de manera especial en la capital, se optó por el “manto de la Reina”. Sin lugar a dudas se trataba de una indumentaria especialmente rica y solemne para la ocasión, amén de ser el traje de mayor connotación histórica de la Fuensanta, regalo de una Reina de España en su visita a Murcia. La edición del diario La Verdad del día siguien-
Traje de la Procesión de la Coronación
Traje de Isabel II
te, en un extenso y entusiasta relato del acontecimiento cuenta “Nuestra Patrona iba en sus ricas andas de plata repujada, luciendo el antiguo vestido blanco bordado en oro y el fajín y bastón de mando que hace ya algunos años le ofrendó el que fue ministro de la Guerra General Cazorla”.
La costumbre de Isabel II de regalar lujosos mantos a las imágenes de la Virgen ha hecho que en no pocas ciudades se conserven piezas de singular valor elaboradas en los talleres madrileños de la segunda mitad del siglo XIX. Es el caso del manto de la Virgen del Carmen del Barrio murciano, y el de la Patrona de Lorca, la Virgen de las Huertas. El “manto de la Reina” de la Virgen de la Fuensanta sigue un diseño común en los mantos de corte, tan comunes en el retrato de aparato de los monarcas del siglo XIX, donde el bordado se dispone en grandes motivos vegetales a modo de roleos que orlan los extremos de la pieza, así como en importantes motivos en el centro y en las esquinas. El bordado de grueso relieve sobre fondo blanco está ejecutado en oro.
Del color de reyes
La semana transcurrió entre numerosas celebraciones religiosas en la Catedral presididas por la Virgen de la Fuensanta, bajo cuya presencia pasaron las diversas parroquias y asociaciones religiosas. Representaciones de obras teatrales en el Romea como el retablo “Fuente Santa”, conciertos o una exposición de arqueología y arte sacro en la Sala Capitular de la Catedral aportaron el semblante cultural del acontecimiento. Los días previos inmediatos a la Coronación, Murcia vivió la recepción de las importantes personalidades civiles, militares y religiosas que acudían a la Coronación, y a su vez la preparación inmediata de la imagen. Doña María Codorníu escribía una breve nota en la prensa pidiendo ayuda a todos los murcianos para la decoración floral del trono de la Virgen. Una ayuda que pedía fuera el corazón y la oración de los fieles que como flores orlaran a la Soberana Patrona. Finalmente, el domingo 24 de abril el trono de la Fuensanta apareció cubierto de rosas carmesí, el mismo color del manto que estrenó ese mismo día. Un diseño confeccionado en terciopelo carmesí bordado en hilo de oro con motivos vegetales concentrados en la orla. Fue diseñado en Madrid y confeccionado en Valencia. El manto de la Coronación destaca por su sencillez pero profunda elegancia, elegido para resaltar la impresionante corona realizada en oro. El carmesí era el color de la realeza, y el propio de los mantos de corte de los monarcas españoles, frecuentemente usado para las ceremonias de coronación de los soberanos, elegido en intencionado deseo de significar a la Fuensanta como Reina de los murcianos en el acto de su Coronación. Vestida de este modo estaba en el altar mayor de la Catedral durante la bendición de las coronas y la Santa Misa oficiada por el Nuncio del Papa, tras la cual fue llevada en procesión hasta el Puente Viejo donde, de manos del mismo Nuncio fue coronada, cumpliendo el deseado anhelo de toda la Ciudad de Murcia, para regresar después al templo catedralicio.
A la moda de las reinas
Al día siguiente de la Coronación, la Capital del Segura continuaba las Fiestas en honor a su Patrona Coronada. La grandiosa Procesión General de la Coronación convocó a todas las parroquias de la Ciudad y su Huerta, que desfilaron portando más de treinta imágenes titulares de los templos murcianos como cortejo de la Fuensanta. Al cierre de la Procesión la Virgen la Fuensanta lucía otro manto de singular belleza. Al igual que el día anterior, las rosas de su trono acompañaban el color del manto, en este caso el blanco del terciopelo francés con el que se confeccionó el conocido “manto de la Marquesa” y que la Virgen lució la tarde del lunes 25 de abril de 1927. La Verdad del día siguiente contaba: “nuestra venerada Patrona con rico traje blanco bordado en perlas y rica pedrería lucía sobre su trono de plata valiosas joyas en el pecho sobresaliendo rico collar de brillantes, pectoral de esmeraldas de incalculable valor, y sortija de brillantes, algunos de gran tamaño, junto al trono iba su camarera la Excma. Sra. Doña María Codorníu de la Cierva”. Por su parte, El Liberal precisaba: “en último término iba la Virgen de la Fuensanta. Vestía un riquísimo manto de seda blanco bordado en plata-oro, cuajado de pedrería. Este manto ha sido regalado por la Señora Duquesa de Reque-
na. El trono de la Patrona iba adornado todo de hermosas rosas blancas”. Se trataba del impresionante manto regalo de Doña María de la Gloria Collado Alcázar, conocida como Gloria Laguna, Condesa de Requena, hija del Marqués de la Laguna. Confeccionado en los talleres que fundara Charles Frederick Worth, posiblemente obra de su hijo Jean-Philippe Worth, muy similar a algunas obras de este diseñador para vestuario de ópera como el manto que se conserva en el Arts Centre Melbourne. Los círculos de amistades de Gloria Laguna, miembro de la nobleza y próxima al mundo del espectáculo y las artes, la hacían conocedora de los grandes talleres de moda del momento. El diseño, de marcado gusto art nouveau, está confeccionado en terciopelo blanco combinando diversas técnicas de ornamentación. El uso de pedrería se torna abundante formando figuras con cristales de canutillo, aplicaciones de plata, perlas, y destacando sobre todo los dibujos con piel policromada y plateada. En la parte posterior del manto el escudo del Cabildo llena la espalda de la Virgen, y en toda la orla figuran cabezas de ángeles aladas del mismo material. Una riquísima pieza que debió presentar un considerable parecido a los diseños de la moda de la burguesía de los salones de principio de siglo, y con la imagen de la realeza europea difundida por la prensa, y que tanto gustó de recurrir a los mismos talleres de Worth para sus encargos, como lo hicieron las emperatrices Eugenia de Montijo o Isabel de Austria. La misma Reina Victoria Eugenia, mujer de Alfonso XIII, vestía con frecuencia prendas de parecido gusto, donde la pedrería, las perlas y los tejidos brillantes adquirían un notario protagonismo.
El martes siguiente, a las siete de la mañana, la Virgen de la Fuensanta atravesaba la Puerta del Perdón de la Catedral para partir hacia su santuario, y quiso despedirse la Patrona de Murcia con la misma grandeza en el vestir con que había comenzado su estancia en la Ciudad. Mantuvo el traje de Worth y la corona de la Coronación para poder ser contemplada por todos los huertanos en su camino al monte con esa magnífica apariencia regia.
La Coronación Canónica de la Virgen de la Fuensanta supuso una oportunidad singular para contemplar la imagen de la Patrona de Murcia vestida de modo extraordinario, a la vez que un acicate para incrementar su ajuar textil. Desde aquella fecha se han multiplicado los mantos de la Santísima Virgen de la Fuensanta, siendo notables los ternos bordados que con motivo de los aniversarios más señalados de la efeméride han regalado sus camareras. De algún modo podríamos decir que el acontecimiento de la Coronación es la culminación de un proceso que, comenzado en el siglo XIX, lleva a la Patrona de Murcia a adoptar mediante su indumentaria una imagen regia y soberana, que perduró en buena parte del siglo XX. La realeza de María no viene en detrimento de su sencillez y humildad. Precisamente en la alteza de la Santísima Virgen María que aparece encumbrada y vestida como reina enjoyada se hacen deseables sus virtudes de humilde sierva del Señor, virtudes que la han encumbrado sobre el resto de las criaturas. La realeza de María es la consecuencia de su humildad.
Traje de la Coronación