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La Madre de todas las Procesiones

Antonio Botías Saus

Cronista Oficial de la Ciudad de Murcia

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Nunca la hubo tan magna antes, ni tampoco se ha celebrado otra después. Porque la Procesión que brindó Murcia a su Patrona al día siguiente de la solemne Coronación ha pasado a la historia como la más impactante celebración de la fe en las calles que se recuerda. Para evidenciarlo basta aportar un detalle: hasta treinta tronos recorriendo las principales calles de la Ciudad y, en gran medida, todos correspondían a tallas de una factura espléndida, de grandes autores y procedentes de poblaciones tan distantes como Zeneta o Guadalupe. Esta es la historia de un acontecimiento que sorprendió al país.

El programa para la Coronación de la Patrona se preparó durante meses e incluyó muy diversos actos entre el 16 de abril, Sábado Santo, y el día 26, cuando concluyeron las festividades. En ese tiempo se trasladó la sagrada imagen hasta la Catedral, donde se celebró una Misa Pontifical. En el mismo escenario se convocarían ofrendas de flores por parte de diversas instituciones, exposiciones como aquella dedicada a la arqueología y el arte sagrado, o conciertos.

Tras la Coronación, el domingo día 24, el programa preveía una solemne Procesión en honor a la Patrona. Se celebró al lunes siguiente y para ello fueron convocadas todas las parroquias de la Ciudad, de su Huerta y del campo, que respondieron con el envío de sus respectivos patrones en un desfile que, desde entonces, jamás ha vuelto a repetirse.

Dolorosa del Rincón de Seca

El cortejo partió de la Catedral a las seis de la tarde en punto y, según destacaría al día siguiente el diario ‘El Tiempo’, “muchísimas millares de almas” participaron en el mismo, “representando a todas las clases sociales”. Abría la marcha una sección de la Guardia Civil de Caballería, a la que seguían largas filas de alumbrantes y los estandartes de todas las congregaciones y cofradías murcianas que quisieron sumarse a la cita.

Junto a ellas, las sagradas imágenes de patrones y titulares antecedían al trono de plata de la Patrona, que lucía bajo el cielo de primavera murciano su riquísimo manto blanco bordado con nácar.

San Cayetano, Monteagudo La relación de tallas que acompañaron aquella memorable jornada a la Fuensantica fue inmortalizada por los periódicos. Entre ellas se encontraba San Cayetano, Patrón de Monteagudo; Nuestra Señora del Rosario, de Zarandona; el Ángel de Zeneta; Nuestra Señora del Carmen, de Beniaján; Nuestra Señora del Rosario, de Puente Tocinos; Nuestra Señora del Amor Hermoso, de Nonduermas; San Antonio, de Era Alta; Nuestra Señora de las Mercedes, de Puebla de Soto; la Dolorosa de Rincón de Seca; la Encarnación de La Raya; Nuestra Señora de Guadalupe, de la pedanía del mismo nombre; Nuestra Señora del Amor Hermoso, de la Parroquia murciana de San Andrés; una Purísima que fue trasladada desde San Antolín; Santa Lucía, de San Bartolomé y junto a una Santa Catalina.

San Blas, Murcia

San Juan Bautista, Murcia

Pero la relación de pasos no se detuvo ahí. Los feligreses de la parroquia del Carmen acompañaron a la Patrona del Barrio. Desde la iglesia de Santo Domingo se enviaron dos tallas: Nuestra Señora del Pilar y el Corazón de María. Además, también acompañaron a la Patrona el Patrón del Barrio capitalino de San Juan y las imágenes de San Blas y Santa Eulalia, de esta última Parroquia; Nuestra Señora de las Mercedes, junto al titular, llegaron desde San Lorenzo; una Purísima y un San Miguel desde Santiago y Zaraíche; San Joaquín, de San Pedro; y el Ángel de la Guardia de San Nicolás.

Este último paso, el que alcanzaba la treintena, antecedió a la Patrona de Murcia. La participación de estas sagradas efigies en la Procesión no se redujo a su colocación sobre los tronos. Según las crónicas, las imágenes iban ricamente ataviadas «y adornados sus tronos con profusión de luces». De entre todas ellas, según anunció el periódico ‹El Tiempo›, «llamó mucho la atención la imagen de la Dolorosa de Rincón de Seca, que lucía un manto bellísimo».

Una de las dos presidencias fue formada delante del trono de la Fuensanta y estuvo compuesta por la Diputación en pleno, los Caballeros de la Fuensanta, seminaristas de San José, órdenes militares, Juventud Católica y Círculo Católico, así como nutridas representaciones de la Universidad de Murcia y el clero de la Ciudad.

Detrás de la Patrona se organizó una segunda presidencia, en este caso compuesta por el Nuncio del Santo Padre en España y los obispos de Orihuela, Salamanca y Oviedo. A estos acompañaba el Cabildo de la Catedral y el Ayuntamiento en pleno y bajo mazas. El Obispo de Cartagena, en cambio, no formó

V. Mercedes - Puebla de Soto

V. de la Encarnación, La Raya V. del Carmen de Murcia

V. del Carmen, Beniaján

parte del séquito. Presenció la salida y llegada de la magna Procesión desde el balcón de su Palacio, acompañando al Infante de España y al Ministro de Hacienda que habían llegado a Murcia para participar en la Coronación. A ellos los acompañaba el Presidente de la Diputación y el Gobernador.

El desfile se alargó hasta las nueve y media de la noche, cuando retornó a la Catedral. «El pueblo murciano rindió ayer nuevo fervoroso homenaje de profunda devoción a su amadísima y excelsa Patrona la Virgen de la Fuensanta, ofreciéndole con sus ardientes aclamaciones, sinceras y apasionadas oraciones hijas de un cariño sin límites y una fe en ella puesta inmensa y hondamente», publicarían los diarios al día siguiente.

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