Gaceta de La Solana nº292

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Colaboraciones Caminar y contar

El chico que logró 34 matrículas de honor en el instituto

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unio de 1976, final de curso. Juan Pedro Torres Márquez, de 16 años, aparece en el diario Lanza como noticia del día, del mes y del año: treinta y cuatro matrículas de honor en los estudios cursados en el instituto Modesto Navarro. “Aún conservo la entrevista”, nos dice por teléfono desde Pinto, donde reside. Y echamos la vista atrás. Por ejemplo, aquella tarde de verano en la Casa de Cultura donde nos contaba cómo se lograban casi media docena de matrículas por curso. “Pues yo, a veces, ni me lo creo; simplemente estudio, me gusta estudiar, sin alardes” – afirmaba. Le gustaban todas las asignaturas, pero un poco más las matemáticas, y estaba indeciso con qué carrera elegir; quizá se decidiese por Económicas. Confesaba ser un chico normal, bastante normal. Así, de pronto, le lanzamos si aceptaba una especie de “segunda parte” de aquella crónica de juventud y sueños. “Me has pillado con el pie cambiado, sinceramente. Mi primer pensamiento fue dudar considerando que el interés periodístico que podría suscitar esta crónica sería intrascendente, pero la insistencia de mi mujer y tu buen talante me animan a seguir adelante”. No deseo emular a Woody Allen con su reconfortante biografía A propósito de nada, no soy versado escritor ni tengo afán de notoriedad, tan sólo dejar un relato vivencial para recordar parte de esa vida al que quiera leer estas líneas. - ¿Qué más cosas te pasaron antes de irte a Madrid? “Para toda mi familia fue muy ilusionante, y mi abuela Amalia gozó de lo lindo cuando me vio en el periódico; ellos fueron los inductores para que me aplicase el cuento y no bajase la guardia en los estudios. Toda una responsabilidad para un joven estudiante. Y, cómo no, seguía jugando al fútbol y al ajedrez; y leyendo mucho, claro, libros y periódicos, gracias a mi primo Antonio”. - ¿Y ya, a por la carrera de Económicas? “No, porque ocurrió un hecho que marcó mi futura vida laboral. En COU no tuvimos profesor de matemáticas y aquello fue una gran desilusión, pues mi intención 42

Juan Pedro, junto a su esposa, en la Plaza Mayor.

inicial era empezar esa carrera o Empresariales, compatibles con mis intereses de aquella etapa, y sin esa asignatura no podía optar ni matricularme porque me faltaría una base imprescindible. Abrí un período de reflexión y decidí iniciar Magisterio”. Juan Pedro sigue siendo el buen muchacho que era, el que conocimos en aquellos años 70. Sin duda que habrá dejado honda huella en todos los colegios por los que ha pasado en Parla, Ciempozuelos, Torrejón de Velasco, Torrejón de la Calzada, Valdemoro y Pinto. Aunque su verdadero “bautismo de fuego” fue por una vacante: le adjudicaron todo un curso en una barriada de Carabanchel, muy conflictiva en aquellos años, donde tuvo que esforzarse preparando estrategias y herramientas para avanzar, siempre con el apoyo incondicional de Loli, su novia entonces, también maestra, y del psicólogo del centro.

Hubo más, otra carrera. Se matriculó en la UNED y acabó Psicología. Han sido 35 cursos impartiendo docencia, año tras año, sin fallar. Dice que la labor del maestro-tutor no está bien reconocida. Es un trabajo ímprobo, nunca bien remunerado. - Apenas si tendrías tiempo para tus aficiones, ¿no? “El suficiente. En Madrid pude desarrollarme como jugador de ajedrez y participar en múltiples torneos, incluido el Campeonato de España de la UNED”. Terminamos hablando de nuestro pueblo, claro. Tiene familiares allí, y sus amigos seguirán siendo sus amigos, a pesar del tiempo transcurrido. Y concluye: “Esa amistad forjada en aquella etapa, hermosa para nosotros, perdura y mantiene la llama. No se apaga nunca”. LUIS MIGUEL GARCIA DE MORA Gaceta de La Solana


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