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Oiga! el Sevilla C.F en Gines

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Comienzos de la década de los sesenta de la pasada centuria. Han pasado ya cincuenta y ocho años. Toda una vida.

Gines era entonces un pequeño pueblo de calles terrizas de poco más de dos mil habitantes, dedicados a las tareas agrícolas, la actividad tonelera o al sector terciario en la capital. Tiempos de la Empresa Jiménez y nuestra Cooperativa que nos acercaban a Sevilla. ¡Qué lujo! Y poco más. Si acaso el Cine Ideal de Saturnino, la Velá y aquellos paseos vespertinos por el Ramal.

Febrero. Duro y oscuro invierno de brasero y badila. Tres autos suben la Cuesta del Caracol, atraviesan Castilleja y entran en Gines por La Taurina ante la sorpresa y alegría de sus habitantes. Son seis futbolistas del Sevilla C.F. (Campanal, Santín, Valero, Eloy, Manolín y Diéguez) que así responden a una petición del periódico deportivo de la época ¡Oiga! de visitar en su domicilio a Francisca Olivares Hurtado, la abuela “Maquisca” de toda una saga de sevillistas de pro. No eran tiempos de autógrafos ni de selfies. El contacto personal era más auténtico, más sincero. Luego de presentaciones, saludos y un rato de conversación, en la que quedaron sorprendidos por la lucidez y agilidad mental de la señora, fueron obsequiados con un humilde refrigerio y con la hospitalidad de Gines, rasgo diferenciador de nuestra personalidad.

Habían colmado los deseos de una sevillista de ciento dos años y conseguido que el pueblo viviera una jornada insólita rompiendo el monótono discurrir de aquellos lejanos días.

Parafraseando a Cervantes en “Al túmulo del Rey Felipe II en Sevilla” la vida de Gines prosiguió inmutable, o sea “…fuese y no hubo nada”.

ALEJANDRO MORA

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