Sacromonte

El misterio del barrio no son sólo sus cuestas ni sus paisajes, ni los versos que todos los poetas escribieron, tampoco el resplandeciente blanco de sus cuevas ni el profuso color de sus flores y chumberas, el misterio de este histórico lugar es el tiempo detenido en usos, formas y costumbres que no son de este siglo ni de ningún otro y, sobre todo, está en sus gentes, diferentes etnias atraídas por lo alejado del barrio y mezcladas entre sí hasta conformar un mosaico cultural que fascina al visitante.

Debemos trasladarnos más de 500 años en el tiempo para comenzar a narrar la historia del Sacromonte, lugar elegido por ciertos moriscos perseguidos del entonces nuevo centro cristiano que era la ciudad de Granada. En el nuevo emplazamiento pudieron seguir practicando sus viejas costumbres al tiempo que se mezclaban con unos recién llegados, los gitanos, que rápidamente ocuparon cobijos naturales que más tarde se convertirán en las famosas cuevas del Sacromonte. Con el devenir de los siglos, el barrio experimenta los cambios culturales que llegan desde los nuevos focos cristianos y las nuevas tendencias de la fe católica; se constituye un Via Crucis por la principal vía de comunicación del barrio, se descubren los célebres Libros Plúmbeos, se construye la gran Abadía dando origen a un gran flujo de peregrinaje atraído por la fascinación que despierta el lugar.

Paralelamente a los hechos históricos, el barrio es fiel testigo de la mezcla de razas que se está gestando y que aportará la mayor riqueza etnográfica que conocemos hasta ahora, sus costumbres, unas costumbres que hechizan al visitante y que nos hacen evocar aquellos años en los que los viajeros románticos del siglo XIX (Washington Irving y Théophile Gautier entre otros) quedaron prendados del exotismo del Sacromonte reflejando en sus obras parte de la iconografía del barrio. Uno de los principales elementos que se obtiene de esa mezcla cultural y que a día de hoy es el estandarte de la cultura española es el flamenco, una danza ritual que nace de ritos nupcionales moriscos y que mezclados con el cante gitano conforman la mayor imagen del Sacromonte.

Imprescindible es la visita por sus estrechas calles, sus veredas, las vistas hacia la Alhambra y hacia la ciudad de Granada. •••