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Dos Bandos

os Bando

Juan Legaz Palomares

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Y... apareció la guerra, la muerte, la lucha fratricida, la destrucción, la injusticia, el hambre, la miseria, la desesperación, el dolor, sin que el egoísmo y la avaricia humana intentaran buscarle remedio o freno, a través del diálogo o del entendimiento, a tan incompresible barbarie, procurando reflexionar de que la destrucción, siembra horror, ruina, pobreza, tristeza y desolación, porque lo que debemos ser conscientes, de que la Paz es el instrumento que mejores resultados proporciona a los seres humanos. Que nada ni nadie impida que la Paz sea una realidad vigente. Si apartamos el rencor, el odio, el egoísmo, la avaricia, todo será más reconfortante para todos.

La historia que es un testigo inapelable nos recuerda las vicisitudes y, los hechos acaecidos en una determinada época o situación en el tiempo para que aprendamos de ella, y seamos capaces de mejorarla en beneficio del bienestar de las personas y del bien del mundo que nos ha tocado vivir y de la sociedad actual... No es bueno olvidar la historia, pero, además, es complaciente edificarla con reconocimiento de los errores que se cometieron en el pasado, para evitar caer nuevamente en ellos y tratar de construir un mundo más solidario y más humano, apartando las rencillas, las luchas tribales, querellas, odios y venganzas entre razas, creencias u opiniones diferentes, potenciando la igualdad entre nuestros semejantes, dejando a un lado las fronteras para que prevalezca el bien común, así como el respeto a los demás.

Esperé hasta el alba. Cuando me desperté de la ensoñación por el estruendoso ruido, la pólvora, la música, la algarabía, 

no sabía si era de día o de noche. Imaginé una extraña sensación difícil de explicar. La luz de las estrellas se arremolina sobre mi embotada cabeza y descendía como transparentes cristales, hasta lo más profundo de mi corazón. El agua, el sol y la luz resplandeciente se reunían en el claro y azul cielo que tenía delante de mis ojos. El resplandor me iluminaba tan intensamente que, parecía comunicarme un hecho fantástico y sorprendente, propio de un acontecimiento casi sobrenatural o quizá inesperado y desconocido para mí.

Todavía estaba aturdido por mi extraño y atontado sueño, cuando de pronto, sentí el estremecedor estampido de un cohete y, a continuación, una música alegre y divertida que me despertaron con entusiasmo eufórico definitivamente. Pensé que necesitaba averiguar de qué acontecimiento se trataba, ya que me latía el corazón con una aceleración inusual y, el cuerpo y la mente respondían con optimismo a esta situación inesperada, alegre y sorpresiva. La gente aplaudía y sonreía al unísono. Sus rostros reflejaban júbilo y entusiasmo a raudales. Me picó la curiosidad, y como si un resorte me impulsara, decidí comprobar, qué era lo que estaba ocurriendo a mi alrededor, al ver el alborozo y las caras de satisfacción de las personas que abarrotaban las calles y las plazas de la ciudad. Se respiraba en el ambiente que algún hecho importante y amigable se estaba celebrando fuera de lo común.

Desfiles, pólvora, música, alegría, complicidad entre la gente, entendimiento, alegría colectiva. Se palpaba paz y sosiego, envueltos en desatada diversión, libertad y amistad que, saltaba a la vista, sin que se vislumbrara entre la muchedumbre ni un sólo ápice de enfrentamiento o discusión discrepante o de riña acalorada. El ir y venir de la gente discurría con calma, serenidad, pero, a su vez, con un desbordante y pacífico regocijo ante el espectáculo que estaban presenciando.

Todo el ambiente rezumaba satisfacción, paz y felicidad. Y..., me dije: Pues me quedo, me agrego al evento y me empapo de qué va este espectáculo festivo, porque me mola y, porque me

alegro de haberme despertado en un lugar tan maravilloso y agradable, con gente tan divertida y solidaria.

Despierta de tu letargo que la sorpresa está por llegar con brevedad y, escucharás: arriba los corazones que palpitan a carcajadas. El esplendor de repente aleja el dolor y a la vuelta de la esquina regresa la paz y el amor. Se soslaya y elude el odio, porque vivir importa y mucho y, poderse quedar aquí, mucho más. Y suplicarás a la vida: “una vegada més, una vegada més y prou”.

Es la segunda quincena de julio, disfruta de los desfiles, del colorido, de la música, de la Fiesta, del desembarco, de los desfiles y del hermanamiento entre culturas.

Los dos Bandos (Moro y Cristiano de Xàbia), han convertido la querella y el enfrentamiento belicista, en una Fiesta de Paz y fraternidad y, afortunadamente se repite cada año en Xàbia en la segunda quincena de julio, como una gran Fiesta de Paz y hermandad. Las filàes mora y cristiana, sin escatimar esfuerzos, siguen dispuestas a que permanezca en el tiempo para siempre.

Ya no hay Dos Bandos. Bueno sí. Pero no son Dos Bandos enfrentados en una guerra fratricida y de muerte, sino Dos Bandos que se complementan, aunados en amistad, confraternidad, entendimiento e ilusión porque impere el bien y, sobre todo la Paz, donde la rivalidad termine en comprensión y hermanamiento y que se transforme en una Fiesta feliz, solidaria y amistosa.

Pues... me apunto, y ojalá en mis sueños me despierte siempre con una buena nueva tan dichosa y feliz como la Fiesta de Moros i Cistians de Xàbia.

Ya estoy despierto totalmente. Voy a intentar disfrutar de esta sana y magnífica Fiesta: ¡Vixcam los Moros i Cristians de Xàbia y Vixca Xàbia! 

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