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SALUDA DEL ALCALDE
Queridas vecinas, queridos vecinos:
Quiero que mi primer pensamiento, de pésame y de dolor (antes de las reflexiones que pretendo compartir con vosotras y con vosotros) sea para nuestros vecinos y vecinas que nos han dejado en estos meses de confinamiento y de estado de alarma y para sus familias. Para quienes han fallecido a causa de este maldito virus y para quienes han fallecido por otras causas. Ni siquiera nos hemos podido despedir, ni de unas ni de otros, conforme a nuestras costumbres y tradiciones.
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El dolor que atenaza mi corazón no puede tener siquiera cura si no es desde el agradecimiento eterno al esfuerzo y a la dedicación a una generación que se sacrificó al máximo y se privó de todo para legarnos este tiempo de libertad, de prosperidad y de esperanza. La Solana que disfrutamos hoy les debe tanto a nuestras personas mayores.
Quién nos hubiese dicho, a principios de 2020, que este año vendría con una excepcionalidad imprevista. Nadie podíamos prever que el mundo se nos haría añicos de repente como el cristal de la copa de vino con la que acabábamos de brindar el nacimiento del nuevo año. Un enemigo invisible, pequeño, diminuto, nos ha hecho reflexionar sobre comportamientos y actitudes, sobre relaciones y amistades, sobre nuestra manera de referirnos a los ecosistemas con los que convivimos. La tierra que soporta nuestros pasos necesita del mimo de muchas manos, del abrazo de muchos brazos, del cariño de muchas personas.
Un nuevo tiempo se abre ante nosotros con las expectativas y con los retos de este nuevo tiempo. No sé si será un tiempo peor o mejor que el tiempo del que disfrutábamos hace apenas unos meses. Lo que sí tengo claro es que será un tiempo diferente, que tendremos que descubrir poco a poco, que tendemos que compartir día a día, que conllevará cambios sustanciales y que nos ha de hacer valorar la importancia del ser antes que la del tener, la del compartir antes que la del acumular.
Este tiempo nuevo que se abre ante nosotros ha de ser una nueva oportunidad para reconsiderar la organización de la sociedad y de los estados, la distribución de los bienes y de las riquezas.
No tengo el convencimiento de que, como se ha dicho por activa y por pasiva, saldremos mejores. Salir saldremos diferentes. Lo de mejores depende de todos y de cada uno de nosotros y de nosotras, a nivel personal y en colectividad. Depende de entender la futilidad de nuestras vidas, la fragilidad de cada uno de nosotros y de nosotras en relación con las necesidades que nos creemos y con la voluntad de compartir que tengamos.
Hoy no pretendo hablar de que se han suspendido la Feria y Fiestas de Santiago y Santa Ana, la Fiestas de Barrio, etc. Antes ya se suspendieron la Semana Santa y multitud de actos culturales y deportivos.
Hoy vengo a hablar de nosotros. De cómo queremos recomponer el presente y planificar el futuro de La Solana juntos, unidos. De la capacidad de entender que nos necesitamos unos a otras más que nunca. De que tenemos que salir todos, sin que nadie se quede atrás en el camino. De que esta situación, personalmente, me parece un dejá vu. Y de nuevo tengo (tenemos) que volver a enfrentarnos a lo que la vida nos depare. Ahora que creía que estábamos saliendo de la crisis económica del 2008, viene este virus a torpedearnos en la línea de flotación del horizonte de nuestra hermosa llanura.
Sin embargo, la llanura, el horizonte y el medio rural pueden ser la oportunidad que estábamos esperando. ¿Por qué no? ¿Por qué no defender juntos nuestros productos agroalimentarios, la profesionalidad de nuestro comercio, la red social y económica que da sentido a nuestro pueblo, los servicios de los que disfrutamos?
Quizás ha llegado la hora de pensar más en nosotros como comunidad y olvidar las envidias que nos separan. A veces pienso que es tanto lo que hay que hacer, que me faltan las fuerzas. Y grito. Y me desespero. Y lloro. Y pienso que ya no puedo más.
Es entonces cuando la fe acaricia mis pensamientos y la responsabilidad me refuerza en mis convencimientos en La Solana que amo, en el pueblo que quiero para mis hijos y para las hijas y los hijos de mis hijos.
Es entonces cuando agradezco tantas y tantas muestras de solidaridad y de entereza de quienes habéis estado dando la cara, particular o colectivamente, profesional o voluntariamente en los días de confinamiento. Y me refuerzo en vosotras y en vosotros. Y pienso que juntos, con esta sociedad comprometida, somos imparables y seremos capaces de dar todo el sentido a la incertidumbre de este nuevo tiempo.
Un tiempo nuevo se abre ante nosotros, caminémoslo juntos.
Un abrazo.
Luis Díaz-Cacho Campillo
Alcalde de La Solana