DE TODO UN POCO Ceremonia Nupcial

~ De todo un poco ~

Por Paqui González

UNA PRECIOSA CEREMONIA NUPCIAL

La mañana estaba fría, pero el calor de los presentes se palpaba en el aire. Todos los invitados lucían sus mejores galas y esperaban impacientes ver aparecer a la novia.

El órgano anunció con sus notas que el momento se acercaba y comenzaron con sus cánticos y bailes a caminar por aquella alfombra roja camino al altar, todas las monjitas invitadas de otras comunidades llegadas para el evento, acompañadas de las jóvenes compañeras de su misma raza cantaban alegremente. Sus caritas de ébano sonreían y cantaban alabanzas, dando gracia a Dios. A escasos metros las seguían: La madre Superiora, la Abadesa, otras hermanas del convento, niños y niñas con canastillas de fl ores y por último la novicia con sus padrinos.

A pesar del color oscuro de su piel podía adivinarse el rubor en sus mejillas y el nerviosismo al sujetar la vela que apretaba entre sus manos. Con paso lento se fueron acercando hasta la escalinata de mármol blanco como el alma de aquella doncella que iba a contraer matrimonio con su Dios, aquel al que sus padres enseñaron a amar desde pequeña inculcándole los valores de la vida, siempre amándole sin condiciones.

Su tierra africana, le dio el coraje de vivir en un mundo algo complicado, su piel oscura no le impidió luchar para salir de su país, llegando a una tierra diferente a la suya, su idioma y sus costumbres, eran nuevos para aquella jovencita, llena de ilusiones, pero se adaptó pronto gracias a sus compañeras, jóvenes como ella y a la sabiduría de La Madre como cariñosamente todo el que la conoce la llama aunque su avanzada edad la tiene sentada en una silla de ruedas, desde ella dirige el Monasterio con cariño y rectitud.

El altar estaba precioso y resplandeciente, al pie de la escalinata el sacerdote junto con los diáconos esperaba la llegada de la elegida.

Se inició la ceremonia con un Ave María cantado por voces de una coral, dando a todos la impresión de estar oyendo a un coro de los mismísimos ángeles.

Cuando la doncella se hubo desposado con su Señor, volvieron a cantar y danzar las jóvenes monjitas y novicias dando gracias al Señor a la usanza de sus tierras africanas, ondeando las banderas de España y los países africanos de donde son la mayoría de las monjitas, terminando la ceremonia con la celebración de la Eucaristía.

Al fi nalizar todos los invitados pasaron al Monasterio donde se sirvió un refrigerio.

Paqui González