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Tú me amas?

La pareja recorría el parque muy despacio, eran bastante mayores, sus pasos ya no tenían prisa por ir a ningún lado con la constante obligación de antes, esa que les suponía llegar a una hora certera y exacta, sus relojes se habían parado para todos aquellos compromisos del pasado, esos que durante toda sus vidas habían de ser atendidos, trabajos y rutinas que estresaban el ánimo y los sentidos. Ahora, el bálsamo había llegado por fin a sus vidas.

Muy cerca de la primera fuente de las ninfas, pararon para sentarse en uno de los bancos que están de cara al mar, desde ese lugar podían sentir que la primavera estaba por llegar, la mezcla del aroma marítimo y de la hierba fresca acentuaban un ambiente pletórico y propicio al amor.

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Se preguntaron una y otra vez ¿tú me amas? La pregunta iba precedida de dulcísimas miradas, esas que penetran en el alma y desarman gratamente el corazón, sus manos se entrelazaban muy delicadamente, ya había pasado el tiempo de los miedos al que dirán o de las opiniones mezquinas de los otros, habían aprendido a través de los años que las trabas y los obstáculos se pueden saltar, y, que por encima del mundo la felicidad es un regalo a desenvolver con lazos de agradecimiento y ternura. Así lo hicieron.

El tópico de que el amor no está diseñado para las personas mayores lo derrumbaban a cada segundo de su estancia en el banco, el enamoramiento saltaba de flor en flor hasta posarse en sus cabezas, las palabras de amor continuaban en susurros que el viento llevaba y traía hasta sus sentidos, se les paraba el mundo en cada una de las sensaciones maravillosas y desconocidas que estaban viviendo.

Las frases de amor derivaron en reflexiones mutuas, sus manos seguían juntas.

No tenían toda la vida por delante, pero sí el amor, ese que no es fácil de atrapar y que no siempre aparece cuando se quiere tener, sabían que la fortuna de encontrarse les había llevado a un estado pleno de alegría e ilusión por la vida y también por la buena ventura que establece el amor.

La dicha se resumía en la complacencia de amarse, atrás quedaron la incertidumbre y el desasosiego que a veces crea la sensación de que ya todo está hecho o finalizado, en ese período de la vida donde la campaña se da por terminada, justo entonces fue cuando apareció el amor, la sorpresa inesperada cambió favorablemente toda predicción y dio un vuelco a sus expectativas.

En esa grata conversación la tarde empezó a caer, al mismo tiempo comenzó a refrescar y decidieron marcharse a casa.

Al levantarse, María e Inés se fundieron en un beso apasionado al mismo tiempo que se ponía el sol.

Mercedes Sophía Ramos

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