1 minute read

ENTRE LÍNEAS El compromiso

~Entre líneas~

Por Maritina Romero Ruiz

Advertisement

E l c� � � � o

Los que tenemos cierta edad, seguramente recordamos esas veces en las que nuestras madres nos llevaban «de visita». No sé vosotros, pero para mí era algo odioso. Tenías que ponerte tu ropa más incómoda, escamondarte las orejas y repeinarte hasta que no hubiera un pelo fuera de sitio. Antes de salir debías escuchar repetidamente sus advertencias: « No interrumpas a los mayores. Dí por favor y da las gracias;… y te comes lo que pongan aunque no te guste…Ah, y ni se te ocurra contarle a Carmen lo del otro día…»

Normalmente nos portábamos según sus reglas, aunque todavía sonrío al recordar que justo eso, lo que no querían que se contase, era lo primero en escapar de nuestros inocentes labios.

Detestaba estar allí bajo la mirada escrutadora de los amigos o parientes. Pero lo más desconcertante era escuchar a tu madre decir «qué bien te sienta esa permanente, Maruja» o « qué guapo está Carlitos », cuando tú veías que el crío era más bien feíllo y a tu tía la permanente le sentaba como un tiro.

Aquello se llamaba «hacer cumplidos» y a mí me resultaba incomprensible.

Era otra época. Ir de visita era un entretenimiento social y servía, entre otras cosas, para corresponder, pedir favores, dar la coba o curiosear en las vidas ajenas.

Ahora hacemos visitas virtuales, cotilleamos y alabamos a través de las redes. Es otra manera de «cumplir». Y es que en el fondo todo sigue igual, el ser humano no cambia. Pero tengo que confesar que en algunas ocasiones me siento tan encorsetada como cuando era niña, diciendo sólo lo políticamente correcto, lo que el otro quiere oír. Y lo peor es que ahora nadie me obliga, lo hago por mi propia voluntad.

Maritina Romero Ruiz

This article is from: