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La vanidad del burro

A veces, la vanidad nos contamina, nos invade dentro de sí, lo peor es que lo sabemos, lo sentimos dentro y básicamente dejamos que se instale cómodamente en nuestro interior. Existe de muchas maneras y se manifiesta en otras tantas e interminables acciones, dicen que puede enmascararse en los nuevas corrientes del llamado buenismo, es decir, hacer el bien para justificar el bien propio, en todos los casos si analizamos comportamientos ajenos y propios no hay que ser ninguna lumbrera para darnos cuenta que la máquina de la vanidad funciona desmedidamente en nosotros, nos atrapa y nos seduce muy sutilmente.

Frases hechas que oímos o decimos frecuentemente y que nos hacen reflexionar por lo equivocadas que son, por ejemplo: “yo hago con mi vida lo que me da la gana” si pensamos detenidamente…, es la vida la que hace de nosotros/as lo que ella quiera que fluya, las personas somos títeres del Universo entero y en muchas ocasiones nos llevan y nos traen a su merced.

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El burro siempre ha tenido muy mala fama, se ha tachado de torpe durante siglos, sus orejas han coronado el intelecto mermado de las personas en honor a su figura lerda y obtusa, se ha confundido su nobleza por la de un adoquín y por ser abnegado y trabajador se ha abusado muy cruelmente de él, ahora bien, su propia dignidad nos ha enseñado su total falta de vanidad, al contrarios de las personas estos animales han soportado en sus lomos grandes pesos y a pesar de haber tenido sus patas llenas de mataduras han continuado su faena hasta el final, cuando podían perfectamente dar una gran coz, ellos se aliaban muy fuertemente a la humildad. Por algo este animal llevó a la Virgen y Ella quiso que le llevara.

Las personas deberíamos tomar la difícil iniciativa de no ser esclavos de esa vanidad que nos hace sentirnos únicos e irremplazables, de aprender del burro y saber que no siempre somos protagonistas destacables en este viaje tan bonito llamado vida.

Aunque la humildad a veces se confunda con la ignorancia y la tontez, siempre prevalecerá por ser un signo de inteligencia y también de libertad.

Mercedes Sophía Ramos

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