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La diversa ética

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Ramblanda

Ramblanda

La div� a ética

Los besos ondulaban envolviendo la habitación en un mar casi real y donde se adivinaba el horizonte, allí, no se distinguían paralelos o meridianos, era pura libertad, sin la carga del equilibrado y justo ecuador las caricias llenaban todo el espacio.

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En medio de tanta excitación, ella preguntó.

_ ¿A las mujeres como yo se les podría llamar Casanovas o de otra manera?

Clemente no entendió la pregunta, habían estado hablando toda la mañana y creyó entender que todo estaba aclarado entre ellos.

El siguió jugando y no contestó.

_. No me has contestado, ¿en serio apruebas que yo me comporte desinhibidamente y que tenga relaciones abiertas con distintos hombres? ¿Tendrías una relación de amor con una mujer como yo?

_. Yo soy como tú, no seas antigua, te considero una buena amiga y si me enamorara la tendría sin problema. ¿Pero que te pasa Marina? Tienes un ataque de ética.

_. No, estoy segura de lo que quiero y de mí, lo que me molesta es que la gente de fuera no es como tú, las personas que me conocen creen que tengo un problema psicológico, lo noto en sus ojos.

_. ¿Tú me notas algún problema psicológico?

_. Tú eres un hombre, la sociedad no te apunta por eso, para mí existen miles de adjetivos que no voy a nombrar. No es justo.

_. Deja que la gente hable y disfruta de mí ahora.

_.La gente me importa un bledo, es por mí, Clemente, las personas que me importan no entienden mi modo de vida y cuestionan mi proceder, soy feliz así, sin seguir las reglas establecidas, me duele que no me acepten.

Clemente selló la voz de Marina, la besó repetidamente, en sus caricias se enredaron un montón de sentimientos y de consentida complicidad.

_.Me encantaría enamorarme de ti, ojalá algún día ocurriera.

Clemente al oír las palabras sinceras y dulces de Marina. Le contestó.

_. A mí, me pasa igual, si eso sucediera es seguro que seríamos muy felices.

Solo nos queda esperar.

Mercedes Sophia Ramos

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