2 minute read

Moisés

O� equio de la  uvia

Advertisement

Deja que el amor te toque y no te defi endas de él

Aquella noche llovía torrencialmente, el hombre del tiempo ya lo había dicho el día anterior, pues tan buen tiempo no podía ser en aquella época del año, estábamos en el mes de diciembre y por estos contornos es tiempo de lluvias, en cambio, parecía que estábamos en plena temporada de playa, el sol calentaba, sobre todo en las horas del mediodía llegando a 35º centígrados.

Aquella noche me acosté temprano y estuve leyendo hasta tarde, con el libro en mis manos me dormí y tuve un precioso sueño… alguien llamaba a mi puerta, me traía un paquetito bien envuelto, lo dejaba caer en mis manos y corría calle abajo.

Algo me despertó sobresaltada, era la fuerte lluvia, los truenos y el resplandor de los relámpagos iluminaban el cielo.

Un poco asustada me levanté de la cama y casi a tientas me acerqué a la ventana, no se veía a nadie, de pronto un relámpago iluminó la calle vacía, la lluvia se había hecho torrencial y cubría las aceras. Por la luz del relámpago vi que algo se movía en la velocidad del agua… era una cestita con algo dentro que gemía por el susto. Casi sin pensarlo abrí la puerta y me acerque a aquella cosa que iba calle abajo. Lo cogí sin mirarlo y entre en casa, después de quitarme el camisón empapado, saqué de la cestita algo parecido a una maraña de lana mojada, lo seque y acerqué a mi cuerpo envuelto en una toalla.

Al encender la luz vi que entre mis manos, tenía aquella cosita de pelo blanco que me miraba con ojos de asombro y gratitud por haberlo salvado de aquel rio que iba calle abajo.

Desde aquel día es mi compañero inseparable, pues es un perrito blanco con un lunar negro en un ojo, que juega conmigo y me espera en la puerta cuando vuelvo del trabajo. Por cierto le llamo Moisés.

This article is from: