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Entrevista al Dr. Pedro Brugada, descubridor del síndrome que lleva su nombre

Entrevista al Dr. Pedro Brugada, descubridor del síndrome que lleva a su nombre

“Nuestro corazón late tres billones y medio de veces a lo largo de nuestra vida”

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Todo comenzó en 1986, en Holanda, donde este cardiólogo nacido en Banyoles (Girona) había decidió trasladarse para completar sus estudios en electrofisiología y donde descubrió un patrón extraño en el ECG de un niño de 4 años cuya hermana había muerto enigmáticamente. A partir de aquí decidió investigar otros casos similares hasta darle forma al síndrome que lleva su nombre. Hemos aprovechado que ha impartido una conferencia recientemente en nuestro Colegio para hacerle algunas preguntas.

José Luis Jiménez Lorente

Dr. Brugada, ¿dónde reside ahora y a qué se dedica?

Vivo en Bélgica, cerca de Bruselas, donde trabajo como director científico del centro cardiovascular y al mismo tiempo mantengo junto a mi esposa una consulta privada en otra localidad de la zona. Además, dirijo la unidad de arritmias en Hospiten de Estepona, junto con mi amigo el Dr. Antonio Ramírez. Participo también en un proyecto científico de investigación en Italia en el que están implicados cardiólogos de 31 hospitales de ese país y finalmente y como curiosidad tengo que decirle que estamos implicados en la apertura en 2019 de un hospital en Islandia, en concreto el Centro Médico Brugada.

Entonces lo de volver a nuestro país no entra en sus planes de momento

Por ahora no, porque la familia, los hijos, viven en Bélgica y además me siento cómodo en este país que tan extraordinariamente nos acogió. Lo que si sucederá con seguridad es que pasaremos en España y en la Costa del Sol periodos cada vez más largos por cuestiones profesionales. Tengo que decirle que el clima que tienen ustedes aquí es una maravilla y eso también ayudará a que intentemos venir con más asiduidad.

Leyendo un poco su biografía he comprobado que aunque nació en Banyioles gran parte de su vida la ha pasado en otros países como Holanda y sobre todo Bélgica. ¿Ese itinerario se gestó por casualidad o fue premeditado?

Fue por casualidad, como muchas cosas en la vida. Como también fue casualidad que terminara estudiando cardiología porque inicialmente quería ser hematólogo; pero no había plaza para esta especialidad en aquel momento y tenía que esperar un año así que cogí la de cardiología en el Hospital Clínico de Barcelona.

Acabé la especialidad en 1979 pero me había comprado un libro sobre arritmias cardiacas donde se hablaba de nuevas técnicas que se estaban desarrollando en electrofisiología y la verdad es que no comprendía nada. Así que decidí marcharme seis meses a Holanda para estudiarlas en profundidad y ya no volví. Aprobé unas oposiciones y terminé de profesor en Maastricht. En los años 90 decidí marcharme a Bélgica para montar allí el primer centro de arritmias y posteriormente desarrollar la cardiología en la Universidad de Bruselas.

¿Dónde comenzó a investigar el Síndrome de Brugada?

Fue en Maastricht, en el año 86. El chico que vi tenía un ECG muy especial y

además su hermana había fallecido por muerte súbita. Le pedí al padre que me trajera el historial de su hermana donde se repetía el patrón electrocardiográfico, con lo cual ya no tenía uno sino dos casos y por lo tanto no podía o no debía ser una casualidad. Lo comenté con mis hermanos y se incorporaron al estudio de casos similares lo que nos llevó a su enunciado. Inicialmente estudiamos ocho pacientes que habían sido resucitados con éxito después de un paro cardíaco y todos tenían en su ECG ese patrón típico sin ninguna otra enfermedad orgánica del corazón.

¿Es verdad que le costó que fuera aceptado por la comunidad científica?

Mucho. Mandábamos los estudios, pero no nos hacían mucho caso. Hasta que un día en un restaurante con el editor jefe del Journal American College Cardiology y tras unas copas de grapa italiana, él no bebía casi nunca, conseguimos que le prestara atención al tema tras comentarle lo que los nos estaba pasando. Esa fue la anécdota inicial que fue conduciendo a una gran repercusión que en principio tampoco esperaba de esa magnitud. De hecho, yo describí otra enfermedad, el Síndrome del QT Corto en 2003 con la misma trascendencia en cuanto a posible mortalidad, pero sin la misma repercusión por el menor número de casos, muy esporádicos, que presenta. Pero el Síndrome de Brugada tenía mucha más incidencia y de ahí su mayor renombre.

Hablando de incidencia, ha comentado durante su exposición que es mucho más frecuente en Asia. ¿Tenemos cifras de porcentaje en España?

Si es verdad que en algunas partes de Asia es casi endémico y que en Tailandia hay Brugada en uno de cada 100 varones jóvenes. En cuando a España no se conoce con exactitud su frecuencia. Es verdad que hay algunos estudios de incidencia, pero no totalmente fidedignos porque las cifras dependen mucho de buscarlos. Por ponerle un ejemplo, en Barcelona, donde trabaja mi hermano,

En Bruselas veo una familia nueva con Brugada cada semana, porque estas familias están más informadas de la posibilidad de tenerlo y acuden para que las estudiemos

se dan más casos que en Asturias, pero es porque el allí los busca.

Yo en Bruselas veo una familia nueva con Brugada cada semana, pero es por la misma razón, porque hay una especie de selección espontánea derivada de que estas familias están más informadas de la posibilidad de tenerlo y acuden para que las estudiemos. De ahí la enorme importancia que tiene buscar pacientes con riesgo de poder padecerlo.

La genética es por tanto fundamental en su estudio

Sí, porque se ha comprobado en muchos casos un defecto genético, con más de 300 mutaciones y 4 ó 5 genes implicados. Cuando encontramos esa alteración genética es siempre mucho más seguro lo que estamos haciendo, pero el problema está en ese porcentaje tan importante de familias en las cuales no encontramos la causa.

¿Qué afirmaciones son ciertas sobre el Síndrome de Brugada?

Primero que es una enfermedad terrible que se cobra la vida de personas saludables que no tienen ni idea de que la padecen. Que es responsable de aproximadamente un 12% de causas de muerte súbita y que la única solución que tiene en la actualidad es la implantación de un desfibrilador. Que existe una gran dificultad para seleccionar la población en riesgo de una muerte repentina y que el ejercicio no está contraindicado en estas personas de inicio salvo que la prueba de esfuerzo que se les debe realizar antes sea anómala. No debemos olvidar tampoco que estos pacientes tienen mayor sensibilidad a la fiebre y a determinadas drogas que pueden ser muy peligrosas para ellos.

Por cierto, usted como cardiólogo… ¿cómo definiría el corazón?

Es el “primun movens”, el que lo mueve todo. Puedes vivir con un cerebro destrozado, pero si se para el corazón, si no arranca se acabó todo. Y dentro del corazón el punto más importante es el nódulo sinusal porque es el que da el impulso inicial que hace que todo comience. Además, desde el punto de vista filosófico es el centro de nuestra vida, tiene numerosas ramas emocionales, tanto amorosas como religiosas. Yo no le he dicho nunca a mi mujer “te voy a besar desde lo más profundo de mi hígado sino desde lo más profundo de mi corazón”

¿Y está nuestro corazón preparado para vivir cien años?

Sí, sin ninguna duda y más incluso. Porque es un musculo increíble. Late 100.000 veces al día y a lo largo de una vida de duración media lo hace en tres billones y veces de ocasiones. Curiosamente también tenemos tres billones y medio de células cardiacas. Intente usted buscar una bomba mecánica que haga lo mismo 100.000 veces al día y que dure tanto, es imposible.

Además, hoy en día tenemos muchas más posibilidades de repararlo cuando falla. Por eso creo que no sólo puede durar cien años sino muchos más. Ya hay quien dice que en este año 2017 están naciendo personas que van a vivir 150 años y yo me lo creo, a lo mejor no colectivamente como sociedad, pero sí individualmente. u

El Colegio de Médicos agradece al doctor Brugada que impartiera en la sede colegial una conferencia sobre el síndrome de Brugada.

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