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La Sala de Justicia
La Sala deJusticia
Un pueblo, rodeado de alta y potente cerca, con calles estrechas, enrevesadas, adarves,… y ninguna plaza. Todo ello al objeto de procurar frescura y sombra a sus habitantes. Esa era la Marbella que se encuentran los primeros repobladores cristianos tras la incruenta y epistolar rendición de los muslimes ante las huestes castellanas.
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Pronto hubieron de acometerse las obras para su adaptación al urbanismo vencedor. Así, se abrió, en el centro de la población, una amplía plaza, alrededor de la que habría de desarrollarse la vida pública de la ciudad. Se demolieron muchas casas al efecto, no así, al parecer, una pequeña mezquita que tras ser sacralizada pasó a estar bajo la advocación de Nuestro Señor Santiago, patrón de España, y a convertirse en parroquia de ese nombre. Como quiera que la orientación de la plaza no coincide con la de la dicha iglesia, ésta queda desalineada respecto a aquella, algo que no reviste gran importancia y le otorga un cierto toque de desorden respecto al resto. Conformando la plaza se construyeron edificios de importancia y de poder: las Casas Consistoriales, la Cárcel, un mesón, la alhóndiga,… y algunas viviendas señoriales, propiedad de los poderosos de entonces; completando el recinto la referida iglesia de Santiago. La Plaza, eje vertebrador de la vida social, vería construirse un balcón de hierro forjado en el Ayuntamiento, «para que las
autoridades vieran las fiestas de su obligación», fiestas religiosas y profanas, con toros ¡cómo no! nuestra «Fiesta Nacional». En las Casas Consistoriales, la dependencia de mayor consideración era la Sala de Justicia a la que se accedía a través de un gran arco de ladrillo que se abría, y abre, a la plaza. Una sala de gran altura, donde, cual juzgado, se impartía justicia en nombre del Rey. Y lo hacía un representante del mismo. El poder se sube a la cabeza, y era preciso recordar al «juez» que no era él el que la impartía y, así, dicha sala recibió una profusa decoración en forma de pinturas murales (que no frescos) dispuestas a recordárselo, a él y a quien la recibía. En el testero principal nos encontramos con el escudo, gran cuartelado, de Felipe II, coronado con la divisa SERVIRE DEO REGNARE EST, esto es «Servir a Dios es reinar», flanqueado por el escudo de la ciudad, otorgado por los Reyes Católicos en 1493, y, probablemente, por el del corregidor, pero este se ha perdido. Este testero nos habla del poder terrenal, aunque sin olvidar de dónde procede. En el testero de la derecha, según se entraba, podemos ver un «calvario», símbolo del poder celestial; en el de la izquierda nos encontramos con dos figuras alegóricas a la Justicia y a la Misericordia, con la figura de Dios Padre entre ambas; la presencia divina está omnipresente. Junto a estas figuras leemos las siguientes divisas: IVSTICIMbOLOETNON SACRIFICIVM, «Justicia quiero y no sacrificio», y MISERICORdOMIN PLENA ESTERRA, «Tú eres de toda la Tierra Señor misericordioso». Estos tres «paneles» se mostraban a la vista del que venía a pedir o recibir justicia; frente al juez, sobre el arco interior de la sala, nos encontramos con tres cartelas: FIAT IVSTICIA ETIAM SITO TVS MVNDVS PERE AT, «Hágase la justicia aunque todo el mundo perezca»; SV MVM JVS SVMMA MALICIA, «La justicia aplicada en extremo es una maldad»; DILIJITE JVSTICIAM QVI JVDICATIS TERRAM, «Amad la justicia los que juzgáis la tierra». En el friso que recorre los primeros tres testeros leemos: ESTA OBRA SE HIZO ENTPO QFVE CORREGIDOR ENESTA CIVDAD EL ILLE SEÑOR POBERMVDES DE SANTISO I SV ALLDE MAIOR EL MVI MA SEÑOR ELLDO IM DE BARGAS DE SANTISIDRO ACABOSE ANNO DE 1572, «Esta obra se hizo en tiempo que fue corregidor en esta ciudad el ilustre señor Pedro Bermudes de Santiso y su Alcalde Mayor el muy magnífico señor el licenciado ilustrísimo de Bargas de Santo Isidro, acabose año de 1572». Como se puede comprobar un completo programa iconográfico que recuerda a todos por qué y para qué estaban ahí.