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Mérida se transforma

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NOS LO TENEMOS QUE CREER

 La intrahistoria del Premio Reina Letizia de Accesibilidad

Las calles Arzobispo Mausona, Camilo José Cela y Félix Valverde Lillo, son totalmente accesibles gracias a la reciente conversión en plataforma única

Duele. Duele mucho. Abrir un periódico y encontrarte críticas por cómo está colocado un banco. Se te desgarra el alma cuando dejas el papel y te vas a lo digital. Aquí los comentarios directamente te matan.

No es función de este artículo contestar a cada una de esas afrentas, que lo son.

Muy al contrario, el objetivo es dejar constancia de la meta más importante que Mérida ha logrado en el último año y posiblemente en la última década y más allá, porque no conseguirá un reconocimiento de tanta importancia social en la próxima dos o tres décadas.

La Ciudad ha sido galardonada con el Premio Reina Letizia de accesibilidad. A muchos esto les podrá parecer un título menor...pero no debemos equivocarnos...el valor de una sociedad actualmente se mide -o al menos debería medirse- por el número de títulos (merecidos, apunto yo) que acredita cuando se habla de accesibilidad. Es decir, por el porcentaje de acciones, actividades, infraestructuras,…que están realizadas o se realizan para ser utilizadas por todos, sin distinción de sus capacidades físicas o intelectuales.

Para los que piensen que esto es discutible, y que depende del color del equipo que gobierna, humildemente debo decirles que están muy equivocados. Sé que es difícil calibrar la importancia de galardones como estos cuando no formas parte, ni te rozas o simplemente te la suda, del mundo de la diversidad funcional.

Pero lo cierto es que en Mérida hay decenas de asociaciones que luchan porque la igualdad en la diversidad, en toda su extensión, sea una realidad efectiva.

A lo que voy...¡que me desvío!...Reconocimientos como el obtenido por Mérida en abril deben ser motivo de orgullo para todos.

No se trata de que el ayuntamiento haya obtenido un premio por sus políticas de igualdad en la diferencia (que considero que la delegada de Diversidad Funcional, Susana Fajardo, lo ha luchado de mil maneras durante muchos años, personal y políticamente), sino del espolón para que todos los emeritenses nos sintamos orgullosos, arrimemos el hombro y nos esforcemos por alcanzar el siguiente escalón.

Para sentirnos orgullosos lo primeros es estar convencidos de nuestra vocación de servicio público (especialmente los políticos) y de ser y estar para el bien de la comunidad.

Lo de arrimar el hombro significa saber estar a la altura. Conocer y reconocer que todos los cambios que la ciudad experimenta –una plataforma única

Mejoras de accesibilidad en zonas monumentales

que desde hace muchos años cada vez está más extendida, herramientas de accesibilidad sensitiva en espacios públicos, actos interpretados en lengua de signos, cartelería y señalética en lectura fácil y pictogramas y un largo etcétera- y que benefician a las personas con discapacidad nos benefician a todos es hacerse mayor como ciudad.

Pero desgraciadamente no hay premio, reivindicación de las personas con discapacidad o esfuerzo de las instituciones y asociaciones que valga si como ciudadanos no somos capaces de ir más allá. No somos capaces de abrir nuestra mente y practicar la empatía hacía el vecino y hacía nosotros mismos –la mayoría llevaremos alguna vez un carrito de bebé; muchos utilizaremos en su día muletas o sillas de ruedas o no entenderemos una notificación municipal-.

Vamos, que nos lo tenemos que creer. Sólo así el Premio Reina Letizia a la Accesibilidad tendrá sentido y dará sentido a nuestra condición de ciudadanos, de personas.

Ana Isabel Gaviro.

Periodista

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