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Del Teatro María Luisa al Gran teatro Falla
Desde Mérida a Cádiz, desde la Isla a la Caleta, desde Emérita Augusta a Gades, de la casa de Mitreo a la casa del Obispo, de Teatro Romano a Teatro Romano y tiro porque me toca… Se sabe que en la época romana, ya existía una vía de conexión entre ambas ciudades, a través de la primitiva ruta de la plata; actualmente son muchos los vínculos que hay entre estas dos ciudades, sobre todo en cuanto a situación geográfica se refiere. Las dos se encuentran al suroeste del país, a “unos” les despeina el levante, a “otros” la brisa del Río Guadiana; “unos” pasean y disfrutan de La Caleta, “otros” de La Isla... Soy de los que piensan que vivimos muchas casualidades a lo largo de nuestras vidas y cuando sientes interés por algo, las contingencias de las que hablaba, se multiplican por mil; si seguimos buscando coincidencias y conexiones entre las dos ciudades, llenaríamos varios folios. De hecho, me adentré en el mundo Carnaval por mera casualidad, y mis principios como carnavalero, no fueron como autor, sino como bombista en la chirigota “Los Pilinguis” y allá por el año 95, debuté con ellos en nuestro entrañable Teatro María Luisa.
Dicen que la gente del sur somos más abiertos, que tenemos más sentido de unidad y que precisamente por eso compartimos muchísimas cosas cuando nos cruzamos en el camino. Es por ello que ya son cinco años los que llevo participando en el C.O.A.C (Concurso Oficial de Agrupaciones del Carnaval de Cádiz) y no en el de Barcelona, que no tiene. (Lo mismo que en nuestro Carnaval Romano como autor y compositor, y la intención es seguir haciéndolo con vistas a conseguir un sexto año). Codearse con autores reconocidos a nivel nacional es muy gratificante, aunque sus codos den los golpes más fuertes, siempre puedes mirar los moratones que dejan para no olvidar en que mesa estuviste sentado. El grupo al que pertenezco, que a día de hoy me ha hecho ser en cierto modo quien soy, siempre ha tenido clara sus pretensiones, que no van más allá de la experiencia y el reconocimiento, aunque alguna vez que otra, nos quedó la incertidumbre del pase a cuartos. De momento no lo hemos logrado, pero disfrutamos con la misma ilusión de un niño mientras fue posible. Cádiz siempre ha sido muy exigente con los grupos foráneos, quizás por eso creo que nuestro grupo ha evolucionado y se ha ido adaptando a su concurso, por supuesto, sin perder nunca nuestra identidad. Tal vez sea poco elegante decir que alimenta mi ego mirar hacia atrás y ver lo que hemos conseguido, al mismo tiempo, me emociona escuchar a los presentadores del C.O.A.C. hablar de nuestra trayectoria y sobre todo, de lo hermosa que es nuestra ciudad y nuestra tierra cada vez que pisamos el Falla. En la distancia, uno no sabe por qué sentirse más orgulloso, si por escribir un repertorio de carnaval o por ser emeritense…
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Es cierto que la chirigota es conocida y posee un toque de distinción por el hecho de viajar a Cádiz estos últimos cinco años, pero como decía antes, jamás hemos caminado sin desenterrar nuestras raíces. Como es tradición en este grupo, disfrutamos del carnaval gaditano el fin de semana siguiente al Carnaval Romano, no solo desde que concursamos en el C.O.A.C., sino desde que éramos una chirigota callejera o ilegal, como la llaman allí, en resumidas cuentas una chirigota que no participaba en ningún concurso, y su filosofía principal no era otra que cantar y disfrutar en sitios sin butacas y escenarios. Esos seis años de libertad, han contribuido firmemente a que cada componente sea una pieza, un engranaje de esta “máquina”, forjada en el tiempo, el tan necesario tiempo, que contemplo cada segundo, cómo este grupo en sus orígenes llevó por bandera el mismo compromiso, que en estos últimos cinco años tan exigentes.
Como decía, “pegamos” el salto ese fin de semana, porque para nosotros es ponerle la guinda al pastel; es una segunda oportunidad que nos brinda Cádiz, volver a cantar por cada uno de sus rincones emblemáticos, poder disfrutar de la gente y de los encantos que te dan sus calles y rincones: Plaza de las flores y su puerta de Correos, la viña, el mentidero, etc… En estos años que hemos estado por tierras gaditanas, muchos “gaditas” me comentaban que para pasar a cuartos debíamos “cantarle a Cádiz”, que no es otra cosa que piropearla, y siempre respondí lo mismo: “No siento Cádiz como vosotros, ni me siento gaditano”. Por eso, después de nuestro primer viaje a Gades, regresamos cada año con las mismas ganas e ilusión para piropear a nuestra Emérita Augusta, colorear nuestras historias y dibujar nuestros personajes en cada copla, porque nuestra identidad, está construida por todos los emeritenses, todos los que estamos dentro de ese saco que lleva el sello de Mérida. Sin duda alguna, es la chispa más auténtica de mi inspiración, y hace muy especial lo que siento a la hora de escribir. Me llena de orgullo y ya está, que no quiero parecerme al Padre del Rey, que nuestra chirigota como grupo y de forma individual, haya sido en estos últimos años, unos de los hilos que de alguna manera hace fuerte la cuerda que une estas dos ciudades; siempre desde la humildad y el respeto. Mantener ese vínculo, suscita ganas de hacer, de crear sin perder el norte, porque el carnaval no deja de ser una “fiesta”, y si analizamos la etimología de esta palabra, llegamos a la conclusión de que fueron creadas para cubrir una necesidad del ser humano, la necesidad de celebrar y crear vínculos entre sus gentes y los pueblos; en base a esto, cada vez tengo más claro que hay 5 continentes, pero un solo pueblo. Por eso mismo, estoy escribiendo un artículo de carnaval en una revista de Ferias y Fiestas, porque al fin y al cabo, la vida es una “fiesta”… ¡Vamos a celebrarla!
Termino con un fragmento que creo que encaja como anillo al dedo. El final del popurrí que escribí para la comparsa “Los que faltaban”, este mismo año bajo el nombre: “Las Buscarruinas”. Fue un placer escribir de nuevo, pensando y sintiendo como lo que soy antes que carnavalero, un emeritense más.
Os saludo y os mando un abrazo. Felices Ferias y Fiestas 2018
“Cada caricia en la tierra donde vivo, me da un motivo para despertar contigo. Cada momento que resurge a tu lado, quiero vivirlo escarbando en tu corazón y en tu pasado.
Silenciada en lo profundo, conocida por el mundo por la fuerza del granito que me aplasta los segundos.
Bajo un manto hecho de tierra, la memoria de una guerra de clacismos y jerarquía, donde unos disfrutaban mientras otros padecían.
Patrimonio y testimonio de la cuna del teatro, con la voz trimilenaria el descanso de una patria.
Conectada con un puente arquitectura inteligente, sumergida en el Guadiana refrescando tu pasado y reflejando tu presente. Clama el templo de Diana la grandeza de un imperio descansando en sus sillares, Y que sigue predicando El placer de la lujuria y religiones sin altares.
Interminable tu acueducto que calmó la sed al justo, manantial de pecadores, que robaron tantos besos bajo el arco deTtrajano si el amor como triunfo se les iba de las manos.
Era un circo Sin payasos que sumaba cada paso un camino hacia la suerte, apostando por la vida y premiando con la muerte.
El refresco del verano nuestra Diosa Proserpina. Una puerta de una villa daba paso a los villanos por las clases señalados, emperadores y mendigos señoritos y soldados.
Descubrirte, tocarte, sentirte, poder darte forma lento con mis manos. así, dibujarte y quedarme contigo en un mismo plano, en el plano de un pueblo pagano, presente y lejano. Cada monumento un mosaico inacabado, con su lado bueno y con su lado malo, soportando el paso de los siglos y dándole un nombre, al Dios del “Carnaval Romano”