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Rituales íntimos: Nuestro Padre Jesús Nazareno
Hablar de Nuestro Padre Jesús en Murcia es hacerlo, sin duda, de la imagen de nuestra Semana Santa que más veces ha desfilado en procesión. La impresionante talla del Nazareno de la Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús, labra su primera leyenda precisamente en su origen, un Cristo crucificado de procedencia italiana que, al parecer, merced a la intervención de un hermano agustino llamado Butrón, llega a la ciudad de Murcia. Tras la constitución de la Cofradía de los Nazarenos, allá por 1600, Juan de Aguilera y Melchor de Medina le realizaron los pies y las manos, quedando entallado para procesionar cada Viernes Santo, cobrando por ello, según los libros de la Cofradía, un total de 397 reales.
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Desde entonces hasta nuestros días han trascurrido 418 primaveras, con sus correspondientes procesiones de Viernes Santo. Además, esta venerada imagen ha protagonizado más de veinte salidas extraordinarias, la gran mayoría de ellas junto a la Virgen de la Fuensanta, o, anteriormente, con la antigua patrona la Virgen de la Arrixaca, formando parte de aquellas tradicionales rogativas que los murcianos imploraban al cielo, bien para paliar sequías, o en otros casos, trágicas epidemias o plagas. Todo esto, sin contar ese ancestral traslado que cada cuarto viernes de cuaresma se realiza al convento de las Madres Agustinas, y el de su regreso a la Iglesia de Jesús, en Miércoles Santo. Siendo una imagen tan antigua y tan venerada al mismo tiempo, su historia está repleta de leyendas y ritos. Por esa devoción tan extendida y multitudinaria, quizá, la ceremonia más repetida e importante en torno a la imagen de Nuestro Padre Jesús sea la de su vestimenta.
Este ritual se realiza dos o tres veces al año, según nos confiesa doña María Dolores Egea Marcos, que es la persona que actualmente tiene a su cargo dicha responsabilidad. En una amena conversación mantenida en torno a esta ceremonia, María Dolores nos dejó algunas confesiones que quizá puedan servir para conocer un poco más sobre ese ritual tan íntimo de nuestra Semana Santa:
Ahora se viste al Nazareno para la procesión del Viernes Santo en las Agustinas, esto sucede en la tarde del Martes Santo. Es una escena íntima en donde suele estar presente el Comisario de Patrimonio de la Cofradía. ¿Cómo recae en tu persona la responsabilidad de vestir a Nuestro Padre Jesús?
Tengo que aclarar –responde Mª Dolores–, que los Camareros de la imagen es la propia Cofradía de Nuestro Padre Jesús, yo soy la persona que se encarga de vestirla, y esta responsabilidad me viene a mi por mi tío Carlos Carrión Ruiz, que era el marido de la hermana de mi padre. Él había nacido en la casa que había allí, donde hoy está el Museo Salzillo, y era quien se encargaba de vestirlo desde que las Madres Agustinas dejaron de hacerlo, allá por los años cuarenta. Entonces se vestía a Nuestro Padre Jesús los Miércoles Santo por la tarde, cuando había regresado de las Agustinas. Yo, de pequeña, siempre estaba por allí cuando él lo vestía, y le iba dando las cosas que me iba pidiendo. Pero en el año 90, él estaba mal por una enfermedad, entonces me dijo: sube y vístelo. Esa fue la enseñanza que me dio; y yo pues me subí, y él desde abajo me daba las indicaciones: “dale de aquí, “tira de allá”.
¿Cómo sucede esa escena de vestir al Nazareno?
Ahora se viste al Nazareno para la procesión del Viernes Santo en las Agustinas, esto sucede en la tarde del Martes Santo. Es una escena íntima en donde suele estar presente el Comisario de Patrimonio de la Cofradía. El Presidente también suele estar, y poco más. Hay que decir que quien elige la túnica que va a sacar en la procesión es el Presidente de la Cofradía.
¿Pero siempre la elige el Presidente, o a veces delega esta decisión?
Suele elegirla. Lo que pasa es que, por deferencia a mí, me pregunta. ¿Qué te parece María Dolores?, y yo le digo pues si
o pues no. Si no me gusta también se lo digo, por que hay algunas túnicas que no me gustan, porque no le sientan bien.
¿Cuántas túnicas tiene la imagen de Nuestro Padre Jesús?
Vamos a ver: tiene la del Bailío –llamada así porque fue donada por fray Francisco González de Abellaneda, bailío de Lora–, la del Centenario –la más antigua de las que se conservan, de inicios del siglo XVIII–, las dos réplicas, la de las esposas –donada por las esposas de los Mayordomos en el siglo XIX–, dos de diario, en total unas ocho o nueve. Cada una tiene su cíngulo y su ahogador, sus manguitos y su cojín. También tiene tres o cuatro pelucas de pelo natural, que yo me encargo de que las laven y peinen periódicamente. Tiene tres cruces: la de concha, otra que se hizo en el cuarto centenario de la Cofradía con filo dorado, y la que lleva durante el año en su capilla.
¿Dónde se conservan las túnicas y el resto del ajuar?
Se conservan en un bunker, con unos armarios especiales para guardarlas, con sus fundas de lienzo.
¿Nos puedes contar alguno de tus secretos en esa labor de vestir a la imagen?
Tengo que decir que si soy Historiadora de Arte es precisamente por todo lo que he vivido allí desde pequeña. Hay que tratarlo todo con mucho cuidado. Y aunque ahora se baje la imagen para vestirla, yo también me he subido, y me subo al trono, no me hace falta que lo bajen. De hecho, el año pasado, cuando se estrenó la réplica de la túnica del Centenario, lo hice subida al trono. Pero si, te puedo contar que, para saber si las manos que sujetan la cruz están bien colocadas y no van a sufrir ningún daño en algún movimiento durante la procesión, porque la cruz, del movimiento, les pueda dar algún golpe, uso un folio de papel, y si el papel pasa por debajo entre los dedos y la madera entonces están bien colocadas.
¿Porqué lleva la imagen unos capullos de seda a los pies cada Viernes Santo? Es una antigua tradición que se hacía para bendecir la temporada de la seda, tan importante para Murcia durante mucho tiempo, y ahora se sigue manteniendo. Es una Peña Huertana la que se encarga de prepararlos todos los años.
¿Qué sientes cuando estás vistiendo a Nuestro Padre Jesús?
[En ese momento, tras unos instantes de silencio, María Dolores hace un extraño gesto y mira al cielo mordiéndose levemente el labio inferior, y visiblemente afectada contesta:]
Me emociono cuando hablo de esto. No puedo evitarlo. Son muchas sensaciones. Cuando miras al Nazareno es como cuando ves a una persona pobre y desvalida, que necesita de mucho cariño y que hay que ayudarla…
María Dolores, con sus ojos inundados de lágrimas, trató de seguir hablando sobre la antiquísima y venerada imagen de Nuestro Padre Jesús, con su misteriosa y profunda mirada. La conversación siguió su rumbo, y nos contó, entre otras cosas, que además de vestir a Nuestro Padre Jesús, ella ayuda con el Cristo de la Caída, y que viste también al de La Oración en el Huerto.
Una vez ya repuestos de emociones, continuamos conversando sobre Nuestro Padre Jesús, y de aquel desaparecido ritual, más que íntimo bien pudiéramos decir privativo, que a modo de Vía Crucis realizaban las Madres Agustinas durante los días que la imagen permanecía en el convento. Las religiosas liberaban al Nazareno de la cruz, pensaban que sería una manera de aliviar al hijo de Dios hecho hombre de aquel doloroso trance, y ésta era paseada a hombros por el interior del convento. Lo mismo hacían también con la corona de espinas. Aunque cierto año, el día de Miércoles Santo, según nos confesó María Dolores, tras aquella tradicional ceremonia claustral, cuando don Carlos Carrión llegó a la Iglesia del convento, vio algo inaudito, encontró a Nuestro Padre Jesús con el todo el cabello completamente ondulado. Cuando, sorprendido, preguntó a las Madres Agustinas el motivo de haber hecho rizar el pelo de la venerada imagen, éstas no supieron darle respuesta alguna, aunque si le formularon una pregunta: ¿verdad don Carlos que está muy guapo? •••