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Un mundo diferente ÁLVARO GALVÍN AMADO
UN MUNDO DIFERENTE
Decenas de miles de personas que en apenas 3 meses han fallecido. Números, sí son números, pero detrás de cada número hay una persona, detrás de cada persona, una familia y una historia, que de repente se han visto perdiendo el tesoro más preciado que tenemos: LA VIDA.
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Hemos visto a héroes luchar con todo, incluso con lo que no tenían y con lo que no sabían; héroes que incluso han dado su vida por intentar salvar a la de otros que ni siquiera conocían, hablo de los sanitarios. Personas de carne y hueso, pero con una valentía y dedicación sobrenatural. Gracias a ellos hemos salido y estamos saliendo de esta pesadilla, por ellos, GRACIAS.
También hemos visto lo necesario, lo esencial y lo que nunca puede faltar; sectores que no se le reconocía su trabajo y su gran importancia hasta ahora. Ellos son los camioneros, que recorren el mundo para traernos bienes necesarios; las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, que nos protegen y nos cuidan; los agricultores y ganaderos, que nos proporcionan lo más básico, pero también lo más importante, la alimentación; las limpiadoras, que se encargan de la higiene para evitar contagios; los cajeros y reponedores; las cuidadoras de mayores; los maestros, que se han modificado para dar clases; los bomberos; los comedores sociales; los voluntarios y un largo etc. A todos ellos: GRACIAS.
Otra cosa que hemos aprendido es la importancia de la cultura, antes no la considerábamos tan importante, pero la realidad es que es un bien de primera necesidad, necesitamos leer, dibujar, escuchar música, ver obras de teatro, películas y series. Gracias a esto, en este tiempo que hemos estado confinados, hemos podido entretenernos y hacer la vida más amena. Con todo esto nos preguntamos que cuando volveremos a la normalidad, pero pregunto yo, ¿qué es la normalidad? Antes hacíamos unas cosas determinadas y las veíamos como “normales”, pero de repente viene un virus y todo cambia. Ya no nos podemos acercar, dar besos, abrazos, hacer deporte con nuestros amigos, ir a un cine, ni a un teatro, sin estar separados, los bares han cambiado, las mascarillas, los guantes y geles hidroalcóholicos se han convertido en elementos imprescindibles, y antes sin embargo ni los teníamos. Las clases han cambiado, hemos cambiado la pizarra, las tizas, los pupitres, los compañeros, los recreos y las aulas, por un ordenador, por clases virtuales a través de videoconferencias y tablones digitales.
Pero que es la vida, sino un constante cambio. Todo cambia, evoluciona, nada permanece intacto, por desgracia esto ha sido de golpe, trágico, creíamos que era algo como la gripe, que no nos iba a suponer mucho más que un resfriado, hacíamos bromas, nos reíamos, pero la realidad nos dio en la cara como una bofetada. Y de la noche a la mañana ya no era tan inofensivo, y es que nunca lo ha sido, pero no sabíamos nada, es un virus desconocido y aún no se sabe mucho. Todavía nos queda mucho camino que recorrer para luchar contra el virus, por eso hay que ser responsable y saber esperar. Como he dicho antes, nada permanece, el virus tampoco, nos ha enseñado muchas cosas, una de ellas y la más importante es vivir el día a día, disfrutar de lo corriente, arriesgarse, ser mejor día a día y sobre todo, no rendirse nunca.