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Brindis
rigen del brindis Un brindis por la vida.
¿Os habéis preguntado alguna vez cuál es el origen del brindis y si éste formaba parte de algún ritual especial?
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En la Antigua Grecia era habitual que los hombres que se marchaban a la guerra derramasen vino sobre el altar o la tierra como ofrenda a los dioses antes de partir hacia la batalla.
Aunque lo recordamos más en época de los romanos, los griegos fueron los primeros que llevaron a la práctica el brindis. Cuando se celebraba un gran banquete, los anfitriones alzaban sus copas y bebían ellos primero para demostrar así a sus comensales que el vino no contenía veneno alguno, práctica habitual por aquellos tiempos para asesinar al enemigo.
Después se procedía a hacer el gesto del brindis, chocando unas copas con otras, lo que hacía que el vino de unas se mezclara con el de las otras, otra muestra más de que el vino no estaba envenenado, pues al final todos terminaban bebiendo el mismo líquido sellando así la amistad y confianza entre todos ellos.
Sin embargo, hay otra versión sobre el gesto del brindis. Esta lo sitúa en el siglo XVI, cuando en 1.527 el ejército alemán de Carlos V entra en Roma y se alza con la ciudad. Para conmemorar esta victoria, se cuenta que los militares germanos llenaron sus copas de vino, las alzaron al frente de Carlos V y pronunciaron la frase “bring dir’s” – en castellano, yo te la ofrezco, celebrando la batalla ganada.
De este modo, este ritual ha llegado hasta nuestros días popularizándose en cualquier encuentro, almuerzo o cena, como demostración de fraternidad entre todos los que brindan con sus copas.
Ahora se suelen alzar las copas al centro, decir unas palabras que justifiquen el brindis, chocarlas entre sí y beber. ¡Así que brindemos! Como dicen en nuestra tierra: Para arriba, para abajo, para el centro, ¡y para dentro!
Y ojo, que los supersticiosos aseguran que trae mala suerte brindar con agua…