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Chiribroders: hermanos de Carnaval ASOCIACIONES> La chirigota local que más premios acumula desvela los rituales que desembocan cada año en la gran verbena que montan sobre el escenario con sus agitadas murgas. Este año, la cita es el viernes 24
Texto: Patricia Campelo Foto: Luis García Craus
odo comenzó en 2010, con una circular informativa y una provocación. Óscar Cárdenas recibió una nota de su AMPA, la del colegio José Saramago, en la que se detallaban actividades culturales del municipio, entre ellas, los carnavales de ese año. Una de las propuestas, el certamen de chirigotas, le alumbró una idea: presentarse con los amigos con los que acostumbraba a salir a correr y a participar en carreras populares, sus ‘broders’, como hacían llamarse.
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Así, y ante un interrogante que sonó algo parecido a “no tenéis lo que hay que tener para presentarse a este concurso”, una mezcla de orgullo y bravuconería masculina movió a este grupo de amigos de las pistas de ‘runners’ a los escenarios por los que desparramar arte carnavalesco. Habían nacido los Chiribroders. A mediados del pasado enero, estos 16 amigos afilaban sus letras mordaces para sorprender sobre las tablas del auditorio municipal Pilar Bardem, el viernes 24. La murga ripense más premiada [obtuvo el galardón del público en 2016 y en 2015, y la mejor puesta en escena en 2014] no desvela ni avanza un ápice de su próxima escenografía, la séptima, pero asegura: “Es muy divertida, cada año lo son, pero este año, especialmente; llevamos un tema que a la gente le va a gustar, y la puesta en escena puede ser muy graciosa”. Este mes llegan a la última parada de un viaje anual que comienza cada mayo, tres meses después de haberse
vaciado en la anterior exhibición de carnaval. “Lo primero es reunirse para elegir el tipo o disfraz. Cada miembro presenta uno, y en la reunión decidimos qué personaje haremos”, esclarece Óscar. A continuación, los cuatro letristas del grupo se sientan a escribir las propuestas de presentación y popurrí [letras que hablan del disfraz] que, después, ponen en común en agosto o septiembre. “Descartamos muchas porque [sobre el escenario] sólo tenemos 15 o 20 minutos”, apostilla. Con el consenso sobre esta parte del repertorio que introduce y concluye el show, comienzan los ensayos semanales, cada jueves, en la Casa de Asociaciones, lugar al que se movieron desde la bodega de la casa de uno de ellos. “Se liaba mucho jaleo, así que nos registramos como asociación para poder ensayar en una sala que nos deja el Ayuntamiento”. Para sufragar gastos de elaboración de vestuario, atrezzo y escenografía, el Consistorio establece una serie de ayudas que oscilan entre 150 a 475 euros para las agrupaciones locales. En el caso de Chiribroders, según explica Cárdenas, siempre han sido autosuficientes y, ahora, logran costearse estos gastos gracias a lo recaudado con premios. “Los dos primeros años poníamos cada uno una cuota para un fondo común y de ahí pagábamos disfraces y decorado. Ahora los premios nos han ido subvencionando. Tampoco ganamos, pero llega para cubrir gastos”. Además del carnaval ripense, esta chirigota se desgañita por las fiestas de
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Don Carnal en municipios como Madrid, Aranjuez o Pinto. “También actuamos en fiestas particulares a las que nos invitan o en las calles”. APRENDER A CANTAR Sobre el escenario, entre la presentación, al inicio, y el popurrí, al final, hilvanan el espectáculo los “cuplés” y “pasodobles”. “Esas letras tocan temas de actualidad, por eso nos esperamos a escribirlas hacia finales de año”, aclara Óscar. En el tramo final, desde que empieza el año y hasta el inicio de la fiesta de Don Carnal, los ensayos se intensifican, añadiendo una jornada más, los domingos. De la primera edición a la última han pasado, por el medio, seis espectáculos carnavalescos preparados a conciencia. “La mitad no sabemos cantar, no somos cantantes, sino un grupo de amigos que se junta para pasar un rato diverti-