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realmente la economía? ¿El hecho de que se satisfaga mi necesidad o solo el hecho de que esa necesidad sea satisfecha porque estoy pagando por ella en el mercado? Esa es un poco la clave.
Astrid Agenjo “La economía feminista busca organizar la vida de una manera más equitativa” ENTREVISTA> La doctora en Economía y profesora universitaria ofrece las claves para entender cómo economía no son solo las relaciones mercantiles monetizadas: el cuidado de familiares, cocinar o el intercambio de favores también es trabajo productivo
están las redes sociales y comunitarias, ahora más que nunca lo estamos viendo, y están los hogares como esos espacios que permiten que la vida salga adelante en el día a día, que la vida se sostenga.
¿El segundo elemento? Entender que el género, las relaciones de género entendidas como relaciones de poder y de desigualdad, son un aspecto económico fundamental, una categoría económica central. Una de las ideas clave es las relaciones de desigualdad de género. En base, por ejemplo, a la división sexual del trabajo: la existencia de una distribución sistémica que decide qué trabajos debe hacer cada quien en función del género que se le asigna al nacer con un determinado tipo de sexo biológico. Hombres en los mercados de trabajo con una presencia prácticamente exclusiva, mujeres a día de hoy con una doble presencia en los mercados de trabajo pero también en los hogares. Y las tareas que se asignan a las mujeres históricamente han estado invisibilizadas, infravaloradas, no se veían, no se nombraban como tal. Me refiero fundamentalmente a los trabajos domésticos y de cuidado no remunerados que se realizan en el seno del hogar.
Pongamos algún ejemplo. Si yo acudo a una psicóloga y le pago por su trabajo, ese intercambio es económico, entra dentro de lo que consideramos como economía, como producto interior bruto. Pero si ese cuidado me lo aporta una amiga, no es económico. Mi necesidad se está satisfaciendo. O si yo voy a algún supermercado y compro un plato precocinado, ese intercambio es económico. Pero si me lo prepara una de mis compañeras de casa, no es económico. Entonces, ¿qué define
Este es un elemento también central. ¿Y por qué es interesante ver qué ocurre en esa parte invisible de la economía? Porque en la economía feminista utilizamos muchas veces la metáfora del iceberg. Es decir, hay una parte visible, una parte productiva y mercantil, que sale en los telediarios, que abre los titulares de periódicos, sobre la que se genera política pública, que está sostenida por toda una parte invisible que tiene que ver con la gestión cotidiana de la vida, con los cuidados, con
Entrevista: Mireia Salazar
ueva entrega del ciclo ‘Conectadas: diálogos con feministas’, entrevistas telemáticas con activistas que exponen su punto de vista sobre distintos campos profesionales. En esta ocasión, conversación con Astrid Agenjo (Garbayuela, Badajoz, 1985), doctora en Economía. Profesora del departamento de Economía, Métodos Cuantitativos e Historia Económica de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, forma parte de comisiones internacionales de trabajo y centra una de sus líneas de investigación en la economía feminista.
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¿Qué es la economía feminista y cuáles son sus objetivos? Si tuviéramos que seleccionar tres elementos claves en los cuales estarían de acuerdo todas las perspectivas, podríamos decir en primer lugar que la economía feminista trata de ampliar los límites de lo que convencionalmente se entiende por economía. Generalmente, la economía se entiende en base a lo que ocurre en el mercado, en los intercambios monetarios y mercantiles. La economía feminista dice que hay que situar en el centro la satisfacción social de las necesidades, cómo sale adelante la vida en el día a día. Y ahí los mercados ocupan una parte importante, pero no el todo. Porque también hay otro tipo de esferas. Está el Estado,
¿Y qué dice la economía feminista al respecto? Que, independientemente de que se pague por el recurso o no, todos los recursos que permiten sacar la vida adelante forman parte de lo que entendemos por economía, por la sostenibilidad de la vida. De la misma manera que todos los trabajos que permiten ese sostenimiento de la vida son trabajos, no solo el que se paga, porque tendemos a pensar el trabajo asociado únicamente al empleo mercantil. Voy a una empresa y me pagan por ello. No, el trabajo son todas aquellas actividades que permiten que la vida se sostenga. Ese sería el primer elemento: cuestionar los límites de lo que convencionalmente entendemos por economía.
“El trabajo que no se paga, como los cuidados o la limpieza de casa, también es economía”
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