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EL RETABLO DE LA CAPILLA DE JESÚS NAZARENO
RETABLO DE LA CAPILLA DE JESÚS NAZARENO
Joaquín García nistal
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• Autor y cronología: mazonería: anónimo/ año 1730. relieves: Juan de
Angés o Juan de Angers (antigua mazonería Guillén Doncel)/ años 15451546. • Ubicación y procedencia: cabecera de la capilla de Jesús Nazareno/ capilla de doña Isabel del Quiñones en el convento dominico de Santa
María de Trianos • Material y técnica: mazonería: madera de pino albar/ tallado, policromado, dorado y bruñido de acabados marmóreos. relieves: madera de nogal/ tallado, policromado, estofado, bruñido, pulimento. • Dimensiones: 7,40 x 5,20 mts. (alto x ancho). • Estado de conservación: bueno. • Restauración: Mariano Nieto Pérez (año 2003).
El actual retablo de la Cofradía de Jesús Nazareno de Sahagún es el resultado de la singular fusión entre una mazonería barroca del siglo XVIII, en la que se incorporan varias esculturas de bulto redondo en el remate del cuerpo principal, y un conjunto de ocho bajorrelieves del siglo XVI procedentes del retablo que doña Isabel de Quiñones, hermana del conde de Luna don Claudio Fernández de Quiñones, encargó al imaginero Juan de Angés y al entallador Guillén Doncel en 1545 para adorno de su capilla familiar sita en el cercano convento de Santa María de Trianos.
La estructura arquitectónica, en madera de pino policromada y dorada, es una notable labor barroca que Manuel Gómez Moreno, en su Catálogo Monumental
de la provincia de León, recogió indicando: “llevando su retablo la fecha de 1730”. Aunque estas palabras invitan a pensar que pudo observar alguna inscripción que le permitiese fijar una cronología tan precisa, hasta el momento no se ha hallado ninguna. Si bien, no debe descartarse esta opción, ya que las características estilísticas de la talla y policromía, así como la morfología de los diferentes elementos que la componen, evidencian que la obra se ajusta a las realizaciones del primer tercio del siglo XVIII.
Esta mazonería está compuesta por un sotabanco independiente, un banco o predela, un cuerpo principal tetrástilo dividido en tres calles y un ático. El sotabanco está formado por tres cuerpos independientes: ocupando el centro, una mesa de altar resuelta a modo de estructura arquitectónica clásica con un frente liso policromado a imitación de las superficies marmóreas –en cuyo centro se aloja un tondo con relieves de los instrumentos de la pasión (corona de espinas y tres clavos)– y flanqueado por dos parejas de columnas de orden toscano rematadas con un entablamento liso. Por su parte, los extremos son ocupados por dos cuerpos idénticos e independientes, de perfil bulboso y decorados con policromías de acabados marmóreos y una rocalla dorada en el centro.
La predela, rematada con entablamento, se compartimenta en tres calles mediante cuatro ménsulas que sirven de apeo a las columnas del cuerpo superior y están decoradas con putti y testas de querubines que emergen de una abundante hojarasca dorada. Estas ménsulas generan un espacio central rectangular y dos cuadrangulares en los extremos, que se enmarcan con sartas de flores y frutas y láureas, respectivamente, y en los que se alojan los relieves del siglo XVI de San Marcos, el Entierro de Cristo y San Mateo, como detallaremos más adelante.
Sobre el entablamento de la predela se asienta el cuerpo principal, divido en tres calles mediante cuatro columnas de orden corintio y fuste estriado, en las que se tallan cabezas de serafines, jarrones, instrumentos de la pasión, telas colgantes y hojarasca dorada. La calle central, más amplia, está formada por una caja enmarcada por pilastrillas talladas con cabezas de querubines y sartas de frutas que sirven de asiento a un arco trilobulado enmarcado por cabezas de putti alados y cuyo intradós está decorado, a modo de arco triunfal, con casetones de motivos vegetales. Esta caja, que durante años contuvo en su interior la imagen de Jesús Nazareno, alberga hoy el Cristo de los entierros, una talla barroca posiblemente de principios del siglo XVIII, que se procesionaba sobre un cinturón durante las procesiones del Viernes Santo y también presidía las ceremonias de difuntos o sepelios de los hermanos de la cofradía, motivo que dio origen a su nombre.
Por su parte, en cada una de las calles laterales del cuerpo principal, más estrechas, se abre un espacio inferior rectangular y otro superior circular enmarcados por sartas de frutas y flores y láureas, que albergan nuevos relieves del siglo XVI.
Todo este primer cuerpo remata en un entablamento que sirve de apeo al ático, cuyo centro, quebrado, está ocupado por una tarja dorada con talla de los tres clavos de la Pasión.
Apeado sobre un basamento con plintos policromado a imitación de acabados marmóreos y jaspeados, el ático incluye en sus extremos las imágenes sobre peana de san Pedro, portando las llaves, y San Pablo, blandiendo una espada y, sirviendo como transición con el cuerpo central, una hojarasca calada, a modo de voluta, en cuya parte superior se disponen dos ángeles con lanzas. En el centro del ático se eleva un cuerpo flanqueado por columnas de orden corintio estriadas y decoradas con tallas vegetales y cabezas de querubines que alberga en su interior un relieve del Descendimiento del siglo XVI y remata en frontón curvo avolutado, cuyo tímpano aloja el relieve barroco de la Flagelación. Este último, en medio relieve y de pequeñas dimensiones, representa a Jesús atado a la columna, en el momento en que es flagelado por dos esbirros o verdugos que se sitúan a ambos lados de su cuerpo. Por último, todo el conjunto culmina en la parte superior, sobre el frontón, con una corona sobre cabeza de querubín y cuatro “ángeles en gloria” a sus lados.
Si bien no existe constancia documental de los ejecutores de la mazonería de este retablo, sus características invitan a atribuirlo a un taller vallisoletano próximo al círculo de Francisco Díez de Tudanca, los hermanos Sierra, Blas Martínez de Obregón o de Antonio Vázquez, todos ellos activos escultores del siglo XVII y XVIII, que trabajaron en el entorno próximo y que ejercieron una enorme influencia en su tiempo, generando una amplia nómina de seguidores.
Más información, en cambio, ofrecen los relieves del siglo XVI, cuyo perfecto acoplamiento a los espacios abiertos en la mazonería barroca permiten sugerir que esta última fue realizada ex profeso para albergarlos, probablemente sustituyendo, por razones de cambio de gusto, a la primigenia estructura renacentista del retablo situado en el convento de Trianos, entre cuyos bienes aún se recogía la existencia de un retablo “de Jesucristo crucificado con su efigie y otros atributos de la pasión” en marzo de 1836.
Sea como fuere, los ocho bajorrelieves conservados actualmente formaban parte del retablo que doña Isabel de Quiñones, hermana del conde de Luna, contrató por un total de 140 ducados al entallador Guillén Doncel y al imaginero Juan de Angés el 25 de agosto de 1545 para su capilla familiar situada en el citado convento leonés. No se conoce el paradero de la estructura del retablo que debió realizar Guillén Doncel –dado el título de entallador con que se denomina en la escritura notarial–, pero afortunadamente se ha conservado la mayor parte de los relieves que el maestro de Angers, en calidad de “imaginero”, debió elaborar íntegramente, a excepción de “un Dios padre de medio cuerpo arriba” y “los
escudos de armas” de la promotora, que se incluían en la relación de condiciones e “historias” a ejecutar y cuyo paradero se desconoce, y el Crucificado de bulto redondo que actualmente se halla en la iglesia parroquial de Villamol.
Aunque estos relieves no mantienen hoy la ubicación concreta que les correspondía en el retablo primigenio, dadas las características de la nueva mazonería, aquélla se preservó en gran medida. Del mismo modo, en todos ellos se advierte la evidente mano, de clara raigambre francoborgoñoña e influencia juniana, del maestro de Angers, que imprimió a sus figuras un carácter realista, marcada corpulencia y expresiones de calma interior, destacando asimismo la habilidad de su gubia en la elaboración de ensortijados cabellos y barbas y en el tratamiento de pliegues de gran naturalismo.
Así, en el centro de la predela del actual retablo se halla el bajorrelieve policromado y estofado con la representación del Entierro de Cristo, en el que el yacente, que ocupa el primer plano, es introducido en el sepulcro sobre la mortaja o sudario, cuyos extremos son sujetos por José de Arimatea (junto a la cabeza de Cristo) y Nicodemo (próximo a sus pies). En segundo plano, María Magdalena besa la mano inerte de Cristo y porta el pomo de los ungüentos y, en el fondo, se representa al apóstol Juan y a la Virgen María –a la izquierda del espectador– y María Salomé y María de Cleofás, a la derecha.
En los extremos de la predela se disponen los relieves circulares de los evangelistas san Mateo (en el lado de la Epístola y con una inscripción pintada sobre su evangelio que reza: seqvencia/ san[c]ti eva[n]geli[i] /secv[nd]vn ma/tev[m]) y san Marcos (lado del Evangelio), ambos en busto, de anatomía corpulenta y ajustada al marco, escribiendo su evangelio sobre atril y acompañados de su correspondiente símbolo del Tetramorfo, en este caso el león y ángel, respectivamente.
El primer cuerpo del retablo aloja, en su parte baja, el relieve de La oración en el huerto (lado de la Epístola) Jesús con la cruz a cuestas (lado del Evangelio) y, sobre ellos, los relieves circulares de los evangelistas san Lucas y san Juan, respectivamente. El relieve de La oración en el Huerto o La oración en el Monte de los olivos está compuesto por la imagen de Jesús, situado en un fondo rocoso y arrodillado como orante y que, siguiendo el modelo de la estampa de Lucas van Leyden de la serie La pequeña pasión, viene acompañado por la figura del apóstol Santiago Zebedeo, próximo a él y sumido en un profundo sueño, y las imágenes de Pedro y Juan; el primero dormido y sujetando un sable –en recuerdo a su episodio con Malco– y el segundo con la cabeza apoyada sobre sus rodillas.
En el lado opuesto se sitúa el relieve de Jesús con la cruz a cuestas, inspirado en el grabado homónimo de Alberto Durero de 1522 y en el que Jesús, sobre un fondo pictórico, con un gesto de dolor contenido y ataviado con una larga túnica, porta con la cruz sobre su hombro izquierdo camino del calvario. Sobre ambos relieves
se sitúan los medallones de san Juan evangelista, que acompañado de su símbolo zoomorfo del águila sostiene su evangelio, y san Lucas, en actitud de escribir y acompañado por el buey.
Por su parte, el cuerpo central del ático está ocupado por el relieve del Descendimiento, muy semejante al realizado por el maestro Juan de Juni para la fachada del antiguo convento de san Marcos de León. La estudiada composición piramidal del mismo está articulada en torno a un eje central formado por la cruz immissa y el cuerpo suspendido de Cristo y la imagen de María Magdalena situada a sus pies y con los brazos en alto. A la derecha de Cristo, José de Arimatea, de espaldas y sobre una escalera, sostiene el cuerpo inerte y, bajo él, Juan apóstol asiste a una Virgen María desvanecida, mientras en el lado izquierdo Nicodemo sustenta al yacente con un largo paño de lino y en la parte inferior María Salomé y María de Cleofás expresan gestualmente su dolor.
Todos estos relieves, de enorme calidad artística y destacada relevancia dentro de la producción escultórica del Renacimiento español, tuvieron como fuente de inspiración varios grabados del norte y centro de Europa como los contenidos en las series La pequeña pasión de Alberto Durero y Lucas van Leyden o los de la serie Los cuatro evangelistas de este último, que también trascendieron dentro de otras realizaciones del maestro de Angers y del círculo de Juan de Juni, como en la fachada y sillería coral del convento de san Marcos de León o los retablos de las iglesias del Salvador en Valencia de don Juan, de Carbajal de la Legua y de Palanquinos.