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Las Tres Marías
PASO DE LAS TRES MARÍAS
carMen reBollo Gutiérrez
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• Autor, época y siglo: anónima, siglo XVIII? • Ubicación y procedencia: Capilla de Jesús • Material (estado de conservación y medidas): Madera de castaño? emsamblada y tallada policromada // tamaño natural • Función en la Cofradía y en la Semana Santa de Sahagún: Paso procesional. • Descripción (y restauraciones): Componen el paso de Las Tres Marías de la cofradía de Jesús Nazareno tres imágenes de vestir colocadas en círculo ante una cruz vacía de la que pende un sudario. Se trata en primer lugar de la Virgen, ataviada con manto negro decorado con bordados dorados, al igual que la puntilla que ribetea el borde, sobre saya blanca y toca del mismo color, como corresponde al momento de luto por la reciente muerte de Jesús que representa la escena; acompañan a la Virgen, una
María vestida con túnica naranja y San Juan de túnica azul también sobre camisa blanca, de las que asoma la puntilla que las ornamenta de forma similar en ambas figuras. Del trabajo de talla, como suele ser en las imágenes de vestir, solo se dejan ver rostro y manos; el resto, también realizado en madera, está trabajado de forma muy somera y basta, sin ningún tipo de detalle, lo suficiente para dar consistencia a los vestidos. El calzado está pintado, se trata botas sin ningún detalle para la figura femenina que acompaña y sandalias de tipo romano para la figura de San Juan.
El paso sale en la procesión del Viernes Santo por la mañana, llamada de Los Pasos, actualmente lo portean los jóvenes de la villa que en ese año cumplen la mayoría de edad.
La obra no muestra una gran calidad artística, sin embargo debemos reconocer el esmero en imprimir a los gestos cierto dramatismo a través de la boca entreabierta, y la torsión del cuello, si bien es con las manos con la que más expresividad se consigue; la Virgen, con ellas abiertas, nos transmite su sentimiento de
dolor, al igual que sus acompañantes que con los brazos extendidos y la tensión con la que se representan los dedos ayudan a dar coherencia a la escena.
La composición conseguida es cerrada, a la disposición de los cuerpos en torno a la cruz y la postura de los brazos, moderadamente elevados, se suma la inclinación hacia el centro de las tres imágenes, ayudando a dirigir la atención del espectador en sentido ascendente hacia la cruz, que sobresale de entre el conjunto, creando un efecto en forma de espiral, muy acorde con la escenografía de época barroca.
El tradicional título del paso, Las Tres Marías, hace referencia a una iconografía tan tradicional como problemática, pues la difícil precisión en los evangelios respecto a la presencia de múltiples mujeres de nombre María, acompañando a la Virgen en los últimos momentos de Jesús, aquí resulta aún menos explicable desde el momento en que se identifica a uno de los personajes con un varón. Es entonces cuando debemos redirigir el origen de esta iconografía hacia la primitiva representación de Calvarios o de la Deesis románica medieval, que a través del tiempo llega a la época barroca con su exuberancia característica, transformando la composición frontal propia del medievo con formas más complicadas y enriqueciendo el relato con otros personajes. En el paso de Sahagún debemos pensar que las tres imágenes corresponden a María, madre de Jesús, acompañada por a San Juan Evangelista, el discípulo amado de Jesús, dada la identificación de uno de las imágenes con un varón, joven a juzgar por un exiguo bigote casi inapreciable, a quien Jesús, desde la cruz, encomienda el cuidado de su madre y por María Magdalena dado su creciente protagonismo con el paso del tiempo en la representación cristológica y pasional.
La obra fue restaurada en el año 2013 por la empresa Pátina. Restauración escultórica. La intervención consistió, como suele ser preceptivo en estos casos, en el tratamiento de las patologías producidas por insectos xilófagos propias de estas obras, deterioros estructurales a causa de su función procesional y deterioros cromáticos, estos últimos tratados mediante reintegración con regatino. Además en el caso de San Juan también se restauró un ojo que estaba casi perdido, en este caso se hizo una reconstrucción con una técnica distinta del original y totalmente reversible y que consiste en una policromía imitativa del ojo recubierta de una capa vítrea.
Con dicha intervención también saldrían a la luz detalles que, si bien no enriquecen la calidad artística de la obra, si aportan datos curiosos sobre la propia historia de una imagen con tanto apego en el imaginario popular facundino como es el caso de este paso. Una de los aspectos más curiosos descubiertos a lo largo de la restauración, al que ya hemos hecho referencia, tuvo lugar concretamente durante lo que fueron las labores de limpieza, cuando se descubrió que una de
las llamadas Marías lucía un exiguo bigote por lo que en realidad se correspondía con la imagen de un hombre joven, lo que llevaba a identificarlo con San Juan, dato que concuerda muy bien con la interpretación iconográfica de la escena. Pero lo más significativo fue el poder deducir que estamos ante una escena escultórica compuesta a partir de imágenes reaprovechadas de otras obras. Dos de ellas, el San Juan y la figura que corresponde a la mujer que acompaña a la Virgen, son bastante similares, tal vez procedentes de un mismo trabajo. No se sabe si pudieron haber formado parte de otro paso, pero cabe advertir que la imagen femenina no parece haber sido realizada en un principio para procesionar, pues no tenía la parte trasera de la cabeza y el cuello tallados, lo que indica que, en principio, se hizo para ser observada desde una única posición frontal. A esto podemos añadir que la imagen de la Virgen María tiene una ejecución distinta, además parece que en su origen correspondía a la figura de un hombre y que habría sido adaptada posteriormente para servir de Virgen. Efectivamente, despojada de su vestido, se puede apreciar cómo, a diferencia de las otras dos que tienen el cabello tallado, esta figura tiene el pelo pintado haciéndose más fácil la identificación de la imagen con el aspecto de un varón.
Es lógico que un encargo de este tipo carezca de cualquier tipo de documentación, por lo que establecer una cronología resulta difícil, dadas las características de este tipo de arte tan popular, creado para una función sin claras aspiraciones estéticas y artísticas, a lo que se suma la diferencia de fecha entre la composición final y la talla de las figuras. Podríamos pensar que el paso fue compuesto para satisfacer una necesidad funcional surgida en un momento concreto y en relación a la procesión en la que tenía intención de participar. Actualmente este paso es porteado por los jóvenes de la localidad. Hoy en día, desde la abolición de la llamada mili, corre a cargo de aquellos que cumplen la mayoría de edad dentro del año, anteriormente correspondía a los mozos que acababan de ser tallados para incorporarse al servicio militar o quintos, pero al parecer a esto se llegó continuando una costumbre que ya se practicaba en 1767, en tiempos de Carlos III, haciéndose cargo del paso los miembros del destacamento de milicia provincial de la localidad. Esta imagen procesional es la única que participa el Viernes Santo por la mañana de la que no se hacía cargo un gremio, como sí sucede con las demás imágenes, por lo que tal vez surgió la necesidad de integrar este paso para ser llevado específicamente por miembros de la milicia y para ello se tuviese que improvisar una imagen iconográficamente coherente con el conjunto de pasos ya existente, pero que permitiese incluir la participación de este colectivo militar. Incluso podríamos pensar que, dada la escasa calidad artística y el reaprovechamiento de unas tallas tan poco destacables, pudo tratarse de un encargo a algún taller local menor, contrastando con los otros pasos del viernes por la mañana, que sin duda conforman un conjunto muy destacable ligado a los talleres vallisoletanos y riosecanos.