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El Nazareno con el Cirineo

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ÍNDICE DE AUTORES

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Javier rivera Blanco

• Autor y cronología: Anónimo. Primera mitad del siglo XVII. • Ubicación y procedencia: Capilla de Jesús, imagen titular de la Cofradía de Jesús Nazareno. • Material, estado de conservación y medidas: Buen estado, 1,62 cms (el

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Nazareno), 1,65 cms. El Cirineo y 1,60 cms. el sayón. • Función: Titular de la Cofradía y procesionada por el gremio de los Hortelanos y Labradores de la villa. Salía en la procesión de Semana Santa el

Viernes Santo por la mañana abriendo el desfile y en otras festividades civiles y religiosas de su gremio.

La cofradía tenía dos imágenes titulares con las que salía en procesión en la Semana Santa y en festividades religiosas y civiles, pues pertenecía al gremio de los Hortelanos y Labradores, representaban al Nazareno y otra a San José.

El origen de la cofradía se remonta a la época del renacimiento (siglo XVI), aunque la imagen actual ya pertenece a la primera mitad del siglo XVII. Su devoción fue intensa en toda España, de manera que el Nazareno, representando a Jesús, como natural de la ciudad de Nazaret, vestido con túnica morada y portando la Cruz (llevándola a cuestas) en la que va a ser crucificado poco después en el monte Gólgota.

Se trata de una escultura o imagen de vestir, lo que quiere decir que solo tiene labradas la cabeza y las manos y su característica fundamental es que va coronado con las espinas, taciturno, y vestido con la túnica de terciopelo morada/azul oscuro de tela real, con bordados de oro en las bocamangas y bordes del cuello

y ajustes frontales del cuerpo. Es pieza de interés, aunque no una obra maestra pero atractiva dentro de la imaginería de la época.

La cabeza está orientada hacia el frente, mirando al horizonte bajo, pensativo y con ojos saltones y doloridos. Los cabellos de la testa y de la barba son similares a los tallados en la escuela castellana con amplios rizos, de volumen marcado en guedejas señaladas y bien visibles, como si estuvieran mojadas por el sudor. Es policromada con las encarnaciones bien trabajadas y en las que se representan en relieve gotas de sangre corriendo por la frente, por la cara y por el cuello como resultado de las heridas producidas por las espinas de la corona. Esta, también denominada rodapelo, se ajusta al contorno de la cabeza recordando que a Cristo se le colocó como Rey de los judíos.

Las manos son poco expresivas y escasamente logradas, con los dedos largos y abiertos en exceso para recoger en las plantas de las manos el madero de la Cruz que lleva en las espaldas.

El conjunto ha sido restaurado varias veces debido al gran deterioro que en ocasiones acumuló. La cabeza y manos son de distinto origen, del XVII aquella y de madera de pino, mientras que el mazo que forma el cuerpo, las manos los y brazos, según el padre Albano, son de madera de chopo y modernos. La restauración más reciente se llevó a cabo por la munificencia de la benefactora de la cofradía doña Teresa Baíllo Escudero.

Acompaña a Jesús otra imagen, del Cirineo, detrás de él ayudándole con la Cruz, y un sayón con trompeta. Estas son piezas de menor calidad que el rostro indicado. Las dos son también obra del siglo XVII, y comunes al estilo castellano.

El Cirineo con rostro que sigue los modelos de Gregorio Fernández, aunque de muy inferior calidad, pero con el mismo tipo de cabellos y barba larga de abundantes y voluminosos mechones. Va cubierto con Túnica de terciopelo que habitualmente cubre su cabeza. Las manos también con dedos largos y abiertos para recoger el madero en su brazo largo. Todo muy bien policromado. El sayón, del mismo momento, está erguido y vuelve la cabeza hacia el Cirineo, aunque es una talla mucho más torpe y también, como aquél, de vestir. Este con telas de terciopelo azul con bordados dorados en las bocamangas y abotonadura de chapa también dorada. En la mano diestra porta una trompeta, mientras que la izquierda cierra los dedos ligeramente. La cabeza se cubre con un gorro. Tiene cabellos cortos y bigote a la moda de la época. Rostro un tanto caricaturesco, como para mostrar bajeza en el personaje y falta de sensibilidad ante la trascendencia del momento y del personaje del que es testigo de su próxima crucifixión.

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