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Dos esculturas representando al Niño Jesús Triunfante

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ÍNDICE DE AUTORES

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DOS ESCULTURAS REPRESENTANDO A NIÑO JESÚS TRIUNFANTE

carMen reBollo Gutiérrez

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• Autor, época y siglo: anónimas, siglo XVII o XVIII? • Ubicación y procedencia: Capilla de Jesús • Material (estado de conservación y medidas): Madera policromada • Función en la Cofradía y en la Semana Santa de Sahagún: Decorativa // devocional

Ambas esculturas representan la imagen de Jesús Niño como Salvator Mundi, también conocida como Niño Triunfante y a la que popularmente se alude como Niño de la Bola. Muy semejantes en tamaño y tipología, los dos casos consisten en la representación de un niño de pies, desnudo, en posición frontal, que con una mano sostiene la esfera y con otro bendice a la vez que porta una cruz, muestran cierto contrapposto al apoyar su peso sobre la pierna izquierda desviando un poco la cadera y marcando el pliegue inguinal. Su rolliza y pueril anatomía muestra un vientre ligeramente abultado acorde con los rasgos del rostro, de sonrosados y regordetes carrillos. En este caso no se conservan ropajes, pero, en ocasiones, este tipo de figuras poseían lujosos atuendos para ser vestidos al menos en ciertas festividades en las que incluso podían ser procesionados. Suelen estar colocados sobre una peana, como sucede en este caso.

En ambas imágenes se aprecian pequeños deterioros, tanto en la escultura, principalmente en las manos con la pérdida de parte de los dedos, como en el

material cromático, con el craquelado de gran parte de la superficie pictórica y pequeñas lagunas cromáticas, aunque para nada interfieren en la lectura de las obras.

La difusión por España y el Nuevo Mundo de este tipo de imágenes fue tal que para su ejecución en serie se llegó a recurrir a una técnica de vaciado en peltre, una mezcla de zinz, plomo, estaño y antimonio, por lo que en ocasiones se aludía a este tipo de obras como niños de plomo y estaño. Pero aparecen ejecutados de muy diversos materiales, alabastro, terracota, marfil o, como en este caso, realizados en madera tallada y policromada.

Deducimos, por lo tanto, que se trata de una imagen que se hizo muy popular a partir del siglo XVII. Su origen está en los dictámenes de Trento y la conveniencia, que desde los planteamientos más ortodoxos de planteaba, de buscar la emotividad a través de las imágenes, para lo que las figuras infantiles se presentaban muy adecuadas a la hora de transmitir ternura, piedad y devoción. El modelo iconográfico surge con la imagen que Martínez Montañés ejecuta en 1607

para la Hermandad Sacramental del Sagrario de Sevilla que posteriormente otros escultores versionarían como fue el caso de Alonso Cano o Juan de Mesa, éste último, su seguidor más destacado, imprimirá a la imagen cierto dinamismo en la postura con el niño apoyado ligeramente en la pierna izquierda, algo más rollizo que el del maestro y con un rasgo característico, que será la solución del cabello que se muestra con cierto agrupamiento de mechones en el centro, un rasgo que podemos observar claramente en uno de los dos niños que aquí se presentan. En este caso, el más moreno tiene la postura del cuerpo más marcada y presenta el cabello tal y como se describe en las obras de Juan de Mesa.

La otra imagen de cabello dorado es de rostro menos realista, con menos matices cromáticos, sin la misma calidad en las carnaciones y con el pelo trabajado de forma más convencional a base de idealizados mechones con un efecto mucho menos convincente.

Iconográficamente nos encontramos ante la adaptación infantil del Salvator

Mundi, tal como muestran los atributos que portan ambos infantes y que explican su iconografía. La cruz que le presentan como Cristo Salvador y la bola, que en época medieval representaba la esfera celeste y que desde época moderna pasa a ser la imagen del mundo, en donde crece la cruz como árbol de la vida. Precisamente la bola está perdida en uno de los niños, ambos sin embargo conservan la cruz, que en el caso del niño rubio se trata de una cruz estandarte, y que por el color, semejante al del cabello, en los dos podría indicar que son las originales. En este caso las peanas muestran unos motivos únicamente decorativos, en otras ocasiones llevan labrados algún tipo de monstruo o bestia simbolizando el poder de Jesús sobre el mal.

La historia de la Cofradía de Nuestro Señor Jesús Nazareno y Patrocinio de San José no es indiferente a este tipo de imágenes infantiles. La imagen del niño no le es extraña a la institución que va estrechamente ligada a la del patrocinio de San José y cuya imagen, siempre de la mano del Niño Jesús, se procesiona en el tercer Domingo de Pascua.

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