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Poemas
from Vera Fiestas 2018
by editorialmic
EN HOMENAJE AL TÍO JOSÉ DE LA GLORIETA
Cerca de cincuenta años, fueron marido y mujer, ella llamada María y el se llamaba José.
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Fueron corriendo los años, siete hijos les dío Dios, seis que están en el mundo y una que se le murió.
Ella sufrió como pocas, por las cosas del destino una de las principales por gustarle a él el vino.
Él que mucho la quiso, descanso le dé el Señor, pues a pesar de sus cosas, tenía muy buen corazón.
Todo el mundo los amó y les guardan buen recuerdo, y bien que los acompañaron, en el día de sus entierros. Ella murió santamente porque era muy cristiana.
Él veintisiete de agosto, a las seis de la mañana, murió con todo el dolor de llevarselo con ella,
Pensando que era mejor para que aquí no sufriera. Por fin lo llevó a su lado, como era de esperar y ya se encuentran unidos para toda la eternidad.
Solo duró unos tres meses con penas y sufrimientos, hasta que llegó aquel día que perdió el conocimiento Solo se sentía hablar, de ellas en sus delirios diciendo unas palabras, daba pena de sentirlo.
¿Porqué te fuiste de aquí querida esposa María sabiendo tú que sin tí de pena me moriría?
Me fuí porque sufria mucho y ya quería descansar y vino a buscarma un Ángel de la Corte Celestial.
Yo quiero irme contigo porque allí estaré mejor,
y después de tanto sufrir descansaremos los dos.
Por fin se marchó con ella y le entregó a Dios su alma el dieciseis de diciembre a las tres de la mañana.
Descansen en paz los dos Sagrada Virgen María y recen un Padre Nuestro al leer esta poesía.
Que todo sea por su gloria descansen en Él Señor y velad por nuestros hijos que os mandan su oración.
Ya que tienen vuestros nombres los esposos de Belén dadle su eterno descanso por los siglos de los siglos. AMEN.
SEPTIEMBRE 1965
Su nuera Antonia Viñuelas
VERA ETERNA
Podrán pasar mil años por tu suelo y acarrear los vientos toda historia, toda huella de vida, toda gloria, mas algo flotará por este cielo.
Podrá cubrir la muerte con su velo el rostro de tu tierra en mi memoria, y arder en una pira crematoria tu luz, tu mar azul, en triste duelo.
Mas algo de tu esencia irá grabado en el cósmico polvo itinerante que fuera en Vera ayer piedra rodante,
risco del cerro, páramo abrasado. Será el silencio eterno, eterna ausencia, mas algo contará de tu existencia.
Diego Alonso Cánovas
A EZEQUIEL NAVARRETE, IN MEMORIAM
Volverás a mirar al mar salino desde el balcón alado de tu Vera mientras brilla por ti la primavera y lloran los poetas tu destino.
Sonreirás desde el púlpito divino al sentir que resuena tu habanera -dulce canto de amor- por la ladera del Cerro, como un eco peregrino.
Y al arrullo galante y amistoso de una cálida noche de verano, junto al mar, sentiremos tu gozoso
recuerdo que nos lleva de la mano a buscar la verdad y la belleza en tus versos de paz y en tu nobleza.
Diego Alonso Cánovas
MERCADO EN VERA
Es un sol matinal y deslumbrante, es un zoco de vida callejera entre cajas de fruta tempranera bajo un toldo continuo y ambulante.
Es olor, es un aire palpitante, mil colores de un sábado cualquiera. Es un tránsito anárquico por Vera, en un caos cuidado y fascinante.
Es un mundo metido en una cesta, es un cuarto y mitad, son diez rodajas, un capricho, una flor, es una fiesta.
Y, entre nubes de telas en rebajas, viajan sueños, silencios, ilusiones recuerdos, alegrías y aflicciones.
Diego Alonso Cánovas
ALFARERO
A Salvador Hernández Martínez
El barro humilde en manos cuidadosas se convierte, girando, en hermosura, como un soplo creador que se perdura y me acerca al misterio de las cosas.
Redondas joyas brotan armoniosas de una nada de arcilla, y su blandura con el fuego voraz se transfigura en volumen y en formas caprichosas.
Y un nuevo enamorado Pigmalión sueña que Galatea cobra vida, cuando acaricia el rústico jarrón.
Como un torno que rota sin medida, así se mueve el mundo en su función inalterable, firme y repetida.
Diego Alonso Cánovas
POEMA STMO. CRISTO DE LA MISERICORDIA
Virgen María Señora de Gracia y Esperanza cara de cristal: rosas blancas. Cristo de la Misericordia corona de espinas: claveles rojos. Jueves Santo...Silencio Mantillas, penitentes, velas e incienso. El silencio de la noche se apodera de su hermosura. En un claro derroche de esperanza, pasión y fe pura. La vaga luz crepuscular Invita a la oración y penitencia. Cristo de la Misericordia, Señora de Gracia y Esperanza, con flores rojas y blancas. Veratenses fieles y creyentes que viven y sienten con emoción la Semana Santa.
Isabel Ramos Ridao.
Para Antonia Viñuelas LAS CAMPANAS DE LA TORRE
La luz que abrió mis ojos Para ver tu sonrisa serena Tu cabello gris plateado La vivencia ya calmada Por los pasados años vividos. Madre de los poetas de Vera Eres tu Antonia Viñuelas Te defines como simple aficionada ¡BENDITA AFICIÓN! Que nos hace soñar de emoción. El lápiz entre tus dedos Es como la pluma que uso Cervantes Para escribir el Quijote. Tu eres nuestra Dulcinea Para nuestra ciudad. Querida ciudad de Vera ¡Que vibren los cinco sentidos De todos los veratenses Antonia Que el pueblo esta de feria Quisiera ser las campanas De la torre de la Iglesia de Vera. Torre de cinco esquinas Única y por muchos desconocida. Desde la torre apoteosicas vistas. Y todas las ermitas son hermanas pequeñas Fieles mudas de tanta expectación. A su lado el Ayuntamiento digno de admiración Y a lo lejos el cerro del Espiritu Santo Dando a la ciudad su bendición.
Isabel Ramos Ridao
SOLEDAD
Soledad tibia y ligera salida de un sueño Delicados colores del arcoiris Deseando cogerlos con la mano Después de un día de lluvia. Soledad golondrina volantera Que vuelve al mismo nido cada primavera Tus sueños y recuerdos soledad Quien se acuerda o los olvida. Es la culminación de un lamento Sin saber como empezó Y esperando cuando termina
Isabel Ramos Ridao
La riqueza del lenguaje a través de la palabra
ODA A VERA
Desde sus agrietadas laderas, entre sus dos montes cercada, se extiende mi querida Vera, digna, como ciudad encantada.
Quiero elevar un canto de luz de luna regado, y con su manto plateado, pregonar al mundo su encanto.
Tu nombre es agua fresca, es noche, es madrugada, tu nombre, olas traviesas, aroma de arena mojada.
Me gusta pasear tus calles cuando el sol tibio se pone, y a las sombras de la Rambla, otear tu rojo horizonte.
Me siento una soñadora, querida Vera dorada, a la vera de tu mar que viste de blanco la playa. Y siento mis sueños crecidos cuando tu mar me regala, de sal, un sutil vestido, de brisa, una caricia robada.
Llevo tu luz y tu Santo prendidos en mi solapa, para que el mundo respira tu aroma a mar salada.
Te llevo tan dentro de mí, mi querida Vera amada, que por muy lejos que fuera te sentiría muy cercana.
Raíces de mis raíces, entretelas de mis ramas, siempre te llevaré conmigo a donde quiera que vaya.
Mariola Navarro Mañas
Hoy he visto llorar a una paloma… su llanto era muy triste, como rosal con espinas y sin rosas. Surcaba el cielo con sus alas abiertas y sus lágrimas iban cayendo sobre los campos yertos, sobre las palmeras adormecidas, sobre los olivos sedientos… Una de sus lágrimas cayó sobre mi mano… ¡Qué tristeza infinita sentí en mi humilde corazón y en mis entrañas! Por qué llora la paloma, me pregunté… y el viento presuroso me contestó: porque hay niños que mueren sin pan, sin cariño y en medio del mar… y en el mundo no existe ni amor ni paz. ¡Pobre paloma mía! ¡Qué triste y sola está…viendo lo que ocurre, solo puede llorar! No quiero más muertes de niños en medio de la mar, ni tampoco mujeres heridas, marcadas por el mal, ni ancianos despreciados por su avanzada edad… Yo quiero que el mundo sea un remanso de paz. Y quiero que las rosas florezcan en el mar…y que las palomas vuelen anunciando la paz.
LÁgrimas…
Mª Dolores García.
Catedrática de Lengua y Literatura Españolas
RECORDANDO EL COLEGIO REYES CATÓLICOS
EVOCACIONES
Último resquicio presente desde su inauguración, cincuenta años repletos de recuerdos, de ilusión.
Comencé como alumna allá por el sesenta y dos y aún sigo en la brecha con empeño, con pasión.
Los niños desde siempre mis grandes amores fueron, y a pesar de no ser docente, ni de estudiar magisterio, el paso de los años al Reyes me devolvieron.
El destino, caprichoso, me llevó a mi comienzo, viviendo muchas infancias en mi antiguo y querido centro.
Mi Reyes son tres casonas, tejadas, con gran solera, bañadas por cuatro patios como tres islas costeras, cerquita unas de otras y dándose la mano, juegan en la misma ribera.
Alberga una gran tristeza, el fondo de mi corazón, por un centro tan recoleto y su próxima demolición, que dará paso a otro nuevo y dicen... que mejor.
Pero mi Reyes, es este Reyes el otro... qué se yo.
Mariola Navarro Mañas
Fuente de los cuatro caños, susurro de límpidas aguas que cantan las joviales risas de mujeres que lavan.
Olor a ropa mojada, a jabón, a lebrillo, a dejar correr el agua, a un adiós, a un suspiro.
Gran sonido de silencios, de risas, de chascarrillos, de sacudidas de ropas, ropas con fuerza frotadas, de sonido de carrillos.
Recuerdos de muy niña cuando en sus aguas jugaba, donde me embelesaba, al ver llegar a ese mulo que en su poza abrevaba.
Donde dedicaba ratos viendo caminar el agua y mirando impresionada, la inquietud del gusarapo.
Fuente de los cuatro caños, fuente de mi niñez, evocas en mi recuerdo dulces tiempos pasados y que ahora saboreo, con el paso de los años.
PREGÓN A VERA
Antes de comenzar, quiero decir lo primero, que me siento agradecido, de ser hoy el pregonero
Pues aunque soy forastero, y echo de menos Madrid, de Vera me enamoré, enseguida que la vi
Vera, crisol de culturas, fue un día cartaginesa luego, Barea romana y, para hacerla completa, también Baria musulmana
En el Espíritu Santo, un cerro bien conocido, se encuentran ya sepultados lo que ahora son sus vestigios
Fueron los Reyes Católicos tras su llegada triunfal, los que nombraron a Vera muy noble y leal ciudad
1518 fue un año desolador porque un gran terremoto a Vera despedazó.
Carlos I ordenó reconstruir la ciudad y donde cayó una flecha la ciudad se volvió a alzar
Fueron pasando los años Vera se fue hermoseando con preciosos monumentos por todos muy alabados:
Es del siglo XVI una iglesia fortaleza con un acuífero dentro de muy singular belleza En el 1610 surge un convento divino que es conocido por todos como el de los Padre Mínimos
Es del siglo XVIII una ermita que impresiona: la Virgen de las Angustias que es de todos la patrona
Del mismo siglo otra ermita que inspira gran devoción la dedicada a otro santo al que llaman San Ramón
Aún me quedan monumentos mas no me quiero alargar que pregón cuanto más corto, mas jaleado será
Llegamos al siglo XX y con el la minería aumenta la agricultura y la buena alfarería
Y son tan limpias sus playas y el clima tan excelente que el turismo se afianza y se hace residente
Gastronomía estupenda, fantásticos restaurantes, bellas urbanizaciones, y hoteles despampanantes
Os lo dice un madrileño que de Vera se prendó y enamorado de Vera, ya es veratense de pro.
Enrique Antonio Fres Pineño
A LOS CUATRO CAÑOS
Espejo de agua, fuente cristalina Fuiste para el pueblo, lágrimas divinas. Hoy ya cansada, remansada y tibia, Ves tranquilamente pasar tus días, No ven tus ojos, lo que antes veían, Tus cuatro caños hoy, Susurran más penas que alegrías.
Luna de color arcilla, En la noche del terremoto Amargo rocío, lloraban las estrellas El mar a lo lejos se adivinaba bravío, Los insomnes perros, ladraban gemidos, La yegua de Tomas huía a la era, Con destellos de espanto en la mirada, Se desmembraron todas las raíces Cuando rodaron las piedras del cerro Rompiendo el silencio las campanas, Y un crujido, grande, tenso, Que anunciaba que la tierra se quebraba.
Esbelta palmera Que llega hasta el cielo, Le cuenta a la torre Que ve su desvelo. Historias pasadas Gentes que se fueron Todo lo divisa, En privilegiado puesto Creciendo, creciendo... Solo pide agua, trinos y juegos, Crece la palmera, Quiere ver las nubes, Sus danzantes ramas, Cimbrean su cuerpo Las campanas amigas, De fiesta o de duelo, Le entonan al oído
Historias de pueblo. (Uniendo palabras, me gustaría desear al pueblo de Vera en su fiesta patronal de San CLEOFÁS, una estupenda feria) Rosa Cortizo Alonso.
PRIMAVERA EN VERA
Por la mañana cuando he salido a pasear, el sol brillaba de forma diferente, sus reflejos en el mar que se ve a lo lejos, eran sencillamente maravillosos. He sentido la primavera en todo su esplendor, en la multitud de flores silvestres de todas las formas y colores. Del más suave de los lilas al morado más intenso, pasando por los blancos pálidos, los amarillos chillones y de vez en cuando alguna amapola de color rojo sangre. Cierro los ojos y pasan por mi mente otras primaveras, las que olían a Semana Santa, cal, nogalina, flores y cera. Primaveras diferentes pero igual de hermosas, son las de mi juventud las que me traen recuerdos y añoranza, recuerdos de las mujeres de la calle “La Plata” encalando las fachadas y regando las macetas a la puerta de sus casas, aquellas aureolas que luego adornarían sus hogares y seguramente las más hermosas serían para adornar la capilla de San Ramón, que se encuentra al final de la calle, en un entorno maravilloso. Siento añoranza y tristeza de aquellos años; recuerdo a mi madre cuando preparaba el único traje que mi padre tenía, y con qué cariño se lo ponía para que acompañara al Nazareno desde su capilla hasta la Plaza Mayor. Y nosotras, mi hermana mayor y yo, con nuestros vestidos nuevos estrenados el Domingo de Ramos como mandaba la tradición veíamos la procesión del Viernes Santo en la esquina de la Calle de la Salud, después, corríamos a la Plaza Mayor para escuchar el pregón del Judío. Cuando éste terminaba buscábamos a mi padre para que nos comprara un poco de turrón y lo acompañábamos hasta nuestra casa que se encontraba en dicha calle. Calles con nombres diferentes, con sabores e historias a otros pueblos porque en Vera la primavera es luz y vida, como su Semana Santa, sus gentes y su historia. Todos los pueblos tienen la suya propia, para mí la del pueblo de Vera es especial, es en el que he vivido durante setenta y tres años, día tras día, año tras año, con sus alegrías y tristezas, pero feliz. Hoy recuerdo a mis seres queridos que se fueron dejando un vacío en el corazón que no se borrará nunca. Valgan estas letras de homenaje a todos nuestros mayores que ya no están entre nosotros y nos ven desde el cielo azul de Vera. Vera es diferente, ni mejor ni peor que otros pueblos del entorno, es en el que he nacido, me he hecho mayor, he cumplido mis sueños y me he realizado como persona.
Por: Mª Carmen Flores Martínez
Poesía de Vera de las bombas caídas en Palomares el 17 de enero de 1966
Esta poesía se la hizo Bartolo Martínez, Juez de Totana, refugiado en Francia en 1939, dedicada a Antonio Núñez de Vera, que emigró a Francia a los 14 años.
A mi patria chica Vera que me vio nacer, Vera que soñé contigo, hoy del mundo eres testigo de lo que quieren hacer.
Se me dice por la prensa por radio y televisión, que del mundo eres rincón pero no de la nueva esfera. ¿Es posible que mi tierra a la que tanto adoré hoy en bélica quimera España la puede ver?
Pido que no se realicen intentos de tal tamaño y que allí España se implique, para dejar sus contrarios.
Tu fuiste Vera, la madre de la paz y la alegría, así me decía mi padre. De este rincón de Almería, en su trabajo constante, que de la mar fue prodigio, yo te digo como hijo que siempre estamos presentes.
Que no olvidaré jamás que industrias nuevas no hubo y se quieren implantar, que busquen, que grande es el mundo, pero que a Vera la dejen, y nada de dejar bombas, y que a América las lleven para proteger sus costas.
En la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Vera, ciudad donde yo nací, aunque jovencito emigré, yo siempre me acuerdo de ti.
Palomares, 17 de enero de 1966
Bartolo Martínez, Juez de Totana
Viva Vera que es mi pueblo y San Cleofás nuestro Patrón, viva la gente de Vera, porque de Vera, soy yo.
Viva Vera que es mi pueblo, Ciudad que me vio nacer, sin tener plata, ni cobre, ni agua para beber, tu producción es salobre.
Yo jamás te olvidaré, viva Vera ciudad noble.
Un fuerte abrazo para el señor Alcalde de Vera, para siempre, de un pobre emigrante.