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Saludo del Delegado Episcopal

MARIANO GIL

Delegado Episcopal

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en Zaragoza

Saludo La caridad

Queridos hermanos:

Vivimos en un mundo complicado en el que tener y aparentar suele ser el modo de vivir de muchas personas. Es cierto que no es fácil abstraerse de esta forma de vida que nos empuja al consumismo, pero debemos reflexionar sobre este tema.

San Pablo nos decía: “He aprendido a bastarme con lo que tengo” (Flp 4011), y S.S. el Papa Francisco en la Exhortación Apostólica Gaudete et Exsultate, en el capítulo cuarto párrafo 128, nos dice: “Hay más dicha en dar que en recibir”.

Somos un colectivo que tenemos el privilegio, porque es un privilegio, de pertenecer a una Cofradía o Hermandad, donde se aprenden los valores cristianos, y donde deberíamos desarrollar nuestra forma de vida y nuestro amor a los demás, como demostró Jesús a lo largo de su vida y, al final, muriendo en la Cruz por todos nosotros.

Pues bien, es cierto que con el paso de los años nuestras cofradías y Hermandades hemos ido incorporando las obras sociales, hecho éste, muy importante para la relación con la sociedad en la que vivimos y, también, seguir el mandato de Jesús de compartir lo que tenemos. La aportación personal de nuestro tiempo es muchas veces más importante que la aportación económica, pero debemos tener cuidado en nuestra forma de ejercer la Caridad, debe estar basada en el amor al prójimo, dándonos cuenta lo que supone para ellos tener que depender de la caridad. Debemos acercarnos al hermano o hermana, porque eso es lo que son, con cariño y comprensión, ofreciéndoles nuestra ayuda y teniendo en cuenta las seguramente circunstancias difíciles por las que atraviesan, procurando entender su problema para, de esta forma, ayudarles solucionarlo. A veces recibiremos a cambio incomprensión, pero para eso somos cristianos, para saber superar con alegría esos rechazos y pedirle al señor que nos ayude a superarlos.

Por último, recordaros que a veces no tenemos que ir muy lejos a buscarlos, sino que los tenemos en nuestra casa y tendremos que esforzarnos en detectar quién está sufriendo, no sólo en la parte económica, sino a veces en la soledad de un residencia, una enfermedad o en su propio hogar; vayamos a visitarlos para ofrecerles nuestra compañía y nuestro ánimo para que sepa que puede contar con alguien que le escucha y le ayuda; ésta será la verdadera manera de ejercer la caridad. Trabajar para este fin y hacerlo con cariño, amor y alegría será la mejor forma de practicar las obras de misericordia.

Recibid un fraternal abrazo

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