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La Procesión de las Lágrimas, 50 años de ilusión
en Zaragoza
La Procesión de las Lágrimas, 50 años de ilusión
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Durante los últimos años de la década de los 60, fueron múltiples los acontecimientos que parecía que iban a provocar la desaparición de la Cofradía del Descendimiento de la Cruz y Lágrimas de Nuestra Señora. Sin embargo, el inconformismo y la gran ilusión demostrada por un pequeño grupo de jóvenes cofrades, alimentada sin duda por el empuje y compañía de Nuestro Señor y Nuestra Madre de las Lágrimas, provocaron que su destino fuese totalmente distinto.
La Cofradía estaba totalmente vinculada a la Real Congregación de la Anunciación de Nuestra Señora y San Luis Gonzaga, la cual desarrollaba sus actividades en locales situados dentro del antiguo Colegio del Salvador de los PP. Jesuitas, ubicado en el centro de Zaragoza. La relación era tal, que el director de la Congregación era a su vez el Padre Consiliario de la Cofradía, que en su capilla se encontraba la Virgen de las Lágrimas y que gran parte de los cofrades eran congregantes.
Los años 1969 y 1970 fueron críticos, pues la Congregación desapareció por falta de actividad. A su vez, el colegio se trasladó al barrio de la Romareda, en el que no había un espacio físico pensado para la actividad cofrade. Y por si fuera poco, destinaron a San Sebastian al Padre Garayoa SJ, que había sido Director de Congregación y Consiliario de la Cofradía en los últimos años, por lo que la Cofradía se quedó huérfana.
Es en ese momento cuando este valiente grupo de jóvenes tomó la decisión de pedir ayuda al Padre Cavero SJ, por entonces profesor del colegio, quien consiguió que la Cofradía fuese aceptada en las nuevas instalaciones. Este hecho la marcaría para siempre y provocaría que, con el paso de los años, la Cofradía fuese tal y como la conocemos hoy en día: una de las más numerosas y con gran actividad.
Fue entonces cuando surgió la idea de hacer la procesión de la Lágrimas en la noche del Martes Santo, trasladando la Virgen desde el nuevo colegio hasta la iglesia de San Pedro Nolasco, lugar donde comenzaría la procesión del Descendimiento la tarde-noche del Jueves Santo. Esta nueva procesión se celebró por primera vez durante la Semana Santa de 1972.
No se planteó como una procesión más, sino como algo absolutamente innovador. Durante el recorrido se realizarían cinco predicaciones, una por cada lágrima que la Virgen tiene en su rostro, y se acompañarían por jotas aragonesas con letras alusivas a Nuestra Madre. Esta decisión causó gran impacto en la Semana Santa zaragozana, provocando incluso que varias cofradías decidiesen acertadamente acompañar con jotas sus desfiles procesionales.
También desde esa primera procesión de la Lágrimas, se reanudó la actividad de las antiguas Damas de Honor, llamándose desde entonces Camareras de la Virgen y participando activamente en las procesiones.
Desde entonces, hace ya 50 años, cada Martes Santo a las nueve de la noche se inunda de público la platea del Colegio del Salvador para acompañar a la Virgen de las Lágrimas y ver el comienzo de la procesión, de la que muchos alumnos llaman “la Cofradía del colegio”.
Autor: Pablo García Guerrero