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Las 101 cosas que ojalá hubiera sabido cuando me casé

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Linda y Charlie Bloom

Que un ser humano ame a otro; tal vez esta sea la más difícil de nuestras tareas; la definitiva, la última prueba, el trabajo para el que todos los demás son solo una preparación.

—Rainer Maria Rilke

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Las 101 cosas que ojalá hubiera sabido cuando me casé LECCIONES SIMPLES PARA HACER QUE EL AMOR DURE

LINDA Y CHARLIE BLOOM


101 things I wish I knew when I got married © 2012 by Linda and Charlie Bloom Autores Linda y Charlie Bloom Las 101 cosa que ojalá hubiera sabido cuando me casé Traducción Miguel Iribarren Diseño del libro Félix Lascas Primera edición en España Marzo 2013 © 2013 para la edición en España El Grano de Mostaza Impreso en España Depósito legal B.6856-2013 ISBN 978-84-940870-3-5

EDICIONES EL GRANO DE MOSTAZA, S. L. Carrer de Balmes, 394 ppal. 1.ª 08022 Barcelona, SPAIN «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 45)».


LAS 101 cosas QUE OJALÁ HUBIERA SABIDO CUANDO ME CASÉ LECCIONES SIMPLES PARA HACER QUE EL AMOR DURE

LINDA Y CHARLIE BLOOM


Elogios dedicados a Las 101 cosas que ojalá hubiera sabido cuando me casé.

«Este es un libro maravilloso. Lo recomiendo como guía singularmente útil para conseguir una verdadera relación. Me ha resultado conmovedor y muy práctico, pues presenta una rara combinación de sabiduría, honestidad y consejos sensatos, basados en el amor mutuo de Linda y Charlie y en sus años de experiencia como terapeutas. Este libro cautiva, fortalece e inspira».

Riane Eisler, autora de El cáliz y la espada y The Power of Partnership

«Por fin un libro sobre las relaciones que ofrece algo más que consejos. Ojalá hubiera leído estas historias didácticas antes de casarme. Linda y Charlie han alcanzado la sabiduría con respecto al amor».

Connie Zweig, autora de Romancing the Shadow y The Holy Longing

«En este libro fascinante Charlie y Linda Bloom ofrecen su guía sabia forjada en sus múltiples años de experiencia como terapeutas de parejas. Este es un libro que, además de ahorrarte muchas penas, te ayudará a dar sentido a las penas que no puedes y no debes evitar».

Susan Campbell, autora de Getting Real y Truth in Dating


El 1 de marzo de 2001, mientras trabajábamos en el primer borrador de este libro, recibimos la llamada telefónica que todos los padres rezan para no recibir nunca. Nuestro hijo Eben había muerto en un accidente. Tenía veintidós años. A lo largo de los meses siguientes, en el periodo que siguió a la pena abrumadora que ambos vivimos, encontramos una fuente de fuerza vivificante en el amor que habíamos alimentado juntos a lo largo de los años. La centésima segunda cosa que no sabíamos cuando nos casamos es que el amor que dos personas comparten puede hacerlas superar sufrimientos inenarrables y ayudarlas a curarse incluso de las tragedias más terribles de la vida.

Dedicamos este libro a nuestro querido hijo Eben


CONTENIDOS Agradecimientos Prólogo de Kathlyn y Gay Hendricks Introducción

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1. Las grandes relaciones no ocurren sin más, se crean.

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2. La vulnerabilidad desarma.

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3. Si tu trabajo se lleva lo mejor de tu energía, tu matrimonio se agostará.

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4. Uno de los mayores regalos que puedes ofrecer a tu pareja es tu propia felicidad. 32 5. Hay una diferencia entre juzgar y encasillar a los demás.

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6. Es posible amar y odiar a alguien al mismo tiempo.

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7. Cuando te quejas de tu pareja a tus amigos, recuerda que su feedback se basa en información distorsionada.

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8. Las únicas reglas dentro de un matrimonio son aquellas que ambos elegís.

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9. El compromiso no es una prisión, es un medio hacia una mayor libertad.

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10. No son los conflictos los que destruyen los matrimonios, sino el frío resentimiento que produce lo inexpresado.

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11. Si eliges la monogamia, mantén el acuerdo.

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12. Lo importante no es lo que tienes, sino lo que haces con ello.

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13. Incluso los buenos matrimonios tienen problemas recurrentes, y puede haber inviernos duros.

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14. Tu principal relación es con tu pareja, no con tus hijos.

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15. Si piensas que eres demasiado bueno para tu pareja, reflexiona un poco más.

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16. Haber crecido en una familia feliz no asegura un buen matrimonio, y crecer en una familia infeliz no impide tenerlo.

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17. Nunca es demasiado tarde para reparar la confianza dañada.

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18. Los secretos son mentiras.

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19. El sexo puede mejorar con la edad.

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20. Si vas al ritmo que te marcan los que te rodean, probablemente estás yendo 59

demasiado deprisa. 21. Si no puedes ser feliz sin tu pareja, no seréis felices juntos.

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22. El matrimonio es como el yoga.

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23. El príncipe no va a venir.

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24. Conseguir ayuda cuando las cosas no funcionan no es un signo de debilidad, 66

sino de inteligencia. 25. Por mucho que te quiera, una persona no puede satisfacer todas tus necesidades

emocionales. 68 26. El amor no siempre es suficiente para sustentar un matrimonio.

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27. La verdadera intimidad solo puede existir entre iguales.

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28. El verdadero problema no suele ser aquel sobre el que estás discutiendo.

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29. El amor no es solo un sentimiento, es una acción que muestra que el otro nos importa. 30. Las expectativas son la antesala del resentimiento.

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31. Las discusiones no pueden evitarse, pero puedes evitar que sean destructivas. 79 32. Uno de los mayores regalos que puedes dar a tu pareja es tu atención enfocada. 81 33. Incluso los integrantes de matrimonios geniales a veces se preguntan si se han casado con la persona equivocada.

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34. Tu pareja no puede rescatarte de la infelicidad, pero puede ayudarte a que te rescates a ti mismo.

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35. El coste de una mentira es mucho mayor que lo que ganas diciéndola.

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36. Incluso los mejores matrimonios tienen diferencias irreconciliables.

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37. Tu opinión no es la verdad.

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38. Las vacaciones son una necesidad, no un lujo.

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39. La confianza tarda años en consolidarse y momentos en destruirse.

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40. Los ultimátums y las amenazas hacen más daño que bien.

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41. Hacer que el otro se sienta culpable no te dará lo que quieres.

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42. Da lo que deseas recibir.

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43. No descuides a tus amigos por haberte casado.

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44. Si piensas: «Tú no eres la persona con quien me casé», probablemente tienes razón.

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45. Resistirte a la tentación de probar tu punto de vista te hará ganar muchos puntos. 106 46. Lo que juzgas en tu pareja es un reflejo de lo que juzgas en ti mismo.

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47. Tu pareja es tu profesor y tu alumno.

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48. El compromiso no es un suceso que solo ocurre una vez; es un proceso continuo. 112 49. La generosidad de espíritu es el fundamento de las grandes relaciones.

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50. Si tu pareja se pone a la defensiva, podrías estar dándole razones para ello.

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51. El matrimonio no es un 50/50, es un 100/100.

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52. La confianza puede recuperarse, incluso después de una traición dolorosa, pero puede exigir mucho trabajo.

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53. Puedes pagar ahora o después, pero, cuanto más tarde pagues, más recargos e intereses acumularás.

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54. La emoción barata que consigues denostando a tu pareja no resulta tan barata.123 55. El matrimonio requiere sacrificios, pero lo que puedes ganar es infinitamente mayor que aquello a lo que renuncias.

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56. El buen sexo no hace necesariamente que un matrimonio sea estupendo, pero sin duda ayuda.

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57. El perdón no es algo que ocurre de una vez; es un proceso.

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58. Incluso la menor chispa puede encender el fuego del amor.

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59. Si descubres lo que quiere tu pareja y la ayudas a conseguirlo, ambos seréis más felices.

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60. Por sí mismo, el matrimonio no hace de ti una persona mejor, pero aceptar sus retos sí.

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61. Crear un gran matrimonio generalmente requiere más tiempo y esfuerzo de lo que en apariencia debería.

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62. Crear un matrimonio es como lanzar un cohete: cuando supera la fuerza de gravedad, hace falta mucha menos energía para mantener el vuelo.

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63. Sentirte atraído por alguien no reduce la calidad de tu matrimonio; actuar a partir de esa atracción sí.

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64. Un matrimonio exitoso tiene más que ver con cómo afrontas la realidad actual que con lo que experimentaste en el pasado.

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65. Para crecer, el amor exige separación además de unión.

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66. Todos tenemos un diagnóstico terminal.

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67. No te guardes los sentimientos de gratitud.

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68. Saber dónde están tus límites y estar dispuesto a trazarlos es útil tanto para tu pareja como para ti.

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69. No necesitas saber amar para casarte; la formación se ofrece en el puesto de trabajo.

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70. La privacidad no dañará tu matrimonio, pero el secretismo sí.

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71. Los sentimientos posesivos y los celos nacen del temor, no del amor.

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72. Afrontar tus temores produce fuerza; evitarlos la reduce.

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73. La autenticidad es contagiosa y crea hábitos.

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74. No digas nada sobre tu pareja que no estés dispuesto a decirle directamente a la cara. 75. Tu mayor debilidad puede convertirse en tu mayor fuerza.

157 160

76. De todos los beneficios del matrimonio, el mayor es la posibilidad de usar esta relación para ser una persona más amorosa.

161

77. Si tu pareja piensa que algo es importante, ¡lo es!

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78. Los matrimonios nunca superan la necesidad de tener encuentros románticos. 164 79. La chispa de una nueva relación siempre es temporal.

167

80. Hay violencia en el silencio cuando se usa como arma.

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81. Hay una diferencia entre el sexo y la intimidad.

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82. Es mejor enfocarte en lo que puedes hacer para enderezar las cosas que en lo que tu pareja hizo mal.

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83. El fuego de la luna de miel tiene que enfriarse antes de que pueda desarrollarse el amor maduro.

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84. Nada adormece tanto el deseo sexual como las diferencias no resueltas.

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85. El mayor riesgo es no arriesgar.

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86. Si piensas que la terapia de pareja es demasiado cara, prueba a divorciarte.

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87. El perdón es su propio premio.

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88. La venganza es su propio castigo.

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89. Cuando dos corazones están conectados, es posible trabajar los mayores problemas; cuando no lo están, las menores dificultades parecen insuperables. 183 90. La crítica constructiva no suele serlo.

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91. La capacidad de sentir alegría crece en la misma proporción que la capacidad de sentir dolor.

187

92. No hay nada tan elocuente como el silencio de la verdadera escucha.

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93. Los conflictos externos suelen ser expresiones de los conflictos internos.

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94. Una de las preguntas más importantes que puedes plantear a tu pareja es: «¿Cómo puedo amarte mejor?».

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95. Ganas más comprendiendo el mundo de tu pareja que intentando hacer que ella comprenda el tuyo.

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96. Un matrimonio amoroso puede curar viejas heridas emocionales más eficazmente que la mejor terapia. 97. Simplemente continuad hablando.

196 198

98. Las suposiciones están bien, siempre que las revises antes de actuar a partir de ellas.

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99. Los matrimonios pueden mantenerse frescos a lo largo del tiempo.

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100. Es posible que la intención no sea lo único, pero es lo más importante.

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101. La cantidad de alegría y satisfacción disponible en una relación amorosa es considerablemente mayor de lo que imaginas.

Sobre los autores Contacta con nosotros

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Agradecimientos

En primer lugar, queremos dar las gracias a nuestros alumnos y clientes, que han creído en nosotros lo suficiente como para depositar su confianza en nosotros a lo largo de los años. Gracias también por la valentía que habéis demostrado al realizar las prácticas que exigen las relaciones comprometidas. Habéis sido nuestros maestros y nuestra inspiración. A nuestros hijos Jesse, Sarah y Eben: gracias por vuestra paciencia con nosotros a lo largo de los años, particularmente al principio, cuando aún estábamos esforzándonos por aprender nuestras lecciones pendientes. Nos enseñasteis a perdonar y a perdonarnos una y otra vez. Hemos contraído una deuda de gratitud especial con nuestros amigos y profesores Stephen y Ondrea Levine. Gracias por recordarnos que somos mucho más que nuestras emociones y deseos; enseñarnos a mantener los corazones abiertos en el infierno, y por ayudarnos a despertar y fortalecer el espíritu que impregna nuestras vidas y nuestra conexión. Gracias también a Jack Kornfield, por enseñarnos la práctica de la plena atención (mindfulness). A Thich Nhat Hanh, por la meditación «¿Cómo puedo amarte mejor?» y por ser una encarnación viviente de la compasión. Gracias a Barry 13


y Joyce Vissell por ayudarnos a salir del borde del abismo en más de una ocasión. También sentimos una profunda gratitud hacia Nancy Lunney, que creyó en nosotros y en nuestro trabajo, y nos invitó a enseñar en el Instituto Esalen, nuestro segundo hogar. Atesoramos el apoyo de nuestros queridos amigos para cumplir nuestro sueño de escribir este libro: Seymour Boorstein, David Kerns, John Amodeo, Claire Bloom, Susan Campbell, Connie Zweig, Lewis Engel, Kim Karkos, Lynn Gallo, Mary Melkonian, Sharon Savage, Monica Dashwood y Grace Llewellyn. Sin vuestra fe en nosotros, no podríamos haber mantenido este proyecto en marcha. A Marc Allen y al maravilloso personal de New World Library, especialmente a nuestro hábil corrector Kristen Cashman, y a Georgia Hughes, Cathey Flickinger, Monique Muhlenkamp y Munro Magruder: gracias por vuestro apoyo entusiasta y experta guía, y por crear una editorial verdaderamente comprometida con el servicio.

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Prólogo

La mayoría de nosotros, cuando nos enamoramos, tropezamos simultáneamente con una multitud de mitos, como «estamos destinados el uno para el otro» y «viviremos felices para siempre». Respira profundamente, perdónate y reconoce cualquier película romántica que hayas ayudado a crear en tu vida. La mayoría despertamos, como Dorothy en El mago de Oz, en un territorio que no nos es familiar, descubriendo humo e ilusión detrás de la cortina de la pasión, en lugar de lo que más necesitamos para sustentar el verdadero amor. Las relaciones parecen muy fáciles en las películas y en la televisión, donde la mayoría de nosotros hemos aprendido lo poco que creemos saber de el vínculo de pareja. La realidad, como rápidamente aprendemos, es diferente. Las estadísticas sobre el divorcio nos hacen poner los pies en la tierra, pero no revelan la fuente del problema. Muchos grupos de participantes en seminarios, a los que hemos entrevistado, nos confirman que la mayoría de la gente ha recibido más formación para conducir un coche que para cultivar el éxito relacional. ¡No puede sorprendernos que a la gente le cueste tanto conservar el amor! Hemos viajado el equivalente a treinta vueltas alrededor del mundo compartiendo historias y habilidades 15


con parejas de muchos países. Donde quiera que vamos, oímos la misma pregunta: «¿Cómo puedo crear una relación que realmente funcione?». Linda y Charlie Bloom han afrontado esta cuestión directamente en su propia relación y en sus seminarios. Lo que comparten con nosotros aquí es real, conocimiento real sobre habilidades reales, de eso trata Las 101 cosas que ojalá hubiera sabido cuando me casé. Muchas veces hemos oído empezar frases con un «si»: «Si hubiera sabido cómo son las cosas…». «Si hubiéramos tenido la oportunidad de aprender algo sobre cómo funciona el amor…». «Si supiéramos escucharnos el uno al otro…». Este libro iluminador borra este «si». Aquí encontrarás maneras prácticas de conectar y de reconectar. Encontrarás las habilidades y el apoyo necesarios que te permitirán entrar en lo desconocido para que tu relación pueda florecer. Lo verdaderamente delicioso con respecto al libro de Linda y Charlie es que presenta la información en pequeños fragmentos. Puedes abrir el libro en cualquier página y encontrar un bocado nutritivo. A medida que vayas digiriendo un tema tras otro, descubrirás que tu relación florece sin tener que trabajar duramente ni esforzarte. ¡Qué idea tan nueva! Aquí está contenida una sabiduría profunda que las parejas necesitan realmente para tener éxito. Los Bloom abordan las cuestiones que la gente suele preguntarnos con más frecuencia de un modo tal que te hará respirar con más facilidad y ver a tu pareja bajo una nueva luz. Imagina que tienes un mapa de las relaciones con todos los baches y desvíos claramente señalados. Imagina que aprendes un nuevo lenguaje relacional de manera amable, al lado de un buen amigo. Linda y Charlie son guías lúcidos, y estamos encantados de recomendar su trabajo a cualquiera que desee elevar su relación a un nuevo nivel. 16

— Kathlyn y Gay Hendricks, autores de Conscious Loving y Lasting Love


Introducción

CHARLIE: En febrero de 1999 mi hermana Claire me llamó desde Los Ángeles para informarme que ella y su novio, Mike, iban a casarse. Me preguntó si quería elegir algún pasaje relacionado con el matrimonio y leerlo en la ceremonia. Por supuesto que acepté e inmediatamente empecé a buscar el texto adecuado. Encontré muchas grandes citas, poemas e historias, cualquiera de los cuales, probablemente habría funcionado bien. El problema era que ninguno expresaba plenamente lo que yo quería decir. Todos hablaban sobre aspectos del matrimonio —la devoción, el compromiso, los beneficios, las alegrías, los desafíos—, pero cada uno solo abordaba un aspecto parcial de la totalidad. Lo que yo quería dar a Claire y a Mike era una imagen más completa de todo lo que puede ser el matrimonio y de lo que se necesita para plasmar este potencial. Linda me animó a dejar de buscar las palabras de otras personas y producir las mías. Así que empecé a hacer una lista de las cosas que me habría gustado saber antes de contraer matrimonio. Al compartir las lecciones que Linda y yo habíamos aprendido juntos a lo largo de treinta años, tenía la esperanza de librar a Claire y a Mike de parte del sufrimiento y de las tensiones que nosotros habíamos vivido. 17


Se me ocurrieron más de cincuenta frases sueltas. Pero, como había poco tiempo, las reduje a veinticinco. La ceremonia fue preciosa y yo pude compartir todas mis comprensiones, mientras veía movimientos de cabeza, guiños, risas y codazos que puntuaban mi relato. Posteriormente, varias personas, incluyendo el ministro, me pidieron una copia de mis notas. Unos pocos sugirieron que las expandiera y que pensara en publicarlas. En el viaje de ocho horas hasta casa, a Linda y a mí se nos ocurrieron más frases. Al final del viaje ya teníamos ochenta. Dos semanas después teníamos más de cien. Finalmente llegamos a acumular casi doscientas. (Supongo que esto dice algo sobre lo poco que sabíamos cuando nos casamos). Elegimos las que consideramos las mejores y se las pasamos a algunos amigos que eran escritores, terapeutas o ambas cosas. La respuesta fue muy favorable. Pero, prácticamente sin excepción, nuestros lectores nos hicieron una recomendación: «Incluid un par de párrafos de comentarios en cada una de ellas para explicarlas». Decidimos combinar anécdotas de nuestro propio matrimonio y de los de nuestros clientes, amigos y alumnos, asegurándonos de disfrazar todas las identidades excepto las nuestras. Al compartir muchos detalles de nuestras luchas con los participantes en nuestros cursos durante casi veinte años, hemos aprendido a utilizarnuestras experiencias, errores y descubrimientos para ayudar a las parejas a evitar o, al menos a conseguir salir de algunos de los escollos, colapsos, callejones sin salida, atolladeros y otras dificultades que surgen inevitablemente durante el curso de un matrimonio. Aunque Linda y yo estamos formados como terapeutas matrimoniales y cada uno tiene más de veinticinco años de experiencia, la mayor parte de lo que presentamos en este libro proviene de nuestra vivencia personal y no de lo que aprendimos en la escuela de posgrado. Nuestras cualificaciones no son los certificados enmarcados que hay en las paredes de nuestras consultas, sino las cicatrices y las heridas que hemos experimentado y soportado, y de las que nos hemos recuperado y hemos aprendido. 18


«Lo que no me mata —dijo Friedrich Nietzsche— me hace más fuerte». Lo mismo parece ocurrir con el matrimonio: o bien aprendemos a crecer a través de los retos inevitables de una relación comprometida, o bien nos arriesgamos a que esta nos destruya. Linda y yo, probablemente, hemos soportado tantas refriegas y tensiones como muchos de nuestros amigos que se han divorciado. Nuestros clientes y alumnos nos han presentado muy pocos problemas que ya no hubiéramos afrontado. Hemos estado cerca de perder nuestro matrimonio en varias ocasiones, y cada vez hemos sido capaces de dar un paso atrás al borde del precipicio, en lugar de caer en él. Ahora, han transcurrido varios años desde la última vez que nuestro matrimonio pasó por una de estas experiencias de cercanía a la muerte y, en este momento, parece improbable que tenga que volver a experimentarlas. No obstante, no hay garantías ni siquiera para los mejores matrimonios. La manera más segura de poner en peligro una gran relación es darla por sentada y ponerla en piloto automático. LINDA: Ambos estamos encantados de compartir la relación que tenemos actualmente. Pero llegar hasta aquí no ha sido fácil; a ambos nos ha costado mucho adquirir nuestro amor maduro. Cuando Charlie habló en la boda de Claire y Mike, me sentí orgullosa de lo que hemos conseguido juntos. Hemos sobrevivido a suficientes crisis y superado bastantes pruebas como para ser capaces de hablar con cierta autoridad sobre las posibilidades y los obstáculos del matrimonio. Charlie estaba ofreciendo a su hermana y al marido de esta lo que a ambos nos habría gustado que alguien nos hubiera ofrecido. Aprender y encarnar estas verdades con anterioridad nos habría ahorrado muchos sufrimientos. En nuestra relación, muchas veces tuvimos que luchar para mantenernos a flote, y muchas veces deseé tener cerca a un pariente sabio a quien pedir consejo y que pudiera ayudarnos a superar la confusión. Al no tener a un miembro de la familia con quien consultar, recurrí a guías 19


espirituales, talleres, cintas, autores, terapeutas y amigos, y también traté de resolver las situaciones por mí misma. Espero poder ofrecer una guía a las personas que la buscan, tal como yo la busqué. Durante nuestros primeros años juntos, Charlie y yo sabíamos el tipo de relación que deseábamos. Pero hizo falta algo más que visión para hacerla realidad. Tuvimos que enfrentarnos con condicionamientos y hábitos de toda una vida: neutralizarlos iba a exigir práctica, devoción y tiempo. Segura de que podíamos conseguirlo, me aferré a mi visión y a mi compromiso. Muchos factores influyeron en las dificultades que experimentamos, en especial durante los primeros años de matrimonio. Tanto él como yo solo teníamos veintiún años cuando comenzamos nuestra relación, y éramos muy inmaduros. Los dos estábamos buscando algo que nos proporcionara seguridad emocional, ya que no habíamos desarrollado una verdadera sensación de plenitud en nosotros mismos. Teníamos imágenes muy distorsionadas sobre qué era el amor. No estábamos preparados para participar en una relación saludable; ninguno de los dos había contado con un buen ejemplo en nuestras familias, y tampoco habíamos tenido éxito en las relaciones anteriores. Ambos buscábamos a alguien que nos ayudara a liberarnos del dolor sufrido en el pasado. Nuestro primer hijo nació cuando aún no habían transcurrido dos años desde la boda; ambos éramos aún estudiantes a tiempo completo y estábamos sin trabajo y llenos de deudas. A veces la tensión era insoportable. Y después estaban las grandes diferencias entre nosotros. Aunque la mayoría de las parejas tienden a complementarse con sus diferencias, las nuestras siempre nos parecieron extremas. En la mayoría de los rasgos del carácter representamos los dos extremos del espectro: yo suelo orientarme hacia el detalle, mientras que a Charlie le gusta más la visión general. Yo estoy a favor de la paternidad estricta, y Charlie no. Yo soy una persona extrovertida y sociable, mientras que Charlie es más introvertido. Me gusta ir a la cama temprano y a él le gusta acostarse tarde. Me gusta llegar 20


al aeropuerto con horas por delante mientras que a él lo exaspera una espera de quince minutos. Yo creo en la planificación y la preparación, Charlie prefiere la espontaneidad. Cuando sentimos tensión, yo busco la conexión y Charlie, la soledad. Mi fuerza es mi compromiso, la de Charlie es el «dejar ir». Cuando enseñamos, yo uso notas, mientras que él prefiere hacer las cosas sobre la marcha. Yo soy habladora y él es pensador. Yo gestiono el dinero, él lo gasta. La lista continúa, pero ya puedes hacerte una idea. A lo largo de los años, la gente nos ha preguntado muchas veces: «¿Cómo llegasteis a juntaros? ¿Cómo conseguisteis manteneros juntos?». Durante los primeros años de matrimonio, como ninguno de los dos sabía lidiar con estas diferencias, a menudo entrábamos en conflicto. No eran las diferencias mismas las que producían los problemas, sino nuestras reacciones ante ellas. Como muchas parejas, cada uno de nosotros intentamos borrar nuestras diferencias haciéndo cambiar al otro o a sí mismo. En aquel momento parecía una buena idea homogeneizar nuestras personalidades y así eliminar las fuentes del conflicto. Pero, como más adelante descubrimos, esta estrategia no funciona. No hacía sino producir aún más conflicto, tanto dentro de cada uno como entre ambos. En nuestra relación había algo más que sufrimiento y lucha, por supuesto. De no ser así, no podríamos haber seguido juntos. Desde los primeros días, una profunda conexión amorosa nos ha sostenido en medio de las pruebas, de las luchas de poder, de las decepciones e incluso de las traiciones. Como pareja y como familia, hemos compartido experiencias de una alegría sin par. Sin embargo, incluso los vínculos más fuertes no son inmunes al peaje que las continuas luchas pueden imponer en la relación. Para nosotros, el punto de inflexión llegó en 1987, después de quince años de matrimonio. El conflicto y la frustración nos habían agotado en tal medida que los dos nos preguntábamos si merecía la pena seguir juntos. A pesar de lo mucho que ambos queríamos preservar nuestro matrimonio y nuestra familia, la tensión de lidiar 21


con diferencias irreconciliables se estaba volviendo excesiva. Llegamos al punto de entender por qué hay parejas que, aún amándose, eligen el divorcio. Los dos hallamos tristeza y alivio en ese reconocimiento; ambos estábamos apenados porque parecíamos estar a punto de perder nuestro matrimonio y, al mismo tiempo aliviados de que la lucha llegara a su fin. Por suerte, afrontar la realidad del divorcio nos llevó a darnos cuenta de lo que estábamos a punto de perder y de cuántas ganas teníamos ambos de preservarlo. Sabíamos que tenía que haber otra manera, y esto nos hizo dar el salto de tolerar nuestras diferencias a apreciarlas. Como intentar disolver nuestras diferencias no había funcionado, empezamos a afrontarlas con aceptación, gratitud y aprecio para ver si podíamos encontrar ventajas ocultas en ellas. Sabíamos, al menos intelectualmente, que eran esas diferencias las que habían provocado nuestra atracción mutua. Al mismo tiempo, también eran lo que provocaba nuestras reacciones viscerales. Así, descubrimos que lo que nos volvía locos al uno por el otro y lo que nos volvía locos del otro eran una y la misma cosa. El reto no consistía en intentar cambiar al otro o en estar dispuesto a cambiar por él, sino en honrar nuestra singularidad y fortalecer los lazos de amor respetuoso entre nosotros. Aprender a ver nuestras diferencias como herramientas para ser más amorosos y plenos, en lugar de como obstáculos que superar, negar o eliminar, ha alterado profundamente nuestra manera de relacionarnos entre nosotros y con todas las demás personas de nuestras vidas. En el trabajo con parejas hemos descubierto que, aunque adoptar esta orientación exige esfuerzo e intención, no tiene por qué llevar tanto tiempo como nos costó a nosotros. Las experiencias que nos pusieron de rodillas hicieron de nosotros las personas que ahora somos. Somos conscientes de que el aprendizaje y la recuperación que acompañó a cada una de ellas han conformado nuestra relación hasta llegar a ser el tesoro que ahora es. A través de las muchas maneras inadecuadas de tratarnos, 22


hemos aprendido el significado del verdadero respeto. Como tantas veces hemos estado colgando de un hilo, a punto de separarnos y divorciarnos, hemos aprendido a cuidar el uno del otro, de la relación y de nosotros mismos. Al haber estado al límite tantas veces, hemos aprendido a amar con una enorme sensación de gratitud. Aunque las lecciones aprendidas en este proceso no han sido fáciles, la recompensa a nuestros esfuerzos es dulce: una abundancia de armonía, serenidad y alegría. Esperamos que este libro te ayude a apreciar la fuerza de este punto de vista y también a aplicarlo a tu relación. Las 101 cosas que ojalá hubiera sabido cuando me casé está dirigido a cualquiera que viva, haya vivido o vaya a vivir una relación de pareja comprometida. Es para todo aquel que haya sentido que el matrimonio puede ser mucho más que un acuerdo de conveniencia para gestionar obligaciones, responsabilidades y necesidades personales. Para quien no se conforme con menos que la plenitud de las riquezas disponibles en una vida de verdadera relación y confíe en que el precio de esta empresa, aunque puede parecer formidable, es insignificante en comparación con los beneficios indescriptibles que se consiguen para uno mismo, para la propia familia y para el mundo. Somos dos personas comunes que —gracias a una combinación de buena suerte, valiosas ayudas, trabajo duro, compromiso y una fe constante en la visión compartida— han conseguido superar las pruebas de fuego del matrimonio y han aprendido de sus experiencias. No somos diferentes de los demás, y si nosotros podemos hacerlo, tú también. En estas páginas no vamos a decirte qué hacer. Pero te ofrecemos nuestra confianza en tu propia intuición y en la capacidad humana de curarse de las heridas del pasado y, al hacerlo, de fortalecerse. Tal como ambos hemos descubierto, las heridas mismas nos permiten desarrollar cualidades que producen más alegría y amor en nuestras vidas. 23


Nuestros clientes, alumnos y profesores nos han inspirado para crear esta serie de directrices que destilan la esencia de los principios que han permitido que nuestra relación florezca. Deseamos que estas lecciones puedan ahorrar problemas a las parejas jóvenes cuyos matrimonios acaban de empezar. A las parejas de larga duración, quisiéramos ofrecerles consejos que representen un nuevo punto de vista sobre los ingredientes de un matrimonio exitoso. Nuestra experiencia nos ha enseñado que las satisfacciones más profundas de la vida provienen de nuestras relaciones íntimas. Asumir los desafíos de una relación comprometida nos impulsa a darnos cuenta de la plenitud de nuestro ser. Más que ninguna otra relación, el matrimonio tiene el potencial de despertar los anhelos y las necesidades más profundos, así como también los más intensos dolores y temores. Al aprender a afrontar estas experiencias con el corazón abierto y con autenticidad, podemos crecer hacia la plenitud, la madurez y la compasión. En uno de sus talleres, Stephen Levine, el autor de Embracing the Beloved, dijo que el matrimonio es el «deporte de riesgo más extremo». Comentó que las personas pueden aprender más de sí mismas en una semana de relación que sentándose en meditación en una cueva durante un año. Después de haber probado el matrimonio y la meditación, nosotros dos estamos de acuerdo. El desarrollo de la autoconciencia y del autoconocimiento es tanto el medio como el fin de un buen matrimonio. El proceso es simple, pero no fácil. Tenemos la esperanza de que este libro te abra más completamente el corazón y la mente a los tesoros inexpresables que están a tu disposición en el camino de la relación.

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Las 101 cosas que ojalá hubiera sabido cuando me casé

1 Las grandes relaciones no ocurren sin más, se crean. Los matrimonios ejemplares que conocemos han sido ganados. Estas relaciones son verdaderas asociaciones construidas sobre los cimientos de una confianza duramente adquirida que se va acumulando con el tiempo. Las luchas y los esfuerzos por compatibilizar lo que a menudo parecen diferencias irreconciliables constituyen el trabajo preliminar en estos matrimonios. Aunque inicialmente lo que nos une son la compatibilidad y los intereses compartidos, estos no son suficientes para hacernos seguir juntos a lo largo del tiempo. Si no hay crisis, no hay suficiente fricción y agitación para provocar el desarrollo. No hace falta que busquemos las tensiones; la vida ya nos las trae. Invariablemente surgen obstáculos que los amantes tienen que superar. Los desafíos van desde la desaprobación familiar a la unión hasta los problemas de salud o económicos, pasando por las diferencias de estilos, valores y sistemas de creencias. A medida que la pareja comprometida afronta estos retos combinando sus recursos, la relación se fortalece y se hace más resistente. Los sucesos significativos se van acumulando a lo largo de los años: una caricia delicada para reconfortarnos cuando estamos agitados, una conversación íntima, unas risas compartidas, una taza de té cuando estamos agotados, un tazón de sopa cuando estamos enfermos, un cuidado especial para hacer que la experiencia sexual sea más excitante, mostrar orgullo por los logros de la pareja, actos de perdón y todos los preciosos momentos de conexión, compren27


Linda y Charlie Bloom

sión, compasión y entendimiento. Estas interacciones son los ladrillos con los cuales se va construyendo un gran amor a lo largo del tiempo. Una de las cosas más importantes que podemos hacer para mantener una relación fuerte y saludable es construir el vínculo afectivo. Empieza como un hilo fino que va creciendo hasta hacerse más grueso y fuerte. Cuando surgen las inevitables tensiones de la existencia, que pueden tomar la forma de diferencias y decepciones, la cuerda puede deshilacharse. Gradualmente, con elecciones conscientes, compromiso e intención, podemos reparar la cuerda conectora con sinceros actos diarios de consideración, generosidad y bondad. Crear un fondo de buena voluntad en la relación es como depositar dinero en el banco. Estos depósitos pueden asumir muchas formas: una conversación, un episodio en el que se resuelven las diferencias, una larga mirada o una sincera expresión de gratitud; pero todas ellas tienen el fin común de reafirmar nuestro amor y compromiso, y se van acumulando en una gran cuenta. Cuando esta cuenta es abultada, puedes retirar fondos en momentos duros y vivir con paz mental, disfrutando de una creciente riqueza emocional.

2 La vulnerabilidad desarma. LINDA: Las discusiones no acaban cuando una persona las gana. El uso de las armas de gran calibre —amenazas, nombres despectivos, insultos y gritos— siempre exige pagar un precio 28


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muy alto. Podemos intimidar a nuestra pareja para someterla y así ganar la batalla del dominio momentáneo. Pero eso no supone que ganemos la guerra. Es una tregua que genera tensión porque el conflicto solo queda soterrado. El coste es la pérdida de la confianza, la buena voluntad, el cuidado y el respeto. Durante años reaccioné a las críticas no solicitadas de Charlie con otras críticas. Este hábito provocaba que ninguno de los dos nos sintiéramos aceptados o comprendidos. ¿Y si ambos teníamos razón? No importaba. Hasta que no dejé de decirle «nunca me escuchas» y «siempre quieres tener la razón», el bloqueo entre nosotros no empezó a disolverse. En lugar de eso, empecé a decir: «Tengo muchas ganas de que nos comprendamos mutuamente», y «siento mucho dolor cuando no conectamos». Cuando revelé mi propia frustración y dolor en lugar de «corregir» las respuestas de Charlie, la tensión entre nosotros se suavizó y fuimos más capaces de escucharnos. Para avanzar hacia la resolución en momentos de aflicción, tenemos que hacer lo que más deseamos evitar: encontrar la valentía de mostrarnos vulnerables. La paz que acompaña al entendimiento no es producto de los esfuerzos por hacer que nuestra pareja se eche atrás, deje de luchar y nos escuche. Más bien es el resultado de la apertura que surge cuando estamos dispuestos a desarmarnos y renunciar a nuestras defensas verbales. Desarmarse es el acto de quedarse sin defensas y decir la verdad del corazón, a pesar de que nos dé miedo. Cuanto más practicaba, menos miedo tenía y más natural me parecía bajar la guardia. Descubrí que la honestidad valiente casi siempre provoca la misma reacción en la otra persona. Pero, independientemente de cómo nos responda nuestra pareja, la comunicación libre de defensas es un don transformador para nosotros mismos y para nuestra relación. Al honrar nuestra verdad, profundizamos en la propia confianza, la autoestima y el autorrespeto, al tiempo que dotamos de más honestidad e integridad a nuestro 29


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matrimonio. Cuando damos lo que deseamos recibir, el proceso mismo se convierte en una recompensa. La vulnerabilidad nos ofrece una mayor integridad y un mejor acceso a nuestro corazón y a la verdad profunda de nuestra experiencia. Expresarnos desde la vulnerabilidad nos conecta con nosotros mismos y crea un clima seguro donde pueden florecer el amor mutuo y la ternura. Esto, en sí mismo, es un éxito. El regalo que hacemos a nuestra pareja es nuestro corazón abierto: el acceso a los sentimientos dulces, bondadosos y cálidos que están justo debajo de las críticas y el conflicto superficiales.

3 Si tu trabajo se lleva lo mejor de tu energía, tu matrimonio se agostará. Los padres de Phillip se divorciaron cuando él tenía cuatro años. Lo educaron su madre y sus dos hermanas. Su madre no volvió a casarse y durante su infancia la familia pasó apuros económicos. Mientras crecía, se prometía continuamente que nunca más sería pobre y que a sus hijos no les faltaría ningún bien material que desearan. Se casó con Eileen, que reconoció a Phillip como un hombre de gran ambición, además de bondadoso y compasivo. No obstante, también pudo ver que sus experiencias infantiles le habían dejado abiertas algunas heridas emocionales. Ella lo amaba profundamente y estaba segura de que su amor repararía la inseguridad que lo llevaba a luchar tanto para triunfar. 30


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Cuando sus esfuerzos no fueron suficientes para neutralizar la excesiva ambición de Phillip, Eileen sintió frustración y resentimiento. Con frecuencia le reprochaba que le importara más el negocio que su familia. «Eso no es cierto —insistía él—, estoy comprometido con la familia y no quiero que los niños tengan que pasar por lo que yo pasé en mi infancia. No aprecias lo que hago por vosotros. Eres una desagradecida». La actitud defensiva de Phillip y la frustración de Eileen crearon una situación que parecía insuperable. Pero el verdadero problema era que se habían polarizado. Habían adoptado posiciones opuestas que hacían parecer que Phillip debía elegir entre el trabajo y la familia. Era como si ambos estuvieran hipnotizados y solo pudieran ver las cosas como una disyuntiva. Esta visión hacía que les fuera imposible entender el punto de vista del otro. El bloqueo se deshizo el día en que Eileen decidió dejar de criticar a Phillip. Se abstuvo de decirle que era un adicto al trabajo y que no le importaba nada más, y empezó a expresar el dolor de su corazón. Le dijo cuánto lo echaba de menos y lo triste que se sentía al ver que los pequeños estaban creciendo sin la presencia de un padre amoroso, tal como a él le había ocurrido. Ella no quería que renunciase a su trabajo, solo que dedicara más tiempo a la familia. Reemplazó el aguijón de su ira por la suavidad de su amor. Consecuentemente, Phillip empezó a poder escucharla sin enfadarse ni ponerse a la defensiva. Por primera vez, vislumbró la posibilidad de armonizar ambas cosas: el trabajo y la familia. A partir de ese momento, Eileen y Phillip trabajaron como compañeros para crear una vida que funcionara para todos los miembros de la familia. Aunque, ocasionalmente, surgían reveses y dificultades, no retomaron la estructura antagónica que estuvo a punto de destruir su matrimonio.

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